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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re60.562
¿Por qué funcionan los artefactos y sistemas?
Conceptos fundamentales del Análisis Socio-
Técnico
Hernán Thomas *
Lucas Becerra **
Agustín Bidinost ***
Oliver Davenport ****
* Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes (CiTeDe-
IESCT-UNQ - CIC-PBA), investigador principal CONICET. Correo electrónico: thomas@unq.edu.ar
** Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes (CiTeDe-
IESCT-UNQ - CIC-PBA), investigador adjunto CONICET. Correo electrónico:
lucas.becerra@unq.edu.ar
*** Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes (CiTeDe-
IESCT-UNQ - CIC-PBA), Personal de Apoyo CIC-PBA. Correo electrónico: bidinost88@gmail.com
**** Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes (CiTeDe-
IESCT-UNQ - CIC-PBA), becario doctoral CONICET. Correo electrónico:
oliverdavenport10@gmail.com
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Resumen
Las tecnologías –todas las tecnologías- desempeñan un papel central en los
procesos de cambio social. Demarcan posiciones y conductas de los actores;
condicionan estructuras de distribución social, costos de producción, acceso a
bienes y servicios; generan problemas sociales y ambientales; facilitan o dificultan su
resolución.
¿Cómo funcionan (y no funcionan) las tecnologías? constituye así una pregunta
clave para las ciencias sociales (aunque muchas veces es delegada
excluyentemente a las ciencias exactas o a las ingenierías).
Este artículo presenta y desarrolla una serie de conceptos fundamentales del
Análisis Socio-Técnico: Co-construcción socio-técnica, funcionamiento/no-
funcionamiento socio-técnico y alianzas socio-técnicas, bucles y vórtices de
retroalimentación.
Tanto la configuración como el propio funcionamiento de un artefacto o sistema
tecnológico se construyen como derivación contingente de las disputas, presiones,
resistencias, negociaciones y convergencias que van conformando el ensamble
heterogéneo entre actores, conocimientos, normativas, sistemas y artefactos.
Si el funcionamiento es un proceso de construcción socio-técnica -relativo,
obviamente- la respuesta no está ni simple ni originariamente en los artefactos ni
exclusivamente en los actores sociales, sino en las relaciones interactivas –en los
procesos de co-construcción, socio-históricamente situados- entre artefactos y
sistemas, actores e instituciones.
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Palabras claves
ANÁLISIS SOCIO-TÉCNICO ALIANZAS SOCIO-TÉCNICAS CONSTRUCCIÓN DE
FUNCIONAMIENTO / NO FUNCIONAMIENTO SIMETRÍA RELATIVISMO
Introducción
Normalmente, la historia de la tecnología, así como los estudios económicos de la
innovación focalizan su visión en los momentos, modelos y organizaciones
“exitosas”. De ahí que la creatividad es explicada en términos positivos ¿Qué tiene
un pueblo, un grupo, una empresa, un individuo que otros no tienen? ¿Qué
conocimientos, formaciones, religiones, instituciones, costumbres, etc. tienen?
Las teorías derivadas de estos estudios tienden a internalizar las descripciones
de los objetos estudiados. Así, algunas proposiciones terminan aproximándose a
tautologías. Por ejemplo: las innovaciones funcionan porque son países
desarrollados, otras no funcionan porque son países subdesarrollados; unos innovan
porque sus principales actores económicos son firmas con trayectorias tecno-
económicas basadas en la realización de actividades innovadoras, otros no innovan
porque no poseen firmas schumpeterianas. En última instancia, este argumento
tiene algo de metafísico: algunos tienen “algo” que otros no tienen, un “algo” que
adquiere condiciones de “naturaleza” (un carácter inmanente de funcionamiento).
Algunos “son” innovadores, otros no lo son. Los que innovan realizan las “acciones
correctas”. Ergo, los que no innovan no tienen ese “algo” que los otros tienen; o se
equivocan donde los primeros aciertan. Ninguna de estas afirmaciones puede
sustentarse por sí misma para responder a la pregunta ¿Por qué?: ¿Por qué son
más creativos? ¿Por qué aciertan? ¿Por qué tienen firmas schumpeterianas? ¿Por
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qué basan su desarrollo en la realización de innovaciones? ¿Por qué sus artefactos
funcionan? Y menos aún, pueden responder a la formulación negativa. ¿Por qué
algunos no son creativos? ¿Por qué algunos se equivocan? ¿Por qué no tienen
firmas schumpeterianas? ¿Por qué no basan su desarrollo en innovaciones? ¿Por
qué sus artefactos no funcionan?
En última instancia, entonces, estas explicaciones incurren en una asimetría
metodológica. Los elementos que permiten explicar por qué funciona una tecnología
no permiten explicar por qué no funciona otra tecnología. Excepto, claro, por
negación: la tecnología que no funciona carece de los elementos que la hacen
funcionar, una tautología.
¿Cómo superar la asimetría teórico-metodológica? Una primera acción es
revisar los conceptos elementales: tecnología y funcionamiento.
Porque las tecnologías (todas las tecnologías, las que funcionan y las que no-
funcionan) desempeñan un papel central en los procesos de cambio social.
Demarcan posiciones y conductas de los actores; condicionan estructuras de
distribución social, costos de producción, acceso a bienes y servicios; generan
problemas sociales y ambientales; facilitan o dificultan su resolución (Winner, 1980;
Callon, 1998; Thomas, 2008).
Al mismo tiempo –recíproca y sistémicamente– las sociedades son
tecnológicamente construidas. Los artefactos y sistemas funcionan condicionando
formas de uso, pertinencia y necesidad de conocimientos, formas de apropiación de
beneficios, modelos de organización de la producción, dispositivos de control social,
posibilidades de ejercicio del poder, visiones acerca de lo que es posible o imposible
(Bijker y Law, 1994; MacKenzie, 2008).
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Todas las sociedades humanas se desarrollan sobre bases materiales que
ellas mismas (y eso que llamamos “naturaleza”) producen. Todas son condicionadas
y restringidas en sus acciones y posibilidades por esta base material ¿Quiénes
ganan y quiénes pierden? ¿Quiénes gobiernan y quiénes son subordinados?
¿Quiénes tienen acceso a bienes y servicios y quiénes están condenados a la
indigencia? Y esa base material responde a una única explicación: la generación,
producción, uso y adopción de tecnologías. De aquí entonces, preguntarse sobre
¿Cómo funcionan las tecnologías? constituye una cuestión clave: ¿Cómo concebir
estrategias de desarrollo inclusivas y sustentables?, ¿Cómo generar espacios de
libertad y justicia?, ¿Cómo democratizar nuestros sistemas políticos? La cuestión del
funcionamiento (muchas veces delegada, tan modesta como negligentemente, a las
ciencias naturales o a las ingenierías), constituye una cuestión económica, política,
geoestratégica, ambiental y cultural; al mismo tiempo que científica y tecnológica
(Elzen, Enserink y Smit, 1996).
América Latina es un escenario privilegiado para analizar estas dinámicas
socio-técnicas de inclusión y exclusión, de hegemonía y subordinación, de tentativas
y fracasos (Thomas y Becerra, 2014 y Becerra y Thomas, 2017). Un cuasi
experimento de contrastación de teorías y observaciones empíricas: estrategias de
desarrollo institucional, construcción de redes colaborativas, tácticas de integración
internacional, internalización de soluciones tecnológicas exogeneradas. Un cuasi-
experimento donde los fracasos no se ocultan tras los éxitos, donde las
explicaciones simplistas y lineales resultan insuficientes, donde la planificación
monocausal “racional” evidencia sus restricciones e imposibilidades.
En términos generales, el par tecnología-funcionamiento ha sido tratado en las
ciencias sociales (la historia, la sociología, la antropología, las ciencias políticas y,
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aún, la economía) como una “caja negra” (Rosenberg, 1982). La construcción de
esta “caja negra” implica al menos dos problemas ontológicos que tienen alcances
analíticos.
Por un lado, la tecnología (sus dinámicas y procesos) ha sido tratada como una
“variable independiente” que tiene “efectos” sobre los procesos sociales
(determinismo tecnológico) o como una “variable dependiente” en donde las
decisiones de los actores y grupos sociales determinan las trayectorias de cambio
tecnológico (determinismo social) (Thomas, 2008).
Por otro, cuando se presenta en los análisis la cuestión del “funcionamiento”,
los analistas (sociólogos, historiadores, economistas, politólogos) confunden –de
forma recurrente– lo que entienden los actores socio-históricamente situados
(empresarios, policy makers, tecnólogos, usuarios, etc.) como “funcionamiento”
(siempre particular, y situado), con una definición analítico-metodológica universal,
ex-ante, útil para todo análisis. Esta confusión, en última instancia, convierte al
analista en un actor más.
Es por esto que una primera acción necesaria para entender por qué funcionan
las tecnologías es distinguir claramente el nivel de los actores (el cual no es objeto
de análisis de este documento) del nivel analítico-metodológico (al cual nos
dedicaremos en extenso a lo largo de las siguientes páginas).
La noción de sentido común sobre qué tecnología funciona y cómo funciona a
nivel de los actores es usualmente definida como sigue. Según el diccionario de la
Real Academia Española (RAE), el funcionamiento es la acción y el resultado de
funcionar (y ofrece como ejemplo la aseveración: “el funcionamiento del aparato es
correcto”) (RAE, 2014a). Asimismo, define funcionar con dos acepciones: 1) dicho de
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una persona, de una máquina, etc.: Ejecutar las funciones que le son propias y 2)
marchar o resultar bien. “El negocio funciona como esperaba” (RAE, 2014b).
Esta definición de sentido común focaliza la noción “funcionamiento” en el nivel
del actor: es éste quien define si los artefactos y sistemas “se comportan
normalmente”, “con corrección”, “de un modo efectivo”, “se comportan como se
esperaba para ejecutar las funciones que les son propias”, “cumplen con su
cometido” (y definen en qué consiste esa “normalidad”, “corrección”, “efectividad”,
“cometidos”). Una explicación subjetiva. Una forma de determinismo social.
Aunque también en el plano del actor (en el sentido común de los usuarios, en
las concepciones de ingenieros, tecnólogos y científicos), es posible encontrar
juicios deterministas tecnológicos, donde el funcionamiento es inmanente al objeto:
se explica por las propias condiciones, características, “naturaleza”, de los artefactos
y sistemas.
Lejos de una explicación inmanente (determinista tecnológica) o
excluyentemente actoral (determinista social) del funcionamiento de la tecnología, en
este artículo se propone un marco teórico y metodológico, con herramientas
analíticas concretas, que permitan abrir la “caja negra” del funcionamiento de las
tecnologías a los fines de informar marcos conceptuales con mayores grados de
capacidad descriptiva y explicativa. En este artículo sintetizamos algunos de los
desarrollos teóricos-conceptuales de un grupo de investigadores del Instituto de
Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes
(IESCT-UNQ CIC-BA) en Argentina, cuyo resultado fue la producción de un framework
relativista-constructivista: el “Análisis Socio-Técnico” (AST).
La línea argumental del presente artículo responde a la siguiente secuencia. En
primer lugar, se abordan críticamente las construcciones de sentido común sobre
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tecnología y se propone una nueva definición propia. En segundo término, se
presenta los aportes de SCOT a la categoría funcionamiento. En tercer lugar, se
realiza un análisis crítico de las propuestas focalizadas en la noción de
“funcionamiento”, evaluando en particular las contribuciones y restricciones de
Wiebe Bijker, triangulando conceptualmente con aportes de la Teoría del Actor-Red
(Bruno Latour y Michel Callon) y de Grandes Sistemas Tecnológicos (Thomas
Hughes). En cuarto término, se desarrolla un nuevo conjunto de herramientas
analíticas, adecuadas para complementar, profundizar y superar las restricciones de
las conceptualizaciones previamente disponibles. Finalmente, se propone una nueva
definición de “funcionamiento”, útil para operacionalizar investigaciones de base
empírica sobre procesos socio-técnicos no lineales de construcción de
funcionamiento y no-funcionamiento.
Definiciones preliminares: De la “tecnología” a las
“tecnologías” (en plural)
Los diccionarios contienen definiciones de “tecnología” que reflejan ese sentido
común, tales como: “Conjunto de los conocimientos propios de una técnica”,
“Conjunto de los instrumentos, procedimientos o recursos técnicos empleados en un
determinado sector o producto” (Larousse, 2011: 965). “Conjunto de teorías y de
técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”,
“Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado
sector o producto” (RAE, 2014c). “Scientific knowledge used in practical ways in
industry” (Oxford University Press, s./f.).
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En esa misma línea, la producción académica tradicional, ha alimentado
nociones donde la tecnología es conocimiento científico aplicado, favoreciendo una
conceptualización donde la tecnología se ubica y se realiza en “la frontera del
conocimiento científico” (Bunge, 1966). O bien, donde la tecnología se define como
ciencia aplicada más mercado (Bunge, 1972). En este sentido, la tecnología se ve
reducida a un nivel instrumental, de carácter excluyentemente artefactual.
Una definición de tecnología más amplia y que permite mayores niveles de
interjuegos analíticos es la provista por Langdon Winner (1977). Para Winner, el
concepto tecnología se despliega en tres niveles: i) los artefactos (las tecnologías
materiales como herramientas, instrumentos, máquinas, utensilios, etc.), ii) los
procesos (las habilidades, métodos, procedimientos, rutinas, etc.), y iii) las formas de
organización social (las empresas, las cooperativas, los clubes, y también formas no
institucionales, como el barrio o vecindario).
La tecnología entendida de esta forma permite pensar vínculos entre esos tres
niveles y, por extensión, desplegar análisis consistentes. Es decir, entender cómo
los artefactos se inscriben dentro de procesos y cómo ambos son parte de las
formas de organización.
Es más, esta definición permite situar socio-históricamente a cada tecnología
singular, dándole un rol particular dentro de un conjunto de relaciones sociales
dadas. Lo que, en la práctica analítica, nos lleva a identificar tecnologías, en plural
(Gille, 1978).
Si bien los trabajos de Winner amplían la definición de tecnología, ésta aun
refiere significativamente a su dimensión material, y su funcionamiento está
determinado por la forma que adquiere. Los puentes de Long Island (analizados por
Winner), reifican dinámicas excluyentes debido a su forma: son demasiados bajos.
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Ahora bien, ¿qué pasaría si nadie cruzara por debajo de esos puentes? ¿Seguirían
ejerciendo exclusión?
Las tecnologías, todas y en plural, solo tienen un uso o desempeñan una
función cuando son utilizadas por un humano o integradas en una serie de
relaciones con otros artefactos y sistemas tecnológicos. Lo cual implica que las
“cosas” (como categoría universal) se convierten en tecnologías cuando se movilizan
en términos de acciones humanas: desde un naturfacto (un elemento tomado de la
naturaleza para cumplir un uso o función, De Gregori, 1988) hasta el diseño,
producción y puesta en marcha de una Central Nuclear (Thomas et al, 2008). Y que,
por lo tanto, además de la dimensión material de las tecnologías, existen
conocimientos y prácticas puestas en acto.
Así, es posible definir a las tecnologías en diferentes dimensiones:
conocimientos, artefactos y prácticas.
La dimensión artefactual es la más obvia, pues normalmente responde a
objetos materiales observables y tangibles (pero no siempre, por ejemplo, en el caso
del software o la inteligencia artificial, en las técnicas contables, en las operaciones
de control de calidad, etc.).
El único problema es que, de tan obvia, la dimensión artefactual tiende a
desplazar de la atención a las otras dimensiones tecnológicas. Y, en particular,
genera y justifica todo un territorio explicativo basado en la existencia de dos esferas
independientes entre sí, una tecnológica y otra social, dos enormes conjuntos
mutuamente excluyentes. Y esta diferenciación es la base epistemológica de los
abordajes deterministas.
La dimensión cognitiva es menos autoevidente. Todas las tecnologías son
combinaciones de una diversidad de conocimientos: tecnológicos previamente
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disponibles, prácticos, consuetudinarios, ancestrales y científicos que han sido
objeto de un tratamiento singular, a fin de convertirlos en insumos para el diseño de
artefactos y sistemas por parte de ingenieros y tecnólogos. En rigor, esos
conocimientos científicos han sido transformados en nuevos conocimientos
tecnológicos, útiles para ser integrados en nuevas combinatorias. Desde esta
perspectiva de análisis, los usuarios finales no utilizan nunca conocimientos
científicos, sino artefactos tecnológicos en los que esos conocimientos, adecuados
para su uso tecno-productivo, son parametrizados, integrados e incorporados. Esto
dista sustantivamente de la afirmación que la tecnología es ciencia aplicada.
Respecto a la dimensión de las prácticas, no se trata simplemente de las
técnicas que utiliza un operario industrial en contextos productivos. Desde el piso de
una fábrica hasta un torneo de tenis, desde la conducción de un vehículo hasta la
reparación de calzados, desde la manipulación de teclados hasta el ejercicio de
diseño de sistemas de control, todos los humanos desplegamos una extensísima
serie de prácticas tecnológicas que condicionan nuestras capacidades laborales,
nuestras formas de comunicación y desplazamiento, nuestras formas de diversión y
de comprensión del mundo. Realizamos cotidianamente un fantástico despliegue de
prácticas que hacen nuestras vidas posibles. Y, como no nacemos con ellas,
constituyen una parte sustantiva de nuestros aprendizajes, desde cómo extraer
leche de un biberón hasta cómo diseñar un edificio. Hacer y aprender, aprender
haciendo. Gran parte de esas prácticas no están codificadas, constituyen una
dimensión del conocimiento de la que aún comprendemos poco: el “conocimiento
tácito” (Arrow, 1962; Nonaka y Takeuchi, 1995; Polanyi, 1966; Rosenberg, 1982).
Y, además, estas tres dimensiones se realizan de manera conjunta y
entrelazada, sistémicamente vinculadas. Conocimientos que generan (y se
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incorporan en) artefactos que son utilizados y operados en (y gracias a) ciertas
prácticas, que implican aprendizajes, que generan nuevos conocimientos y nuevos
artefactos.
Ahora, si aceptamos que las tecnologías son mucho más que lo definido por el
sentido común, es posible ensayar una definición de tecnologías en clave de:
conjunto de acciones (cognitivas, artefactuales y práxicas) realizadas
conscientemente por los humanos para alterar1, prolongar2 o parametrizar3 el estado
de las cosas con el objetivo de que desempeñen un uso o función.
Del funcionamiento inmanente de las tecnologías a su
construcción social
1 Con “alterar” el estado de las cosas nos referimos a una diversa cantidad de acciones heterogéneas
orientadas a movilizar, modificar, transformar, impulsar, activar, detener, fluir, desplazar, comunicar,
combinar, acelerar, diseñar, planificar, etc. Comprende actividades tan diversas como producir,
cocinar, sembrar y cosechar, reprimir, capacitar, supervisar, conducir, jugar, entre otras.
2 Con “prolongar” el estado de las cosas nos referimos a una diversa cantidad de acciones
heterogéneas orientadas a estabilizar, preservar, contener, estructurar, impedir, mantener, fijar,
conservar, etc. Comprende actividades tan diversas como congelar, mantener el statu quo, empacar,
reparar, inmovilizar, o aún, establecer controles de precios máximos, entre muchas otras.
3 Con “parametrizar” nos referimos a un conjunto extenso y multiforme de acciones orientadas a
caracterizar y dimensionar –cualitativa o cualitativamente– el estado de las cosas. Comprende
actividades tan diversas como medir, observar, monitorear, vigilar, caracterizar, describir, analizar,
dimensionar, evaluar, entre otras. Muchas de estas acciones (cognitivas, artefactuales y práxicas)
están destinadas a ponderar procesos de estabilidad y cambio del estado de las cosas.
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Contra lo que supone el sentido común (y esto incluye también a ingenieros,
científicos y tecnólogos) una tecnología no funciona porque está técnicamente bien
diseñada y producida. El funcionamiento de los artefactos no es algo “intrínseco a
las características del artefacto” (Bijker, 1995: 14), sino que es una contingencia que
se construye social, tecnológica, política y culturalmente. Una cuestión no
desarrollada –ni en términos conceptuales ni mucho menos metodológicos– por
otros enfoques de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología (en particular,
por los otros abordajes constructivistas: ni por Bruno Latour y Michel Callon ni por
Thomas Hughes).
Wiebe Bijker (1995) ha realizado tres aportes sustantivos al análisis de los
procesos de construcción de funcionamiento:
a. el funcionamiento es un aspecto central y sustantivo (no adjetivo) del análisis de
las tecnologías,
b. el funcionamiento es una construcción social, y
c. el funcionamiento es lo que hay que explicar, no lo que explica.
Centralidad del funcionamiento
Christopher Freeman (1995) afirmaba que un artefacto no es adoptado porque
funciona; funciona porque es el adoptado. En todo proceso de innovación los
artefactos funcionan porque son objeto de diferentes alteraciones y mejoras que
generan crecientes ventajas de adopción. En tanto los artefactos no elegidos no son
beneficiarios de estas mejoras sucesivas. Por eso, al final de este proceso, resultan
ser los que funcionan.
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En un sentido convergente con el economista de la innovación, para Bijker –en
sus marcos tecnológicos4– el funcionamiento no es una cuestión objetiva (el
funcionamiento está en los artefactos), pero tampoco subjetiva (el funcionamiento es
una construcción social).
Tanto en Freeman como aún más explícitamente en Bijker, el funcionamiento
constituye el resultado de un proceso de construcción social, no el resultado de un
acierto puntual de diseño, y menos aún, de serendipia. Es un nudo explicativo
fundamental para la comprensión de los procesos de aprendizaje y de cambio
tecnológico.
Construcción social del funcionamiento
En los marcos tecnológicos de Bijker (1995), el funcionamiento de una tecnología es
una relación interactiva entre actores y artefactos. Es una contingencia socialmente
construida. Los artefactos, sus características y condiciones físicas son tan
relevantes como la subjetividad de los actores implicados. Simplemente porque no
es posible asignar cualquier sentido a cualquier artefacto o sistema. Esto permite a
Bijker recuperar la simetría analítica y superar, al menos parcialmente, la
denunciada incompatibilidad entre la Teoría del Actor-Red (ANT) y el Constructivismo
Social de la Tecnología (SCOT).
4 Un marco tecnológico (Bijker, 1987) es un concepto que busca aplicarse a la interacción entre varios
actores. No es una entidad fija, es desarrollado como parte del proceso de estabilización de una
tecnología. Incluye tanto el reconocimiento de aquello que cuenta como un problema como las
estrategias disponibles para resolverlo y los requerimientos que una solución debe tener.
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El funcionamiento como explanandum
Dadas las consideraciones anteriores, para Bijker (1995) el funcionamiento de un
artefacto o sistema no debe ser considerado como explanans (lo que explica: un
artefacto es adoptado porque funciona) sino como explanandum (lo que hay que
explicar: ¿por qué un artefacto funciona?). El funcionamiento de un artefacto socio-
técnico es así un objeto de análisis, focalizado en el proceso de construcción
continua, que se despliega desde el mismo inicio de su concepción y diseño hasta
alcanzar un estado de estabilización y clausura.
Tal vez el aporte más relevante de Bijker refiere a la tensión entre verdad y
funcionamiento en el plano del análisis relativista. Es que los actores sociales (desde
los tecnólogos hasta los usuarios finales) no se preguntan si una tecnología es
verdadera o falsa. En el campo de las tecnologías la pregunta pertinente es:
¿funciona o no funciona? De hecho, en términos estrictamente relativistas-
constructivistas la cuestión de la verdad en el terreno tecnológico es completamente
irrelevante. No hay tal cosa como verdades tecnológicas. Mucho menos, verdades
socio-técnicas. En el campo de las tecnologías, la cuestión de la verdad carece de
valor explicativo.
Análisis Socio-Técnico del funcionamiento/no-
funcionamiento de las tecnologías (de SCOT y ANT a AST)
Es necesario complementar, profundizar y ampliar el desarrollo teórico de Bijker
(1995) para evitar el riesgo de restringir el alcance de los procesos de construcción
de funcionamiento a una cuestión semiótica, a homogéneos procesos sociales de
asignación de sentido.
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Agencia simétrica de actores y artefactos
Los artefactos, sus características y condiciones físicas son tan relevantes como la
subjetividad de los actores implicados. No es simplemente porque la agencia de los
artefactos impide asignar cualquier sentido a cualquier tecnología, sino también
porque los artefactos (en relación con otros artefactos, sistemas tecnológicos y
actores sociales) condicionan lo que es posible/imposible, lo que es bueno/malo, lo
que existe/lo que no es (Thomas, Becerra y Bidinost, 2019).
Construcción socio-técnica de funcionamiento/no-funcionamiento
En pos de una mayor simetría es conveniente integrar en la propuesta analítica el
concepto de co-construcción de actores y artefactos de Trevor Pinch (1996). El
funcionamiento o no-funcionamiento de un artefacto es resultado de un proceso no
lineal de co-construcción socio-técnica en el que intervienen simétricamente –
normalmente de forma auto-organizada– elementos heterogéneos, humanos y no
humanos: condiciones materiales, artefactos y sistemas, instituciones de I+D,
conocimientos tácitos y codificados, regulaciones, financiamiento, usuarios, etc.
Supone complejos procesos de adecuación de respuestas/soluciones tecnológicas a
concretas y particulares articulaciones socio-técnicas históricamente situadas
(Oudshoorn y Pinch, 2003; Vercelli y Thomas, 2007).
El funcionamiento como proceso dinámico
El funcionamiento de un artefacto no es un fenómeno estático, ocurrido en un
momento único, resultado de la inspiración de un tecnólogo o del talento natural de
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un practitioner. Se produce como resultado de una secuencia desplegada en una
trayectoria socio-técnica (Bortz, Becerra y Thomas, 2018; Thomas, Versino y Lalouf,
2008). ¿Cuándo y en qué circunstancias funciona y cuándo deja de funcionar?
¿Dónde funciona y dónde no? ¿Para quién funciona y para quién no? Lejos de una
linealidad lógica, estas secuencias responden a la agencia de diversos actores y
artefactos, al interjuego de los elementos heterogéneos antes enunciados.
Construcción de funcionamiento como proceso auto-organizado
De lo anterior, entonces es consistente afirmar que los procesos de construcción de
funcionamiento/no-funcionamiento son auto-organizados. No responden a procesos
humanos, lógicos, racionales, de progreso, direccionamiento y organización del
cambio tecnológico. Obviamente, sí pueden ser objeto parcial de iniciativas
organizadas, por ejemplo, de estrategias empresariales que intentan disminuir el
grado de incertidumbre de los procesos de innovación, y también pueden ser
resultado de procesos de auto-organización secundaria, pues normalmente los
procesos de cambio tecnológico toman como punto de partida tecnologías
anteriores. Pero de ningún modo es posible afirmar que los procesos de
construcción de funcionamiento/no-funcionamiento son previsibles, ni lineales, ni
gobernables, ni, menos aún, autónomos, evolutivos y racionales (Becerra, 2022 y
Becerra y Thomas, 2023).
Ahora bien, no basta entonces con declarar –tomando como punto de partida los
desarrollos de Bijker– la centralidad analítica del funcionamiento y su carácter socio-
técnicamente construido. Precisamente porque el funcionamiento debe ser
explicado, la siguiente pregunta lógica es: ¿Cómo integrar en un marco conceptual
consolidado las dimensiones de agencia de las tecnologías (en términos simétricos),
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co-construcción (de actores y artefactos), proceso (como dimensión dinámica) y
auto-organización (en clave de sistemas)? O, lo que es lo mismo, ¿Cómo se explica
y analiza el funcionamiento/no-funcionamiento de las tecnologías en términos de
interacciones heterogéneas no-lineales dinámicas?
¿Cómo analizar interacciones heterogéneas no-lineales
dinámicas?
Para resolver conceptual y metodológicamente esta pregunta es ineludible generar
una unidad de análisis que permita abarcar el conjunto de interacciones entre
actores y artefactos de cualquier proceso de cambio socio-técnico, en términos
relativistas-constructivistas ¿Cómo relevar y mapear estas vinculaciones causales
no-lineales? La solución a este problema toma la forma de un concepto: “alianza
socio-técnica”. Tomando como base abordajes relativistas-constructivistas previos,
hemos definido “alianza socio-técnica” como: (re)construcción analítica de una
coalición de elementos heterogéneos implicados en el proceso socio-técnico de
construcción de funcionamiento/no-funcionamiento de una tecnología (Maclaine Pont
y Thomas, 2007; Thomas, Becerra y Bidinost, 2019).
El concepto “alianza socio-técnica” fue concebido para dar cuenta de
relaciones explicativas no deterministas a priori. Para superar, al mismo tiempo,
tanto las restricciones de historias monolíticamente tecnológicas, como las
limitaciones de homogéneas historias sociales del cambio tecnológico. Todas las
dinámicas de co-construcción se dan en el marco de heterogéneas alianzas socio-
técnicas. Una alianza se constituye, en términos dinámicos, como: Movimiento de
interjuego de alineamiento y coordinación (en el sentido de Callon, 1992) –auto-
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organizado, pero no aleatorio– de artefactos, ideologías, regulaciones,
conocimientos, instituciones, actores sociales, recursos económicos, condiciones
ambientales, materiales, etc. que viabilizan o impiden la estabilización de la
generación, diseño, producción, adopción, uso y adecuación socio-técnica de una
tecnología y de construcción de su funcionamiento/no-funcionamiento (Maclaine
Pont y Thomas, 2007; Thomas, Becerra y Bidinost, 2019; Thomas, Fressoli y
Becerra, 2012). En el Gráfico 1 se ilustra un ejemplo estilizado de alianza socio-
técnica:
Gráfico 1: (Re)construcción estilizada de una alianza socio-técnica genérica
Fuente: Elaboración propia. Nota: Los rectángulos amarillos representan tecnologías (artefactos,
prácticas, conocimientos, de organización y de proceso), los rectángulos verdes representan grupos
sociales relevantes, los rectángulos celestes representan problemas y los óvalos grises representan
ideologemas5. Las flechas representan las relaciones entre los elementos heterogéneos que componen
la alianza socio-técnica. El sentido de las flechas indica su dirección. Las relaciones se nombran en
presente indicativo para dar cuenta de la acción que ejerce un elemento sobre otro.
5 Unidad mínima de una ideología, equivalente a fonema en la fonética o sema en la semántica
(Dopp, 1993: 556).
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La simetría analítica en las alianzas socio-técnicas
El principio teórico-metodológico de simetría radical, restringe el alcance de ANT a las
dimensiones analíticas aplicables a los no-humanos. Así, un arsenal de conceptos de
las ciencias políticas, sociales, económicas, antropológicas, etc. quedan inhibidos por
principio.
El concepto de alianza socio-técnica permite desconstruir el carácter identitario
de humanos y no-humanos, en tanto artefactos y actores cuyo sentido se co-
construye de forma relativa en el marco de un conjunto de interacciones socio-
históricamente situadas. Esto no implica una “ley” de simetría de las agencias. Por
ejemplo, los humanos aprenden, los no-humanos no.
Utilizando los procesos de co-construcción desplegados en alianzas socio-
técnicas es posible preservar las ventajas del principio de simetría –respecto de la
capacidad de humanos y no-humanos de alinear y coordinar a terceros– sin caer en
las trampas de la mono-disciplinariedad o el recorte de la capacidad explicativa.
Pero, al mismo tiempo, sin caer en los problemas metodológicos del abordaje Actor-
Red.
La simetría socio-técnica libera así un enorme potencial de triangulación
teórica. Obviamente no con cualquier teoría, sino con aquéllas relativistas, con las
que entienden el poder como agencia, y con las que centralizan su capacidad
explicativa en la (re)construcción analítica de relaciones.
Auto-organización de las alianzas socio-técnicas
Las alianzas socio-técnicas son coaliciones auto-organizadas. Aunque en algunos
casos es posible registrar acciones de planificación parcial, la plena organización
planificada no es posible. Por ejemplo, una gran empresa oligopólica transnacional o
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
un gobierno pueden ejercer poder suficiente como para construir el funcionamiento
de sus sistemas tecnológicos, inhibiendo (destruyendo una alianza local rival) o
subordinando (incorporando los elementos de la alianza local a su propia alianza) los
desarrollos artefactuales de emprendimientos locales de menor escala. O, en otros
términos, su estrategia de control de mercado y territorio les permite gobernar
algunos aspectos clave de la alianza socio-técnica en la que desarrolla sus negocios
o sus planes nacionales.
Pero, a lo largo de la historia, es posible observar que esa capacidad de
alineamiento y coordinación es acotada por una multiplicidad de elementos cuya
agencia escapa al control de las firmas o los estados, desde alteraciones en la
estructura de negocios hasta cambios climáticos. Por eso, aún en estos casos, las
alianzas socio-técnicas son –en última instancia– auto-organizadas. En rigor, lo que
sí ocurre es que la capacidad de organización de estos grandes actores les permite
desplegar capacidades redundantes, poder de coerción, movilización y capacidad de
control de los procesos de cambio, tales que pueden ejercer posiciones dominantes
o, incluso promover la construcción de alianzas alternativas, ejerciendo su poder
oligopólico u oligopsónico.
A diferencia de los grandes sistemas tecnológicos de Hughes (1987), las
alianzas socio-técnicas no responden simplemente a la lógica de organización de un
constructor de sistemas, de alguien –individuo o institución– con la capacidad de
incorporar en el sistema elementos del entorno según sus intereses (Hughes, 1987);
ni se configuran y estabilizan simplemente por la agencia de un actante con
capacidad de traducir los intereses de intermediarios (Callon, 1992; Latour, 2005).
De hecho, una de las funciones centrales del AST consiste en poder explicar esos
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
procesos de auto-organización (Thomas, Becerra y Bidinost, 2019). Porque no se
trata de cambios generados por intervenciones puntuales de system builders o
actantes, sino de procesos relacionales no lineales de co-construcción.
Bucles y vórtices de retroalimentación
No basta con hablar de sistemas auto-organizados. La noción de auto-organización
no es auto-explicativa. Es necesario explicar cómo funcionan las alianzas socio-
técnicas en términos de entidades auto-organizadas, en particular, su generación y
estabilización, los movimientos de endo y exocausalidad (Debrun, 1996), y
finalmente, por qué se desestabilizan en algún momento. Al analizar las trayectorias
de una alianza socio-técnica estas dimensiones adquieren relevancia explicativa.
Si bien el AST es relacional, basado en dinámicas de co-construcción, lejos está
de proponer una lógica de “todo tiene que ver con todo”, o donde el “contexto” se
integra como un todo en el análisis. Y tampoco implica que todas las relaciones
establecidas entre elementos de la alianza socio-técnica tienen el mismo peso
explicativo. No todos los elementos de una alianza socio-técnica ocupan posiciones
equivalentes y transmutables, ni se desempeñan de forma homogénea y simétrica,
ni se vinculan unos con otros de forma aleatoria.
El concepto bucles de retroalimentación –en la acepción utilizada
originariamente por Edgar Debrun (1996) para dar cuenta de sistemas complejos
auto-organizados– ha sido (re)diseñado aquí para relevar y ordenar analíticamente
relaciones causales e identificar la conformación de interacciones y movimientos de
co-construcción socio-técnica entre elementos heterogéneos en secuencias
temporales situadas.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Es posible definir de diversos modos estos bucles de retroalimentación6. Una
primera definición es: núcleo de relaciones interactivas entre elementos
heterogéneos discretos que orientan particulares movimientos de co-construcción
que tienden a alinear y coordinar al conjunto de la alianza, desde un nivel de auto-
organización primaria, que le da origen, hasta diferentes planos de auto-
organización secundaria, que orientan su crecimiento, trayectoria y cohesión interna.
Orientación y cohesión que se mantienen en el tiempo mientras las interacciones se
alineen y coordinen al menos con la misma intensidad y poder de agencia7.
Otra definición, tal vez más sencilla: conjunto de interacciones que, alineadas y
coordinadas entre sí en loops de retroalimentación (interjuegos), ejercen agencia
sobre el resto de los elementos constitutivos de la alianza socio-técnica,
construyendo el funcionamiento de esos elementos. En las fases de construcción y
estabilización de las alianzas, los elementos discretos componentes de estos loops
se refuerzan mutuamente. Y en estos movimientos, al mismo tiempo, alinean y
6 Un análisis en términos de bucles de retroalimentación puede encontrarse en Thomas, Becerra y
Trentini (2019).
7 Para el AST, la agencia es una relación socio-técnica, ejercida tanto por actores sociales como por
artefactos y sistemas tecnológicos, de alineamiento y coordinación a otros actores y artefactos.
La agencia se ejerce, no se tiene. Remite así a una conceptualización particular, dinámica, de
las nociones de poder y control.
La agencia puede adquirir diferentes formas. Una de las más evidentes es el ejercicio del
poder: control, hegemonía, orientación, inhibición, promoción. Pero existen otras formas de agencia,
no o indirectamente vinculadas a relaciones de poder: capacitación, conocimiento, diseño, provisión,
producción, consumo y uso, sólo por dar algunos ejemplos. Estas otras formas a veces se entrelazan
en relaciones de poder, pero no siempre. Así, no toda agencia constituye una relación de poder.
Agencia y poder no son sinónimos.
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coordinan al resto de los componentes de la alianza socio-técnica. En el Gráfico 2 se
ilustra un ejemplo estilizado de bucles de retroalimentación en una alianza socio-
técnica:
Gráfico 2: (Re)construcción estilizada de bucles de retroalimentación en una alianza
socio-técnica genérica
Fuente: elaboración propia. Nota: Se sigue la referencia de colores del Gráfico 1. Las tres elipses
sombreadas en amarillo representan los bucles de retroalimentación. Las flechas y elementos
resaltados con mayor grosor representan los núcleos de relaciones interactivas entre elementos
heterogéneos discretos que orientan particulares movimientos de co-construcción, los cuales tienden
a alinear y coordinar al conjunto de la alianza.
Simétricamente, las alianzas se disgregan o decaen en la medida en que desalinean
y descoordinan sus elementos heterogéneos constitutivos. O, en otros términos,
cuando la agencia de los bucles de retroalimentación se debilita, desaparece o es
sustituida por nuevos alineamientos.
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Así, la identificación de estos bucles de retroalimentación permite diferenciar y
jerarquizar interacciones y relaciones (principales o centrales, de derivadas o
periféricas), comprender los procesos de construcción de funcionamiento/no-
funcionamiento de las tecnologías, reconstruir analíticamente fases de la trayectoria
de una alianza, mapear los movimientos de ampliación/densificación y
reducción/simplificación de las alianzas.
Al mismo tiempo, la agencia de estos bucles demarca las posibilidades de
desarrollo, transformación, identidad, crecimiento y mutación de las alianzas. Por un
lado, intervienen activamente en la generación de trayectorias y dinámicas socio-
técnicas (Thomas, 2008), y en los procesos de construcción de sentido (acerca de lo
que existe/no existe, lo que es bueno/malo y lo que es posible/imposible). Por otro
lado, condicionan el path de desarrollo tecnológico, los estilos socio-técnicos8 viables
que es posible desplegar en el marco de esa alianza.
Así, lo que en la economía de la innovación se denomina path dependence
(Arthur, 1994; Dosi, 1988) puede ser analizado con ventajas en términos de AST,
considerando la generación, presencia y extensión de bucles de retroalimentación:
¿por qué en el transcurso del tiempo nuevos elementos heterogéneos se alinean y
coordinan de formas particulares, compatibles con la trayectoria preexistente?
8 En el AST, estilo socio-técnico (Aguiar, Fressoli y Thomas, 2008) refiere a formas relativamente
estabilizadas de producción de tecnologías y de construcción de su “funcionamiento” y “utilidad”. Un
estilo socio-técnico se conforma en el interjuego de elementos heterogéneos: relaciones usuario-
productor, sistema de premios y castigos, distribución de prestigio, condiciones geográficas,
experiencias históricas regionales y nacionales, etc. Se diferencia del concepto de estilos
tecnológicos de Thomas Hughes, restringido a la influencia que ejercen los elementos del entorno al
incorporarse como componentes de un sistema tecnológico.
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No se trata de interacciones en planos homogéneos (tanto en términos
espaciales como temporales). Por el contrario, la agencia de los bucles atraviesa –y
destruye– las diferenciaciones a priori micro-macro. Por un lado, porque –en
términos sistémicos– todos los puntos de pasaje obligatorio (Callon, 1986) funcionan
de forma fractal: desde las microprácticas de los actores y artefactos discretos hasta
las macrodinámicas políticas, económicas y sociales. Esto incluye, por ejemplo, la
gobernanza de los sistemas nacionales de innovación y producción, las trayectorias
tecno-económicas sectoriales, o el desarrollo de clusters. Por otro, porque se trata,
precisamente de un comportamiento solidario de elementos heterogéneos, en
términos de una única alianza socio-técnica. Lejos de significar una debilidad o
fragilidad, tal heterogeneidad alineada y coordinada constituye el elemento de
cohesión y estabilidad de la alianza, integrado en su dinámica de co-construcción.
Otros conceptos económicos afines al de path dependence (Dosi, 1982), como
“ventajas crecientes de adopción”, “economías de escala y alcance” (Chandler,
1990), “patterns de desarrollo tecnológico” (Breschi, Lissoni y Malerba, 2000;
Malerba y Orsenigo, 1996), y aún las nociones más abarcativas de “estructura
económica” (Samuelson, 1964) o “sistema económico” (Conklin, 1991; Heilbroner y
Boettke, 2007), adquieren así otro nivel de inteligibilidad.
En síntesis, son los bucles de retroalimentación los que explican los procesos
de generación, protección, estabilización y consolidación de una alianza socio-
técnica –y sus principales elementos constitutivos– ante eventuales cambios.
La operacionalización del concepto bucles de retroalimentación en el plano
metodológico permite abrir la “caja negra” de los procesos de construcción de
funcionamiento y las formas en que artefactos y sistemas inciden en los procesos de
cambio socio-técnico, las dinámicas de poder, los modos de acumulación. Es
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
conveniente discernir entre, al menos, tres planos de aplicación, diferenciando al
mismo tiempo tres objetos de análisis.
Primer nivel de análisis: un bucle de retroalimentación singular
La (re)construcción analítica de un bucle de retroalimentación singular evidencia la
trama de interjuegos auto-organizados de co-construcción (y algunos parcialmente
organizados) que dan sustento y funcionamiento a la alianza socio-técnica de una
tecnología en particular.
Este análisis singular permite responder a preguntas de investigación tales
como: ¿Cómo se conformó inicialmente una tecnología? ¿Qué elementos
heterogéneos se combinaron en su concepción y diseño? ¿Por qué ciertos
artefactos y sistemas responden a ciertas características estables en el tiempo?
Para operacionalizar este nivel de análisis es necesario (re)construir el proceso
de alineamiento y coordinación: de movimientos no lineales, de relaciones causales
entre elementos heterogéneos discretos. Por ejemplo: necesidades socio-
institucionales, valores académicos, criterios ideológicos de calidad y pertinencia,
instrumentos de medición, objetivación, organización institucional, política pública de
investigación y desarrollo, redes tecno-productivas locales e internacionales,
instrumentos de financiamiento, jerarquización de publicaciones científicas, etc.
Segundo nivel de análisis: interacción entre bucles, vórtices de
retroalimentación
Normalmente resulta insuficiente el análisis de un bucle singular para comprender el
funcionamiento de un artefacto o sistema en términos socio-técnicos, en una alianza
socio-técnica dada. Por una parte, porque a lo largo del tiempo los procesos de
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
construcción de funcionamiento atraviesan diversas fases. Por otra, porque esas
articulaciones dinámicas varían de un escenario de aplicación o uso a otro. Pero
fundamentalmente porque no basta con un solo bucle para explicar por qué una
tecnología se estabiliza, deviene “la adoptada”, se extiende su uso, “funciona” para
una diversidad de usuarios.
O aún, más precisamente, porque la relación entre bucles permite explicar en
términos de flexibilidad interpretativa procesos de construcción de
funcionamiento/no-funcionamiento con la participación activa de diferentes grupos
sociales relevantes. Por ejemplo, para responder con competencia explicativa a
preguntas de investigación tales como: ¿Cómo se co-construyeron los usuarios y
productores con ciertos artefactos y sistemas? ¿Bastaría con cambiar alguno de sus
elementos constitutivos para resolver los problemas generados por una tecnología?
es necesario realizar –lejos del sentido común lineal y monocausal– un meta-análisis
de la alianza socio-técnica, focalizado en la identificación de la agencia de diferentes
bucles.
Este nivel de interacciones explica los fenómenos caracterizados como
inerciales o de path dependence de una tecnología. Porque los bucles no operan de
manera aislada. Se articulan todos en relación a los puntos de pasaje obligatorio de
una alianza socio-técnica determinada. O, en otros términos, los bucles de
retroalimentación refuerzan –como lazos redundantes– las capacidades relacionales
de la alianza en términos dinámicos.
Hemos denominado vórtices de retroalimentación a este plano de interjuegos
entre bucles, en los que se combinan diferentes dinámicas socio-técnicas, estos
bucles de bucles. En el Gráfico 3 se presenta un ejemplo estilizado de vórtice de
retroalimentación:
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Gráfico 3: (Re)construcción estilizada de vórtice de retroalimentación (interjuegos
entre bucles de una alianza socio-técnica genérica)
Fuente: elaboración propia. Nota: La flecha circular representa un vórtice de retroalimentación,
es decir, los interjuegos entre los diferentes bucles que conforman la alianza socio-técnica.
En realidad, para el AST, el consenso que permite estabilizar una tecnología adquiere
dos sentidos complementarios: en primer lugar, el consenso que implica el
reconocimiento de una forma de funcionamiento estabilizada constituye algo más
que la construcción de un significado compartido (a diferencia de SCOT). La
estabilización es un proceso performativo: al reconocer que una tecnología funciona
de determinada manera, los actores tienden a adecuar conductas, formas de uso y
prácticas alrededor del nuevo estándar (de hecho, el estándar impulsa un proceso
de co-construcción entre tecnologías y usuarios). Este proceso de convergencia
alrededor de determinada tecnología o práctica permite establecer patrones de
repetición y aprendizajes comunes en torno al mismo. O, en términos de Debrun
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
(1996), implica la transición de una “dinámica diacrónica causal” a la formalización
de un “ajuste sincrónico”.
En segundo lugar, al tiempo que la alianza socio-técnica construye
funcionamientos estables, también genera formas sociales estables. De este modo,
es posible comprender mejor las afirmaciones de Bruno Latour (1991) “tecnología es
la sociedad hecha para que dure”, y de Trevor Pinch (2008) “la estandarización
tecnológica implica al mismo tiempo un proceso de institucionalización social”.
Cuanto más estables sean las alianzas socio-técnicas articuladas alrededor de una
práctica o artefacto, mayores pueden llegar a ser los costos de reemplazo o
modificación del mismo.
La estabilización como proceso de irreversibilización socio-técnica implica
determinar el funcionamiento de estructuras y conductas. Aquello que para los
weberianos constituiría un proceso de construcción de “jaulas de hierro” (Weber,
1930 [1904-1905]), puede implicar también la aparición de ganancias incrementales
a partir del uso (Callon, 1992). Debido a la facilidad con que este punto puede llevar
a debates sobre qué es el determinismo tecnológico, es preciso ser cuidadosos: el
grado de irreversibilización de una tecnología no es intrínseco a la misma, sino que
debe relacionarse con la variedad de opciones que tienen los actores en caso de
considerar su reemplazo.
Finalmente, los procesos de escalamiento también son relevantes para
considerar de qué manera se construyen los procesos de irreversibilización. Si se
observa este proceso a través del lente de la teoría económica, la construcción de
tecnologías estabilizadas que devienen estandarizadas puede resultar fundamental
para ampliar la escala de producción y distribución de productos y permitir así la
construcción de un mercado masivo de consumo (Chandler, 1990). Pero esto no es
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suficiente, el reverso del aumento de la escala de producción (y uso) de una
tecnología o artefacto es la construcción de procesos de irreversibilización que
llegan a limitar o desalentar la construcción de alternativas tecnológicas.
Bucles y vórtices constituyen el core set de las alianzas socio-técnicas. Sin ese
conjunto de articulaciones heterogéneas (bucles) vinculadas de forma particular
(vórtices) resulta insuficiente o ininteligible la explicación del funcionamiento de un
artefacto o sistema. Así como también resulta insuficiente la identificación de los
problemas de escala y alcance ¿Cuál es la alianza que construye funcionamiento a
una tecnología y cómo se generó? ¿Qué funciona y qué no-funciona en el marco de
esa alianza? ¿Los interjuegos de la alianza operan simétricamente en cualquier
escenario, en cualquier momento, para cualquier configuración socio-cognitiva?
¿Qué movimientos y acciones promueve o inhibe? ¿Cuál es el alcance o incidencia
de las críticas u objeciones? ¿Estas críticas son parte de la misma alianza –
endogeneradas– o son formuladas desde otras alianzas –exogeneradas? ¿Las
soluciones propuestas a los problemas de una tecnología dada son incrementales o
radicales?
Para la operacionalización de este segundo nivel de análisis es necesario
(re)construir la dinámica de constitución e interacción entre bucles de
retroalimentación –en vórtices– en una alianza socio-técnica dada.
Tercer nivel de análisis: interacción de vórtices entre alianzas socio-técnicas
rivales
Finalmente, para responder a preguntas tales como ¿por qué una tecnología es
sustituida por otra? o ¿cómo compiten dos tecnologías rivales? es completamente
insuficiente construir explicaciones –en rigor, descripciones– en términos de
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sustitución paradigmática (Dosi, 1982) que implican diferencias entre variables
técnicas discretas (mayor velocidad, menor precio, facilidades de producción, o
similares), no son los artefactos los que se enfrentan entre sí. El conflicto es entre
las alianzas socio-técnicas que les construyen funcionamiento o no-funcionamiento.
Y, en particular, los campos de interjuego que constituyen esas alianzas y su
relación mutua.
Así, es en el análisis de diferentes dinámicas de vórtices de retroalimentación –
correspondientes a diferentes alianzas socio-técnicas– donde es posible explicar con
mayor competencia la adopción o rechazo de tecnologías alternativas, la
coexistencia o la competencia de artefactos y sistemas diversos.
Es que la articulación de los bucles de retroalimentación de cada alianza rival
en forma de vórtices opera analíticamente explicando de forma también relacional la
existencia y trayectoria de una alianza socio-técnica respecto de otra, su capacidad
de subsumir todo nuevo elemento a su lógica constitutiva, de subordinar toda
trayectoria disciplinaria a su racionalidad, de abroquelarse defensivamente ante toda
objeción y, aún, de construir un área negociable de protección que preserve sus
puntos de pasaje obligatorio y sus interrelaciones solidarias.
Es de este modo que la estabilización de un artefacto, conocimiento, norma o
práctica material constituye una forma de funcionamiento consensuada (explícita o
tácitamente) por los diferentes actores y grupos sociales relevantes, que ese
artefacto o sistema tecnológico logra imponer su agencia sobre un conjunto
antagónico de artefactos, conocimientos, normas o prácticas. Los bucles de
retroalimentación se potencian entre sí, generando irreversibilidad en el
funcionamiento estabilizado de una tecnología dada contra otra rival, vórtice contra
vórtice.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Para operacionalizar este nivel de análisis es necesario (re)construir en primer
término los bucles singulares y posteriormente los vórtices correspondientes a cada
tecnología rival para, recién entonces, desplegar el análisis de la interacción entre
tecnologías rivales.
Poder e ideología
Una de las dimensiones donde se evidencia esta ventaja explicativa a la hora de
analizar enfrentamientos entre alianzas rivales es la ideológica. Más
específicamente, la relación entre poder e ideología. En tal sentido, las alianzas
socio-técnicas suponen al menos dos ventajas analíticas sobre las redes
callonianas:
a) incorporan la dimensión ideológica como elemento constitutivo de la alianza,
reducida por Callon (1992) y Latour (1991) en su materialismo taxativo de las redes
tecno-económicas a sus soportes de circulación (libros, artículos, folletos
conferencias, etc.). Las ideas, los conceptos, las visiones (más allá de la circulación
de sus soportes materiales): las construcciones de lo que existe, lo bueno y lo
posible (y sus contrarios)9, constituyen componentes clave de los procesos de
construcción de funcionamiento en las alianzas socio-técnicas, y
b) permiten superar las restricciones explicativas de ANT y SCOT. Por una parte, si
bien las redes callonianas incorporan la dimensión del poder, resultan
fundamentalmente descriptivas, pero problemáticamente explicativas: restringen la
cuestión del poder a las relaciones de traducción de intermediarios. Los desarrollos
de Bijker (1995) suponen un grado de superación de esta restricción. Explican las
9 Siguiendo los desarrollos conceptuales de Göran Therborn (1987).
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relaciones de poder e ideología en dos niveles analítico-metodológicos: micropolítico
(procesos decisorios y vinculaciones de co-construcción) y semiótico (procesos de
asignación de sentido y construcción de funcionamiento), como la acción racional de
un humano. En las alianzas socio-técnicas el poder es un ejercicio, una relación
entre elementos heterogéneos (actores y artefactos), donde el poder deriva del
funcionamiento / no-funcionamiento auto-organizado de la propia alianza. Un
abordaje simétrico de las agencias de actores y artefactos, no reduccionista.
Finalmente, pero no menos importante, las alianzas socio-técnicas permiten analizar
con competencia explicativa algo que las redes tecno-económicas y los ensambles
socio-técnicos (Bijker, 1995) ocultan: la posibilidad de enfrentamientos. El carácter –
en última instancia– monolíticamente moderno del abordaje Actor-Red (Law, 2002),
y por derivación, de las redes callonianas, hace que toda la actividad referida a
enfrentamientos (Therborn, 1987), controversias (Collins, 1981) o diferendos
(Lyotard, 1984) sea subsumida en una única estructuración de red tecno-económica
o ensamble socio-técnico.
Y ésta es una cuestión central: porque en un conflicto entre tecnologías rivales,
o entre organizaciones rivales, las capacidades asimétricas de alineamiento y
coordinación, de generación de bucles sólidos y de vórtices de retroalimentación
densos y robustos explican por qué un producto, un proceso, una tecnología de
organización adquieren momentum (Hughes, 1987). También explican por qué una
ideología puede imponerse sobre otra: porque su matriz material de afirmaciones y
sanciones (las tecnologías que le dan sustento) es superior a las ideologías rivales
(Therborn, 1987). Porque toda alianza socio-técnica, todo proceso de construcción
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
de funcionamiento/no-funcionamiento remite, en última instancia, a una cuestión de
ejercicio de poder.
Contribuciones teóricas y metodológicas del Análisis
Socio-Técnico a los estudios sociales de las tecnologías
A esta altura del documento, ya es posible ofrecer una definición acabada de
funcionamiento/no-funcionamiento útil para su movilización analítica. En términos
socio-técnicos, en el plano del analista:
Lejos de una característica o condición inmanente de los artefactos
tecnológicos, el “funcionamiento” o “no-funcionamiento” es la acción y resultado de
una relación interactiva entre humanos y no humanos, entre actores y artefactos que
se vinculan como parte de una alianza socio-técnica. El funcionamiento/no-
funcionamiento de un artefacto o sistema tecnológico es resultado de un proceso
contingente de co-construcción socio-técnica en el que intervienen elementos
heterogéneos: artefactos y sistemas, conocimientos, regulaciones y políticas,
materiales, financiamiento, desempeños técnicos, prestaciones, gustos y
preferencias de los usuarios, definiciones paramétricas, etc.
Y, en este sentido, el proceso de construcción de funcionamiento/no-
funcionamiento se resuelve en clave de los procesos de construcción de alianzas
socio-técnicas, sus bucles de retroalimentación y los vórtices que los consolidan.
Esta forma de abordar el análisis de los procesos de construcción socio-técnica
de funcionamiento/no-funcionamiento implican múltiples ventajas explicativas, que
pueden ser resumidas en términos de:
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1. Simetría en la explicación del funcionamiento y el no-funcionamiento.
2. Capacidad explicativa tanto en términos diacrónicos como sincrónicos (trayectoria
y dinámica de los procesos de construcción de funcionamiento y no-funcionamiento,
constitución y disgregación de sus alianzas socio-técnicas).
3. Generación de inteligibilidad de procesos heterogéneos no-lineales
(desconstrucción de “la complejidad”).
4. Superación de las nociones de evolución tecnológica y universalidad mediante la
noción de funcionamiento socio-históricamente situado.
5. Problematización del carácter identitario universalista de artefactos y sistemas
tecnológicos (desconstrucción de la unicidad y de la identidad de los artefactos).
6. Operacionalización metodológica del concepto en análisis de base empírica.
7. Inteligibilidad de las relaciones de correspondencia situada entre problemas y
soluciones (re-construcción socio-técnica de relaciones problema-solución).
8. Problematización de las conceptualizaciones lineales de “transferencia y difusión”.
9. Inteligibilidad de los procesos de construcción de sentido (semiosis) y
construcción de poder (micropolítica) en el plano socio-técnico.
10. Integración teórico-metodológica de los niveles del actor y del analista en los
análisis de base empírica.
11. Potencial de triangulación conceptual con terceros abordajes (economía del
cambio tecnológico, análisis de políticas, análisis ideológico, análisis cultural, de
género, estudios ambientales, etc.).
Así, en la práctica, el AST en términos de alianzas y procesos de construcción de
funcionamiento/no-funcionamiento posibilita la realización de una diversidad de
investigaciones de base empírica, al mismo tiempo que supone la generación de
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
nuevas capacidades explicativas sobre la base material de nuestras sociedades, la
constitución de las matrices materiales de afirmaciones y sanciones, la construcción
de órdenes de poder y gobernanza, la dinámica y trayectoria –así como la escala y
el alcance– de los procesos de cambio socio-técnico.
En forma complementaria, a lo largo del documento, se ha tratado de mostrar
las ventajas del AST en relación con los tres marcos teóricos que le dan origen:
Grandes Sistemas Tecnológicos, ANT y SCOT. A continuación, se presentan tres
cuadros resumiendo las principales limitaciones identificadas en cada enfoque y
como el AST les da respuesta.
Cuadro 1. Limitaciones del enfoque Grandes Sistemas Tecnológicos y
soluciones del AST
Limitaciones de Grandes Sistemas
Tecnológicos
Soluciones del AST
Limitación de la escala: El abordaje fue
desarrollado excluyentemente para el análisis
de grandes dinámicas y trayectorias de cambio
socio-técnico. Presenta inadecuaciones para
dinámicas sectoriales y más aún para cambios
artefactuales singulares.
Limitación del scope 1: El concepto de
“grandes sistemas tecnológicos” construye
como objeto de análisis privilegiado y
excluyente a los sistemas. Generando una
restricción para la explicación de procesos de
cambio tecnológico de alcance medio o
artefactual.
Diversificar la escala y profundizar el scope : Marco
analítico configurado en términos modulares (fractales).
Es decir, es posible analizar el funcionamiento de un
artefacto singular desde el concepto de alianza socio-
técnica y, al mismo tiempo, analizar el funcionamiento de
la alianza como sistema.
Limitación del scope 2: La solución analítica
en términos de “subsistemas” conlleva
dificultades metodológicas adicionales: ¿cómo
realizar el recorte de los subsistemas sin caer
en categorías ex ante?
Diversificar el scope: La pregunta de investigación
organiza y determina la escala y el alcance de los
observables a ser analizados. La pregunta define el
alcance de las alianzas (re-construcción analítica) y los
elementos que la integran. En función de la escala y
alcance de la pregunta es posible plantear: alianzas
singulares, alianzas en conflicto, o trayectorias socio-
técnicas desplegadas en alianzas socio-técnicas que
cambian. Así, se rompe completa y definitivamente con
las categorías de análisis ex ante.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Falacia del sistema organizado: La noción de
“constructor del sistema” implica dos falacias
argumentativas. 1) Todo system builder es
humano. 2) Al privilegiar –a priori– el papel
desempeñado por un conjunto restringido de
actores, tiende a verticalizar los análisis. En
última instancia, se genera una ficción de
gobierno sobre el sistema.
Relaciones socio-técnicas como sistema auto-
organizado: La noción de alianza permite contener
analíticamente los procesos de auto-organización que
resultan del interjuego de los elementos (humanos y no-
humanos) que la componen. La alianza puede tener uno
o más bucles que retroalimentan su funcionamiento y
estos conformar un vórtice. Si bien, ciertos actores
pueden ejercer agencia para tratar de gobernar las
dinámicas de la alianza, las relaciones que la integran se
resuelven siempre en forma auto-organizada.
Delimitación topológica del análisis 1: La
distinción entorno-sistema implica la
determinación a priori de un límite de frontera,
generando dificultades (epistemológicas y
metodológicas) para la operacionalización del
concepto en investigaciones de base empírica.
Espacios topológicos no apriorísticos: La topología
del análisis se desarrolla en dos instancias
metodológicas: 1. La pregunta de investigación y 2. La
(re)construcción analítica que surge de la base empírica.
Los elementos que explican (se integran en el
argumento) son parte del espacio topológico. Aquellos
que no explican, son despreciados por el análisis. Así,
categorías como “contexto”, “paisaje”, “externalidades”,
“sociedad”, “mercado” (entre otros), son excluidas del
AST. No existe tal cosa como fronteras de la alianza.
Limitación en el análisis diacrónico del
cambio: Si bien la noción de sistema es útil
para la (re)construcción analítica de relaciones
sincrónicas, es problemática en relaciones
diacrónicas: la conceptualización de Grandes
Sistemas Tecnológicos funciona mejor como
foto (imagen sincrónica de un estado del
sistema) que como película (representación de
un proceso heterogéneo, diverso y simultáneo).
Análisis diacrónico del cambio: Todo el análisis
propuesto desde el AST se orienta a explicar cambio y
estabilización, al mismo tiempo. A punto tal de afirmar
que, aquello que se estabiliza, lo hace en movimiento.
Las nociones de bucles y vórtices de retroalimentación
se ajustan a los requerimientos analíticos para dar
cuenta de estos procesos.
Fuente: Elaboración propia
Cuadro 2. Limitaciones de la Teoría Actor-Red y soluciones del AST
Limitaciones de la Teoría Actor-Red Soluciones del AST
Delimitación topológica del análisis: ANT
restringe sus análisis a la identificación de
actantes y la circulación de intermediarios, una
simplificación de dos categorías. Si bien las
“redes tecno-económicas” superan las
restricciones de alcance a priori de los “grandes
sistemas tecnológicos”, no permiten explicar
cómo se diseñan, producen, gestionan, evalúan
tecnologías y qué dirección adopta el cambio
tecnológico. Las interacciones contempladas por
Diversificación del espacio topológico: La noción
de co-construcción es clave para analizar tanto el
funcionamiento de las alianzas como de los
elementos heterogéneos que las componen (análisis
fractal). Así, el AST contiene analíticamente –de forma
explícita– el diseño, la producción, la gestión, la
evaluación de las tecnologías y la dirección del
cambio tecnológico.
Dado que, además, el AST es modular (fractal) es
posible configurar el análisis en términos de
dinámicas, trayectorias, procesos de cambio y
estabilización, funcionamiento /no-funcionamiento,
39
Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
ANT no alcanzan a explicar los procesos de co-
construcción.
artefactos singulares, grupos sociales, problemas,
soluciones, etc.
Así, el AST expande la topología del análisis.
Restricciones de la simetría radical: El
principio teórico-metodológico de simetría
radical, restringe el alcance de ANT a las
dimensiones analíticas aplicables a los no-
humanos. Así, un arsenal de conceptos de las
ciencias políticas, sociales, económicas,
antropológicas, etc. quedan inhibidos por
principio.
Simetría socio-técnica: El concepto de alianza
socio-técnica permite desconstruir el carácter
identitario de humanos y no-humanos, en tanto
artefactos y actores cuyo sentido se co-construye de
forma relativa en el marco de un conjunto de
interacciones socio-históricamente situadas. Esto no
implica una “ley” de simetría de las agencias. Por
ejemplo, los humanos aprenden, los no-humanos no.
Utilizando los procesos de co-construcción
desplegados en alianzas socio-técnicas es posible
preservar las ventajas del principio de simetría –
respecto de la capacidad de humanos y no-humanos
de alinear y coordinar a terceros– sin caer en las
trampas de la mono-disciplinariedad o el recorte de la
capacidad explicativa. Pero, al mismo tiempo, sin
caer en los problemas metodológicos del abordaje
Actor-Red.
Inhibición de triangulaciones conceptuales:
El principio de simetría radical supone, asimismo,
una restricción teórico-metodológica. En la
práctica, genera la incompatibilidad
epistemológica con todo abordaje que no respete
tal principio. Así, no es posible la
operacionalización de triangulaciones
conceptuales con abordajes generados por las
ciencias sociales, políticas, estudios culturales,
de género, etc.
Potencial de triangulaciones conceptuales: el
principio de simetría socio-técnica supone la ventaja
de que artefactos (sistemas tecnológicos, dinero en
sus múltiples formas, conocimientos y saberes,
documentos y otro tipo de evidencias materiales) y
actores (individuos, instituciones, naciones y
regiones) no dejan de ser tales sólo en virtud de ser
incorporados en las alianzas socio-técnicas. No se
convierten en meros intermediarios homogéneos por
el hecho de ser objeto de la agencia de terceros.
La simetría socio-técnica libera así un enorme
potencial de triangulación teórica. Obviamente no con
cualquier teoría, sino con aquéllas relativistas, con las
que entienden el poder como agencia, y con las que
centralizan su capacidad explicativa en la
(re)construcción analítica de relaciones.
Limitación en el análisis diacrónico del
cambio: En la práctica esta dimensión se
restringe a la declaración de “no universalidad”
de las redes, a su carácter socio-históricamente
situado.
El análisis del cambio es resuelto, en la práctica,
por sucesión de estados de la red, en
movimientos de alineamiento y coordinación, o
cambios en los grados de convergencia, o por el
seguimiento de procesos de cambios parciales.
Fotos, no películas.
Análisis diacrónico del cambio: Todo el análisis
propuesto desde el AST se orienta a explicar cambio y
estabilización, al mismo tiempo. A punto tal de afirmar
que, aquello que se estabiliza, lo hace en
movimiento. Las nociones de bucles y vórtices de
retroalimentación se ajustan a los requerimientos
analíticos para dar cuenta de estos procesos.
Trayectorias y dinámicas de co-construcción.
Falacia de la parte por el todo: ANT restringe el
análisis político-ideológico a operaciones de
traducción y a la circulación de soportes
Agencia de políticas (politics) e ideologías: La
agencia de los elementos políticos e ideológicos
excede la dimensión de sus soportes materiales. En
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
materiales. Toma a estos soportes como
representación suficiente de las ideas, principios,
visiones, valores, costumbres. Así, reduce todo
contenido político-ideológico a sus soportes
materiales.
los procesos de co-construcción contenidos en el AST,
ideas, principios, visiones, valores, costumbres e
ideologías se enlazan en interjuegos con actores
humanos y no-humanos.
Sesgo descriptivo. Si bien el abordaje es útil
para describir cómo ocurrieron las cosas,
presenta dificultades a la hora de explicar por
qué ocurrieron así, y no de otra manera.
Carácter analítico basado en estudios de base
empírica: El análisis de base empírica se presenta
siempre sobre la necesidad de responder una
pregunta de investigación de corte analítica,
orientada a responder por qué las cosas ocurrieron
de una manera y no de otra.
Fuente: Elaboración propia
Cuadro 3. Limitaciones del abordaje SCOT y soluciones del AST
Limitaciones del abordaje SCOT Soluciones del AST
Limitación en el análisis diacrónico del
cambio 1: SCOT resulta deficitario a la hora de
describir procesos de cambio. No provee
elementos conceptuales que permitan diferenciar
diacrónicamente cuando el sentido atribuido a un
artefacto tecnológico por un grupo social
relevante es alterado. Así, los conceptos de
clausura y estabilización se restringen a análisis
identitarios estáticos.
Análisis diacrónico del cambio 1: Todo el análisis
propuesto desde el AST se orienta a explicar cambio y
estabilización, al mismo tiempo. De hecho, en tanto
es posible analizar procesos de estabilización relativa
en estos términos, resulta dificultoso establecer
momentos de clausura. Porque aquello que se
estabiliza, lo hace en movimiento. Por otra parte, los
conceptos de dinámica y trayectoria socio-técnica
permiten captar las dimensiones diacrónica y
sincrónica en términos de fases de los procesos de
cambio.
Limitación en el análisis diacrónico del
cambio 2: El concepto “marco tecnológico”
guarda una excesiva afinidad determinista
tecnológica –más allá de las distancias teóricas
propuestas por Bijker– respecto de la noción
“paradigma tecnológico”.
Así, durante un periodo indeterminado los
conocimientos, el funcionamiento, los artefactos
paradigmáticos, las relaciones problema-
solución, los criterios estéticos y éticos quedan
clausurados hasta el momento de la sustitución
de un marco tecnológico por otro, generando
análisis, en última instancia, estáticos.
Análisis diacrónico del cambio 2: Las alianzas y
trayectorias socio-técnicas, los procesos de
construcción de funcionamiento / no-funcionamiento y
las múltiples formas de agencia permiten analizar de
manera dinámica los procesos de estabilización y
cambio.
Lejos de una sucesión de marcos tecnológicos es
posible detectar simultaneidades, competencias,
disputas de poder, conflictos, controversias y
diferendos en todos los procesos de cambio socio-
técnico. Así, lejos de clausuras y rupturas identitarias,
es posible captar movimientos de fluidez y
heterogeneidad. Más próximos a la noción de
momentum” de Hughes que a la de “paradigmas
tecnológicos”.
Tensión determinista social: Derivada de la
preponderancia de la asignación de sentidos
sobre la materialidad de los sistemas y
artefactos. La focalización en los procesos de
construcción de sentidos, ejercida por los grupos
sociales relevantes, incide en el análisis de forma
Co-construcción como ontología del enfoque
relacional: Los procesos de cambio y estabilización
se explican siempre, como procesos de co-
construcción que abarcan actores y artefactos,
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
excluyentemente semiótica. Así, el abordaje
resulta, en última instancia subjetivista,
determinista social.
Tensión determinista tecnológica: Derivada
del concepto “marco tecnológico”, que tiende a
acercarse riesgosamente a los abordajes
deterministas tecnológicos (principios
tecnológicos, matrices, plataformas cognitivas,
familias tecnológicas). Más allá de la tentativa de
deconstruir la unicidad del artefacto, esta
afinidad conceptual tiende a reestablecerla.
grupos sociales y sistemas tecnológicos, sentidos y
materialidades.
El AST permite reconstruir procesos de construcción
de funcionamiento / no-funcionamiento en términos
de co-construcción. Así, es posible identificar
dinámicas y trayectorias socio-técnicas, interacciones
simétricas entre humanos y no-humanos, superando
las restricciones deterministas.
Si bien el AST no deja de lado la asignación de
sentidos, complementa las explicaciones a partir de la
(re)construcción de las relaciones problema-solución
y de los interjuegos (auto-organizados) que se
establecen entre actores y artefactos.
Limitaciones en el análisis del poder: Si bien
el abordaje SCOT dispone de herramientas
conceptuales para incorporar la dimensión
política en sus diversas formas (micropolítica,
policy, politics, legislación y regulaciones, etc.), el
análisis en términos de ensamble socio-técnico
resulta insuficiente para abordar
enfrentamientos, controversias y diferendos.
Ampliación del análisis del poder: En las alianzas
socio-técnicas el poder es un ejercicio, una relación
entre elementos heterogéneos (actores y
tecnologías), donde el poder deriva del
funcionamiento / no-funcionamiento auto-organizado
de la propia alianza. Un abordaje simétrico de las
agencias de actores y artefactos no reduccionista.
Las alianzas socio-técnicas, los bucles y los vórtices
permiten analizar enfrentamientos entre alianzas
rivales.
Fuente: Elaboración propia
Finalmente, el AST posibilita una serie de investigaciones orientadas a analizar un
amplio abanico de cuestiones:
1- Surgimiento y estabilización de una nueva tecnología (de producto, proceso u
organización) en tanto resultado de un proceso sistémico interactivo. Y, en forma
fractal, construcción y estabilización del conjunto de relaciones que dinamiza/inhibe
el proceso de cambio tecnológico en términos de una trayectoria socio-técnica.
2- Por supuesto, también es posible analizar el desarrollo de nuevos
conocimientos y la generación de capacidades dentro del conjunto de relaciones que
se integran en una alianza socio-técnica. Pero en particular, explicar cómo esos
nuevos elementos generan cambios al nivel de artefactos discretos como al nivel de
sistemas tecnológicos (desde un proceso productivo hasta los mecanismos que
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regulan el funcionamiento monetario de una economía).
3- La construcción de los problemas de desarrollo (sociales y ambientales) como
parte de la dinámica de producción de soluciones tecnológicas. Luego, es posible
identificar quién gobierna esa producción y cómo lo hace, al mismo tiempo que los
mecanismos de alineamiento y coordinación de los elementos heterogéneos que se
integran en la dinámica de gobernanza.
4- Reconfiguración de las relaciones dentro una alianza y modificación del
funcionamiento/no-funcionamiento de un sistema tecnológico vigente a partir de una
nueva regulación, o una nueva percepción de riesgo (social o ambiental) o el
empoderamiento de un grupo social particular.
5- El desarrollo, estabilización y reificación de trayectorias de cambio tecnológico
particulares. Es posible, además, explicar por qué algunas trayectorias implican
dinámicas sociales inclusivas/excluyentes o procesos ambientalmente
sustentables/no sustentables.
6- Finalmente, pero no menos importante, la cuestión sobre quiénes gobiernan
un proceso de cambio tecnológico y cómo lo hacen. En especial, analizar las
relaciones entre actores y artefactos que construyen ganadores y perdedores de las
dinámicas de funcionamiento/no-funcionamiento. Y la construcción de dinámicas
socio-técnicas orientadas a lograr mayores niveles de autonomía y gobernabilidad
en países en vías de desarrollo.
Y, a vuelta de correo, el análisis de los procesos de construcción de
funcionamiento/no-funcionamiento también posibilita –con el mismo framework
diseñar nuevas normativas, nuevas trayectorias tecno-productivas, nuevas
estrategias socio-institucionales, nuevas políticas de desarrollo, socio-históricamente
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
adecuadas y particularmente útiles para países “en vías de desarrollo”. Países
alineados y coordinados, normalmente, en alianzas socio-técnicas exogeneradas.
Porque con este aumento de los niveles de inteligibilidad de las dinámicas de
construcción de condición periférica –pasiva y subsidiaria– de las alianzas socio-
técnicas locales es posible mejorar la gobernabilidad de la región, el desarrollo
inclusivo, la sostenibilidad de nuestros sistemas ambientales, la concepción de
nuevos futuros posibles, maximizando los efectos deseados, minimizando los
efectos no-deseados. Porque el funcionamiento de las sociedades es también una
construcción socio-técnica.
Los conceptos aquí propuestos están destinados a ampliar las posibilidades de
descripción y explicación simétrica de las dinámicas socio-técnicas de la región.
Pero esto no implica que sean conceptualizaciones ad hoc, de validez restringida a
América Latina. Como suele ocurrir tanto en las ciencias exactas como en las
sociales, el análisis de fenómenos locales ha abierto la posibilidad de revisar
críticamente las teorías disponibles, complementar y desarrollarlas más allá de sus
primeras configuraciones. Así, los conceptos construidos fueron concebidos como
herramientas teóricas adecuadas a diferentes escenarios globales.
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Artículo recibido el 25 de marzo de 2025
Aprobado para su publicación el 23 de junio de 2025