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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re60.534
Herramientas Agroecológicas: Innovaciones y
Adaptaciones en Fincas Puertorriqueñas en el contexto
neoliberal colonial+
Licia García Vergara*
Resumen
Este artículo examina la percepción común sobre los agricultores ecológicos,
poniendo énfasis en la importancia de los procesos preliminares de labranza de la
tierra. El objetivo principal es visibilizar al agricultor a través de sus herramientas,
mostrando cómo se convierten en extensiones de su ingenio y conocimientos,
adaptadas a los desafíos específicos del entorno agrícola y socioeconómico de
Puerto Rico. La investigación se realizó utilizando una metodología que combina
+ El presente artículo expone resultados derivados de entrevistas realizadas con seres humanos. La
autora declara que obtuvo el consentimiento informado de todos los participantes, quienes pidieron
exclusivamente ser citados en el artículo. Se respetaron las declaraciones y aportes de los
entrevistados, quienes fueron informados sobre el propósito del estudio. Los nombres de las fincas y
agricultores ecológicos se incluyen con el permiso explícito de cada uno, habiendo firmado una
declaración ética.
* Doctorado en Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires
(UBA). Instituto de Estudios sobre Ciencia y Tecnología en la Universidad de Quilmes (IESCT-UNQ-
CIC-BA). Conicet. Correo electrónico: licia.garcia.vergara@gmail.com
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observación participante in situ y netnografía, incluyendo entrevistas a cinco fincas
agroecológicas y un taller de soldadura eléctrica en Puerto Rico. Los resultados
subrayan la innovación y adaptación de herramientas agrícolas, ahora denominadas
herramientas agroecológicas, reflejando un cambio paradigmático hacia prácticas
más inclusivas y sustentables. Estas adaptaciones no solo optimizan la eficiencia en
las labores agrícolas, sino que también promueven la inclusión y la equidad,
desafiando roles tradicionales y de género y favoreciendo la economía de pequeña
escala.
Palabras claves
JÍBARO AGROECOLOGÍA PUERTORRIQUEÑA - ETNOGRAFÍA DIGITAL
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Introducción
Durante el siglo XIX, la agricultura en Puerto Rico experimentó variaciones
significativas, reflejando la adaptación y la resiliencia de sus agricultores ante
diversos desafíos. Estos retos incluyeron fluctuaciones climáticas (como sequías y
huracanes), cambios en las políticas comerciales internacionales, y la transición de
mano de obra esclava a libre. Sin embargo, esta “libertad” era en gran medida
ilusoria porque el nuevo sistema de trabajo asalariado a menudo perpetuaba
condiciones de explotación similares a la esclavitud. En el contexto de la dominación
colonial española, la agricultura se convirtió en el pilar fundamental de la economía
isleña, impulsada por la creciente demanda global de productos tropicales. Esta
demanda catalizó la expansión de cultivos de exportación como: el azúcar, café,
tabaco, y cítricos. Con el tiempo, la dinámica agrícola puertorriqueña se vio
influenciada por la transición hacia la producción en grandes plantaciones, lo que a
su vez afectó las prácticas tradicionales y el papel de los pequeños agricultores. La
introducción de métodos de cultivo más intensivos y la dependencia de insumos
externos marcaron una transformación en el panorama agrícola, generando
tensiones entre dichas prácticas tradicionales y las nuevas demandas del mercado
(Picó, 1986).
Concurrente con el surgimiento de las plantaciones azucareras con sus
maquinarias pesadas, persistía una tradición de agricultura de subsistencia
practicada por los jíbaros. Esta evolución no solo subrayó la adaptabilidad de los
agricultores locales, sino también su capacidad para integrar conocimientos
ancestrales con las innovaciones y exigencias del contexto global cambiante. El
término ‘jíbaro’ se refiere al campesino puertorriqueño con marcada herencia
española, aunque con menos influencia africana o taína (Serrano, 2017:30). Incluso,
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pasada la mitad del siglo XX, muchos pobladores del interior de la isla continuaban
autodenominándose jíbaros con orgullo, como seña de identidad (Álvarez, 2014). La
comprensión del término es crucial para este estudio, ya que encapsula una
identidad cultural y un conjunto de prácticas que han perdurado a lo largo del tiempo.
Esta agricultura de pequeña escala se basaba en el conocimiento ancestral y en
técnicas adaptadas a las condiciones geográficas y climáticas de la isla. De modo
que, mientras el monocultivo del azúcar se expandía por las costas, los jíbaros en
las zonas montañosas sembraban una variedad de cosechas para consumo
personal, manteniendo viva una tradición agrícola diversificada.
La persistencia de técnicas tradicionales, refinadas a lo largo de generaciones,
junto con la arraigada identidad jíbara, ha fomentado la creación y utilización de
herramientas propias, diseñadas para las condiciones climáticas locales y las
necesidades particulares de los agricultores puertorriqueños actuales. Este
fenómeno no solo refleja una adaptación técnica, sino también una resistencia
cultural y una afirmación de identidad frente a los cambios económicos y sociales. La
transición política tras la Guerra Hispanoamericana (1898), que convirtió a Puerto
Rico en territorio estadounidense, catalizó transformaciones profundas en el sector
agrícola. A lo largo del siglo XX, la isla experimentó una nueva metamorfosis hacia
una economía industrial y de servicios, lo que llevó a un declive en la importancia
económica de la agricultura (Ayala y Bernabe, 2007). Sin embargo, la agricultura de
subsistencia persistió como práctica muy común en las zonas rurales. Álvarez (2014)
destaca que los campesinos mantuvieron vivas sus tradiciones y conocimientos
ancestrales sobre el manejo de la tierra. Entonces, es lógico inferir que las prácticas
asociadas a la creación y utilización de implementos agrícolas artesanales también
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perduraron, dado que estas herramientas eran parte integral de su labor cotidiana
que respondía a necesidades prácticas.
Actualmente, Puerto Rico pertenece a pero no es parte de Estados Unidos. Es
decir que cualquier ley antes de ser implementada, primero debe ser aprobada por
Estados Unidos. Sin embargo, toda ley promulgada en Estados Unidos tiene
aplicación inmediata en Puerto Rico. Así fue con la implementación de las leyes de
cabotaje1; limitando a Puerto Rico, aún en la actualidad, tener comercio marítimo con
otros países. Dado a su naturaleza geográfica, la isla caribeña recibe las
importaciones por vía marítima. Puerto Rico depende del comercio marítimo y existe
una relación directa de causa y efecto entre las leyes de cabotaje y el desarrollo
económico. La economía de Puerto Rico, al igual que su sistema político, ha
mantenido su carácter periférico y dependiente a lo largo de su historia (Serrano,
2017: 35). Inicialmente, el país siguió un modelo de desarrollo agrícola centrado en
el mercado interno de los Estados Unidos. Posteriormente, se implementó un
modelo de desarrollo manufacturero que atrajo a industrias mediante exenciones
fiscales. Las políticas de desarrollo en Puerto Rico siguen dependiendo en gran
medida de incentivos fiscales dirigidos al capital extranjero, lo que a menudo prioriza
los intereses de los Estados Unidos sobre las necesidades locales. Dado que Puerto
Rico es colonia de Estados Unidos, está profundamente dependiente de las dádivas
de la metrópoli imperial. El cambio de enfoque de la agricultura orientada al
1 Las leyes de cabotaje que afectaron significativamente a Puerto Rico incluyen la Ley Foraker (1900)
y la Ley Jones (1920). La Ley Foraker obligó a Puerto Rico a utilizar exclusivamente barcos
estadounidenses con tripulación estadounidense para el transporte de bienes comerciales. La Ley
Jones reafirmó y fortaleció la aplicación de estas y otras leyes federales a Puerto Rico, consolidando
el control de Estados Unidos sobre el comercio marítimo de la isla.
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autoconsumo de productos locales hacia un modelo orientado a las importaciones,
ha contribuido significativamente a la dependencia y al aumento de los costos de
vida en la isla.2
En consecuencia, este costo de vida aumenta progresivamente. Esta situación
ha sido una preocupación constante para todos los puertorriqueños. Como tal,
dentro del contexto agrícola, la falta de recursos económicos es una de las razones
principales que ha perpetuado la transmisión de saberes de generación en
generación porque debido a la imposibilidad de acceder a maquinaria moderna, los
agricultores se ven obligados a valerse por sí mismos, manteniendo y adaptando
técnicas para labrar la tierra. Esta tradición de agricultura de subsistencia se arraigó
principalmente en regiones donde los métodos agrícolas no-convencionales
prevalecían. El término ‘no-convencional’ abarca una variedad de enfoques agrícolas
que divergen de los métodos industrializados y dependientes de insumos químicos
sintéticos, los cuales se han establecido como la norma convencional en la
agricultura moderna. Sin embargo, la introducción de los monocultivos y
agroquímicos, promovidos agresivamente por corporaciones multinacionales como
Monsanto, precipitó un cambio drástico en estas prácticas. Monsanto, bajo el
pretexto de un ‘marketing verde’, explotó la amenaza de una hambruna global como
2 Charles, D. (13 de mayo de 2017). How Puerto Rico lost its home-grown food, but might find it again.
The Salt. Según las estadísticas del Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA), las ventas
totales de las fincas en PR han disminuido en dos tercios desde 1964. Tierras agrícolas de alta
calidad, muchas de las cuales antes se utilizaban para cultivar caña de azúcar, permanecen sin uso.
A pesar de su clima tropical, que permite a los agricultores cultivar alimentos durante todo el año, PR
importa el 85% de sus alimentos https://www.npr.org/sections/thesalt/2017/05/13/527934047/how-
puerto-rico-lost-its-home-grown-food-but-might-find-it-again
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mecanismo de venta, argumentando la necesidad de acelerar los ciclos de cosecha
(Holt-Giménez y Patel, 2009).
La implementación de estos métodos industriales generó una competencia
asimétrica, exacerbada por políticas agrarias que favorecían la agricultura a gran
escala. Consecuentemente, un gran porcentaje de agricultores se vieron forzados a
abandonar sus tierras desencadenando un éxodo rural significativo y una erosión de
los conocimientos agrícolas tradicionales3. En respuesta a la filosofía productivista
de la Revolución Verde4 en la década de 1950 y a la creciente dependencia de
insumos externos como semillas patentadas, fertilizantes químicos y maquinaria
importada, surge la agroecología en la década de 1970, con especial fuerza en
Latinoamérica. A raíz de esto, movimientos sociales, tomaron la agroecología como
herramienta de lucha para defender la agricultura campesina y la soberanía
alimentaria a nivel mundial.
En el caso de Puerto Rico, una red de consumidores y productores
puertorriqueños de pequeña escala (urbana y rural), preocupados por la pérdida de
3 Según Héctor Cuadra (2017) en su capítulo del libro Puerto Rico, una crisis histórica, la penetración
progresiva y persistente del capital estadounidense en la isla, junto con la imposición de un nuevo
patrón económico por parte del gobierno colonial norteamericano, resultó en una serie de problemas
económicos y sociales. Esta intervención extranjera llevó a una irracionalidad económica que impidió
un proceso de industrialización autónomo, una acumulación de capital nacional, y generó desempleo
estructural, emigración de la fuerza laboral, abandono y empobrecimiento de las zonas rurales,
además de un desarrollo cultural distorsionado.
4 La Revolución Verde, impulsada inicialmente por la Fundación Rockefeller y la Fundación Ford en la
década de 1940, fue un movimiento para aumentar la productividad agrícola global. Según la FAO
(1996), inicialmente, centrada en países occidentales, la Revolución Verde alcanzó su impacto global
al extenderse a países en desarrollo en la década de 1970.
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autonomía y el control sobre la producción de alimentos por parte de las
comunidades locales, decidieron establecerse como organización bajo el nombre de
Organización Boricuá (1989). Esto marcó un giro en la concepción de la agricultura,
al entender que adquirir alimentos nunca fue la meta principal, sino lograr la
autosuficiencia; un objetivo inextricablemente ligado a la política. En las últimas
décadas, el movimiento agroecológico ha cobrado fuerza en Puerto Rico. Como
parte fundamental de este proceso, se ha suscitado un renovado interés en las
herramientas agrícolas. Herramientas tradicionales y populares como el machete y la
azada, están siendo ingeniosamente readaptadas para satisfacer las necesidades
específicas de la agricultura ecológica. Por eso, su denominación de herramientas
agroecológicas.
La palabra innovar implica la creación de algo nuevo utilizando ingenio y
creatividad, fundamentado en los recursos y condiciones específicas del entorno
local. Innovar en el contexto agroecológico significa desarrollar herramientas y
prácticas que sean sustentables y adaptadas a las particularidades del terreno,
clima, y cultura local. Esto puede incluir el uso de materiales reciclados y
reutilizados, aprovechando elementos disponibles para crear soluciones eficaces y
económicas. Por otro lado, adaptar se refiere a la modificación de herramientas y
métodos existentes para mejorarlos y hacerlos más adecuados a las necesidades
específicas de una situación dada. Por lo tanto, este estudio examina la innovación y
adaptación de herramientas agroecológicas en Puerto Rico, analizando su
contribución a la agricultura de conservación y su evolución para abordar cuestiones
de género y diversidad. La investigación busca, además, redefinir el concepto de
agricultor, tradicionalmente limitado a una imagen estereotipada de ‘campesino
masculino’ que solo siembra y cosecha. Se propone deconstruir esta noción
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reduccionista para revelar el papel multifacético de las y los agricultores en la
producción agroecológica, ampliando a su vez la comprensión de su importancia en
el contexto socioeconómico puertorriqueño.
Marco teórico
El análisis de las herramientas agroecológicas en Puerto Rico se sitúa en el marco
de las transformaciones agrícolas globales y los movimientos de resistencia local.
Para comprender plenamente la importancia y el significado de estas herramientas,
es imperativo examinar los conceptos fundamentales que subyacen a su desarrollo y
uso continuo, así como el contexto histórico y socioeconómico en el que han
evolucionado. En este escenario, la soberanía alimentaria emerge como un
concepto primordial, adquiriendo particular relevancia debido al legado colonial de
Puerto Rico y su prolongada dependencia económica de los Estados Unidos. De
modo que, su definición trasciende la mera sustentabilidad agrícola, abarcando
aspectos de autonomía económica y cultural. Se ha establecido ampliamente que la
soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a determinar sus propios
sistemas alimentarios y agrícolas (Altieri, 2009; Edelman 2013; Gordillo y Méndez,
2013; Rosset y Martínez, 2014). Este concepto supera los límites de la seguridad
alimentaria, enfatizando no solo el acceso a los alimentos, sino también el control
sobre los medios de producción y los sistemas de distribución. Esta visión integral de
la soberanía alimentaria se extiende a las prácticas agrícolas, incluyendo la
determinación de métodos de cultivo, y se enriquece con el concepto de ‘matriz de la
naturaleza’ propuesto por Vandermeer y Wright (2009). Esta perspectiva postula que
la conservación de la biodiversidad, la producción de alimentos y la soberanía
alimentaria son objetivos intrínsecamente interconectados. Así, el modelo subraya la
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inseparabilidad de la soberanía alimentaria de su contexto ecológico, quedando la
naturaleza impregnada en la esencia misma del concepto en toda su complejidad y
diversidad.
De igual manera, estrechamente vinculada a la soberanía alimentaria se
encuentra la agroecología. Más que una disciplina científica, es un movimiento social
y político que promueve la producción de alimentos sin el uso de agroquímicos
dañinos, con el objetivo de diseñar sistemas agrícolas sustentables, resilientes y
socialmente justos (Félix, 2019; Giraldo y Rosset, 2021). Es importante resaltar que,
aunque el concepto de agroecología es relativamente moderno, sus raíces se
remontan a las prácticas ancestrales de los pueblos indígenas y campesinos, como
los jíbaros puertorriqueños. Los agricultores tradicionales cultivaban la tierra sin
depender de agroquímicos respetando los ciclos naturales, mucho antes de que se
acuñara este término. Más aun, ha sido la agroecología quien ha facilitado la
recuperación y adaptación de dichas tradiciones, incorporando innovaciones
necesarias para enfrentar incluso desafíos actuales, como la crisis climática (Álvarez
y Félix, 2020).
En Puerto Rico, la agroecología no es solo una práctica agrícola, sino un acto
de resistencia y recuperación territorial. Para los agricultores agroecológicos, no se
trata únicamente de reducir el uso de agroquímicos o adoptar prácticas
regenerativas, sino de asegurar su permanencia en la tierra frente a un modelo
agroindustrial y colonial que históricamente los ha desplazado. El acceso a la tierra
es uno de los mayores desafíos que enfrentan: la mayoría cultiva en terrenos
alquilados, prestados o comunitarios, con pocas garantías de estabilidad. Aun así,
estas fincas agroecológicas han logrado convertirse en espacios de producción
diversificada y resiliente, en los que la siembra no solo es un medio de subsistencia,
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sino una estrategia de adaptación y soberanía. Los agricultores trabajan con
semillas criollas resistentes, seleccionadas por su capacidad de soportar las
condiciones climáticas extremas de la isla, como las lluvias torrenciales o el calor
intenso. Existe una búsqueda constante por aquellas variedades que no solo
prosperen en estos entornos, sino que también minimicen la aparición de plagas sin
necesidad de agroquímicos.
Entre los cultivos más comunes se encuentran los tubérculos como: la batata,
la yuca, la malanga, el ñame y la yautía, que son altamente resilientes y
fundamentales en la dieta local. Asimismo, se cultivan hortalizas como la lechuga del
país, la col, la albahaca, el recao, los tomates, los ajíes dulces, la berenjena y el
quimbombó, todas adaptadas a las variaciones estacionales del clima. Más allá de lo
cultivado, la agroecología también implica una revalorización de especies
comestibles no convencionales que han estado presentes en el paisaje, aunque su
consumo se haya relegado. Entre ellas se encuentran la ortiga (Urtica dioica), una
planta medicinal y comestible con múltiples usos; los lerenes (Calathea allouia), un
tubérculo nativo de Puerto Rico; el limoncillo (Cymbopogon citratus),
tradicionalmente utilizado en infusiones, pero que ahora se incorpora en diversas
preparaciones culinarias; el hibisco o flor de jamaica (Hibiscus sabdariffa), cuya flor
se ha redescubierto como ingrediente para jugos, mermeladas y encurtidos; y la
espinaca africana (Celosia argentea), una planta con alto valor nutricional que ha
comenzado a ser integrada en la alimentación local. Recuperar y revalorizar estas
especies no solo amplía la diversidad alimentaria, sino que también fortalece el
conocimiento ecológico tradicional y la soberanía alimentaria en un contexto de alta
dependencia de importaciones.
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En una isla sometida a políticas neoliberales impuestas por Estados Unidos,
donde la producción local ha sido marginada en favor de un sistema agroindustrial
basado en la importación, la agroecología se convierte en una herramienta política.
No es solo una técnica de cultivo, sino una estrategia de autodeterminación que
desafía la lógica extractivista del mercado y reconstruye la relación entre el pueblo y
su tierra. Cultivar, en este sentido, es también resistir, proteger los ecosistemas y
garantizar el derecho a la alimentación desde una perspectiva que prioriza la
autonomía y la justicia social. Por consiguiente, en el punto de convergencia entre la
soberanía alimentaria y la agroecología, las herramientas agroecológicas ocupan su
espacio, adquiriendo un significado que trasciende su función práctica. Implementos
como: el machete, la coa, el pico, y el trinche se erigen no solo como instrumentos
de trabajo, sino como símbolos de la resiliencia e ingeniosidad del agricultor
ecológico local. Incluso, para comprender plenamente el significado de estas
herramientas, es útil considerar el concepto de ‘condición campesina’ propuesto por
Ploeg (2010). Esta condición se establece como una lucha constante por la
autonomía y la subsistencia en un contexto de privación y dependencia. La
adaptación y el uso de herramientas agroecológicas ejemplifican lo que Ploeg (2010)
denomina el ‘principio campesino’; una forma de resistencia activa y creativa ante las
fuerzas que amenazan la autonomía y el estilo de vida de los agricultores.
Una de las resistencias activas se centra precisamente en las herramientas
agroecológicas que trascienden su función meramente utilitaria. Estas herramientas
se han convertido en instrumentos claves para la práctica de la Agricultura de
Conservación (Moretti, 2019). Mediante la adaptación de estas herramientas, se
reduce la dependencia de la labranza mecánica intensiva y el uso de maquinaria
impulsada por combustibles fósiles, contribuyendo a un modelo agrícola más
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sustentable. Incluso, esta transformación también refleja y promueve una
concepción más amplia de la soberanía alimentaria, al empoderar a los agricultores
con métodos más autónomos y ecológicamente responsables. Por ejemplo, la
adaptación de implementos tradicionalmente diseñados para manos masculinas a
las necesidades ergonómicas de las mujeres agricultoras con manos más pequeñas,
ejemplifica cómo la innovación en herramientas puede fomentar la inclusión de
género en la agricultura. Por lo tanto, esta práctica no solo optimiza la eficiencia
laboral, sino que también desafía las normas de género en la agricultura,
promoviendo una participación más equitativa.
En un contexto de recursos limitados, las herramientas también encarnan la
simbiosis entre la ingeniosidad local y la cruda realidad económica. Es decir, reflejan
también la imperiosa necesidad de inventárselas (como se diría en jerga
puertorriqueña) y hacer mucho con poco frente a la falta de capital y apoyo
gubernamental. De modo que, el ingenio se convierte en una habilidad crucial. La
evolución y modificación de herramientas a partir de materiales localmente
disponibles es testimonio de la capacidad del agricultor para transformar la
adversidad económica en un catalizador que no solo genera una economía local,
sino que también la fortalece. Como consecuencia, la economía local se nutre no
solo de intercambios monetarios, sino también del intercambio de conocimientos. La
venta e intercambio de saberes de estas herramientas adaptadas entre agricultores
fortalece los lazos comunitarios y fomenta una red de apoyo mutuo, creando un
ecosistema de innovación rural. Más aún, esta economía local, también conocida
como economía popular tiene su intersección con la agricultura familiar como han
señalado algunos académicos (Grabois y Pérsico, 2015; Navós López, 2019; Halpin,
2022). A esto se le sumaría la agricultura de conservación (Vaccaro, Beltran y
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Paquet, 2012; Moretti, 2019). La convergencia de estos tres enfoques, ofrece un
paradigma prometedor para abordar la precariedad y las limitaciones tecnológicas
que caracterizan a este sector. Esta integración no solo optimiza las prácticas
agrícolas, sino que también acentúa la necesidad de re-evaluar y redefinir el papel
del agricultor en el contexto moderno.
Por consiguiente, el término ‘agricultor’, como una palabra en sí misma, ha sido
utilizado para describir de manera generalizada a aquellos que trabajan en el campo,
pero esta denominación puede minimizar u obviar la naturaleza y alcance de su
labor. Siguiendo las ideas de Wolf (1971) es también crucial observar cómo las
categorías insertadas en la palabra agricultor están arraigadas en relaciones
sociales, económicas, y políticas más amplias. Es por tal razón, que la práctica del
agricultor trasciende lo que la propia palabra sugiere. Sin embargo, hasta el sol de
hoy, la percepción común sobre el trabajo del agricultor a menudo se reduce a lo
que es fácilmente observable, sin considerar las profundas complejidades que están
intrínsecamente relacionadas con diversos factores. Estos incluyen desde las
condiciones climáticas cada vez más volátiles hasta el acceso al agua, la calidad de
las semillas, las condiciones del suelo, así como consideraciones económicas y
financieras, entre otros desafíos. Para comprender la esencia de la agricultura, es
primero crucial explorar el significado etimológico de la palabra misma, la cual
implica el arte de cultivar y habitar la tierra (Giraldo, 2013: 97). Este habitar de
Heidegger (1994) implica vivir junto a los demás y con todo lo que es diferente de
uno mismo. Por tanto, cultivar y habitar, en su sentido más amplio, implican cuidar la
vida y proporcionarle protección y atención adecuada. De manera que, la definición
misma de agricultura nos lleva a reconocer su conexión connatural con el medio
ambiente y todo lo que lo conforma. Esta relación intrínseca nos remite a lo
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establecido inicialmente de que la naturaleza se entrelaza inherentemente con el
concepto de soberanía alimentaria, y habitarla es reconocerlo. Dentro de este
contexto, es imperativo reconsiderar el significado de la palabra agricultura y adoptar
el término agroecología, que encapsula no solo la práctica de labrar sino también la
interdependencia con el entorno natural y social.
A medida que profundizamos en nuestra comprensión de lo que implica la
agricultura, es importante reflexionar sobre cómo evolucionan las denominaciones
asociadas a esta labor. En el contexto puertorriqueño, es tiempo de adoptar una
terminología más inclusiva y representativa como ‘agricultor ecológico’ que refleje
mejor la diversidad y la complejidad del trabajo en este ámbito. Esta nueva
denominación no solo reconoce las habilidades técnicas y el conocimiento profundo
que poseen estos agricultores, sino que también desmitifica la idea romántica del
campo. Lejos de ser un idilio pastoral, el campo es un lugar de trabajo intenso y
agotador, donde la producción de alimentos requiere un esfuerzo considerable y una
gran dedicación. Esta investigación se propone examinar estas realidades a través
del prisma de las innovaciones y adaptaciones en herramientas agroecológicas,
ofreciendo así una perspectiva más matizada y pragmática del trabajo agroecológico
puertorriqueño.
Metodología
Reconocemos que comer es, fundamentalmente, un acto político (Appadurai, 1981;
DaMatta, 1986; Ducasse y Regouby, 2018). Esta dimensión política se extiende a
todos los procesos relacionados con la alimentación, desde la producción hasta el
consumo, pasando por la distribución. Así, la política se convierte en un factor crucial
al estudiar cómo se siembra, cosecha, cuida, cocina y consume. Nos enfocamos en
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la alimentación, pero a menudo pasamos por alto el proceso previo que la hace
posible: la agricultura y sus prácticas de cultivo. Conocer cómo se cultivan los
ingredientes que forman parte de las comidas tradicionales, qué técnicas se utilizan
y cómo se adaptan a las condiciones locales nos brinda una perspectiva integral
sobre la relación entre la tierra, la producción de alimentos, y nuestra cultura
culinaria.
En este contexto, las herramientas agroecológicas empleadas en la labra
emergen como elementos cruciales que conectan la tradición con la sustentabilidad.
Estas herramientas no son meros instrumentos; son portadoras de conocimiento
ancestral y manifestaciones tangibles de resistencia cultural. No solo analizamos
objetos físicos, sino que desentrañamos todo un sistema de conocimiento que
vincula el pasado con el presente y que podría ofrecer soluciones para los desafíos
agrícolas del futuro. Esta investigación reconoce el papel fundamental de dichas
herramientas y cómo, a través de ellas, se preservan prácticas agrícolas
sustentables. Además, se enfatiza su adaptación a las condiciones climáticas y
topográficas específicas de Puerto Rico, el mantenimiento de la biodiversidad
agrícola, la transmisión intergeneracional de conocimientos y técnicas, y la
promoción de la soberanía alimentaria.
De modo que, el estudio adopta un enfoque cualitativo basado en una
metodología etnográfica participativa (Balbi, 2020) y centrado primordialmente en la
etnografía digital o netnografía, un término acuñado por Kozinets (2014). Si la
etnografía es el estudio descriptivo (graphos) de la cultura (ethnos) de una
comunidad (Aguirre Baztán, 1997: 3), el estudio de las comunidades en red (netnos)
se ha denominado netnografía (Castillo, 2023: 342). Además, investigar las
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comunidades, ciberculturas, comportamientos y relaciones online de personas y
grupos abre nuevas posibilidades teóricas y prácticas para ampliar el ámbito de
conocimiento en el ámbito social dentro de un nuevo estar allí (Del Fresno, 2011:45
citado en Castillo, 2023: 342).
Otra parte metodológica consistió en revisión de literatura, la cual no se limita a
textos académicos, sino que incluye obras literarias que ofrecen valiosas
perspectivas sobre la realidad social del agricultor de finales del siglo XIX y
principios del XX. Novelas puertorriqueñas como El gíbaro de Manuel Alonso (1849)
y Los soles truncos de René Marqués (1958), aunque obras de ficción, se basan en
la realidad social de su tiempo. Estas obras literarias proporcionan una ventana a la
vida y costumbres de los jíbaros (los campesinos puertorriqueños), reflejando
aspectos de la identidad cultural y el papel crucial que estos desempeñaron en la
preservación de las tradiciones agrícolas y artesanales, a pesar de los profundos
cambios socioeconómicos y políticos experimentados por la isla. Esta aproximación
interdisciplinaria, que combina fuentes históricas, sociológicas y literarias, enriquece
nuestra comprensión de la evolución del sector agrícola puertorriqueño y la
persistencia de prácticas tradicionales en un contexto de rápida modernización. Es
necesario expandir nuestro análisis más allá de las fronteras disciplinarias
tradicionales e incorporar perspectivas que aborden la visión cruda y realista de la
vida de los agricultores de esa época. La inclusión de estas narrativas literarias
permitió capturar matices, experiencias vividas, y percepciones sociales que a
menudo escapan a los registros académicos.
Por consiguiente, la investigación se hizo a cinco fincas agroecológicas y a un
taller de soldadura eléctrica llamado El Trinche, cuyo fundador, Francisco Javier,
también es agricultor ecológico. Estas fincas representan un espacio de sustento y
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consumo propio, así como un lugar de trabajo para la venta de productos
agroecológicos. Se encuentran localizadas en diferentes partes de Puerto Rico,
manteniendo una red de interconexión cohesionada. Los agricultores involucrados
han establecido vínculos entre ellos que facilitan el intercambio de conocimientos y
recursos, incluyendo las herramientas agroecológicas desarrolladas en cada
localidad.
Se realizaron entrevistas abiertas y semiestructuradas, tanto presencialmente
como a través de la plataforma social WhatsApp, debido a la distancia entre la
investigadora y los participantes. WhatsApp resultó particularmente eficaz,
ofreciendo funcionalidades como chat, envío de fotos y videos, y llamadas,
permitiendo una interacción continua y detallada con los participantes. Cada
entrevista consistió en tres preguntas claves:
1) ¿Cuáles son las dificultades en la labranza que has enfrentado en la finca
agroecológica y te han inspirado a innovar o adaptar herramientas para optimizar las
tareas de siembra y cultivo?
2) ¿Podrías detallar las herramientas que has modificado?
3) En comparación con las herramientas convencionales, ¿qué mejoras concretas
has logrado? ¿Qué tareas o procesos se han vuelto más eficientes o efectivos
gracias a las modificaciones?
Los entrevistados tuvieron la flexibilidad de responder por escrito, a través de
mensajes de texto, o mediante grabaciones de audio. Esta variedad en los métodos
de respuesta permitió a los entrevistados elegir el formato con el que se sentían más
cómodos, facilitando así respuestas más extensas y detalladas. En el caso de las
herramientas específicas, muchos optaron por enviar notas de voz atadas a las
fotos, lo que les permitió describir de manera más vívida y precisa el funcionamiento
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y uso de estas herramientas agroecológicas. Este método no solo capturó la
información técnica necesaria, sino que también mostró los matices lingüísticos y la
riqueza de lo oral tan importante en la transmisión de conocimientos agrícolas.
A través de los audios, se evidenció también una adaptación lingüística de los
entrevistados a su realidad cotidiana, con un uso frecuente del spanglish. Esta
mezcla reflejaba no solo la fusión de culturas, sino también el esfuerzo por integrar
términos técnicos agrícolas en inglés a su vocabulario español. Así, expresiones
como time-saving o más friendly, al igual que nombres de herramientas como high-
tunnel y u-bar o broadfork eran comunes, demostrando cómo el lenguaje
evolucionaba para adaptarse a las necesidades comunicativas en un contexto
bilingüe, al mismo tiempo mezclándose con jergas boricuas como corillo y de origen
africano como eñagotarse. Este fenómeno lingüístico facilitó la transmisión de
conocimientos agrícolas, e ilustró la resiliencia y adaptabilidad de la comunidad en
su intento por navegar entre dos mundos lingüísticos.
En el marco de esta investigación, cada finca agroecológica puertorriqueña
proporcionó información valiosa sobre distintas herramientas agroecológicas.
Después de cada entrevista, se sintetizaron los datos en tablas para resumir las
innovaciones y adaptaciones, haciendo más visible el proceso de transformación.
Con el fin de facilitar la comprensión para lectores no especializados en agricultura,
se ha incorporado un glosario visual (ver Fig. 1) que complementa las definiciones
de las herramientas y su terminología asociada. Esta decisión metodológica surge
de la experiencia propia durante el proceso de investigación, donde se evidenció la
necesidad de desarrollar un léxico especializado. El glosario visual no solo sirve
como herramienta didáctica para el lector, sino que también refleja el proceso de
adquisición de conocimiento técnico inherente a este estudio etnográfico. Esta
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
aproximación busca tender puentes entre el conocimiento especializado del sector
agrícola y un público más amplio, fomentando así una mayor accesibilidad y difusión
de los hallazgos de la investigación.
Figura 1. Glosario Virtual sobre las terminologías agrícolas convencionales
Fuente: Elaboracion propia, 2024
Finca Aurora en Yabucoa (Este de la isla)
Omar García Morales, agricultor ecológico de la Finca Familiar Agroecológica
Aurora, detalla el desarrollo de una herramienta prototípica para la siembra de recao
y cilantrillo, dos plantas que forman parte del consumo habitual del puertorriqueño,
incluso plantas muy vendidas en los mercados agroecológicos. La herramienta inicial
fue construida utilizando tubos de PVC de 1/2 pulgada (ver Fig. 2), diseñada para
hacer 6 hoyos simultáneamente y equipada con un cabo para evitar trabajar
arrodillado.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Figura 2. Primer Prototipo (versión PVC)
Fuente: Foto tomada por Omar García (agricultor), en mayo de 2024.
Con el tiempo, junto a Basilio Santana (agricultor y suegro de Omar), desarrollaron
una versión metálica que ofrecía mayor durabilidad y mejor rendimiento. Esta nueva
versión está diseñada para marcar hoyos en una mesa o en el suelo, cubriendo un
área de 3 pies de ancho y haciendo marcas cada 6 pulgadas (ver Fig. 3). Esta
herramienta demostró ser particularmente efectiva y fue incluso adoptada por otras
fincas como Finca el Vapor. Este diseño permitió incrementar significativamente la
eficiencia, permitiendo sembrar hasta 24,000 plantas en 3 días, en contraste con la
siembra manual que resultaba en un agotador trabajo que obligaba a muchos
trabajadores a renunciar el mismo día. Otra modificación fue al rastrillo de dientes
duros, el cual fue cortado a la mitad para poder limpiar entre los surcos sin dañar los
contornos de los bancos de siembra (ver Fig. 4).
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Figura 3. Segundo Prototipo (versión metálica)
Fuente: Foto tomada por Omar García (agricultor), en mayo de 2024.
Omar, menciona:
La de realizar los hoyos tomó como unas 2 a 3 horas tomar las medidas,
cortarlo y luego soldarlo. La confección de la idea tomó también su tiempo
pero facilitó que ya teníamos un prototipo previo de PVC. En general 4 horas
en total. Los rastrillos, poco tiempo, media hora como mucho […] La realidad
nosotros tenemos muchas herramientas modificadas con cabos de metal ya
que la mayoría de las herramientas se fabrican fuera y los cabos son de
madera, a veces no tratada o de mala calidad, y el comején se las come y la
humedad del campo en PR las daña. Ya quedan pocas personas que
encaban con madera del país (Entrevista realizada a Omar García, 2024)
Figura 4. Rastrillo modificado cortado a mitad
Fuente: Foto tomada por Omar García (agricultor), en mayo de 2024.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Tabla 1. Herramientas Agroecológicas – Finca Aurora
Herramienta Innovación /Adaptación Mejoría en la
herramienta
Impacto / Beneficios
adicionales
Herramienta para
siembra de recao y
cilantrillo
Creación propia: Construida
con tubos de PVC de 1/2
pulgada
Creación propia: Construida
con metal
Equipada con cabo
para hacer 6 hoyos
simultáneamente en
mesas
Cubre un área de 3
pies de ancho y marca
hoyos cada 6 pulgadas
en mesa o suelo.
Incrementa la
eficiencia, permite
sembrar hasta 24,000
plantas en 3 días
Evita trabajar
arrodillado
Reduce el agotamiento
físico, mejor
durabilidad, y mejor
rendimiento
Rastrillo de dientes
duros
Cortado a la mitad Permite limpiar entre
los surcos sin dañar los
contornos de los
bancos de siembra
Mejora la precisión en
el mantenimiento de los
surcos y reduce daño a
las plantas
Herramientas con
cabos de madera
Reemplazo por metal Mayor durabilidad en
condiciones de
humedad y resistencia
al comején
Economiza tiempo y
reduce la necesidad de
reemplazo frecuente
del cabo
Fuente: Elaboración propia, 2024
Finca el Vapor, en San Lorenzo (Sureste de la isla)
Josué “Wisin” Díaz Coss, agricultor ecológico de la Finca El Vapor y de la Red de
Agricultores del Este, mencionó que ha fabricado y modificado diversas herramientas,
incluyendo mesas para las cajas de abejas y componentes para estructuras como los
ranchos de recao. Un aspecto destacado de sus adaptaciones es la modificación de
la coa, una herramienta tradicional taína que originalmente se usaba con piedra y
madera. En la finca, la herramienta se ha transformado con tubos metálicos (ver Fig.
5), en lugar de madera, para mejorar su durabilidad y funcionalidad.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Figura 5. Coa con cabo metálico
Fuente: Foto tomada por Wisin Díaz (agricultor), en mayo de 2024.
Wisin, menciona:
Una razón adicional para modificar herramientas es mi interés en aprender
nuevas habilidades. Cuando estaba sin trabajo, tomé un taller con El Trinche
y trabajé con él durante un tiempo. Este aprendizaje no solo me permitió
adquirir habilidades valiosas, sino también me motivó a resolver problemas en
la finca de manera más eficiente con lo que tenía a mano. En lugar de
depender de herramientas comerciales caras, he hecho muchas
modificaciones y creaciones por mi cuenta (Entrevista realizada a Omar Wisin
Díaz, 2024).
La combinación de los costos de soldadura y la dificultad para encontrar
herramientas comerciales adecuadas en Puerto Rico ha llevado a Finca el Vapor a
realizar modificaciones y creaciones propias, utilizando materiales reciclados y
rescatados, como sopandas de carro. Para optimizar el uso de la coa, se prefieren
versiones más pesadas; por lo tanto, se unen dos sopandas de carro para aumentar
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
su peso y resistencia. Aunque esto hace que la herramienta sea más pesada y
requiera más esfuerzo para levantarla, esta mayor densidad resulta beneficiosa para
los terrenos arenosos de San Lorenzo.
Wisin, continúa:
Con el tiempo, hemos tenido varias versiones de la coa. Las anteriores
tenían la parte superior abierta, pero esta última presenta una adaptación
significativa. El artesano que la fabricó, aunque está por retirarse debido a
problemas de visión, nos ayudó a rellenar la parte superior con una forma
redondeada. Esto previene que la tierra se acumule y caiga sobre
nosotros, algo que solía suceder con los modelos anteriores […] Las
herramientas comerciales, a menudo de hierro colado o hierro chino,
tienden a doblarse y no resistir las demandas de la finca. Por ello,
continuamos adaptando y modificando nuestras herramientas para que se
ajusten mejor a nuestras necesidades específicas Entrevista realizada a
Omar Wisin Díaz, 2024).
Tabla 2. Herramientas Agroecológicas – Finca el Vapor
Herramienta Innovación /Adaptación Mejoría en la
herramienta
Impacto / Beneficios
adicionales
Coa con cabo de
madera
Coa con cabo de
metal (1ra versión)
Coa con cabo
metálico (última
versión)
Reemplazo por tubo
metálico con materiales
reciclados como sopandas
de carro
Parte superior abierta
Parte superior redondeada
(cerrada)
Mayor durabilidad y
resistencia al comején
-
Previene acumulación
de tierra
Mayor resistencia, y
aunque más pesadas,
así son excelente para
terrenos arenosos
Mejora la comodidad
del agricultor
Fuente: Elaboración propia, 2024
Finca el Josco Bravo en Toa Alta (Norte de la isla)
Santiago Acosta González, agricultor ecológico de la Finca el Josco Bravo,
menciona que muchas de las modificaciones de las herramientas están impulsadas
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
por la necesidad de hacer las operaciones más eficientes y accesibles
económicamente. Por ejemplo, la modificación de los picos para reducir su peso y la
adaptación de una asada de mano (llamada en el Josco como hachuela) en metal,
que sustituye la madera, resuelven problemas prácticos (ver Fig. 6). Al igual que
otras fincas, Santiago detalla que la elección de materiales más duraderos, como el
metal en lugar de la madera, no solo prolonga la vida útil de las herramientas, sino
que también ofrece resistencia adicional frente a problemas como el ataque de
termitas o comején.
Santiago, menciona:
[…] de herramientas modificadas que yo conozco pues todos los picos en
la finca. Generalmente, el pico tiene una parte plana y pues se le quita la
parte de pico porque para propósitos de agricultura pues realmente el pico
es más para terrenos con mucha piedra mientras que el lado plano se
utiliza más y quitarle ese piquito le reduce el peso a la herramienta y
permite a uno utilizarla con más facilidad y cansándose menos (Entrevista
realizada a Santiago Acosta Gonzáles, 2024) (ver Fig. 7)
Figura 6. Herramientas modificadas (de izquierda a derecha: pico, hachuela,
pala)
Fuente: Foto tomada por Santiago Acosta (agricultor), mayo de 2024
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Figura 7. Pico sin pico (versión modificada vs. original)
Fuente: Foto tomada por Santiago Acosta (agricultor), mayo de 2024
Una tercera adaptación es la construcción de microtúneles, utilizando varillas y sarán
El sarán es una malla diseñada primordialmente para la protección solar. Su
implementación en la finca se usa en los meses más calurosos, protegiendo el
cultivo (en particular hojas) del sol y calor. También ayuda a proteger las cosechas
del impacto de lluvias fuertes e intensas. Aunque existen productos comerciales para
la construcción de túneles, los altos costos y la falta de adecuación a la escala
necesaria hacen que la fabricación propia sea una solución más viable.
Santiago, dice:
Los microtúneles son pequeños túneles individuales para cada banco de
cultivo, compuestos por arcos de varilla cubiertos con sarán. Los arcos de
varilla los fabricamos en la finca. Existen productos comerciales que realizan
esta misma función, pero en Puerto Rico los costos de adquirir herramientas
tan especializadas a la escala que necesitamos, ya que necesitamos muchos
microtúneles y por ende muchos arcos, no son económicamente viables. Es
más costo-efectivo comprar las varillas y construir los arcos nosotros mismos.
[…] varias herramientas especializadas, aunque muy útiles en la finca, tienen
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
precios que no son accesibles para la mayoría de los proyectos de pequeña y
mediana escala (Entrevista realizada a Santiago Acosta Gonzáles, 2024)
Además, Santiago destaca que muchas herramientas y materiales en el Josco Bravo
son rescatados y reutilizados, lo que no solo reduce costos, sino que también
disminuye la huella de carbono. Incluso, a menudo encuentran herramientas que la
gente ha dejado tiradas en las calles. Normalmente, si se les rompe el cabo, las
personas prefieren comprar una nueva, descartando la pieza de metal con la madera
rota. En el Josco recuperan estas herramientas, le quitan la madera y las reutilizan.
Santiago, continúa:
Los high tunnels o invernaderos que tenemos en la finca no los hemos
modificado aún, pero nos hemos dado cuenta de que su diseño no es
adecuado para el trópico. Hemos conversado con varias personas que
también los tienen y muchas enfrentan problemas de plagas. Creemos que
esto se debe a que al estar completamente cerrados con sarán alrededor, se
limita la entrada de diversas especies y se afecta el microclima por la falta de
ventilación. Una posible modificación que estamos considerando es quitar
total o parcialmente el recubrimiento de sarán para mejorar la ventilación que
puede aumentar el calor y la incidencia de enfermedades. Esto facilitaría la
entrada de insectos polinizadores y otros insectos beneficiosos. Este es un
ejemplo de cómo una tecnología, al no estar adaptada a nuestras
condiciones, puede tener efectos adversos. Por lo tanto, estamos evaluando
cómo podemos adaptar esta tecnología a nuestras necesidades específicas
(Entrevista realizada a Santiago Acosta Gonzáles, 2024).
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Tabla 3. Herramientas Agroecológicas – Finca el Josco Bravo
Herramienta Innovación /Adaptación Mejoría en la
herramienta
Impacto / Beneficios
adicionales
Pico Eliminación del pico Flexibilidad en su
manejo y reducción del
peso
El agricultor hace
menos esfuerzo físico
Hachuela con cabo
de madera
Reemplazo por cabo
metálico
Mayor durabilidad y
resistencia al comején
Más liviana y fácil de
usar
Microtúneles Creación propia: Hecha con
arcos de varilla y sarán
Más costo-efectivo y
adecuado para la
escala necesaria
Alternativa más viable
económicamente que
productos comerciales
para pequeños túneles.
En temporadas de
mucho calor y lluvia,
protegen la cosecha.
Palas con cabo de
madera
Reemplazo por cabo
metálico
Mayor durabilidad y
resistencia
Reutilización de
herramientas
encontradas; reducción
de costos y huella de
carbono
High tunnels o
invernaderos
evaluación para modificar el
recubrimiento de sarán
Mejora ventilación,
facilita la entrada de
insectos polinizadores,
y evita la incidencia de
enfermedades a las
cosechas
Adaptación pendiente
para mejorar el
microclima y reducir
problemas de plagas;
ajuste para condiciones
tropicales
Fuente: Elaboración propia, 2024
Finca Agroecológica la Comarka en Utuado (Centro-Oeste de la isla)
José “Joey” Pomales Raimundi, agricultor ecológico de la Finca la Comarka,
mencionó una herramienta que heredó de su suegro. Tanto la herramienta como la
práctica en la que se emplea son poco conocidas y están en peligro de desaparecer.
Se trata de capar el ñame, un método tradicional de deshierbe del ñame (tubérculo
comestible puertorriqueño) que consiste en hacer un corte transversal para separarlo
de los bejucos (raíces). Este procedimiento permite extraer el tubérculo completo sin
dañarlo ni partirlo, lo que prolonga su vida útil después de la cosecha. Además, las
raíces que quedan expuestas pueden replantarse, asegurando futuras cosechas.
Para realizar esta técnica, se utiliza un machete sin curva ni pico (Fig. 8), una
herramienta similar a una espátula. Su diseño facilita el manejo en comparación con
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
una pala o un pico, que podrían dañar el tubérculo durante la extracción.
Joey, menciona:
El ñame se capa a mitad de su ciclo de crecimiento para extraer una primera
parte que se destina al consumo, al intercambio o a la venta. Después de este
proceso, el ñame capado se vuelve a enterrar para que, tras varios meses, la
semilla recupere su crecimiento y pueda ser utilizada nuevamente para
siembra. Hay especialistas, hay personas, que hacen esta práctica, y es una
práctica bien artesanal y de mucho cuidado porque no puedes romper el
ñame cuando lo estás capando. La corva se utiliza para esta práctica que es
característica de ciertos pueblos en Puerto Rico, como Utuado, Lares, y Las
Marías. En contraste, en localidades como Barranquita, Corozal, Orocovis,
Naranjito o hacia el este de la isla, la práctica del capado de ñame no se
realiza o es muy poco conocida (Entrevista realizada a José Pomales
Raimundi, 2024).
Figura 8. Machete para capar: herramienta modificada de un machete viejo
Fuente: Fotos tomadas por Joey Pomales (agricultor), mayo de 2024
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Joey también habló sobre su innovación; una azada modificada que combina el
deshierbo y el aterraje en un solo pase, optimizando el trabajo en cultivos como
rábanos y cebollines. Siendo la mayoría de las azadas con base chata o lisa
horizontalmente, Joey decidió cortarla de manera puntiaguda (ver Fig. 9). De esta
manera, funciona similar a una fullosa agrícola, pero con un diseño más práctico
para su uso en la finca.
Figura 9. Azada modificada para tener base puntiaguda (versión modificada vs.
versión original)
Fuente: Fotos tomadas por Joey Pomales (agricultor), mayo de 2024
Otra innovación fue una herramienta sencilla pero eficaz para maximizar el espacio
en las bancas de cultivo. Utilizando dos tabletas de madera, similares a reglas, cada
una con agujeros en las esquinas, Joey introdujo varillas en los agujeros y las colocó
en los extremos de la banca (ver Fig. 10). Luego, tendió hilos de esquina a esquina,
dividiendo la banca en secciones iguales, lo que permitió una plantación equidistante
de los cultivos de berenjenas, tomates, pimiento, kale, pepinillo, y repollo o col. Joey
mencionó que, aunque existen herramientas comerciales para este propósito, su
invención casera es más precisa y eficiente para sus necesidades específicas.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Figura 10. Herramienta modificada para la plantación equidistante de cosechas
Fuente: Fotos tomadas por Joey Pomales (agricultor), mayo de 2024
Además, Joey mencionó que en Puerto Rico enfrentamos un desafío con las
herramientas agrícolas disponibles, especialmente con las azadas importadas de
Centro y Suramérica. Estas herramientas suelen tener los cabos o mangos cortos
que no se ajustan bien a las necesidades locales. Para resolver esto, él ha optado
por modificar las azadas para que tengan cabos más largos, lo que ayuda a proteger
la espalda y facilita el trabajo sin tener que agacharse tanto. Joey aboga por la
fabricación de más herramientas locales para apoyar a los pequeños y medianos
agricultores. Además, resaltó que, sobre todos los beneficios, la modificación de
herramientas resulta en un ahorro de tiempo a la hora de trasplantar, cultivar y
cosechar.
Joey, continúa:
Desafíos y dificultades puedo mencionarte muchos pero uno de ellos es el
tiempo disponible versus cantidad de tareas. Necesito más que todo que las
herramientas me resulten “time-saving” a la hora de trasplantar, cultivar y
cosechar [...] para la mayoría de los que estamos acá y las que estamos acá,
pues son herramientas quizás un poco pequeñas, y entonces pues lo que he
optado es por hacer cabos de azadas más largos, verdad, que tengan más
33
Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
alcance, y así pues tratar de proteger también la espalda, y no estar tanto
tiempo cerca del suelo, y también pues he optado por herramientas que
vienen quizás de países más del norte, que son cabos mucho más largos, y
entonces pues puedo hacer tareas de deshierbar sin tener que básicamente
casi eñangotarme tanto, eso es uno de los retos, que es conseguir
herramientas en Puerto Rico que sean de un poco más, no sé, más pensadas
en el ahorro de trabajo en la finca, esa es una desventaja que tenemos en
Puerto Rico (Entrevista realizada a José Pomales Raimundi, 2024).
Tabla 4. Herramientas Agroecológicas – Finca Agroecológica la Comarka
Herramienta Innovación /Adaptación Mejoría en la
herramienta
Impacto / Beneficios
adicionales
machete para capar
Hecha a partir de un
machete viejo,
transformado en una
especie de espátula
Facilita el deshierbo de
los ñames, práctica
ancestral
Mejor flexibilidad y
prolonga la vida útil del
tubérculo tras la
cosecha, evitando que
se parta.
Azada con punta
plana
Azada de cabos
cortos
Creación propia:
Se le hizo pico a la punta
Se modificaron para que
sean más largos
Optimiza el trabajo en
cultivos para combinar
el deshierbo y el
aterraje en un solo
pase
Mejor comodidad
Funciona similar a una
fullosa agrícola, pero
con diseño más
práctico
Protege la espalda y
facilita el trabajo sin
agacharse tanto
Herramienta para
maximizar espacio
en bancas
Creación propia:
Tableta de madera con
agujeros en esquinas para
insertar varillas y tender
hilos
Plantación equidistante
y maximización del
espacio
Invento casero más
preciso y eficiente que
herramientas
comerciales similares
Fuente: Elaboración propia, 2024
Pueblo Nuevo en Ciales (Norte-Centro de la isla)
Dilora González Morales, agricultora ecológica de Pueblo Nuevo, también explicó
que en la finca enfrentan desafíos significativos debido a la disponibilidad limitada de
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
herramientas adecuadas. Al igual que Joey, mencionó que las azadas importadas
suelen tener cabos cortos, lo que resulta incómodo para el trabajo prolongado. Para
resolver esto, Dilora y su pareja Javier Andrades Nazario, han optado por modificar
las herramientas, alargando los cabos de las azadas para mejorar el alcance y
reducir la tensión en la espalda. Además, Javier, también ha realizado
modificaciones en los machetes (ver Fig. 11), que suelen llegar con cabos de
plástico o madera inadecuada para el uso intensivo y contexto caribeño. Javier ha
adaptado estos machetes usando madera local que él misma corta y lija,
ajustándolos para que sean más cómodos, especialmente para las mujeres.
Figura 11. Machetes modificados con madera local
Fuente: Foto tomada por Dilora González (agricultora), mayo de 2024
Dilora, menciona:
Para nosotras las mujeres principalmente es bien difícil conseguir machetes
que sean cómodos pero a la vez fuertes. Es casi imposible que el mismo
cabo funcione para la mano de todes y en términos de la forma del machete
igual. Usualmente los livianos son los sables, pero tienen una función
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
específica (cortar pastos y tallos más flacos) los otros que son las gruesos
suelen ser grandes y super pesados para nosotras así que con la
modificación se hacen un poco más livianos y los cabos pueden tener una
forma más “friendly” para nuestras manos que usualmente son más pequeñas
(Entrevista realizada a Dilora González Morales, 2024).
Pueblo Nuevo, incluso, ha adaptado herramientas para niños (ver Fig.12),
haciéndolas más pequeñas y livianas. Estas modificaciones no solo mejoran la
eficiencia en el trabajo, sino que también responden a consideraciones económicas,
ya que adaptar las herramientas resulta más costo-efectivo en comparación con la
compra de nuevas herramientas que pueden ser limitadas en el mercado local.
Figura 12. Herramientas modificadas para la inclusión de niños(as) en las
tareas agroecológicas
Fuente: Foto tomada por Dilora González (agricultora), mayo de 2024
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Tabla 5. Herramientas Agroecológicas – Pueblo Nuevo Ciales
Herramienta Innovación /Adaptación Mejoría en la
herramienta
Impacto/ Beneficios
adicionales
Azada con cabo
corto
Alargamiento de los cabos Mayor comodidad y
eficiencia en el trabajo
prolongado
Más costo-eficiente y
reduce la tensión en la
espalda
Machete con cabo
de plástico o
madera importada
Adaptación con madera
local, cabos más largos y
cómodos (especialmente
para las mujeres)
Modificaciones para
resolver la incomodidad
de los cabos de plástico
o madera inadecuada e
importada.
Machetes más
cómodos y ligeros,
prácticos para manos
más pequeñas
Azada y rastrillo
para niños
Reducción del tamaño y
peso de las herramientas
Adaptaciones
ergonómicas que
promueven la inclusión
segura de niños en
tareas agrícolas
Herramientas más
accesibles y adecuadas
para los niños,
promoviendo la
participación de los
más jóvenes en la
agricultura
Fuente: Elaboración propia, 2024
El Trinche en Guaynabo (Norte de la isla)
Francisco Javier López, agricultor ecológico, soldador, y creador del actual e
innovador trinche, revela una rica historia de conexión con la agricultura y la
invención. A pesar de iniciar su formación en ingeniería mecánica, Francisco
siempre mantuvo un espíritu inventivo y curioso, Se inició en la agricultura a finales
de 1991. Tras varios años de práctica agroquímica, en 1997 comenzó su transición
hacia un enfoque agroecológico. Para el 2002, decidió prescindir por completo de la
maquinaria agrícola y realizar todas las labores de labranza y cultivo de forma
manual. Durante sus estudios universitarios, tuvo la oportunidad de aprender a
soldar acero con la intención de explorar su potencial artístico. Con el tiempo,
transformó esta habilidad en una herramienta clave para su labor agrícola,
diseñando y fabricando implementos de labranza adaptados a las necesidades del
campo.
37
Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Inspirado por técnicas de agricultura biointensiva como el “broadfork” o “U-bar”
y por el libro “How to Grow More Vegetables” de John Jeavons, Francisco lleva 22
años perfeccionando lo que hoy conocemos como el trinche. Durante ese periodo ha
entregado más de 300 piezas. El trinche es una herramienta esencial para el arado
de terrenos no cultivados previamente. La primera versión del trinche no tuvo éxito,
pero tras varios intentos, en 2003, creó un modelo funcional que se convirtió en la
base de su producción durante más de una década. Una característica distintiva de
este diseño es su estructura modular, ya que la herramienta no se compone de una
única pieza monolítica, sino que consta de dos elementos tubulares que se
ensamblan mediante un sistema de rosca en la base del rastrillo (ver Fig. 13). Esta
configuración modular no solo facilita su transporte y almacenamiento, sino que
también permite una mayor flexibilidad en su mantenimiento y potencial adaptación a
diversas condiciones de uso.
Figura 13. El Trinche
Fuente: Instagram de @el_trinche_pr (2025)
Inicialmente fabricada con sopandas de camiones, la versión actual (desarrollada en
2017) utiliza materiales más ligeros como tubos de acero galvanizado y púas
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
forjadas a partir de muelles de carro reciclados. Esta evolución redujo el peso de la
herramienta de 24 libras a aproximadamente 17 libras. Francisco también creó una
versión más pequeña llamada el trinchito, el cual pesa aproximadamente 10 libras.
El trinchito se caracteriza por su ergonomía optimizada, permitiendo su manipulación
con una sola mano sin requerir un esfuerzo significativo. La imagen (ver Fig.14)
demuestra la manejabilidad del instrumento, ilustrando cómo un individuo puede
sostenerlo y operarlo con facilidad, lo que sugiere una mejora en la eficiencia y
comodidad para el usuario durante tareas agrícolas prolongadas.
Figura 14. El Trinchito (en la foto: Dilora de Pueblo Nuevo Ciales)
Fuente: Foto tomada por Francisco Javier (agricultor), mayo de 2024
Francisco, menciona:
Ya deben haber pasado de 40 a 45 personas por mi taller. Quizás más. Lo
que pasa también es que hay gente que ha tomado el curso agroecológico del
Josco Bravo. De ese corillo ha venido mucha gente. Podemos decir que sí,
por lo menos unas 100 (Entrevista realizada a Francisco Javier, 2024).
La filosofía de Francisco en la creación de herramientas refleja un profundo respeto
por la reutilización de materiales. Enfatiza el uso de materiales reciclados, como
láminas de acero de muelles traseros de camionetas, no solo por economía sino
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
también por compromiso con el medio ambiente. Su visión va más allá de la
fabricación; busca redefinir el concepto de herramientas emblemáticas agrícolas,
integrando prácticas ecológicas y una mayor conciencia sobre la interdependencia
entre tecnología y naturaleza. A través de sus innovaciones, Francisco demuestra
que es posible cultivar la tierra de manera responsable, fusionando tradición y
modernidad. Además, ofrece clases mensuales de soldadura en su taller
denominado “Desde la Chatarra” (ver Fig. 15). Estas clases tienen como objetivo
fomentar la reutilización de materiales metálicos recuperados para la fabricación de
herramientas agroecológicas.
Figura 15. Taller de Soldadura “Desde la Chatarra”
Fuente: Instagram de @el_trinche_pr, mayo de 2023
Francisco, continúa:
Cuando yo pienso en agricultura, cuando a mí me hablan, pues si me hablan
en mi contexto personal, yo inmediatamente pienso en una práctica adecuada
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
e inspirada en la naturaleza. Pero sin descartar la tecnología. Eso es
imposible […] Trinches hay por ahí, y en su fabricación resulta ser una
herramienta muy pesada. Si alguien me la pide así, se lo explico, y en verdad
no la recomiendo a menos que la quiera comprar por razones de colección.
Recomiendo la Old School o mi versión (Entrevista realizada a Francisco
Javier, 2024).
Tabla 6. Herramientas Agroecológicas – El Trinche
Herramienta Innovación /Adaptación Mejoría en la
herramienta
Impacto/ Beneficios
adicionales
trinche Reducción de peso
mediante el uso de tubos
de acero galvanizado y
púas forjadas de muelles
de carro reciclados
División en partes: no
conforma una única pieza,
sino dos tubos que se
enroscan en la base del
rastrillo
Reducción del peso de
24 libras a 17 libras;
mayor facilidad de uso
y eficiencia y facilita el
transporte y manejo
Enfatiza el uso de
materiales reciclados y
la conexión entre
tecnología y naturaleza
trinchito Versión más pequeña y
ligera del trinche, utilizando
materiales reciclados
Peso reducido a
alrededor de 10 libras;
Apto para operaciones
agrícolas de pequeña
escala
Diseñado para ser
manejado fácilmente
incluso con una mano.
Fuente: Elaboración propia, 2024
Resultados y Discusiones
La innovación en herramientas agroecológicas en el contexto puertorriqueño
constituye un fenómeno multidimensional que trasciende la mera adaptación
funcional. Este proceso de modificación de implementos agrícolas representa una
respuesta ingeniosa a los desafíos locales, mientras simultáneamente refuerza la
autonomía de los agricultores frente a las presiones de la globalización y la
estandarización agroindustrial. El análisis comparativo de las tablas de
‘Herramientas Agroecológicas’ correspondientes a cada finca entrevistada,
incluyendo el taller de soldadura, reveló patrones comunes en las modificaciones de
herramientas agroecológicas. Pero, al mismo tiempo, demostró que exhibían
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características distintivas que reflejan la especificidad de cada contexto
microambiental y socioeconómico. Para sintetizar y visualizar estas características,
se elaboró una tabla adicional (ver Tabla 7) que consolida y categoriza los patrones
observados en tales innovaciones agroecológicas. Esta sistematización proporciona
un marco analítico para futuras investigaciones en este campo.
La ergonomía de las herramientas agrícolas comerciales tradicionalmente ha
reflejado un sesgo de género y físico, siendo diseñadas predominantemente para
hombres con manos grandes y diestros. Esta estandarización ha generado barreras
significativas para la participación equitativa de mujeres, niños y personas con
diversas características físicas en las actividades agrícolas. La adaptación de estas
herramientas, como mencionado por Pueblo Nuevo Ciales, emerge como una
respuesta crucial a esta problemática, abordando las dimensiones de género, edad y
diversidad física en la agricultura. Las modificaciones observadas incluyen el
alargamiento de cabos, la reducción de peso, y el rediseño para un uso ambidiestro,
lo que facilita su manejo por usuarios de diferentes estaturas, fuerzas y preferencias
de mano. Estas adaptaciones no solo mejoran la ergonomía y la comodidad, sino
que también promueven la inclusión y la equidad en la producción alimentaria. Por
ejemplo, la fabricación de herramientas utilizables tanto con la mano izquierda como
con la derecha desafía la norma del diseño exclusivamente diestro, mientras que los
ajustes en peso y tamaño permiten su uso eficiente por parte de mujeres y jóvenes.
Estas innovaciones trascienden el ámbito meramente técnico, constituyendo
una forma de resistencia activa contra las normas de género tradicionales en la
agricultura. Al facilitar una participación más amplia y diversa en las tareas agrícolas,
estas adaptaciones contribuyen a la deconstrucción de roles de género
preestablecidos y fomentan una distribución más equitativa del trabajo agrícola. La
personalización de herramientas agrícolas, por lo tanto, se revela como un
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mecanismo de transformación social, que no solo optimiza la eficiencia y la
seguridad en el trabajo agrícola, sino que también cataliza cambios en las dinámicas
de género y poder dentro de las comunidades agrícolas. Este enfoque inclusivo en el
diseño de herramientas agrícolas se alinea con los principios de la agroecología, que
buscan no solo la sustentabilidad, sino también la justicia social y la equidad en los
sistemas alimentarios.
Más aún, en el aspecto sociolingüístico de estas innovaciones se manifiestan
en la adopción del spanglish en el léxico agrícola local. Este fenómeno lingüístico no
solo refleja la influencia del inglés, sino que constituye una forma de resistencia
cultural. El uso de términos híbridos en las descripciones cotidianas de las
herramientas y procesos agrícolas permite a los agricultores integrar conceptos
técnicos foráneos en su marco de referencia local, facilitando la transmisión de
conocimientos. La transmisión intergeneracional de conocimientos, ejemplificada por
la herencia de herramientas como la corva y las prácticas asociadas, como el
capado del ñame, ilustra cómo estas innovaciones no solo preservan técnicas
agrícolas tradicionales sino que también revitalizan el patrimonio cultural inmaterial.
Es decir, este proceso de adaptación se convierte en un diálogo activo entre el
pasado y el presente, donde cada ajuste a una herramienta trae consigo una
narrativa de prácticas agrícolas históricas, reinventándolas para adaptarlas al nuevo
contexto. Este ecosistema de innovación se sustenta en una robusta red de
colaboración y economía solidaria local. El intercambio de conocimientos,
ejemplificado por la difusión del trinche y otras herramientas adaptadas a través de
cursos de agroecología como los ofrecidos por El Josco Bravo, cataliza un ciclo
continuo de innovación participativa. Este proceso dinámico fusiona el conocimiento
técnico con la experiencia práctica local, contribuyendo significativamente al
desarrollo de una tecnología apropiada y localmente desarrollada. En el contexto
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puertorriqueño, la intersección entre la agroecología, las innovaciones propias y
colectivas, y la soberanía alimentaria ofrecen un terreno fértil para futuras
investigaciones sobre cómo las comunidades pueden reclamar y redefinir sus
sistemas alimentarios en un mundo globalizado, mientras abordan desafíos únicos
derivados de su estatus político y legado colonial.
Tabla 7. Resumen de Herramientas Agroecológicas de Entrevistados
Temas
Sobresalientes
Descripción de la
innovación
/adaptación
Relación con la Soberanía Alimentaria
Género y
ergonomía
Las herramientas se
modifican para
adaptarse a diferentes
estaturas, fuerzas y
géneros, como el
alargamiento de cabos y
el diseño más cómodo
para mujeres y niños
Facilita una participación equitativa en la
agricultura, desafiando normas tradicionales y
redefiniendo roles de género. Promueve la
inclusión y permite una mayor equidad
Lenguaje El uso del spanglish en
el léxico agrícola local y
la preservación de
términos como trinche y
corva reflejan un
fenómeno
sociolingüístico que
combina tradición con
modernidad
Actúa como una forma de resistencia cultural y
negociación identitaria. Refleja la realidad
sociocultural de los agricultores puertorriqueños y
apoya la soberanía alimentaria al preservar y
adaptar conocimientos tradicionales en un
contexto globalizado
Transmisión
Intergeneracional y
Memoria Colectiva
Adaptaciones para
niños y la herencia de
herramientas
tradicionales como la
corva permiten la
preservación y
transmisión del
patrimonio cultural
Asegura la continuidad de valores comunitarios y
conocimientos tradicionales, cruciales para la
soberanía alimentaria
Economía y Redes
de Conocimiento
La fabricación local y la
adaptación de
herramientas fomentan
una economía solidaria
y redes de apoyo
comunitario
Refuerza la economía local al reducir costos y
promover el intercambio de conocimientos. Las
redes de apoyo mutuo fortalecen la resiliencia
comunitaria y la práctica efectiva de la soberanía
alimentaria mediante la colaboración y el capital
social
Sustentabilidad y
Autonomía
Uso de materiales
reciclados y adaptación
a condiciones locales
específicas, como la
reutilización de tubos de
acero y la modificación
de herramientas
Demuestra un compromiso con la sustentabilidad
ambiental y la autonomía económica. Reduce la
dependencia de insumos externos y refleja una
resistencia a la estandarización industrial,
apoyando la resiliencia y autonomía en la
producción agrícola local
Fuente: Elaboración propia
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Conclusión
Las innovaciones en herramientas agroecológicas, observadas en este estudio,
ofrecen un lente a través del cual se puede reinterpretar y expandir el concepto de
soberanía alimentaria. Estas adaptaciones, lejos de ser meras modificaciones
técnicas, encarnan los principios fundamentales de la soberanía alimentaria en su
sentido más amplio e inclusivo. Al incorporar consideraciones de género, jergas
(lenguaje local), contexto socioeconómico, y adaptaciones climáticas específicas,
estas herramientas se convierten en manifestaciones tangibles de una visión
holística de la producción alimentaria. Estas innovaciones, al responder a
necesidades económicas específicas y fomentar la autosuficiencia, ejemplifican
cómo la soberanía alimentaria se manifiesta no solo en políticas macroeconómicas,
sino también en las prácticas cotidianas. Por lo tanto, estas herramientas
agroecológicas adaptadas se erigen como símbolos tangibles de una soberanía
alimentaria que es inclusiva, adaptativa y profundamente arraigada en las realidades
locales, ofreciendo una perspectiva enriquecida y matizada de este concepto crucial
en el discurso agrícola contemporáneo.
Este trabajo abre nuevas líneas de investigación sobre la interrelación entre la
innovación tecnológica a pequeña escala, la agroecología, y la búsqueda de la
soberanía alimentaria en contextos similares. Futuros estudios podrían explorar
cómo estas prácticas de innovación local pueden ser integradas en políticas
agrícolas más amplias para fomentar sistemas alimentarios más resilientes y
equitativos. Así, las innovaciones agroecológicas estudiadas encarnan una visión de
la soberanía alimentaria que va más allá de la producción de alimentos; representan
un compromiso profundo con la salud del planeta y el bienestar de las comunidades
agrícolas. Estas herramientas, adaptadas con ingenio y respeto por la tradición local,
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se convierten en instrumentos de cambio, promoviendo una agricultura que no solo
alimenta, sino que también sana y regenera.
Figura 16. “Cuando necesites darle acupuntura a la Madre Tierra ahí está El
Trinche’
Fuente: Intagram de @el_trinche_pr, mayo de 2023
En última instancia, la soberanía alimentaria no solo se trata de quién controla la
producción de alimentos, sino también de quien labra la tierra. Las herramientas
agroecológicas adaptadas, como el trinche de Javi (ver Fig. 16), son testimonios
tangibles de una agricultura que busca no solo sostener, sino también regenerar,
tanto la tierra como las comunidades que dependen de ella.
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Entrevistas
Omar García de la Finca Aurora (Yabucoa, PR), entrevista realizada el 21 de mayo
de 2024 y el 31 de mayo de 2024.
Dilora González de la Finca Pueblo Nuevo (Ciales, PR), entrevista realizada el 21 de
mayo de 2024.
Wisin Díaz de la Finca El Vapor (San Lorenzo, PR), entrevistas realizadas el 21 de
mayo de 2024 y el 25 de junio de 2024.
Santiago Acosta de la Finca Josco Bravo (Toa Alta, PR), entrevistas realizadas el 21
de mayo de 2024 y el 31 de mayo de 2024.
Joey Pomales de la Finca La Comarka (Utuado, PR), entrevista realizada el 25 de
mayo de 2024.
Francisco Javier del Taller de soldadura El Trinche (Guaynabo, PR), entrevista
realizada el 19 de mayo de 2024.
Artículo recibido el 28 de julio de 2024
Aprobado para su publicación el 17 de marzo de 2025