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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re51.60
La “pampa submarina”. Historia de una definición
científica y política sobre la vida marina (1900-1930)
*
Ezequiel Sosiuk **
Resumen
En el presente artículo abordo el desarrollo histórico de las primeras investigaciones
que problematizaron cómo se distribuía la vida marina en función de parámetros
medioambientales, en las primeras tres décadas del siglo XX en Argentina. Estos
trabajos fueron realizados por Martín Doello Jurado, naturalista y director del Museo
Argentino de Ciencias Naturales a partir de 1924. Sus trabajos contaron con el apoyo
de diversos oficiales de la Armada Argentina. Particularmente fue relevante el rol de
Segundo Storni, quien se preocupó por la protección y explotación de los recursos del
Mar Territorial Argentino. Me interesa indagar mo Doello Jurado incorporó las
problemáticas movilizadas por Storni en la definición científica de la vida marina.
Asimismo, busco resaltar el carácter novedoso de las investigaciones de Doello
Jurado respecto de otras similares que se estaban desarrollando a nivel internacional.
*
Agradecimientos: Los comentarios de Susana García, Hebe Vessuri, Luis Capozzo y los miembros
del Centro de Ciencia, Tecnología y Sociedad ayudaron a la confección del artículo.
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Centro de Ciencia, Tecnología y Sociedad, Universidad Maimonides. Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Correo electrónico: sosiuk_gm@hotmail.com
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A través del análisis de documentos de la Armada y publicaciones de naturalistas,
rastreo qué tipo de preguntas se hicieron, cuáles fueron sus intereses y cómo los
buques de la Armada permitieron el desarrollo de investigaciones novedosas.
Concluyo que, a través de la construcción de la noción de la “pampa submarina”, como
objeto de investigación, Doello Jurado articuló no solo sus preocupaciones científicas
y algunas líneas de investigación que se estaban desarrollando en instituciones
centrales, sino también los problemas estratégicos planteados por la Armada. Así, el
artículo indaga en la estrecha imbricación entre problemas sociales y de conocimiento,
eje tematizado por los estudios sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad.
Palabras Clave
HISTORIA DE LA BIOLOGÍA MARINA; PAMPA SUBMARINA; NATURALISTAS Y OFICIALES; PROBLEMAS
SOCIALES Y DE CONOCIMIENTO; ARMADA; MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL.
Introducción
Un inmenso campo casi inexplotado, e inexplorado, se ofrece a la capacidad y energía de las
generaciones jóvenes y a los recursos de los hombre de empresa (Doello Jurado, 1924: 27).
Hasta comienzos del siglo XX, los principales colaboradores de los naturalistas
argentinos, interesados en el estudio de la biología marina, fueron los pescadores que
trabajaban en el litoral bonaerense. Gracias a los especímenes aportados por los
pescadores, naturalistas como Carlos Berg y Fernando Lahille construyeron los
primeros catálogos de peces argentinos (García, 2014). En la década de 1910, las
investigaciones sobre biología marina atravesaron dos grandes cambios. Por un lado,
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la Armada Argentina comenzó a interesarse por la biología marina y facilitó nuevos
materiales de estudio para los naturalistas. Varios oficiales, en particular Segundo
Storni, pensaban que las investigaciones podían ayudar a resolver problemas
vinculados a la actividad pesquera marítima. El naturalista que más aprovechó la
ayuda de la Armada fue Martín Doello Jurado, investigador y futuro directo del Museo
Nacional de Historia Natural de Buenos Aires. Por otro lado, el mismo Doello Jurado
incorporó novedosas preguntas y líneas de investigación que se estaban
desarrollando en instituciones europeas y norteamericanas. Doello Jurado (1924)
propuso la noción de “pampa submarina” para referirse a los caracteres naturales y
económicos de la vida marina. Complementariamente, propuso que la Hidrobionomía
debía ser la disciplina que estudiase la vida marina. Tanto la noción de “pampa
submarina” como la de “Hidrobionomía” fueron productos propios de Doello Jurado,
no encontrándose en las conceptualizaciones que se desarrollaron en otras
instituciones (Mills, 2012). En este trabajo, me pregunto: ¿de qué manera las
colaboraciones de la Armada cambiaron la forma de investigar la vida marina?, ¿en
qué forma las nuevas investigaciones de Doello Jurado (re)problematizaron la forma
de pensar el valor económico de la vida marina?, ¿cómo la noción de “pampa
submarina” incorporó nuevas líneas de investigación y preocupaciones por explotar
los recursos marinos?
El objetivo del trabajo es poner de relieve el rol de la Armada en las nuevas
formas de problematizar científicamente la vida marina, así como profundizar en la
relación entre las formas científicas de pensar la biología del mar y su construcción
como objeto económico. Existen otros trabajos que indagaron el rol de los naturalistas
argentinos en la producción de conocimientos que presentaron a la vida marina como
potencial recurso económico. Sin embargo, el rol de la Armada ha sido menos
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estudiado (García, 2009, 2014). Para alcanzar el objetivo, tomaré como materiales de
estudio las Memorias Institucionales del Centro Naval de la Armada Argentina y las
publicaciones de Martín Doello Jurado, disponibles en la Biblioteca del Museo
Nacional de Historia Natural (muchas de ellas no analizadas previamente en otros
trabajos). A través de los documentos, registré cómo fue problematizada, investigada
y analizada la vida marina, qué trabajos se realizaron y qué propuestas surgieron para
incentivar la explotación económica marítima. Asimismo, utilizo fuentes secundarias
que detallaron las investigaciones de la Armada durante el periodo de análisis, en
particular los levantamientos hidrográficos (Arguindeguy, 1972).
El desarrollo del texto se organiza a partir de un eje problemático que ha sido
abordado por los Estudios Sobre Ciencia, Tecnología y Sociedad: la imbricacn entre
problemas de conocimiento y problemas sociales. Un trabajo clásico al respecto es el
de Gusfield (1984). Allí planteó que un fenómeno deviene problemático cuando es
moralmente inaceptable y cognitivamente incomprensible. Así, los objetivos de las
investigaciones están delimitados por lo que una sociedad considera valioso, mientras
que los aportes científicos refuerzan la percepción de cierto orden social. Shapin y
Schaffer (1985: 46) resumen este punto de la siguiente manera: “las soluciones a un
problema de conocimiento se inscriben dentro de aquellas dadas en la práctica al
problema del orden social, y las distintas soluciones prácticas dadas al problema social
implican soluciones diferentes al problema de conocimiento”. En un trabajo más
recientes, Kreimer and Zabala (2008) remarcan cómo la articulación de heterogéneos
grupos sociales (los científicos entre ellos) define los aspectos relevante de las
investigaciones y, simultáneamente, cómo la construcción de diferentes objetos
científicos condiciona diferentes modos de intervención sobre problemas sociales.
Estas ideas me servirán para analizar mo la problematización de los recursos
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marinos por parte de la Armada condujo a la realización de nuevas investigaciones, y
cómo las respuestas a los problemas cognitivos indagados por Doello Jurado
permitieron resignificar el valor económico del Mar Argentino.
El texto se organiza de la siguiente manera. Primero, desarrollo los trabajos
hidrográficos de la Armada a comienzos del siglo XX, acomo las problemáticas
políticas y económicas que los impulsaron. En el segundo apartado, observo cómo los
conocimientos hidrográficos fueron movilizados por algunos oficiales de la Armada, en
particular por Storni, para problematizar la necesidad de explotar los recursos marinos
del Mar Argentino. Tercero, señalo qué nuevos aportes realizó la Armada a la forma
en que los naturalistas investigaban la biología marina. Cuarto, explico cómo las
muestras de fondo aportadas por la Armada permitieron a Doello Jurado desarrollar
nuevas preguntas de investigación. Quinto, expongo mo las respuestas que
desarrolló Doello Jurado sobre problemas zoogeográficos implicaron no solo una
nueva forma de pensar la naturaleza del Mar, sino también su valor económico. Por
último, expongo algunas conclusiones.
Conociendo el territorio sumergido
Hacia finales siglo XIX, egresaron de la Escuela Naval Militar Argentina (creada en
1872) las primeras camadas de jóvenes oficiales de la Armada. Estos se encargarían,
en las décadas siguientes, de explorar e investigar el Mar Argentino. Bajo la dirección
de la Oficina Central de Hidrografía (creada en 1879), en las décadas de 1880 y 1890
varios buques de la Armada realizaron levantamientos hidrográficos y tareas de
balizamiento sobre la costa marítima argentina. En particular, estudiaron el litoral
bonaerense, ya que el Puerto de Buenos Aires era el más grande del país, y uno de
los centros de exportación de materias primas agropecuarias más importantes de
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América Latina (Caruso, 2014). Los trabajos hidrográficos tuvieron por fin actualizar
las cartas náuticas, asegurar la navegación, buscar fondeaderos para los buques,
evitar su encallamiento, encontrar ubicación para nuevos puertos y colonias
marítimas, así como crear y mantener faros, balizas y demás medios de señalación
en la costa (Arguindeguy, 1972).
Los estudios hidrográficos estuvieron animados, al menos, por dos motivos. El
primero refirió a conflictos territoriales, los más importantes frente a Chile.
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En 1903,
Argentina y Chile firmaron los “Pactos de Mayo”, por los cuales se comprometieron a
sostener la equivalencia naval (o sea, a no desarrollar sus respectivas marinas de
guerra y mantenerlas en “equilibrio”). El acuerdo se pensó como un medio para
tranquilizar las disputas territoriales sobre el Atlántico Sur, que eran manejadas como
serias hipótesis de conflictos por ambos países. Para firmar los Pactos, el ARA San
Martín trasladó la comisión diplomática argentina a Santiago de Chile. Durante la
misión diplomática, el ARA San Martín, conjuntamente con el ARA Pueyrredón y el
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También la Armada manejó hipótesis de conflicto frente a Brasil. En 1914, la Armada adquirió
los modernos acorazados gemelos ARA Moreno y ARA Rivadavia para complementar sus cuatro
cruceros acorazados más antiguos de la clase Garibaldi. El Moreno y el Rivadavia fueron los mayores
buques de guerra construidos en Estados Unidos para una nación extranjera. Desde la perspectiva de
la Armada, el Moreno y el Rivadavia fueron el más contundente argumento en contra de los
acorazados brasileros Minas Gerais y el Sao Paulo. Complementariamente, los cuatro Garibaldi de la
Armada Argentina constituían una fuerza suficiente para poner fuera de combate a cualquier tipo de
“amenaza chilena” (Hernández Moreno, s.f.). La incorporación de los acorazados renovó con fuerza
las tareas de patrullaje y exploración de la costa e imprimió un renovado ímpetu a los oficiales (Centro
Naval, 1915: 697-673).
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ARA Belgrano, realizaron estudios hidrográficos y relevamientos en el Estrecho de
Magallanes, una de las zonas más conflictivas (Arguindeguy, 1972).
Storni inició sus trabajos a partir de las disputas territoriales frente a Chile. El 20
de abril de 1905, el diario La Prensa transcribió un artículo de la Revista Marítima de
Chile que acusaba a Argentina de haber falseado cartas uticas en menoscabo de
los derechos territoriales chilenos. El Centro Naval de la Armada le pidió a Storni que
estudiara el tema y contestara, lo cual hizo cuatro días después. Su trabajo tuvo buena
acogida. Tanto el Ministerio de Relaciones Exteriores como el de Marina le pidieron
que ampliara el tema y de alsurgió un folleto más un artículo que se publien el
Volumen 22 del Boletín del Centro Naval en 1905 (Storni, 1905). Posteriormente,
Storni asumiría el comando del transporte ARA Guardia Nacional, para realizar varios
viajes redondos a Ushuaia (Arguindeguy, 1972).
En segundo lugar, los estudios hidrográficos respondieron al crecimiento de
actividades económicas marítimas en las dos primeras décadas del siglo XX. Ya a
comienzos de siglo, Puerto Madero no alcanzaba a cubrir las necesidades y
requerimientos del comercio internacional que el Puerto de Buenos Aires afrontaba
(considerado, en 1887, el décimo segundo puerto más grande del mundo). Por este
motivo, el Ministerio de Obras Públicas dispuso su ampliación. Las tareas de
infraestructura se realizaron entre 1911 y 1928 y fueron acompañadas de la
actualización de las cartas náuticas del litoral bonaerense ("Puerto Nuevo - Inicios
1911a 1925," s.f.). Si bien la Armada efectuó algunos transportes marítimos, el grueso
de la actividad quedó en manos privadas (Gonzalez, 1961). En 1908, José Menéndez
(un poderosísimo terrateniente, colonizador, banquero, industrial y naviero) fundó
la Importadora y Exportadora de la Patagonia” (conocida en todo el Sur como "La
Anónima"). La compañía mantuvo una línea regular de pasajeros y cargas entre
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Buenos Aires y Punta Arenas (Chile), con escalas en diversos puertos patagónicos
argentinos ("La Anónima," s.f.). A su vez, La Sociedad Anónima Nicolás Mihanovich,
propiedad del empresario naviero austrohúngaro homónimo, logró un crecimiento
exponencial y se convirt en la flota mercante más importante de Sudamérica hacia
1920 (Caruso, 2014). La pesca de altura también creció a comienzos de la década de
1910. Hasta finales del siglo XIX, la pesca marítima era realizada por pescadores
artesanales que operaban cerca de la línea de costa en botes y pequeñas
embarcaciones a vela. Mediante autorizaciones emitidas por la División de Caza y
Pesca, algunas compañías desarrollaron la pesca de altura (a 5 millas de la línea de
costa) con buques impulsados a vapor y equipados con redes de arrastre de fondo.
La compañía Pescadora Argentina llegó a tener once vapores que operaron en el
litoral bonaerense y algunos puntos del Atlántico (García, 2014).
En las décadas de 1900 y 1910, los estudios hidrográficos y las tareas de
balizamiento se extendieron a lo largo de toda la costa marítima. Estas tareas fueron
particularmente relevantes para conocer la costa marítima patagónica, ya que la
Patagonia recién fue incorporada al territorio nacional en 1880. Para comienzos del
siglo XX, la Armada Argentina todavía utilizaba los levantamientos hidrográficos que
Robert Fitz Roy, capitán británico de la Royal Navy, había confeccionado hacia casi
un siglo atrás. En la década de 1830, Fitz Roy mapeó las costas y puertos del Atlántico
Sur y contactó a los gobiernos locales para establecer relaciones diplomáticas y
comerciales. En esos años, la ciencia acompañó la expansión imperial británica, y los
informes de los comandantes legitimaron los discursos sobre sus prácticas de
dominación coloniales (Passetti, 2014). Para la Armada Argentina, la falta de datos
actualizados implicaba riesgos para las embarcaciones que arribaban, con cada vez
mayor frecuencia, a los nuevos puertos Patagónicos (Oca Balda, 1917). Según el
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experimentado Oficial Caillet-Bois (1936), la Isla de los Estados (ubicada al este de
Tierra del Fuego) era un “verdadero cementerio de barcos”.
Los buques que más participaron de los trabajos hidrográficos fueron el Crucero
ARA Patagonia, el Crucero ARA Buenos Aires, el transporte ARA Guardia Nacional,
el Guardacostas Independencia, el Buque Balizador Alférez Mackinlay,
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y la Corbeta
ARA Uruguay. Realizaron levantamientos hidrográficos y actualizaron las cartas
náuticas de decenas de puntos a lo largo de la costa atlántica.
3
Cabe señalar que rara
vez los viajes de dichas naves tuvieron por fin principal realizar tareas hidrográficas.
En algunas ocasiones, los levantamientos hidrográficos se realizaban durante los
viajes de instrucción de los oficiales en formación. Cada promoción de oficiales
realizaba viajes de instrucción, que consistían en el recorrido del litoral marítimo a
través de sus puertos: Puerto Belgrano, Ushuaia, Río Gallegos, Santa Cruz,
Comodoro Rivadavia, Santa Elena, Puerto Madryn y Buenos Aires. La Fragata ARA
Sarmiento, el Buque Escuela a vela de la Armada, prestó servicios entre 1899 y 1939
y reali37 viajes de instrucción por todo el mundo, circunnavegándolo en varias
oportunidades. Solo en algunos de sus viajes realizó tareas hidrográficas. En otras
ocasiones, los buques realizaron trabajos hidrográficos durante sus prácticas navales.
2
Nombrado en honor al Alférez Mackinlay, fallecido en el Beagle cuando cumplía tareas
hidrográficas. En 1918, la Armada lo designó "Buque Hidrográfico" (Histarmar, s.f.).
3
Bahía Blanca, Chubut e Isla Penguin, Santa Cruz, la desembocadura del Río de la Plata,
Golfo Nuevo, Madryn, Pirámides, Bahía Cracker y Punta Ninfas, Golfo San Jorge y Golfo San José,
Puerto Deseado, Bahía Bustamante, Punta Pescado, Punta Roja, San Julián, Bahía Anegada, Puerto
Santa Elena, San Blas, Bahía Anegada.
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Estas prácticas incluían tiro de combate, recorrido por puertos patagónicos y
desembarcos en playas. (Arguindeguy, 1972).
El desarrollo sucesivo de levantamientos hidrográficos contribuyó a conocer con
mayor precisión las variaciones de profundidad a lo largo de la costa marítima
argentina (Arana, 1915). En la década de 1910, la Oficina Hidrográfica publicó los
primeros derroteros argentinos e incorporó nuevos faros. Poco a poco fue
confeccionándose un mapa bien detallado de las profundidades del suelo marítimo
que ayudaría a evitar accidentes y facilitaría la movilidad marítima (Arguindeguy,
1972). Por un lado, las cartas náuticas aseguraban la navegación y, por otro, definían
los límites de las fronteras en el extremo Sur continental. En este sentido, los
conocimientos producidos respondieron a las preocupaciones estratégicas de la
Armada, así como a la creciente importancia de la costa marítima como medio de
circulación para actividades económicas.
Mar territorial y recursos
En el siglo XVIII, Cornelius van Bynkershoek, jurista y teórico político
neerlandés, sentó el principio según el cual el mar adyacente a las costas de
un país quedaba bajo su soberanía. La extensión de esa franja marina, cercana
al borde costero, quedó entregada, en general, a la capacidad de control que el Estado
podía ejercer sobre ella. Por ello, el criterio utilizado para fijar su anchura del Mar
Territorial fue la posibilidad de control desde la costa, que permitió el surgimiento de
la norma de las tres millas marinas, basada en la “regla del alcance de la bala
de cañón” de Fernando Galiani (Heinzen, 1959).
A comienzos del siglo XX, Estados Unidos y las potencias europeas
implementaron motores diesel en embarcaciones pesqueras. Esto implicó que,
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paulatinamente, las flotas pesqueras nacionales ampliasen sus zonas de captura a las
costas de otras naciones. Asimismo, la utilización creciente de combustible fósil
generó interés por descubrir yacimientos marinos explotables cerca de la costa
(Sahrhage y Lundbeck, 2012). Este hecho generó conflictos respecto a las
delimitaciones de los mares territoriales. El Rey Carlos I de Portugal (1889-1908)
impulsó investigaciones oceanográficas orientadas a la explotación de recursos
marinos (Jardim, Peres, Ré, y Costa, 2014).En 1910, Portugal prohibió la pesca de
buques arrastreros extranjeros en el límite de la isobata de 100 metros frente a su
costa. Este hecho marcó la introducción oficial de la costa marítima en las prácticas
de Estado (Cosford, 1957: 247). Rollo, Queiroz y Brandao (2014) señalan la dimensión
estratégica de la política cienfica, visible en la afirmación geopolítica de la
oceanografía. En las décadas siguientes, se realizarían diversas conferencias
internacionales para establecer criterios jurídicos que definiesen los límites de los
mares territoriales. Entre ellas, la Conferencia Hidrográfica Internacional de 1919 en
Londres (Yalem, 1960). Sin embargo, solo en Tercera Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 se alcanzó un acuerdo. Desde entonces,
los mares territoriales alcanzan hasta las 200 millas náuticas (Kerr, 1998).
Las preocupaciones por proteger los recursos del Mar Territorial también se
suscitaron en Argentina. El Contraalmirante Manuel Domecq García (prestigioso
miembro de la Armada y futuro Ministro de Marina) resaltó que una de las funciones
de la Marina de Guerra era “garantizar la explotación marítima”, tan favorecida por la
extensa y rica geografía del Mar Argentino (Centro Naval, 1913: 94). En 1916, Storni
dictó dos conferencias sobre los “Intereses Argentinos en el Mar” (Storni, 1916). Las
conferencias son consideradas como el trabajo fundacional de la doctrina que
reivindicaba los derechos argentinos sobre la plataforma continental y todos sus
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recursos (Puglisi, 2016). Storni fue pionero en señalar la conexión entre el territorio
argentino y su plataforma continental. Se refira esta última como “esa región del
océano, que por ciertos caracteres físicos debe considerarse anexa a la tierra firme,
[y] ha sido llamada, con toda propiedad, por algunos geógrafos extranjeros `Mar
Argentino´ (Storni, 1916: 49). Los “caracteres físicos” a los que se refiere Storni
remiten a los levantamientos hidrográficos que la Armada produjo para la época. Estos
estudios, sumados a otros que se realizarían en las décadas siguientes, demostraron
la amplia extensión de la plataforma continental argentina, así como su suave declive
desde la línea de costa y hasta el talud continental (Sosiuk, 2020).
Las Conferencias de Storni fueron publicadas en el Diario La Prensa (muy
popular por entonces). Allí se resaltó la vinculación entre la Armada y la riqueza
nacional, lo cual pone de manifiesto que el discurso de Storni se inscribía en un clima
de opinión más amplio. Según el diario:
La conferencia no sólo abarca los problemas técnicos, propios del especialista, sino que tiende su mirada
a todas las energías de la Nación, concurrentes a formar la futura industria naval, base imprescindible
para sostener y acrecentar la riqueza de la República. En tal sentido, la disertación del señor Storni
revela, además de la cultura adquirida en los libros, una visión directa de nuestro medio físico, social y
económico, un pensamiento localizado, en estrecha concomitancia con el proceso de nuestra evolución,
un concepto, por lo tanto, propio, original y certero sobre el problema (Centro Naval, 1917a: 100).
Por solicitud del Museo Nacional de Historia Natural, en 1918 el acorazado ARA
Pueyrredón (asignado a la Escuela Naval Militar como "Buque de Instrucción") realizó
sondajes al noroeste de las Islas Malvinas (Doello Jurado, 1924: 22). Allí encontró 140
brazas, o sea unos 255 metros de profundidad. Esto demostraba que las Islas
Malvinas se encontraban sobre la plataforma continental argentina. Este dato fue, y
es aún hoy, movilizado por Argentina para reclamar soberanía sobre las Islas
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Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur frente a Gran Bretaña (Colombo,
2014). Más allá del caso puntual, el ejemplo ilustra cómo la movilización de nuevos
conocimientos puede permitir el desarrollo de nuevas problemáticas sociales. Lo que
pusieron de manifiesto los levantamientos hidrográficos fue la importancia y extensión
del Mar Territorial Argentino y, con ello, la importancia de estudiar, proteger e
investigar sus recursos (Storni, 1916).
La preocupación por estudiar y proteger los recursos pesqueros del Mar
Argentino ganó creciente interés en la oficialidad de la Armada Argentina. En el Boletín
número 34 del Centro Naval de 1917 se publi un artículo sin firma, titulado “La
Sociedad Oceanográfica y la Caza Marina”, en el cual se llamaba al desarrollo de la
caza marina, particularmente en la región patagónica (Centro Naval, 1917b: 280). Un
trabajo posterior señalaba las deficiencias de la actividad pesquera y cómo deberían
solucionarse (Sciötz, 1924). Se criticaba: los reducidos y precarios medios de captura,
el trabajo irregular y desorganizado, los transportes y mercados limitados, el servicio
de distribución deficiente, el tratamiento sanitario e higiénico nulo. Se propuso: la
inversión de grandes capitales; la refrigeración, tratamiento e higienización inmediata
después de la captura de los productos; la organización de nuevos locales
expresamente destinados y arreglados para ventas por mayor y al detalle; la
concesión especiales de terreno, la distribución directa al consumo o venta del
pescado inmediatamente después de ser entregado por las empresas; la revocación
de las ordenanzas de las Municipalidades que paralizaban o hacían imposible el
negocio. Asimismo, el Capitán de Fragata Gabriel Albarracín criticó la falta de una flota
mercante, que podía ayudar a reducir el precio de los fletes (Albarracín, 1921: 21).
Otras críticas refirieron que en la pesca solo participan intereses aislados, que faltaban
conocimientos científicos que ayudarían a mejorar sus rendimientos, la escases
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cámaras frigoríficas, la necesidad de instalaciones de piscifacturas, la falta consumo
interno y el alto peso de la importación pesqueras desde Uruguay (Caillet-Bois, 1929).
El interés por la pesca no estuvo desvinculado de problemas de orden
estratégico. La Armada destacó que los apostaderos que se creasen para iniciar las
explotaciones pesqueras, a lo largo de la costa atlántica, serían “un factor
importantísimo en la nacionalización de esos extensos territorios, tan poco poblados
todavía y que representan la mejor reserva para el futuro desarrollo de la población y
la riqueza nacional” (Centro Naval, 1919: 299). En 1922, el Teniente de fragata
Torcuato Monti expuso un importante trabajo sobre la relevancia de los trabajos
hidrográficos. Planteó que eran necesarios para el relevamiento de las costas y su
balizamiento, y para la construcción de puertos y dragado de canales. Estas
actividades llevarían a la población de la “casi desierta Patagonia” gran desarrollo
comercial e industrial. Además, esos puertos y poblaciones ayudarían a proteger el
territorio de potencias extranjeras. De esta manera, los oficiales estarían: “casi en
igualdad de condiciones que los expedicionarios en sus conquistas del desierto”
(refiere a la incorporación militar de la Patagonia al territorio argentino en 1880).
Además, propuso la adquisición de cuatro nuevos buques para la Armada, que se
distribuirían las funciones de traslado de personal y materiales, hospedaje, patrullaje
e investigación (Monti, 1922).
Cabe señalar que el incentivo a la explotación pesquera iba de la mano del
modelo agroexportador instaurado en 1880 (Iñigo Carrera, 2007), pero lo expandía.
Por ejemplo, en 1910, durante los festejos por el Centenario de la Revolución de Mayo
de 1810, la Armada organizó una Revista Naval que se desarrolló a lo largo de todo
el litoral bonaerense y contó con la participación de los buques más importantes del
país, así como de la participación de navíos de las naciones visitantes. Desde la
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perspectiva de la Armada, la Revista Naval fue considerado una oportunidad para
exhibir el futuro rol de “potencia mundial” del país, así como su rol como “gran
proveedor de materias primas” (Lopéz, 1991). En efecto, Storni (1916) señaló la
necesidad de expandir las actividades económicas del mar, no solo sobre el mar. Es
decir, no solo hacer del mar un medio para la exportación de recursos, sino un lugar
de explotación. Así, Tripolone (2015) señala que Storni apoyó una política naviera y
marítima con una fuerte marina mercante y militar para proteger el comercio marítimo
de materias primas agroexportables. Por otro lado, hay que remarcar que las
conferencias de Storni, así como los otros discursos de oficiales analizados más
arriba, se desarrollaron en un contexto crítico para a la actividad pesquera marítima.
Cuando se inició la Primera Guerra Mundial, La Pescadora Argentina vendió su flota
al gobierno ruso para aprovechar los altos precios de sus buques. Prácticamente, esto
condujo a que la pesca de altura se paralizase (García, 2014).
4
Recapitulando, observé que problemas de orden económico, político y territorial
condujeron a la Armada al desarrollo y extensión de las investigaciones hidrográficas.
A su vez, los nuevos conocimientos producidos reproblematizaron la soberanía sobre
el Mar Argentino. En el marco de la doctrina defendida por Storni, cada metro del fondo
submarino identificado por las tareas hidrográficas se traducía en un metro ganado
por el territorio nacional, y cada metro ganado en el Mar Territorial implicaba la
4
Durante la Primera Guerra Mundial, Argentina se mantuvo neutral. Sin embargo, las Armadas
alemanas y británicas se enfrentaron en el Atlántico Sur. Por este motivo, varios barcos argentinos
fueron apresados e, incluso, hundidos ("Buques mercantes argentinos hundidos, apresados o
vendidos durante la Primera Guerra Mundial," s.f.).
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necesidad de nuevas actividades de exploración sobre sus recursos.
5
Como veremos
en la sección siguiente, la preocupación por proteger y explotar los recursos
pesqueros nacionales conduciría al desarrollo de nuevas investigaciones apoyadas
por la Armada. Estos nuevos trabajos atenderían tanto a las características de la
plataforma continental, como a la vida que se desarrollaba sobre ella.
Muestras de fondo submarino
Storni fue uno de los pioneros en promover el desarrollo de estudios oceanográficos
en el país. En 1915, Storni junto a un grupo de intelectuales nucleados en la Sociedad
Cienfica Argentina (entre ellos Ángel Gallardo, director del Museo Nacional de
Historia Natural, Eduardo Holmberg, director del Jardín Zoológico de Buenos Aires, y
el oficial José Oca Balda) propusieron y crearon el Instituto Argentino de
Oceanografía.
El instituto se pensó para centralizar todos los estudios marinos
realizados en el país. Adicionalmente, el proyecto consideraba la posibilidad de crear
pequeñas estaciones marítimas en varias localidades a lo largo de la línea de la costa
argentina. Sin embargo, el proyecto no obtuvo apoyo oficial y solo en base a
donaciones privadas pudo crearse una pequeña estacn marina en Mar del Plata,
que funcionó durante la década de 1930. Sólo contó con una instalación provisoria de
5
Más allá de la preocupación de la Armada por el desarrollo de la pesca, cabe resaltar su rol
en la represión de los trabajadores del sector marítimo. Desde su creación en 1907, la dirección
General de Trabajo implementó una política dual. Por un lado, produjo conocimientos estadísticos y
elaboró propuestas para mediar en los conflictos laborales entre obreros y patrones. Por otro lado,
reprimió y aisló a las minorías militantes contestatarias, asimilada por la visión estatal al anarquismo
(Caruso, 2009). La Armada partici en la represión de los sucesivos conflictos laborales que se
desarrollaron entre 1916 y 1921 en los puertos más importantes del país (Caruso, 2014).
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madera y sirv como organismo orientativo por diez años aproximadamente
(Sanchéz, 2002).
Ya en 1914, Storni había sido designado Jefe de la Comisión Hidrográfica de
Buenos Aires. Por pedido de esta Comisión y bajo el comando del Teniente Pedro
Segundo Casal, el Crucero ARA Patria realizó tareas hidrográficas en litoral marítimo
de Buenos Aires (Burzio, 1972). Desde comienzos de la década de 1900, el Patria
había realizado levantamientos hidrográficos en el Río de la Plata, además de trabajos
en la costa patagónica (Arguindeguy, 1972). Lo novedoso de los viajes del Patria, bajo
la dirección de Storni, fue el desarrollo de dragados para recolectar y examinar
muestras de fondo marino. La mayoría fueron a pocos metros de profundidad. Sin
embargo, también se realizaron otros a mayores profundidades, incluso de hasta 100
metros (Doello Jurado, 1918a). Las muestras de fondo, aportados por los dragados,
constituyeron un material de investigación totalmente novedoso para la época. Si bien
los levantamientos hidrográficos habían permitido conocer cuál era la profundidad del
mar, todavía faltaba conocer qué había en él.
Gracias a los las muestras de fondo extraídas por el Patria, Doello Jurado tuvo
acceso a una amplia variedad de especies, muchas de ellas desconocidas hasta
entonces y, por primera vez en el país, a muestras de plancton. Después de los viajes
del Patria, varios barcos de la Armada contribuyeron a enriquecer las colecciones del
Museo Nacional de Historia Natural: la Fragata Sarmiento, el Acorazado Pueyrredón,
el Guardacostas Independencia, el Trasporte Guardia Nacional y la Corbeta Uruguay.
Complementariamente, algunos miembros del Museo hicieron varios viajes a las
costas patagónicas para conocer mejor su flora y fauna. Trabajaron en San Antonio,
Golfo Nuevo, Golfo San José, Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado, Santa Cruz y
Río Gallegos (Doello Jurado, 1933).
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Doello Jurado no participó personalmente de todas las expediciones. A fin de
facilitar la ayuda por parte de los oficiales de la Armada, en 1921 presentó en el Boletín
del Centro Naval una serie de recomendaciones para la recolección de especímenes
marinos (Doello Jurado, 1921). El naturalista recomendó utilizar rastras, obligatorias
para recoger pequeños organismos del fondo marino. En las expediciones de las que
no se dispusiese de una rastra especial oceanográfica, Doello Jurado instruyó cómo
hacer una casera utilizando un cuadro de metal cubierto por una red de malla fina.
Instruyó que todos los objetos procedentes de un lance de rastra debían ser reunidos
en un sólo frasco o tarro con formol, aunque fuesen diversos entre ellos. Sin embargo,
si eran demasiados numerosos se los podía separar por clases y tamaños. En cada
lance de rastra se debía anotar, lo más exactamente posible, la latitud y longitud,
naturaleza del fondo, fecha y hora y, cuando fuese posible, temperatura de la
superficie y del fondo.
La recolección de pequeños moluscos fue particularmente incentivada por Doello
Jurado. Estos tenían la ventaja de poder ser conservados sin el animal (o sea, solo su
conchilla o caparazón). Por ello, su conservación no requería, necesariamente,
recipientes de vidrio ni formol. Más allá de las instrucciones precisas, Doello Jurado
no fue tan exigente en su pedido.
6
En última instancia, los especímenes podían ser
recolectadas de cualquier manera y traídos sin conservar en cajones o latas. Como
había entre los animales muchas especies pequeñas y difíciles de ver, incluso
recomendó a los oficiales traer trozos de piedras de las que se descubrían con las
6
Sobre todo considerando que en otros países, particularmente en Europa y Estados Unidos,
ya había instrumental más moderno, como la fotografía submarina (Martínez, 2014), botellas
oceanográficas y termómetros de profundidad (Mills, 2012).
19
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mareas bajas, recubiertas de algas, balanos u otros materiales. Consideraba de
mucho valor las muestras de fondo obtenidas de cualquier forma y a cualquier
profundidad, “a veces, simplemente lo que viene adherido al ancla”, señaló (Doello
Jurado, 1921: 768).
Con las sucesivas expediciones, aumentó variedad y cantidad de fauna
recolectada. Previamente, se sabía poco de la fauna del Sur, en particular de la del
norte patagónico, Tierra del Fuego y el Estrecho de Magallanes (Doello Jurado, 1938).
Antes de 1914, la colección de animales inferiores en el Museo Nacional de Historia
Natural era de unos cuantos centenares de conchillas de moluscos (la mayor parte
extranjeros) y unos pocos calenterados, equinodermos y crustáceos. Hacía finales de
la década de 1920, existían varias decenas de miles de esos especímenes y de otros
grupos de invertebrados, buena parte de ellos conservados en recipientes de vidrio
con alcohol o formol, y casi todos argentinos. Las colecciones resultantes formaron la
base de la sección “Moluscos e Invertebrados Marinos” del Museo (de Asúa, 2012).
Más allá del enriquecimiento de las muestras del Museo Nacional de Historia
Natural, Doello Jurado se quejó por varios años de la falta de recursos para investigar,
en particular por la falta de recipientes de vidrio, formol y personal especializado
(Doello Jurado, 1924). La falta de espacio en el Museo y el reclamo por nuevas
instalaciones fueron algunas de las causas que llevaron a Ángel Gallardo a renunciar
a su dirección en 1916 (Doello Jurado, 1939). Asimismo, la falta de recursos para
investigar se pone de manifiesto en la conformidad de Doello Jurado con muestras
obtenidas de “cualquier forma”, cuando se refirió a las colaboraciones que podían
realizar los oficiales (Doello Jurado, 1921). Sin embargo y como veremos a
continuación, los nuevos materiales recolectados le permitirían a Doello Jurado iniciar
novedosas investigaciones sobre la vida marina.
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Novedades teóricas gracias a los nuevos materiales
recogidos
A finales del siglo XIX, el francés Fernando Lahille y el ruso-alemán Carlos Berg
habían estudiado peces marinos y de aguas dulces en el Museo de Ciencias Naturales
de La Plata y el Museo Nacional de Historia Natural, respectivamente. Ambos
investigadores colaboraron estrechamente con pescadores. Gracias a ello, realizaron
trabajos taxonómicos sobre especies anteriormente desconocidas y confeccionaron
los primeros catálogos de Peces Argentinos (García, 2009, 2014). Doello Jurado
también valo el aporte de los pescadores. Pensaba que los pescadores “serios”
también podían contribuir a sus investigaciones. Por ejemplo, sostuvo que los rastreos
pesqueros en busca de mejillones comprobaban”, con muy raras excepciones, sus
observaciones (Doello Jurado, 1924:23). Sin embargo, quiero resaltar cómo las
muestras aportadas por la Armada cambiaron las investigaciones sobre biología
marina.
Los trabajos de Doello Jurado tuvieron dos diferencias respecto a los aportes de
Berg y Lahille. En primer lugar, Doello Jurado no solo se interesó por estudiar peces,
sino también otras especies marinas. En particular, le interesaban las “especies
inferiores (crustáceos, camarones, equinodermos, etcétera). Estas no habían sido
estudiadas en profundidad en el Atlántico Sur hasta entonces. Las expediciones de la
Armada aportaron más variedad de especímenes, recolectados a lo largo de la
plataforma continental y en todas las temporadas del año. En cambio, los ejemplares
aportados por los pescadores se limitaban, mayoritariamente, a los de interés
comercial, que eran capturados en torno a los puertos pesqueros de Buenos Aires y
21
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Mar del Plata durante el verano (García, 2014).
7
En segundo lugar, Doello Jurado no
se interesó tanto por el estudio del taxón al que correspondía cada especie (no buscó
completar un catálogo taxonómico como Berg o Lahille), sino que, más bien, indagó
en cómo las variaciones medioambientales condicionaban la distribución de las
especies, o sea, inició trabajos zoogeográficos (Doello Jurado, 1924).
8
Los estudios de Doello Jurado iban en línea con los modernos trabajos
oceanográficos que se estaban realizando en Europa y Estados Unidos. Estos
comenzaban a poner en relación los diversos aspectos de la naturaleza del mar:
geológica, biológica, física y química (Mills, 1995). Ya como director del Centro Naval
(1920-1921), Storni le pidió a Otto Nordenskjóld, un mundialmente famoso
geólogo, geógrafo y explorador polar sueco, un informe sobre la enseñanza de la
7
Posteriormente, en la década de 1920, con el reinicio de la pesca de altura, los datos
aportados por la Armada fueron complementados por los aportados por pescadores. Fue importante
el rol de la compañía Gardella, la más importante en la década de 1920, con una flota de alrededor de
una decena de vapores equipados con redes de arrastre. Principalmente se abocó a la merluza. Sin
embargo, también donó ejemplares de otros animales marinos. La experiencia de los capitanes les
permitió identificar algunas zonas importantes de pesca, así como las profundidades y temperaturas a
las que se movían los peces. También desarrollaron conocimientos prácticos sobre las condiciones
meteorológicas, movimiento de las corrientes y tipos de fondos en donde encontrar los cardúmenes
(García, 2014).
8
Además, Doello Jurado fue pionero en el país en estudiar diversos problemas vinculados a la
vida marina. Se interesó por la embriología, la histología y la fisiología (Doello Jurado, 1924), líneas
de investigación que se habían desarrollado entre finales del siglo XIX y comienzos del XX en
instituciones europeas y estadounidenses (Benson, 1988, 1995).
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geografía moderna.
9
El noruego contestó y su informe fue publicado en el Boletín del
Centro Naval de 1922 (Centro Naval, 1922). Allí, Nordenskjóld expuso que la geografía
no se dedicaba al estudio de un simple detalle, sino que investigaba las relaciones
existentes en la naturaleza. Él se había especializado en los cambios de la vegetación
y de la vida animal a medida que se acercaba al borde del hielo. Por ello, llegó a
concluir que la naturaleza formaba una “cadena coherente”, donde ningún eslabón
podía ser omitido si se quería ofrecer una imagen completa de ella. Las
preocupaciones zoogeográficas solo tenían un antecedente vinculado al Museo
Nacional de Historia Natural. Hermann von Ihering, zoólogo y paleontólogo alemán,
quien visitó Argentina y colaboró con Florentino Ameghino, estudió anatomía de
moluscos para profundizar en problemas filogenéticos y zoogeográficos (Lopes y
Podgorny, 2014).
Gracias a las muestras aportadas por la Armada, Doello Jurado estudió el
movimiento de las corrientes para explicar la distribución de las especies (Doello
Jurado, 1918a), particularmente de moluscos (Doello Jurado, 1918b). Encontró en el
fondo submarino frente a Mar del Plata, a unos 80 a 100 metros de profundidad,
elementos característicos de la fauna patagónica, y, a una menor profundidad, la
presencia predominante de elementos semejantes a los de Uruguay y el Sur de Brasil.
Para explicarlo, señaló que las aguas más frías, producto de los deshielos antárticos
en verano, tendían a sumergirse a medida que eran arrastradas por la Corriente de
Malvinas hacia el norte. Así, el naturalista concluyó que las especies adaptadas a vivir
9
Nordenskjóld ya había visitado el país y trabajado con el oficial José Sobral en la confección
de la primer Carta Antártica Argentina durante la misión del Antartic a la Antártida, que fue rescatada
por la Corbeta ARA Uruguay en 1903 ("Dos cartas antárticas argentinas de 1904," s.f.).
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y alimentarse en aguas frías seguían la corriente hacía aguas cada vez más profundas
(Doello Jurado, 1924: 22). Los datos sobre el movimiento de las corrientes oceánicas
fue producto de la expedición británica Challenger, que circunnavegó el globo entre
1872 y 1876. Sus resultaron indicaron que las variaciones de salinidad y temperatura
en el océano podían poner en movimiento grandes masas de agua (Deacon, 1985).
Las investigaciones de Doello Jurado también profundizaron en la relación entre
el tipo de suelo marino y la distribución de especies. Gracias a las muestras obtenidas
del fondo marino por el Patria, Moisés Kantor (geólogo y minerólogo de origen ruso
que trabajó en la Universidad de La Plata) pudo estudiar la geología de la costa
(también aportó muestras el ARA Gaviota). Enrique Herrero Ducloux (primer Doctor
en Química del país de origen español, que también trabajó en La Plata) colaboró con
estudios químicos de los sedimentos submarinos. A partir de análisis geológicos y
químicos y la utilización de las cartas batimétricas publicadas por el Ministerio de
Marina, Kantor contribuyó a identificar los tipos de suelo y sus variaciones a lo largo
de la costa bonaerense (Kantor, 1919). Las conchillas de moluscos, al estar
ampliamente distribuidas a lo largo de la meseta submarina, ser parte constitutiva del
suelo marino y por su fácil conservación, permitieron el avance de las investigaciones.
En efecto, el estudio de conchillas permitió articular los trabajos de Doello Jurado con
los de Kantor. Por un lado, Doello Jurado ayudó a Kantor a identificar el tipo de fondo
submarino (en tanto las conchillas de moluscos eran parte de este) (Kantor, 1919) y,
por otro lado, los estudios de Kantor ayudaron a Doello Jurado a explicar la distribución
de especies de la fauna bentónica en función de su adaptación al tipo de suelo marino
(Doello Jurado, 1933).
Este tipo de investigaciones no habrían sido posibles sin las muestras
recolectadas por el Patria. Fueron las preocupaciones de orden económico y político,
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que movilizaron a la Armada a estudiar el Mar, las que permitieron el desarrollo de
nuevos problemas de investigación. En la sección siguiente, veremos cómo los
aportes zoogeográficos de Doello Jurado no solo permitieron pensar de forma
novedosa la naturaleza de la vida marina, sino también su valor económico.
La construcción de la Pampa Submarina
Como mencioné más arriba, el Patria recolectó las primeras muestras de plancton en
el país. El plancton constituía la principal fuente de alimentos de las especies inferiores
analizadas por Doello Jurado. Así, se intere en comprender cómo variaba
anualmente la abundancia y distribución de plancton para saber cómo impactaba en
la circulación de las especies que lo consumían (Doello Jurado, 1924). Edgar J. Allen,
investigador y asesor pesquero británico a fines del siglo XIX que trabajó en la
Estación Biológica de Plymouth, ya había denominado “pasto azul” al plancton. A
través de dicha metáfora, buscó demostrar la relevancia de los estudios sobre
plancton para la “cosecha” del mar. Al igual que las tierras más fértiles, aquellas zonas
marinas con mayor productividad planctónica aportarían mayores recursos
económicos. Storni fue pionero en el país en tomar estas ideas. Al respecto, planteó
que las variaciones de temperatura y salinidad llevaban a “la vida y la muerte de las
especies pequeñísimas, el plankton, primer eslabón de alimento de otros
innumerables organismos, de los que la industria humana hace valiosa presa” (Storni,
1916: 52).
Al igual que los oficiales de la Armada, Doello Jurado también se mostró
preocupado por la explotación de los recursos del mar. Planteó la emergencia de
conocer la riqueza del Mar Nacional e iniciar su explotación porque otras potencias ya
lo estaban haciendo. Argumen que en tanto expediciones belgas, escocesas y
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francesas ya estaban estudiando la fauna del Mar Argentino, los estudios marítimos
debían ser prioridad nacional (Doello Jurado, 1924). Particularmente se preocupó por
la protección de los recursos antárticos, zona mucho menos custodiada e investigada
por la Armada Nacional.
10
Planteó que el estudio de su fauna debería interesar de
modo especial a nuestro país, no solamente por su inmediata proximidad y sus
estrechas relaciones faunísticas con las especies septentrionales, sino también por su
importancia para la economía nacional por su riqueza en ballenas. Cabe señalar que
tanto Argentina como varias potencias europeas iniciaron una intensiva explotación
ballenera a comienzos del siglo XX en los mares antárticos (Tønnessen y Johnsen,
1982). Sin embargo, Doello Jurado se quejaba: “estas investigaciones han estado casi
exclusivamente libradas a las expediciones científicas extranjeras” (Doello Jurado,
1933: 13).
Los estudios sobre plancton no prosperaron hasta la década de 1930 (Balech,
1940). Sin embargo, Doello Jurado trabajó la idea de “productividad biológica” desde
otra perspectiva. Los estudios de Kantor sobre los tipos de suelo marino, y sus
variaciones a lo largo de la plataforma, permitieron a Doello Jurado plantear que
existían lechos marinos con productividades biológicas diferentes (Doello Jurado,
1924). Doello Jurado resaltó el hallazgo, en los primeros viajes del Patria, de grandes
bancos de mejillones en profundidades de 30 a 35 metros frente a Punta Mogotes.
Estos fueron los bancos que, desde entonces, se explotarían y venderían en los
mercados de Buenos Aires. Por otro lado, en los fondos de Mar del Plata halló pecten,
un marisco comestible, en gran abundancia y recomendó su explotación. Doello
10
Un detalle de las expediciones extranjeras sobre el Mar Argentino, así como las misiones
nacionales en el Atlántico, en Sánchez y Angelescu (1997).
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Jurado propuso que sería interesante hacer un relevamiento exacto de esos criaderos
naturales para conocer su extensión y capacidad de producción. Otras especies, como
las esponjas marinas, también comenzaron a ser explotadas gracias a los estudios de
Doello Jurado (Doello Jurado, 1938). Comenzaba a aparecer, así, un lecho marino
productivo tanto biológica como económicamente. Además de la cosecha natural,
Doello Jurado propuso ensayar la cría y cultivo de algunas especies de calamares y
crustáceos en el fondo del mar. El Presidente Roque Sáenz Peña instruyó al Ministerio
de Agricultura para que, por medio de la Oficina de Pesca, procurase la aclimatación
de la centolla en las costas de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, el proyecto
nunca se inició. Doello Jurado planteó que dicha tentativa habría fracasado porque el
crustáceo no se reproducía allí, sino en la zona de la fauna magallánica (Doello
Jurado, 1933: 11-12). No cualquier especie se podía sembrar y cosechar en cualquier
lado, sino solo sobre aquellos lechos adecuados en términos zoogeográficos.
Doello Jurado problematizó de forma novedosa la vida marina y su vinculación
con la plataforma continental. Sus estudios contribuyeron a relacionar la distribución y
abundancia de especies con las características del lecho marino en donde eran
recogidas, así como con el movimiento de las corrientes oceánicas. Esta idea le
permitió proponer que, al igual que la pampa meda, también se podía cosechar el
territorio sumergido. Permitió, así, pensar la idea de “pampa submarina”:
valiosa e interesante cosecha promete el estudio físico y biológico de la meseta submarina continental
argentina, cuya excepcional amplitud y suave declive hacen de ella una especie de pampa submarina,
que ofrece, a la explotación racional y sistemática, riquezas quizás comparables a las de la verdadera
pampa (Doello Jurado, 1918a: 124).
La excepcional amplitud” y “suave declinación” de la plataforma continental
(datos producidos por los levantamientos hidrográficos de la Armada que analicé más
27
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arriba) conectaban la pampa submarina a la pampa terrestre. Además, los estudios
de Doello Jurado demostraron que los diversos tipos de suelo marino ofrecían diversos
tipos de vida que “cosechar”. A su vez, la meseta continental tenía diversas
productividades, al igual que la pampa terrestre. Los trabajos del naturalista iban en
paralelo a otros que indagaron, para la época, cómo los diferentes tipos de suelo de
la pampa meda generaban diferentes tipo de productividad agrícola (Barsky, 2010).
Así, la pampa submarina y la pampa meda estaban estrechamente vinculadas,
tanto en términos geográficos como biológicos, económicos y científicos. No eran dos
mundos separados. Eran apenas diferentes por unos metros de profundidad e igual
de ricas por sus tipos de suelos. La pampa submarina era tan rica como la pampa
terrestre, solo que más húmeda.
Hay que señalar que la comparación de ambas “pampas” se enmarcó en un
contexto de crítica al poder oligárquico de los grandes terratenientes pampeanos y
proyectos para y diversificar la explotación de recursos naturales (Losada, 2016). La
comparación de la producción marina con la terrestre también fue una cuestión
abordada en un informe publicado en el Boletín del Centro Naval de 1922. Allí se
sostuvo:
La industria pesquera, que debiera ser la joya más preciosa de las aspiraciones nacionales y protegida,
alimentada y fomentada como una de nuestras más nobles conquistas comerciales, fue invariablemente
tratada con evidente negligencia y desdén por parte de nuestro Gobierno, en tanto que en beneficio de
nuestra ganadería se empleaban sumas ingentes (Holm, 1922: 597).
El informe continuó retomando las similitudes y diferencias entre la actividad
pesquera (denunciada como poco desarrollada y abandonada) y la actividad
agroganadera (denunciada como privilegiada, monopólica y empobrecedora).
Además, criticó lo errónea que había sido la política de “fomentar a manos llenas una
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industria alimenticia a costa de otra”, y remarcó que una hectárea de océano productor
de pescado valía más, en capacidad productiva de carne, que cien hectáreas de
campo de los mejores pastos destinados a la cría de ganado. Así, el informe finalizaba
con la siguiente pregunta: “¿qué perjuicio le acarrearía a nuestra tierra, si el producto
de nuestra plateada faja de mar llegara a ser dos o cinco veces más valioso que el de
todas nuestras estancias?” (Holm, 1922: 597).
En 1924, la Universidad de Buenos Aires aprobó un proyecto para crear una
estación marina de agua dulce en la Ciudad de Buenos Aires. La estación sería la
base de un futuro Instituto Hidrobiológico del Río de la Plata. El proyecto fue firmado
por Doello Jurado, N. Besio Moreno y Narciso C. Laclau. Doello Jurado planteó que
en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad había químicos e
ingenieros industriales que facilitarían las investigaciones hidrobiológicas orientadas
a la cosecha del mar. En sus palabras, la hidrobionomía: “será con respecto al agua
lo que la agronomía es respecto a la tierra” (Doello Jurado, 1924: 27). Si bien en
instituciones europeas y estadounidenses se estudiaron problemas vinculados a los
que trabajó Doello Jurado, los estudios sobre biología marina se enmarcaron en
disciplinas como la Biological Oceanography en Estados Unidos y la Meeresforschung
o Meereskunde en Alemania (Mills, 1995). La noción de “hidrobionomía” fue exclusiva
de Argentina y podría explicarse por la relevancia de la agricultura en la economía
nacional (Sosiuk, 2020).
En 1924, con la creación del nuevo edificio para el Museo Nacional de Historia
Natural, que se instaló en Parque Centenario, las investigaciones sobre biología
marina obtuvieron mayor apoyo. El nuevo financiamiento para el Museo permitió
ordenar y clasificar la abundancia y diversidad de material recolectado en los años
previos, gracias a la adquisición de recipientes de vidrios y formol.
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Complementariamente en 1928, el Museo obtuvo financiamiento para crear la
Estación Hidrobiológica de Puerto Quequén, la cual funciona hasta el día de hoy (de
Asúa, 2012). Por su parte, en 1928 la Armada incorporó los sloops ARA San Juan y
ARA San Luis. Ambos buques se ocuparían, en el curso de sus campañas siguientes,
de reunir muestras de agua y de fondos, registrar las temperaturas del mar a diferentes
profundidades, medir la velocidad de las corrientes y observar las mareas. Todo esto
con vistas a posteriores estudios oceanográficos (Centro Naval, 1929: 686). En los
años subsiguientes, estas embarcaciones incorporaron, por primera vez en el país,
instrumental oceanográfico especializado: botellas para obtener muestras a gran
profundidad con termómetros registradores, un registrador "Iarac” que alcanzaba
cualquier profundidad con un dispositivo fotográfico automático, un correntómetro
"Ekmon", además de rastras especializadas y equipo para analizar plancton ("A bordo
del Buque Oceanográfico ARA Comodoro Rivadavia," 1941).
Hacia mediados de la década de 1930, Aurelio Pozzi, taxonomista y biólogo
marino del Museo Nacional de Historia Natural bajo la dirección de Doello Jurado,
produjo un mapa de la distribución de las diversas variedades de peces sobre la
plataforma continental. El mapa incorpo por primera vez los movimientos de las
corrientes marinas para ilustrar cómo condicionaban la distribución de organismos
marinos (Pozzi y Bordalé, 1935). Este trabajo es una síntesis del proyecto que Doello
Jurado inició veinte años antes: identificar las regiones más ricas en especies y
recursos económicos del Mar Argentino. Los futuros biólogos marinos y pesqueros del
país continuarían estos trabajos en las décadas siguientes (Cf. Balech, 1940).
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Consideraciones finales
De manera previa a los trabajos de Doello Jurado, naturalistas como Berg y Lahille se
valieron de los peces aportados por los pescadores para realizar estudios
taxonómicos y confeccionar los primeros catálogos de Peces Argentinos (García,
2014). El mar que estudió Doello Jurado, gracias a las muestras de fondo aportados
por los buques de la Armada durante sus expediciones, fue muy distinto estudiado por
Berg y Lahille. No era un mar restricto a las zonas y periodos de pesca, sino que se
extendía más aldel litoral bonaerense y a todas las temporadas del o. Además,
no era un mar solo con pescados, sino también con especies menos estudiadas,
particularmente invertebrados marinos u especies inferiores” (Doello Jurado, 1918b).
Además, la Armada contribuyó, gracias a los levantamientos hidrográficos, con cartas
náuticas que hicieron visible la plataforma continental (Oca Balda, 1917).
Complementariamente, las muestras de fondo permitieron a Kantor analizar los tipos
de suelo que constituían el litoral bonaerense (Kantor, 1919). Así, la Armada abrió a
las investigaciones de Doello Jurado un mar mucho más extenso y complejo para
investigar.
Los materiales y conocimientos novedosos producto de las investigaciones de la
Armada, sumados a los conocimientos sobre los movimientos de las corrientes
oceánicas aportados por la expedición Challenger (Deacon, 1985), permitieron a
Doello Jurado avanzar en el desarrollo de nuevas líneas de investigación. En línea
con algunos estudios que se estaban desarrollando en instituciones europeas y
norteamericanas (Mills, 2012), estudió cómo las condiciones medioambientales
condicionaban la distribución de las especies. Sus hallazgos más importantes
refirieron a cómo las corrientes oceánicas, así como los tipos de lecho marino y las
variaciones de profundidad de la plataforma continental, condicionaban la distribución
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de pequeños moluscos sobre el Mar Argentino (Doello Jurado, 1918a, 1918b). Así, los
trabajos de Doello Jurado dejaron de preocuparse por las características particulares
de las especies, por sus taxonomías, y pasaron a indagar la vinculacn de los
organismos con su medio de vida. Esta línea de investigación sería el principal foco
de interés de las investigaciones futuras en el país (Balech, 1940).
El mar que estudió Doello Jurado no fue solo un mar con vida, sino un mar vivo.
Un Mar cuyas variaciones del suelo modificaban la distribución de los organismos
marinos. Así, el Mar Argentino pasó de ser un espacio con algunas especies de peces
explotables, a un territorio productivo. El descubrimiento de especies explotables en
diversos puntos del lecho marino condujo a Doello Jurado a proponer que la
plataforma continental podía ser tan productiva como la pampa húmeda (Doello
Jurado, 1924), núcleo económico de la economía agroexportadora nacional (Iñigo
Carrera, 2007). Por este motivo, propuso que la “Hidrobionomía” debía ser la disciplina
que estudiase la biología marina en el país. Si bien señalé que los trabajos de Doello
Jurado se apoyaron en algunas novedades intelectuales producidas en instituciones
centrales, en particular podemos referenciar los trabajos de Edgar Allen sobre el
“pasto azul”, tanto la noción de “hidrobionomía como la de “pampa azul fueron
producto particulares de los trabajos del naturalista argentino.
Explicar la noción de “pampa húmeda” no solo requiere considerar cómo Doello
Jurado incorporó novedades intelectuales y nuevos materiales de investigación. La
explicación requiere, además, considerar en el marco de q tipo de preocupaciones
políticas y económicas fueron realizadas las investigaciones. Considero que la noción
de “pampa húmeda” puso de relieve el interés de la Armada por conocer, proteger y
explotar los recursos el Mar Territorial Argentino. La pampa húmeda no solo fue una
representación científica acerca de la naturaleza de la biología marina argentina, sino
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también una representación sobre su potencial valor económico. Fue, justamente, la
preocupación por explotar los recursos marinos uno de los motivos que impulsó a la
Armada a investigar el Mar Argentino (Storni, 1916). En este sentido, quise evidenciar
cómo las preocupaciones económicas movilizadas por la Armada no solo permitieron
el desarrollo de nuevas preguntas de investigación y respuestas novedosas, sino que
fueron parte intrínseca de la forma en que fue pensada la naturaleza del Mar Argentino
por parte de Doello Jurado. La “pampa submarina” fue el producto de la articulación
de problemas sociales y de conocimiento (Shapin y Schaffer, 1985), así como un
objeto de investigación que presento de manera novedosa los caracteres naturales y
económicos de la vida marina.
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Artículo recibido el 1 de julio de 2020
Aprobado para su publicación el 11 de septiembre de 2020