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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re51.42
Capacidades de la ingeniería nacional y tomadores
de decisiones: la construcción de la represa
hidroeléctrica en Rincón del Bonete, Uruguay 1904-
1945
Andrea Waiter
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Resumen
El presente estudio hace foco en la historia de la construcción de la primera represa
de generación de energía hidroeléctrica uruguaya de abastecimiento público, Represa
Rincón del Bonete, inaugurada en diciembre de 1945. El período de estudio comienza
en 1904, año en que se realiza la primera propuesta para el aprovechamiento del Río
Negro para la generación de energía eléctrica y culmina en 1945, año en que se pone
en funcionamiento la primera turbina en la unidad 2 de la Represa. En el tiempo
transcurrido entre ambos extremos existieron diferentes configuraciones político-
institucionales que, entendemos, pueden dar cuenta de una demora de más de
cuarenta años entre que se planteó la idea sobre el aprovechamiento del Río Negro
para la hidroelectricidad y su materialización. Este trabajo pretende profundizar en
cada una de dichas configuraciones desde una perspectiva sistémica donde los
* Unidad Académica (UA) de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Universidad
de la República (Udelar). Correo electrónico: andreawaiter85@gmail.com
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vínculos y relaciones entre ingenieros y gobierno cobran especial importancia. El
proceso de construcción de la Represa es analizado bajo la lupa de las relaciones
entre ciencia, tecnología e innovación (cti) y su incorporación a la producción del
Uruguay de la primera mitad del siglo xx.
Palabras Clave
REPRESA HIDROECTRICA RINCÓN DEL BONETE; CIENCIA; TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN;
CAPACIDADES CIENTÍFICO-TECNOLÓGICAS NACIONALES; POLÍTICA DE CTI.
Introducción
A fines del siglo XIX se desarrolló, a nivel mundial, un proceso de adaptación y difusión
de la energía eléctrica que conllevó un fuerte impulso en los procesos de
modernización. Uruguay no solo no fue una excepción sino que además se insertó a
la electrificación en forma simultánea a lo que lo hicieron los países centrales.
En 1882 se inauguró la primera central eléctrica térmica en Inglaterra, la primera
central hidroeléctrica en Estados Unidos y alumbrado público en Nueva York (Jacob,
1981). Cuatro años más tarde, en 1886, el español Don Marcelino Díaz y García
adquirió una fracción de tierra en la calle Yerbal, en la Ciudad Vieja de Montevideo y
en 1887, en ese terreno se construyó una de las primeras centrales de generación
eléctrica para servicio público de América del Sur (Medina Vidal, 1952). La misma fue
administrada por el sector privado con pequeña participación del Estado hasta que, a
partir de 1905, éste incrementa el capital para la electrificación en Montevideo,
expande las obras de la planta y se hace cargo de su administración. En 1912, se crea
por ley la Administración General de Usinas Eléctricas del Estado (UEE) que estableció
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el monopolio estatal de la generación, transmisión y distribución de la energía
eléctrica
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. Se debe además destacar que, desde aproximadamente 1890 y 1912 se
instalaron entre doce o trece centrales térmicas que brindaron servicio público de
electricidad en el interior del país a través de concesiones públicas. Una vez que la
electricidad se instaló, la preocupación fue la de alumbrar los espacios públicos
primero y brindar servicios eléctricos privados luego.
La forma de generar energía fue importando y quemando fuentes fósiles sobre
todo de Reino Unido pagando precios caros y volátiles, lo que impliun esfuerzo
creciente para Uruguay en materia de suministro de energía moderna ya que carece
de reservas fósiles. Con lo que cuenta el territorio uruguayo, es con una red
hidrográfica amplia. Los primeros registros sobre la posibilidad de aprovechar las
aguas Río Negro el principal rio en territorio uruguayo datan de 1904 y fueron
estudios presentado por el Ingeniero Victor Sudirers. Si bien los estudios para su
aprovechamiento comenzaron a principios del siglo XX, los trabajos no se concretaron
hasta 1930 cuando el profesor alemán ingeniero Adolfo Ludin presentó un proyecto
de construcción de la primera represa de generación de energía hidroeléctrica. Las
obras comenzaron en 1937 por el Consorcio Alemán (CONSAL), con la supervisión de
la Comisión Técnica y Financiera de las Obras Hidroeléctricas del Río Negro (RIONE),
organismo estatal creado al efecto. A partir de 1939 se interrump el transporte
marítimo transoceánico a causa de la Segunda Guerra Mundial, por lo que las turbinas
quedan en puerto alemán, instalándose posteriormente en la central austríaca de
Grossraming. En 1942 cesó definitivamente el contrato con el CONSAL, continuando
las obras la RIONE, que contrala provisión del equipamiento electromecánico en
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El proceso de implementación del monopolio culminó en 1947 al estatizarse la última central
termoeléctrica en Melo.
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Estados Unidos. El 21 de diciembre de 1945 son puestas en funcionamiento la primera
turbina y generador de la unidad 2 fabricado en Estados Unidos. Los trabajos fueron
culminados en 1948.
Teniendo en cuenta los recursos naturales que posee el territorio uruguayo es
por lo menos extraño que el país haya tenido que esperar más de cuarenta años para
la construcción de la primera represa de generación de energía hidroeléctrica de
servicio público. Antecedentes existían, ya en 1908 las ciudades de Río de Janeiro y
de San Pablo utilizaban la fuerza hidráulica como sistema de generación de energía
(Jacob, 1981). Sin embargo, en Uruguay, la misma arribará al promediar el siglo XX.
Como ya fue mencionado, la forma de generación de energía eléctrica estuvo basada
en la importación de recursos fósiles carbón primero y petróleo después. Ello
convirtió a Uruguay en un país energéticamente dependiente. La utilización del agua
para la generación de energía eléctrica se materializó al promediar el siglo XX y, a
partir de los años cincuenta se puede decir que existe generación de energía eléctrica
mixta: termo e hidroeléctrica. Entonces, ¿por qué hubo que esperar más de cuarenta
años desde las primeras experiencias en que las represas hidroeléctricas probaron su
funcionalidad para la concreción de la primera represa hidroeléctrica de
abastecimiento público en Uruguay?
El presente estudio se enmarca en la tesis de maestría en Historia Económica y
Social (PHES, FCS-Udelar) denominada “Trayectoria tecnológica, capacidades
nacionales y aspectos institucionales: la construcción de la represa hidroeléctrica en
Rincón del Bonete, Uruguay 1904-1945”. La misma fue abordada a partir de un
enfoque sistémico de la ciencia, tecnología e innovación (CTI) que consideró cada
configuración político-institucional, los aspectos cognitivos, tecnológicos, político-
institucionales y sus relaciones. El punto de partida radica en la coincidencia histórica
de dos procesos: al mismo tiempo que se efectuaba la transición energética en
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Uruguay, se construía el Estado una vez finalizada las guerras civiles. La construcción
del Estado supuso, entre otras, la búsqueda de recursos naturales, la creación de
nuevas instituciones y políticas científico-tecnológicas que acompasaron la formación
de recursos humanos, es decir, eran los inicios de la trayectoria tecnológica uruguaya.
El punto de arribo, 1945, está determinado por la puesta en funcionamiento de la
unidad 2 de la Represa hidroeléctrica Rincón del Bonete.
Lo que se quiere explicar
La transición energética uruguaya se produjo en el período 1902-1912, durante la
primera globalización y fue inducida desde los países centrales a través de la
demanda internacional para su producción primaria. Esta etapa estuvo caracterizada
por la demanda de carbón por parte del complejo primario-exportador y, bajo esta
perspectiva, se suele explicar los motivos del lento y tardío arribo de la
hidroelectricidad a la matriz energética.
El presente trabajo busca contribuir a este campo de investigación a través del
estudio de la articulación entre la CTI a partir del entendido de que el alisis de las
relaciones entre conocimiento, desarrollo tecnológico e innovación, constituyen un
campo relevante para comprender tendencias estructurales de mediano y largo plazo,
que son clave en el desempeño tanto histórico como contemporáneo de los diversos
países y regiones del mundo. Estas relaciones asumen características particulares a
nivel nacional que requieren especial atención debido que (1) impulsan o frenan
capacidades y oportunidades orientadas al desarrollo económico y social; y (2)
dependen de factores económicos, institucionales, políticos y culturales propios de
cada país. Las relaciones entre CTI es en parte el resultado social de las interacciones
de cada uno de dichos factores. Estas relaciones cambian constantemente por el
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hecho de ser dependientes a las interacciones entre todos los actores involucrados y
a las decisiones que se toman. Esta perspectiva supone que la construcción de la
Represa de Rincón del Bonete y, especialmente, su temporalidad, es el resultado de
las relaciones e interacciones entre los distintos componentes del sistema de CTI
presentes en el Uruguay de la primera mitad del siglo XX.
Estas características van de la mano con el papel diferencial que asumen el
conocimiento, la innovación y los procesos de aprendizaje, así como su aporte a los
procesos de desarrollo. Es abundante la bibliografía que evidencia la existencia de
una baja utilización del conocimiento generado de forma endógena por parte del sector
productivo en los países subdesarrollados. A largo plazo, esto provoca una debilidad
estructural de la demanda de conocimiento (Arocena y Sutz, 2010; Fajnzylber, 1983).
Los vínculos entre actores que demandan y utilizan conocimiento sector productivo,
gobierno, actores de la sociedad civil e investigadores, suponen oportunidades de
“aprender interactuando” (Lundvall, 1988). El carácter sistémico y virtuoso de tales
vínculos es típico en contextos de desarrollo y está ligado a la consolidación de
Sistemas Nacionales de Innovación (Cooke y Morgan, 1998; Freeman, 1987; Lundvall,
1985, 1988). Mientras que en el subdesarrollo ocurre lo contrario (Arocena y Sutz,
2003; Cassiolato et al., 2014; Sabato y Botana, 1968): los vínculos mencionados son
laxos y poco frecuentes, a la vez que son escasas las oportunidades de transitar por
procesos de aprendizaje interactivo. Este conjunto de características y sus diferentes
manifestaciones coadyuvan a determinar las trayectorias tecnológicas sectoriales y
nacionales (Nelson y Winter, 1982).
Aspectos metodológicos
Para responder a los objetivos planteados se optó por un enfoque cualitativo a través
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de la revisión de bibliografía, archivos, documentos, testimonios, memorias, leyes y
decretos. Esto significó investigar en profundidad un determinado proceso,
conservando la visión total del fenómeno.
Luego de haber realizado el trabajo de archivo se estableció, con criterios que
serán debidamente justificados en las páginas siguientes, una periodización. La
misma consta de los siguientes sub-períodos: a) Inicios de la trayectoria tecnológica
1904-1915, b) Un primer distanciamiento 1916-1929, c) La contratación del CONSAL
1930-1937 y d) La confianza como única alternativa 1938-1945.
El caso particular, el proceso de construcción de la Represa, es examinado para
proveer ideas en torno a un problema mayor: analizar las relaciones e interacciones
entre CTI como el resultado de factores económicos, sociales, políticos e
institucionales. En este sentido, el presente estudio de caso, en la medida que busca
mostrar los conflictos existentes entre las capacidades de la ingeniería nacional y
tomadores de decisiones sobre aspectos de CTI, puede ser de utilidad para otros
países subdesarrollados. El presente estudio puede servir como espacio para
observar lo complejo que resulta la construcción de procesos de desarrollo nacional
basados en ciencia, tecnología e innovación.
Relaciones entre Ingenieros y Gobierno
Inicios de la trayectoria tecnológica. Un matrimonio necesario (1904-
1915)
El punto de partida radica en la coincidencia histórica de dos procesos: al mismo
tiempo que se efectuaba la transición energética en Uruguay, se construía el Estado
una vez finalizadas las guerras civiles. En este período hay un fuerte impulso
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modernizador y una incipiente industria que requirió de energía eléctrica. La
construcción del Estado supuso, entre otras actividades, la squeda de recursos
naturales y la creación de instituciones y políticas científico-tecnológicas que
acompasaron la formación de recursos humanos. Se crearon, además, las primeras
empresas e instituciones públicas que demandaban investigación para los desarrollos
que el país necesitaba. La Facultad de Matemática y Ramas Anexas de la Universidad
de la República comenzó a funcionar en 1888 con las carreras de Ingeniero de
Puentes, Caminos y Calzadas, Arquitecto, Ingeniero Geógrafo y Agrimensor y con 15
alumnos. En 1892, se graduaron los primeros tres ingenieros.
En los primeros años del siglo XX existió una relación muy estrecha entre los
primeros ingenieros uruguayos y el gobierno. Se incorporaron las primeras
generaciones de egresados de la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas a sus
oficinas técnicas y a instituciones claves de la administración Ministerios y Oficinas.
Los ingenieros fueron elementos claves en el planeamiento y ejecución de los distintos
proyectos nacionales; fueron protagonistas de la construcción del Estado-Nación,
tanto dentro de la órbita universitaria como de la órbita estatal. Al mismo tiempo, las
instituciones públicas fueron espacios claves para el desarrollo de sus capacidades y
proclives al aprendizaje. Algunas de ellas, como la Dirección de Saneamiento o la
Dirección del Puerto, fueron fundamentales para el desarrollo de las capacidades de
ingenieros, arquitectos, agrimensores, entre otros. Además de ser los protagonistas
de las primeras construcciones civiles importantes construyeron las primeras
carreteras, red de ferrocarril, sanearon el país, estudiaron los suelos, montaron un
puerto, etc. ocuparon los directorios y mandos medios de esas instituciones.
Asimismo, existía una empresa que se ocupaba de la generación, transmisión y
distribución de la energía eléctrica que, si bien a partir de 1912 se convirtió en
monopolio, sus trabajos se iniciaron con anterioridad. Y desde allí, existió una fuerte
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preocupación en formar cuadros técnicos que se ocuparan del desarrollo de las
instalaciones eléctricas desde el interior de la industria. En 1900, don Carlos Ricci y
Toribio, quien era jefe de instalaciones, se ofreció para dar clases de forma gratuita al
personal. De a poco, estas clases se institucionalizaron, primero a través de un pago
a Ricci y Toribio y, más adelante, a través de la fundación de la “Escuela
Electrotécnica que fundó la UEE (Medina Vidal, 1952). Bertoni (2002) resalta el
aprendizaje que tuvieron los operarios de la empresa al aplicar las tecnologías
necesarias para generar energía térmica. La reparación de las propias máquinas e
instalaciones de las usinas se convirtió en un desafío desde fines del siglo XIX. En
1901 se creó el Departamento Nacional de Ingenieros dentro de la Usina de
Montevideo que asociaba las diversas ramas que abarcaba el trabajo ingenieril de la
usina (UEM, 1901). En 1903, tras la renuncia del Ingeniero Garigioli a su puesto de
trabajo por no poder instalar una máquina, se formó una comisión compuesta por tres
ingenieros para recibir e instalar las máquinas importadas. Desde muy temprano
existió una voluntad de identificar los problemas productivos que la usina tuvo y eso
se debió, en gran parte, a la presencia de ingenieros. Ejemplo de ello, fue el
reconocimiento por parte de los ingenieros trabajadores de la usina sobre el
agotamiento potencial de las máquinas y la sobrecarga de los cables de alimentación
que no permitieron satisfacer la demanda como hubiera sido natural y conveniente
(UEM, 1907).
Asimismo, se confió en las capacidades locales. En 1907, luego de la visita que
el Director de la empresa eléctrica, el Ingeniero Santiago Calcagno, realizó a Europa
para la compra de los materiales necesarios en pos de la reforma de las instalaciones
de “Luz Eléctrica de Montevideo”, en lugar de encargar la inspección y prueba de los
materiales a consultores externos, tal como se le recomendaba, decidió encargárselo
al uruguayo Roberto Peixoto de Abreu Lima quien estaba por terminar sus estudios
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de ingeniería eléctrica en Berlín. A partir de 1911, Roberto Peixoto de Abreu Lima, ya
recibido, formó parte del Directorio de la UEE junto con los también ingenieros Juan T.
Smith, Axel Sundberg y Pablo Ferrés. En los primeros años del siglo XX, existió una
contratación muy fuerte de estudiantes de la Facultad de Matemáticas y Ramas
Anexas como “Ayudantes de Ingenieros” y, para muchos de ellos, marcó el comienzo
de una carrera profesional en el campo de la tecnología eléctrica.
2
Así, existió un
desarrollo de cuadros cnicos que viabilizaron las instalaciones eléctricas desde el
interior de la empresa y aprendieron tanto que, durante los años 1921 y 1922,
operarios uruguayos por vez primera instalaron solos las calderas importadas en el
marco de los trabajos de ampliación de la Usina de Montevideo. En el período 1924-
1925, se hicieron trabajos de ampliación y fue la división técnica quien se hizo cargo
de la misma. Se generó conocimiento tácito en torno al manejo de la energía eléctrica
generada por la termoelectricidad. Este desarrollo de las capacidades también generó
una dependencia a una trayectoria tecnológica determinada: termoeléctrica.
Esta etapa estuvo acompañada por una política científico-tecnogica del Estado
que tuvo como objetivo establecer una capacidad científico-tecnológica aunoma,
formar una comunidad científica nacional y desarrollar la industria nacional (Finch,
1987). José Batlle y Ordóñez Presidente de la República durante 1903-1907 y 1911-
1915, se consideraba “enemigo declarado de que se mande hacer fuera del país lo
que se puede hacer en el mismo” y manifestaba que:
su ideal en el gobierno seque se importe el menor número de artefactos posibles, para bien
del desarrollo de nuestras industrias y con el laudable fin de que el dinero que por aquellos
conceptos va diariamente al extranjero, quede en el país en la mayor cantidad posible,
2
Véase Coppetti (1949), que ofrece una rica bibliografía de cada uno de los ingenieros recibidos en
Uruguay o revalidados por la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas.
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favoreciendo principalmente a las clases obreras (Batlle y Ordóñez, 1903: 7).
El problema central que se planteaba era la falta de cuadros científicamente
competentes para asumir la dirección de los institutos.
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Entonces, se adoptó una
política en que la incorporación de conocimiento desempeñaba un papel central. Con
este propósito se confen atraer expertos, sobre todo europeos y estadounidenses,
que vinieron a trabajar a Uruguay con contratos de corto plazo. Su función era aplicar
sus conocimientos al estudio de las condiciones naturales del país, particularmente
respecto de los recursos desatendidos y comunicar sus destrezas y experiencias a los
estudiantes e investigadores uruguayos, que serían los encargados de proseguir la
tarea. Esta política científico-tecnológica combinaba la preparación de la mano de
obra para la industrialización con la formación de técnicos y profesionales para su
dirección. Asimismo, hay registros de uruguayos que estudiaron en el exterior.
4
Bajo
esta política, “se contrató expertos extranjeros en Europa o Norteamérica para instalar
instituciones financiadas por el Estado, destinadas a investigar los problemas locales
y a entrenar expertos oriundos del país” (Finch, 1987). Entre 1904 y 1911 arribaron a
Uruguay alrededor de 55 extranjeros a trabajar en los principales centros de
investigación orientados a la agronomía y ganadería.
5
El arribo de algunos expertos
fue fundamental para el desarrollo de otras ramas de la industria. En este sentido,
Henry Finch señala la importancia de la creación del Instituto de Geología y
Perforaciones y el Instituto de Química Industrial. Sus creaciones tenían, entre otros
3
La Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas comenzó a funcionar con quince alumnos inscriptos.
4
Roberto Peixoto de Abreu Lima quien estuvo en el directorio de la UEE entre 1911 y 1920 estud
ingeniería eléctrica en Berlín. La Licenciatura en Ingeniería eléctrica se concretará, en Uruguay, recién
en 1991.
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Una cifra significativa para una sociedad de alrededor de un millón de habitantes.
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objetivos, la ambición de ser una política energética destinada a paliar la dependencia
del aprovisionamiento externo y la conformación de los entes industriales. Ambos
institutos se crearon en 1912 siendo su intención la exploración de los recursos
minerales. El Instituto de Geología y Perforaciones no tuvo éxito, no se logró avanzar
ni en las exploraciones ni en las cartas geológicas. El motivo por el cual fracasó fue
explicado de la siguiente manera: “impide realizarlo la falta de personal y la falta de
recursos. No hay un solo instituto geológico del mundo que tenga tan poco personal
como el nuestro” (Finch, 1987: 101). La suerte del Instituto de Química Industrial (IQI)
fue opuesta. La importancia del IQI deviene de 1918 al autorizar su primera fábrica de
ácido sulfúrico que fue fundamental para el desarrollo de la industria química. Además,
este Instituto constituyó un antecedente importante en la creación de la Administración
Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP), en 1931.
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Así, la relación entre el gobierno y los ingenieros fue sumamente estrecha. Los
mismos profesionales que aprendieron en la órbita de la actividad académica también
lo hicieron en la órbita del Estado. No es casualidad que entre los dos períodos de la
presidencia de José Batlle y Ordóñez, haya sido Presidente el ingeniero Claudio
Williman (1907-1911) o, que José Serrato, uno de los tres primeros ingenieros en
recibirse en Uruguay, haya sido primero Ministro de Hacienda (1904-1906) y más tarde
Presidente de la República (1923-1927). En la Revista de la Asociación Politécnica
del Uruguay de julio de 1910, bajo el título “La Candidatura de D. José Batlle y
Ordóñez. A la futura presidencia de la República, varios ingenieros firmantes todos
ellos vinculados a la industria incipiente de la energía, apoyaban fervientemente su
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ANCAP es una empresa pública uruguaya encargada de explotar y administrar el monopolio del
alcohol y carburante nacional, el cemento portland así como importar, refinar y vender derivados de
petróleo.
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candidatura para un segundo período presidencial (AA.VV., 1910). En otro artículo
publicado en la misma Revista por el arquitecto Humberto Pittamiglio, en abril de 1911,
agradeció que el gobierno haya convocado a arquitectos e ingenieros civiles para
reformar varias obras del país:
El asesoramiento solicitado a la Asociación de Ingenieros y Arquitectos hace palpable la
existencia de un gobierno de gran elevación moral y de una agrupación que consagra el sano é
inteligente propósito de sus actos [...] nos prodiga la visión exacta de una futura norma de
conducta formal y franca que llegará mucho más allá del límite temporal de la actual gestión
administrativa […] que nos llevará á definir día por día relieves y contornos más robustos la
verdadera personalidad nacional. (Pittamiglio, 1911: 62).
Además, hay que agregar que existieron coincidencias entre aquellas personas que
integraron la junta directiva de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos del Uruguay
y el Directorio de la Usina Eléctrica del Estado.
Desde varios puntos de vista, se puede decir que este período fue caracterizado
por un matrimonio entre el gobierno y los ingenieros. Existió una especie de alianza
que se retroalimentó y apoyó.
Un primer distanciamiento (1916-1929)
Los primeros años de la década de 1920, la Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas
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se caracterizó por repensar un nuevo plan de estudios. En la discusión, participaron
profesores y profesionales egresados de la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas
integrada por los ingenieros García de Zúñiga, V. Sudriers, B. A. Fernández y Geille
7
En 1915, la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas se disuelve y se crean dos centros de estudio:
Facultad de Arquitectura y Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas.
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Castro. Se propuso una intensa preparación técnica para habilitar a los ingenieros el
abordaje del estudio de cualquier problema de ingeniería general. En este marco, el
ingeniero Federico E. Capurro, fue comisionado por el Consejo Directivo de la
Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas para viajar a Europa en pos de estudiar los
métodos de enseñanza técnica en uso en países europeos. Viajó a Francia, lgica,
Italia e Inglaterra y regresó a Uruguay con la seguridad de la necesidad de cambiar
los planes de estudio y métodos de enseñanza uruguayas en vistas de una nueva
actuación que debían tener los ingenieros.
Fuera de duda que todavía el Uruguay no ha entrado francamente en el llamado tercer período
de civilización, período industrial, y por lo tanto la construcción y servicios de obras públicas, han
constituido hasta ahora el objeto principal a que ha tendido nuestra enseñanza técnica. Hay sin
embargo que modificar esa orientación exclusiva. Nosotros entendemos que los
establecimientos industriales del país usinas eléctricas, ferrocarriles, tranvías, fábricas diversas,
algunas explotaciones, etcétera han tomado en los últimos años cierto incremento que da a la
industria una situación por la cual el ingeniero debe ya interesarse seriamente. La ensanza
técnica, por otra parte, no solo debe responder a las necesidades del momento, sino a las de un
futuro próximo; su rol debe ser bien interpretado: no se trata solo de formar profesionales aptos
para desempeñar tal o cual cargo en la Administración o en una Empresa, o para dirigir o
colaborar en la explotación de una industria cualquiera, ya instalada. No; la misión del ingeniero
tiene proyecciones de un orden más elevado. Su acción debe tener una tendencia más bien
creadora, debe hacerse sentir en el desarrollo industrial y en el aumento de la riqueza pública
(Capurro, 1921: 469).
En este sentido, propuso dos categorías de ingenieros: (1) Ingenieros de
construcciones civiles y (2) Ingeniero de industrias y manufacturas. Esta extensa cita,
sirve para ilustrar que a los ingenieros nacionales ya no les alcanzaba lo que hasta el
momento realizaban, deseaban más. Para ello es que repensaron su función.
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Asimismo, cambiaron sus demandas y empezaron a opinar sobre problemas
nacionales que eran de su preocupación. Uno de estos temas tuvo que ver con la
energía hidroeléctrica: en una conferencia de quien fuera Decano de la Facultad de
Ingeniería y Ramas Anexas, el ingeniero Gaminara, el 3 de agosto de 1921, haciendo
referencia a las cataratas del Niágara y el aprovechamiento de sus saltos de agua,
sostuvo que un aspecto diferencial entre Uruguay y los países del Norte radicaba en
quién necesitaba la energía producida. Los principales clientes uruguayos se
caracterizaban por la irregularidad del consumo: iluminación, tranvías y ferrocarriles y
talleres. En cambio, en los países del Norte eran las industrias electro-químicas
quienes requerían una corriente constante. En este sentido, “no es de extrañarse
pues, que en Uruguay no se haya utilizado aún la energía hidráulica: tanto la materia
prima disponible como el consumo de energía que se produjese, se rigen por leyes
arbitrarias casi diametralmente opuestas a las usuales en otros países” (Gaminara,
1921). Y continúa,
[...] ahora bien, entendiendo que una de las misiones de la Universidad es opinar sobre los
grandes problemas nacionales; expondré mi modesta manera de pensar a este respecto. Pues
bien, se trataría de continuar la obra iniciada, de acuerdo con un plan de conjunto, analizando
previamente el régimen de los os de la República y la orientación futura de las industrias del
país. Una comisión honoraria de ingenieros nacionales, puede dirigir los proyectos de embalses
más indicados, contemplando las necesidades del país y programando el destino a darse a la
energía. Probablemente surgiría la necesidad de prever industrias que absorbiesen las fuerzas
producidas en las horas de poco consumo. Ciertas operaciones que exigen gran energía, a bajo
costo, como la fabricación del portland y el corte y trituración de piedra y otros productos, podrían
ser renglones dignos de estudio para horizontalizar la curva de ventas (Gaminara, 1921).
Sin embargo, estas demandas no son escuchadas en el seno del gobierno. El doctor
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Manuel Otero, quien fuera senador en 1922, acusó a los ingenieros nacionales de no
tener capacidad técnica ni preparación general para intervenir en la resolución de los
grandes problemas relacionados con las obras públicas. Si bien este trabajo no indagó
en las bases y fundamentos de la desconfianza de ciertos tomadores de opinión sobre
aspectos de CTI, existieron una serie de implementaciones que permiten pensar la
idea de un distanciamiento entre los actores en cuestión. A modo de ejemplo, desde
el gobierno, siendo el ingeniero Santiago Calcagno Ministro de Obras Públicas (1922-
1923), se continuó con la política de contratación de científicos provenientes del
exterior: Calcagno consultó a los franceses P. de Kalbermatten ingeniero y M.
Lugeon geólogo sobre las posibilidades de aprovechamiento hidroeléctrico del Río
Negro y en 1925, presentaron un estudio-anteproyecto en el que examinaba las
posibilidades técnicas y económicas de tal aprovechamiento.
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Sin embargo, desde los
cuadros técnicos y científicos no se acompañó dicha gestión. La política que diez años
antes había sido aceptada en la órbita de los cuadros cnicos, ya no lo era. El Decano
de la Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas, Donato Gaminara, se dirigió al ingeniero
Santiago Calcagno, quien contrató tres técnicos extranjeros para efectuar el estudio y
la construcción de las obras ampliatorias del puerto de Montevideo de la siguiente
manera: “Yo admito que se hayan traído extranjeros para proyectar las obras del
Puerto de Montevideo, pues en esa época había pocos ingenieros nacionales y ellos
prácticamente no tenían experiencia en obras marítimas” (Gaminara, 1922: 715). Pero
8
Años más tarde se demostró que la altura de la caída de agua elegida por Kalbermatten no era la
correcta y, se pudo saber además que, las previsiones de demanda y, por tanto, de generación de
energía hecha por Kalbermatten fallaron debido a que la realidad superó sus previsiones de forma
considerable. Kalbermatten consideró que en el año 1948 la demanda de energía eléctrica sería igual
a doscientos millones de kWh. por año, sin embargo la demanda real resultó de 435 millones de kWh
(Giorgi, 1949: 24).
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este momento era otro, y consideraba que “puede encomendarse el proyecto a
nuestros colegas por creerlos con competencia suficiente para resolver todos los
puntos técnicos correspondientes” (Gaminara, 1922: 715).
Las críticas de la Asociación de Ingenieros en estos años a Calcagno, abundan.
En editoriales, en conferencias, en respuesta a acciones gubernamentales, se dirigen
a él con decepción. Siendo Calcagno ingeniero y Ministro de Obras Públicas, los
ingenieros mostraron sorpresa sobre su manera de proceder, su desconfianza, su
incapacidad de integrar a los ingenieros nacionales en los diversos proyectos,
negándoles los procesos de aprendizaje que podrían derivar de su intervención en los
diferentes proyectos nacionales.
Asimismo, los ingenieros critican que no exista una política gubernamental de
contratación de ingenieros por parte de las empresas nacionales:
[...] toda la riqueza subterránea de la República es n oculta, esperando que técnicos
emprendedores la descubran y exploten. [...] es necesario fomentar el empleo de profesionales
en los establecimientos industriales, por medio de una propaganda inteligente, que podría tal vez
ser complementada por la ley, ya sea imponiendo la contratación de técnicos en los
establecimientos importantes, ya concediendo franquicias a los industriales que
expontáneamente lo hagan. (Geille Castro, 1924: 130-131).
Reclamaban una industria fuerte, protección para las empresas nacionales y, sobre
todo, negaban la contratación de ingenieros extranjeros para la proyección de obras
del país.
El aprendizaje que toda gran obra ofrece a los profesionales en general, lo adquieren elementos
locales que quedan en el país y que complementan la preparación no solo de nuestros
ingenieros, sino también de contadores, secretarios, capataces, etcétera. En cambio las
18
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empresas extranjeras, reservan los cargos de responsabilidad para extranjeros, que son los que
se benefician del aprendizaje de nuestras obras (Sudriers y Giannattasio, 1925: 299-300).
Esta cita, de 1925, visibiliza de forma clara el conflicto entre técnicos y tomadores de
decisiones sobre aspectos de CTI. Las relaciones débiles y poco virtuosas entre ambos
lados del rtice imposibilitaron que determinados procesos sucedan. La distancia
entre ambos vértices se agranda en la medida en que los ingenieros, en estos años,
se creen con competencia, idoneidad y confianza para planear y ejecutar las obras
que el país necesite y, del otro lado, no permiten que ello suceda.
La principal discrepancia que existe entre el Gobierno y los ingenieros durante
casi toda la década de 1920, radica en el aprender haciendo. El gobierno no posibilita
durante buena parte de esta década que los ingenieros aprendan haciendo las
principales obras públicas que hicieron a fines del siglo XIX y durante la primera
década y media del siglo XX. Esta es la disputa. Es por esto que critican la contratación
de científicos extranjeros y que no haya ningún técnico uruguayo aprendiendo junto a
ellos. Por eso, además promueven leyes con el fin de obligar a las empresas
contratistas de Obras Públicas la designación de representantes técnicos nacionales
ante la Administración y ante la Dirección de la obra respectiva, las cuales no tuvieron
éxito.
La contratación al CONSAL (1930-1937)
En 1930 fue publicado el primer informe del ingeniero alemán, Adolfo Ludin, en el que
aseguraba que Rincón del Bonete era el lugar adecuado para la construcción de la
represa hidroeléctrica y que, también se debería crear una segunda represa en Salto
Grande.
En 1932, el ingeniero Federico E. Capurro fue designado Ministro de Obras
19
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Públicas lo que provocó alegría por parte del gremio de la Asociación de Ingenieros
del Uruguay.
9
En ese mismo año, la Comisión Directiva de la Asociación de
Ingenieros, designó una comisión especial para estudiar todo lo relativo al
aprovechamiento hidroeléctrico del Río Negro. Esta comisión era de interés para los
ingenieros, así lo expresaban:
El problema del aprovechamiento hidroeléctrico del Río Negro esa la consideración de los
hombres de Gobierno y sometido a la discusión blica. La Asociación de Ingenieros considera
de su deber emitir su opinión sobre problema de tal magnitud y trascendencia, no lo porque
en todos sus aspectos está íntimamente ligado a la técnica del Ingeniero, sino por entender que
con ello hace obra eminentemente patriótica (Comisión oficial de la AIU, 1933: 118).
Desde el punto de vista técnico y financiero avalan la decisión de generar energía
hidroeléctrica además de térmica.
Parecería que se está ante un momento de convergencia entre el gobierno y los
ingenieros. De hecho, el ingeniero Juan A. Stella, en 1933 viajó como Ayudante
Técnico del profesor Ludin a Berlín por seis meses para la confección del proyecto
definitivo para las obras del Río Negro. Sin embargo, dicha convergencia es una
situación transitoria ya que en marzo de ese mismo año, el Presidente de la República,
Gabriel Terra dio un golpe de Estado y la armonía entre los dos vértices se rompió. A
modo de ejemplo, Federico E Capurro, quien era Ministro de Obras Públicas, en el
momento de enterarse sobre la disolución de las cámaras por parte de Terra estando
9
Graduado en 1901 de Facultad de Matemáticas, Capurro ocuen 1909 la dirección de la Inspección
de Vialidad que luego se llamó Dirección de Vialidad. En la Facultad de Matemáticas, después Facultad
de Ingeniería, fue Catedrático de Puentes y Decano de la Facultad. También fue Presidente de la
Asociación de Ingeniería.
20
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en su oficina, se despidió de sus compañeros, salió del Ministerio y no volvió.
10
O el
suceso de un grupo de seis ingenieros pertenecientes a la Asociación de Ingenieros
que, habiendo estado a favor del proyecto de aprovechamiento hidroeléctrico del Río
Negro elaborado por el ingeniero alemán, Adolfo Ludin previo a marzo de 1933, luego
del golpe de Estado de Terra, escribieron un informe con fuertes críticas en lo relativo
a los aspectos económico y técnicos.
11
En el mismo concluyen que:
[...] la obra, lejos de ser de urgente ejecución, necesita una postergación por varios años, que
son necesarios también para completar los estudios y observaciones fundamentales y permitir
una orientación más segura, pasadas las profundas perturbaciones de la crisis económica-
financiera más efectiva, que soporta el mundo civilizado (Lasgoity et al., 1934: 51).
El 28 de enero de ese mismo año, Ludin califica la nota como “infeliz” y discute punto
por punto (Ludin, 1934). Meses más tarde, los mismos seis ingenieros firmantes le
10
En sus palabras sostuvo lo siguiente
Un buen día, o un mal día, mejor dicho, poco antes de que cumpliera un año de mi
permanencia en el cargo (Ministro de Obras Públicas), corre la voz de que las instituciones
democráticas van a ser derribadas. Y a la mañana siguiente ese plan político es consumado.
La Presidencia de la República constituye por decreto, un nuevo gobierno, quedando de hecho
depuestos el Senado, lamara de Diputados y el Consejo Nacional de Administración, del
cual dependía el Ministerio de Obras Públicas. El Ministro ya estaba demás. Sin agitaciones
inútiles, dueño absoluto de mis actos, concurro asimismo a mi despacho. Me entero de los
acontecimientos, me despido de mis colaboradores, desciendo uno a uno los peldaños de las
escaleras y salgo calle abajo, pausadamente, solo, sintiendo mi soledad más sola que nunca.
(Capurro, 1936: 126).
11
Por su extensión, no puede detallarse aquí dicho informe, pero se lo puede encontrar en Revista de
Ingeniería, XXVIII, (1-2), pp. 3-51.
21
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agradecen a Ludin su respuesta y le dan la razón. Asimismo, se envía otra nota, por
otros ingenieros asociados en la que se indicaba que:
[...] todas las tentativas que se han hecho tendientes a la realización de las obras de utilización
de la energía hidráulica del Río Negro, han demostrado ventajas económicas que se han
acrecentado en estos último años, al extremo de hacerse impostergables si se desea afianzar la
econoa nacional [...] Basado en el anteproyecto formulado por el Profesor Ludin, verificadas
sus conclusiones y sus datos básicos y demostrada la inexistencia de los errores técnicos
atribuidos a dicho anteproyecto por los colegas consocios, resulta que los gastos anuales
medios, para un período suficientemente largo de años que ocasionará la generación de energía
mixta serán inferiores a los que impondría la generación puramente térmica (Sudriers et al., 1934:
151).
La Represa Rincón del Bonete constituyó un aspecto importante del proyecto político
de Terra. Desde el Directorio de la UTE, el ingeniero Bernardo Kayel quien fue el
Presidente de la UTE durante todo el mandato de Gabriel Terra sostuvo que la
principal preocupación era la obra hidroectrica del Río Negro:
Las ventajas que reportará al país la realización del proyecto que nos ocupa, son múltiples y tan
grandes, de aspectos tan diversos, con proyecciones de futuro tan auspiciosas, que han de crear
para el Uruguay una era de prosperidad y de progreso sorprendentes. Pues al incalculable
beneficio que proporcionará la energía eléctrica a bajo precio, distribuida en todo el territorio en
abundancia y eternamente disponible, con nuestros propios recursos de agua, sin depender del
combustible importado, fomentando el desarrollo de las industrias, de las granjas, de la minería,
de los transportes eléctricos, etc., se ha de sumar el de la vialidad, tan importante casi como el
de la energía eléctrica (Kayel, 1934: 9).
La construcción de la represa supuso además pensar y necesitar de varias disciplinas
que sirvieran para solucionar los diversos problemas a los que se enfrentaba, entre
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ellos, cómo hacer para que todas las ciudades puedan acceder a la energía. Esto
signifipensar en una red nacional de caminos y cambiar el sistema de transporte.
Si bien en estos años hubo creaciones en la Facultad en 1932 se creó el Instituto de
Ensayo de Materiales, en 1935 los Laboratorios de Electrotécnica y Química se
convirtieron en institutos, en 1936 se creó el Laboratorio de Tecnología Industrial el
Gobierno decidió contratar al Consorcio Alemán (CONSAL) para que ejecutara el
proyecto pensado por el célebre profesor Ludin [...] cuya reputación es universal”
(Terra, 1937: 22). Depender de todas las capacidades y tecnologías alemanas, jugó
una mala pasada. El estallido de la Segunda Guerra Mundial impidió la continuidad
del proyecto debido a la inevitable interrupción de los lazos comerciales con aquél
país.
A pesar de haber contratado al CONSAL, existieron demandas cognitivas desde
el gobierno hacia la Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas. El Ministerio de
Instrucción Pública y Previsión Social, en nombre del Poder Ejecutivo, planteó al
Rector de la Universidad la necesidad de personal especializado en las ramas de la
industria electrotécnica.
12
Estas capacidades estaban destinadas a las usinas,
estaciones de transformación, etcétera, que con motivo de las obras de
aprovechamiento hidroeléctrico del Río Negro, habrán de reformarse, ampliarse o
instalarse en el país” (La revista de la UTE, 1937: 64). Las capacidades con las que
contaba Uruguay eran las siguientes: al 31 de marzo de 1938, se habían recibido 328
ingenieros civiles y siete ingenieros industriales,
13
en tanto que 45 ingenieros entre
ellos civiles, mecánicos, industriales, electrotécnicos, de manufacturas, navales y
12
La carrera de Ingeniería Electricista se creó en 1991, aunque en el plan de estudios de 1967 se
prevé la formación de ingenieros eléctricos.
13
La carrera de Ingeniería Industrial había sido creada en 1924.
23
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electricistas revalidaron sus títulos en Uruguay (Coppetti, 1949).
Para la creación y puesta en marcha de una represa hidroeléctrica se necesitan
capacidades distintas a las que requiere la usina termoeléctrica. Para esta última,
basta con tener las máquinas que generen el movimiento de quema de combustibles
para que la energía se produzca. Esas máquinas se importaron al igual que las
reservas fósiles. En cambio, para proyectar y montar una represa hidroeléctrica, se
requiere de conocimiento sobre las características del río. En este sentido, este tipo
de represas son contexto-dependientes y representa una buena oportunidad para
tener al aparato científico uruguayo trabajando en ello. Sin embargo, no fue lo que
ocurrió; no se aprovecharon las capacidades instaladas a la hora de su planificación
y ejecución, a pesar de que el gobierno dio señales sobre la importancia de fortalecer
el campo técnico local. Se confió todo el proyecto esencialmente a Alemania.
La RIONE y la confianza como única alternativa (1938-1945)
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el subsecuente abandono del CONSAL
en lo que se refiere a la construcción de la Represa Rincón del Bonete en 1942, y
habiéndose creado en 1939 la Comisión Técnica y Financiera de las Obras
Hidroeléctricas del Río Negro (RIONE) con el ingeniero Luis Giorgi como Director
General tras renunciar a su puesto de Decano de la Facultad de Ingeniería y Ramas
Anexas; la Represa Rinn del Bonete se convirtió en responsabilidad exclusiva de
la RIONE.
La RIONE fue enteramente integrada por ingenieros nacionales y capacitados en
Estados Unidos, tras haber recibido financiación de 12 millones de dólares de dicho
país. Luis Giorgi, su Director General, permaneció catorce meses en Estados Unidos.
En la Sección de Ingeniería civil participaron los ingenieros Carlos A. Giavi, Héctor
Oddo, Rolando Trucco, Augusto Hareau y los ingenieros ayudantes Manuel Sallés y
24
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Ademar Soler. La Sección de Electro-Mecánica estaba integrada por los Ingenieros
Juan C. Rezzano, Victor H. Campistrous, Luis Jauge, Antonio De Anda, Franco
Vázquez Praderi y Luis Cagno. Los cinco últimos,
14
viajaron a los Estados Unidos para
estudiar la ingeniería necesaria, visitar represas en construcción u operación para
realizar la adaptación y montaje de los nuevos equipamientos electromecánicos
adquiridos allí. Antonio de Anda recordará los dichos de Giorgi antes de partir:
“muchachos, váyanse tranquilos. Si tienen éxito el mérito es de Uds.… si fracasan la
culpa es mía” (Ruiz, Martínez y de León, 1997: 71). Además, en las obras trabajaron
oficiales electricistas y mecánicos llevados de la UTE, capataces y peones rurales,
provenientes de todas partes del país, muchos de ellos analfabetos. Las anécdotas
relevadas sostienen que en muchos casos, a pesar de los pocos conocimientos
teóricos con que contaban, resolvieron problemas como tener un taller de fundición
en Rincón del Bonete, o realizar el montaje de las grúas puentes sin contar con un
solo plano o esquema de montaje. El 21 de diciembre de 1945 al ponerse en marcha
el primer grupo de turbinas en el Rincón del Bonete (Río Negro), entraba en
funcionamiento la primera planta hidroeléctrica con que contaba el Uruguay.
La RIONE fue sin duda un espacio de aprendizaje y de construcción de
capacidades. Sin embargo, luego de concluir la represa, en 1950, fue disuelta por ley:
Artículo 2º.- Declárense terminados los cometidos de la Comisión Técnica y Financiera de las
Obras Hidroeléctricas del Río Negro (RIONE). Artículo 3º.- Todas las obras que estaban a cargo
de la RIONE, en su estado actual, pasarán de inmediato bajo la dependencia de la Administración
General de las Usinas Eléctricas y los Teléfonos del Estado (UTE), a cuyo cargo queda la
terminación de las mismas, así como su explotación y administración. Artículo 4º.- La UTE
14
Dichos profesionales fueron los primeros egresados de la Carrera de Ingeniería Industrial de la
Facultad de Ingeniería.
25
Revista Redes 51 ISSN 1851-7072
sustitui a la RIONE en todas sus funciones, derechos, obligaciones y relaciones. [...] Artículo 8º.-
Para la terminación y explotación de las obras que la UTE toma a su cargo [...] empleará los
funcionarios y obreros que se encontrasen al servicio de la RIONE, los que conservarán como
mínimo sus sueldos y jornales, y a los que se asegurarán jerarquías similares a las que tenían
en la RIONE. Los funcionarios y obreros que no fueron designados por la UTE para desempeñar
cometidos dependientes de la misma, podrán ampararse de inmediato a los beneficios de la
jubilación [...] y recibirán además a título de compensación, un importe equivalente al de la
remuneración total correspondiente a dos meses de trabajo por cada año o fracción de actividad
en la RIONE. Los funcionarios y obreros que encontrándose al servicio de la RIONE, [...] fueren
designados por la UTE para desempeñar funciones en la misma, [...] y no deseen aceptar la nueva
situación podrán igualmente ampararse a los beneficios de la jubilación como se establece en el
apartado precedente, y recibirán como compensación el importe equivalente a la remuneración
total correspondiente a un mes de trabajo por cada año o fracción de actividad en la RIONE.
(Uruguay Gobierno, 1950).
La disolución de la RIONE significó una rdida de un espacio de aprendizaje y de
construcción de capacidad cnica nacional sobre sistemas hidroeléctricos. Si bien los
técnicos tuvieron la oportunidad de continuar sus trabajos en la órbita de la UTE, la
capacidad adquirida fue despreciada al ofrecerles una operación rutinaria en la órbita
de la UTE. El desmantelamiento de la RIONE significó una pérdida al dispersar un grupo
de técnicos altamente capacitados en lo que respecta a asuntos hidrográficos que
fuesen más allá de la construcción de la Represa Rincón del Bonete. El ingeniero
Franco Vázquez Praderi, quien había integrado la RIONE, sostuvo en relación a su
disolución:
De haber existido oportuna voluntad política, una institución como RIONE, habría podido subsistir,
con su cuerpo técnico superior totalmente integrado, no como operadora del sistema de Bonete,
ya librado al servicio y cuya transferencia a la UTE no se discute, sino para continuar en la tarea
en que demost, no lo ser muy capaz, sino también, no tener rivales en el ámbito nacional
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como gran empresa estatal constructora de sistemas hidroeléctricos (citado en Ruiz, 1999).
El desmantelamiento de este espacio, asimismo, puede ser analizado a través del
concepto de subdesarrollo voluntario (Freeman, 1992) en el que se ubicó a la RIONE
bajo el signo de la urgencia y la eficacia del corto plazo. “In the long run, how much
one wants to rely on imitation, licensing and purchasing know-how, and how much one
wants to rely on one’s own problem-solving capacity, will depend partly on what kind
of society one wants to live in(Freeman, 1992: 48).
Crónica de un proceso subdesarrollista
No es novedad que el Estado, y en particular los entes autónomos y empresas
públicas, son grandes demandantes de tecnología. Esta demanda se expresó en
Uruguay a principios del siglo pasado a través del requerimiento de conocimiento
nacional. En este sentido, el Estado fue un impulsor en lo que refiere a la creación de
capacidades científico-tecnológicas que pudieran afrontar sus demandas, hecho que
lo convirtió en un Estado fuerte, vinculado y promotor de grandes modificaciones. Se
crearon, además, las primeras empresas e instituciones públicas que demandaban
investigación para los desarrollos que el país necesitaba. Así, se está ante un período
de creación de instituciones y políticas científico-tecnológicas que acompasaron la
formación de recursos humanos.
En este período existe un vínculo sistémico entre el Estado y los ingenieros. Se
incorporaron las primeras generaciones de egresados de la Facultad de Matemáticas
y Ramas Anexas a sus oficinas técnicas y a instituciones claves de la administración
Ministerios y Oficinas. Los ingenieros fueron figuras claves en el planeamiento y
ejecución de los distintos proyectos nacionales, tanto dentro de la órbita universitaria
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como de la órbita estatal. Además de ser los protagonistas de las primeras
construcciones civiles importantes construyeron las primeras carreteras, red de
ferrocarril, sanearon el país, estudiaron los suelos, montaron un puerto, etc.
ocuparon los directorios y mandos medios de esas instituciones. Otro elemento
constitutivo en este vínculo, para nada menor, es el de la confianza que tanto de un
lado como del otro si es que existen lados se tuvieron.
En este sentido, si se toma la definición de Hirschman de desarrollo en la cual
sostiene que “[...] el desarrollo no depende tanto del hallazgo de las combinaciones
óptimas para recursos y factores productivos dados, como de la capacidad de sacar
a la luz y movilizar en favor del desarrollo recursos y potencialidades que se
encuentran ocultos, diseminados o mal utilizados” (Hirschman, 1958: 5); es posible
afirmar que el Uruguay de principios de siglo pasado contó y dispuso de mecanismos
para potenciar su disponibilidad. Se crearon las capacidades necesarias a través de
la presencia de un Estado impulsor a que ello sucediera y existió una apertura de
oportunidades para la utilización de dichas capacidades.
Sin embargo, a partir de la década de 1920 se inic un proceso de
distanciamiento por parte del gobierno hacia las capacidades ingenieriles nacionales
que durará aproximadamente dos décadas. Si bien, este estudio no pudo dado su
alcance estudiar en profundidad las bases y fundamentos que sustentan la
desconfianza por parte de los actores tomadores de decisiones en aspectos
relacionados a la CTI, por los hechos documentados se puede sostener la idea de que
existieron frenos a la formación del espacio de aprendizaje interactivo que se había
generado en el marco de la construcción del país. Además, se identifica que empiezan
a existir “lados”: por un lado el gobierno, con una política de contratación de expertos
extranjeros para llevar adelante el proyecto del aprovechamiento hidroeléctrico
primero a profesionales europeos, luego a un conjuntos de empresas alemanas y,
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Revista Redes 51 ISSN 1851-7072
por otro lado los ingenieros, demandando la no subutilización de la oferta de
capacidades disponible y la continuidad de los espacios que habían sido creados y
donde dichas capacidades habían madurado. Estos espacios, algunos
desmantelados, significaron un proceso de desaprendizaje y de subutilización de la
oferta disponible. Significó lo opuesto a la conceptualización de Desarrollo de
Hirschamn citado en el párrafo anterior.
A modo de clarificar este proceso, en 1922, la Asociación Politécnica escribe una
carta firmada por su presidente, Luis P. Ponce en respuesta al senador doctor
Manuel Otero por acusar a los ingenieros nacionales de no contar con la “capacidad
técnica y preparación general para intervenir en la resolución de los grandes
problemas relacionados con las obras públicas”. La Asociación responde de la
siguiente manera:
[...] la capacidad de los ingenieros nacionales, sus actividades como elemento de valor positivo
dentro de nuestra organización social, económica, y política, son puntos que no pueden ser
discutidos dentro de nuestra organización y su acción efectiva y provechosa para el país, no
pueden ser desconocidas sin cometer una irritante injusticia, desde que tal acción se encuentra
traducida en manifestaciones concretas en las obras blicas diseminadas por toda la República:
puentes, caminos y el puerto mismo, que representan valores indiscutibles de la capacidad
intelectual de nuestros ingenieros (Ponce, 1922: 629-630).
Sin embargo, como ya fue ilustrado en ginas anteriores, desde la política existe la
convicción sobre que es mejor el fomento de la inversión extranjera directa para
atender la demanda, iniciándose así, lo que Arocena y Sutz han denominado “el
círculo vicioso de la débil oferta de conocimientos y su n más débil demanda
solvente” (Arocena y Sutz, 2009). Este proceso resalta el papel que juega en el
subdesarrollo la débil o muy débil demanda de conocimientos dirigida hacia la oferta
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endógena (Arocena y Sutz, 2009). Es así, que existe desde el ámbito del gobierno una
política de contratación de expertos extranjeros que arriban a Uruguay con la finalidad
de estudiar nuestras aguas. Frente a ello, el ingeniero Juan A. Casterés, dirá en 1923:
Nos preguntamos si sería juicioso que nuestros ingenieros tuvieran solamente una participación
muy relativa, permaneciendo casi al margen, en la preparación de un proyecto de una de las
pocas grandes obras de ingeniería que emprendemos [la construcción de una represa
hidroeléctrica], dejando pasar una oportunidad tal como ésta para adquirir un gran caudal de
conocimientos prácticos en una rama de la Ingeniería de importancia tan vital para el desarrollo
futuro del país. (Casterés, 1923: 1213).
En el mismo año, el ingeniero F. A. Rodríguez sostendrá que
[...] el establecimiento de la usina hidroeléctrica del Río Negro, no es una obra corriente como se
han hecho muchas, sino que es una obra sumamente delicada y de alta ingeniería y los mismos
ingenieros especialistas en obras de género tendrán que estudiarla concienzudamente para que
tenga éxito. El régimen de nuestro gran Río, el subsuelo de fundación y la altura de la represa,
son tres características que hacen que la obra sea excepcionalmente delicada y digna de
estudiarse con la mayor detención, para poder obtener para el país los beneficios inmensos que
ella debe reportar. Dejo pues, bien claramente expuesto, que soy partidario de que los estudios
y proyectos de todas las obras públicas deben ser, en general, ejecutados por profesionales
nacionales, sin que esto implique, que en casos especiales, puede haber grandes ventajas
económicas y aun de ejecución pida de las obras, al encomendarlas a entidades extranjeras,
pero eso sí, siempre bajo nuestro control inmediato, sin admitir ni remotamente que esto pueda
empequeñecer ni lesionar a los técnicos nacionales (Rodríguez, 1923: 1245-1246).
A través de las citas anteriores se da cuenta el conflicto que tienen los ingenieros y
cuáles eran sus demandas.
Rodrik (2007) afirma que se ha encontrado poca evidencia sobre las
30
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externalidades positivas tecnológicas o de otro tipo provenientes de inversiones
extranjeras directas, mientras que en algunos casos se encontraron experiencias
negativas.
La innovación en los países periféricos se ve trabada no tanto por el lado de la oferta como por
el lado de la demanda; las innovaciones requeridas para configurar una nueva estructura de las
econoas de bajos ingresos no se ven perjudicadas principalmente por la falta de científicos e
ingenieros capacitados, la ausencia de laboratorios de I+D o la inadecuada protección de la
propiedad intelectual sino por la falta de demanda proveniente de sus usuarios potenciales en la
econoa real, los empresarios (Rodrik, 2007: 101).
La débil demanda de conocimiento dirigida hacia la oferta endógena descrita tanto por
Rodrick como por Arocena y Sutz, se puede visibilizar en estos años en Uruguay en
lo que se refirió al proceso de construcción de la Represa Rincón del Bonete. Sin
embargo, esta característica no es propia, ni de la década de 1920, ni de este caso
en concreto. En 1984, una comunicación de una empresa de electrónica profesional
efectuada ante la Dirección Nacional de Infraestructura Aeronáutica, en ocasión de
una licitación para proveer llave en mano un sistema de información visual de vuelos
para el aeropuerto de Carrasco, sostenía lo siguiente:
¿Puede el Uruguay darse el lujo de desconocer en un proyecto que técnicamente no lo justifica
en absoluto el esfuerzo de diseño, desarrollo y producción de la industria nacional y entregar
sus obras públicas a empresas extranjeras? ¿Puede el Uruguay, además, y con independencia
de la faz técnica, darse el lujo de pagar divisas que no tiene, cuando es claro y evidente que no
es imprescindible hacerlo? Hay cosas que nuestro país por su tamaño puede abordar, digamos
así, por una sola vez. No se hace un Salto Grande todos los años, ni un Estadio Centenario, ni
un Aeropuerto Internacional. Creemos que es una grave responsabilidad del estado, toda vez
que una de esas oportunidades se presenta, encararla con la máxima participación posible de
31
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su patrimonio humano y técnico, ya que además de las ventaja ecomicas globales, se lograría
así una formación fundamental basada en oportunidades que difícilmente se repetirán (citado en
Snoeck, Sutz y Vigorito, 1992: 357).
Existe pues, evidencia sobre la aparente desconfianza hacia las capacidades
nacionales por parte de los tomadores de decisiones. La misma se expresa tanto bajo
el signo de contratación de científicos del exterior como a través de licitaciones para
la provisión llave en mano. Freeman (1992) sostiene que esta desconfianza hacia las
capacidades nacionales sumado la impaciencia hacia los procesos de aprendizaje que
requieren de tiempo, prueba y error, deri en que sólo se considere el cálculo
económico de corto plazo para la inversión tecnológica. En este sentido, Freeman
señala que la elección acerca de cuánto apoyarse en tecnología importada y cuánto
hacerlo en esfuerzos propios es una decisión que depende, en última instancia, del
tipo de sociedad en que se quiere vivir. A la tendencia de recurrir sistemáticamente a
tecnología importada, dejando de lado, por consideraciones de corto plazo, la oferta
tecnológica nacional, es a lo que Freeman llama subdesarrollo voluntario (Freeman,
1992). Como consecuencia, la política no incentiva ni protege los espacios interactivos
de aprendizaje que son, finalmente, un espacio que fomenta el desarrollo de las
capacidades a través de las diversas formas de aprendizaje que, indudablemente,
requieren de paciencia para que los procesos sucedan. Hasta el estallido de la
Segunda Guerra Mundial, Uruguay impor tecnología y conocimiento para la
construcción de la Represa Rincón del Bonete. Este hecho, puede ser entendido bajo
la lupa de la falta de cofnianza hacia las capacidades nacionales y a la perspectiva
cortoplacista por parte de la política.
Oscar Maggiolo, quien fuera ingeniero industrial, docente universitario y Rector
de la Udelar entre 1966 y 1972, sostuvo en 1964: “La única solución es desarrollar
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una tecnología propia, independiente, adecuadamente basada en el estudio científico
de los métodos de fabricar productos por medio de una industria autóctona. No es una
solución importar ‘ciencia y técnica’ como quien importa automóviles o vagones de
ferrocarril” (Maggiolo, 2009 [1964]: 35).
Afortunadamente, este relato continúa con la creación de una institución que
operó, paulatinamente, como espacio interactivo de aprendizaje. En 1938, se creó,
por ley, la RIONE que tenía como cometido el control técnico y financiera de las obras,
que estaban a manos, tras varias licitaciones, de un consorcio de empresas alemanas.
Las mismas estuvieron a cargo, desde 1937, del estudio, proyección y montaje de la
Represa Rincón del Bonete, basado en el proyecto elaborado por también un alemán,
el ingeniero Adolfo Ludín.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939 y la interrupción en 1942 de
las relaciones diplomáticas y comerciales con Alemania país de donde provenía toda
la tecnología necesaria para la construcción de la Represa obligó al gobierno a
confiar en las capacidades científico-tecnológicas de los técnicos que trabajaban en
la RIONE. De esta manera, la confianza por parte del gobierno hacia las capacidades
nacionales se restableció como alternativa y como consecuencia de un evento
totalmente exógeno al país.
Los ingenieros nacionales que trabajaban en la RIONE entre ellos, los primeros
cinco ingenieros egresados de la carrera de Ingeniería Industrial que viajaron a
Estados Unidos por períodos entre meses y un año para estudiar la ingeniería
necesaria y realizar la adaptación y montaje de los nuevos equipamientos
electromecánicos adquiridos en aquél país, junto con oficiales y electricistas de la
UTE y capataces y peones rurales provenientes de todo el territorio uruguayo, lograron
poner en funcionamiento la Represa en tan solo tres años.
Cuando la RIONE comensus actividades, solamente se hallaban construidas
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las viviendas en Rincón del Bonete y la línea rrea entre ese lugar y Paso de los
Toros y se estaban comenzando las excavaciones correspondientes a la primera
zanja. De consiguiente, estuvo a cargo de la RIONE prácticamente la totalidad de la
construcción de la obra hidroeléctrica, incluso todas las fundaciones del dique y usina,
obras que constituyeron uno de los problemas más delicados a resolver.
Dicha institución fue sin duda un espacio de aprendizaje y de construcción de
capacidades; sin embargo, luego de concluir la Represa, en 1950, fue disuelta por ley.
A lo largo de todo el período de funcionamiento de la RIONE se fue,
indudablemente, acumulando experiencias y, con ello, conocimientos y aprendizajes.
De hecho, existió un cúmulo de destrezas en torno a la capacidad de construir
represas hidroeléctricas que fueran más alde Rincón del Bonete en concreto. Se
generó un conocimiento altamente especializado y sofisticado que podría haberse
aprovechado a través de, por ejemplo, su venta” al exterior como una especialización.
Sin embargo, esa posibilidad ni siquiera fue considerada ni valorada ya que, una vez
que la Represa se puso en funcionamiento y se asegusu buen procedimiento, esa
institución se disolvió.
Su disolución significó, una vez más, la pérdida de un espacio de aprendizaje y
de construcción de capacidad técnica nacional en torno a sistemas hidroeléctricos. El
desmantelamiento de dicha institución significó una pérdida al dispersar un grupo de
técnicos altamente capacitados en lo que respecta a asuntos hidrográficos. En este
sentido, el desmantelamiento de este espacio, también puede ser pensado bajo la
categoría ya mencionada de subdesarrollo voluntario de Freeman, en el que se ubicó
a la institución creada para construir la represa bajo el signo de la urgencia y la eficacia
del corto plazo.
Este estudio, de encuentros y desencuentros no es único ni una excepción.
Ya han sido estudiados de forma exhaustiva otros casos históricos en el país como la
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constitución de la fiebre aftosa como problema para la producción ganadera en
Uruguay (Mederos, 2014), o el caso Télex o URUPAC (Fariello, 2013). Todos estos
trabajos arriban a conclusiones relativamente similares: muestran cómo es posible a
través de una prioridad política y productiva generar procesos de fortalecimiento de
CTI, fundamentales en contextos de subdesarrollo, y muestran además, cómo es
posible truncar los procesos mencionados.
Hace ya cincuenta años que Sabato y Botana se referían a procesos similares
como círculo vicioso sosteniendo lo siguiente:
En las naciones latinoamericanas no existen triángulos de relaciones en la sociedad global; aún
los países más desarrollados de la región, no han logrado establecer un sistema global de
relaciones entre gobierno, ciencia-tecnología y estructura productiva. Ante este hecho, la
elección de caminos que rompan con el círculo vicioso de dependencia-falta de innovación-
sentimiento de incapacidad, está determinada por la identificación de aquellos sectores en los
que se podría implantar el triángulo de relaciones propuesto. La elección de una vía de acción
que tenga en cuenta este presupuesto, nos indica que la estrategia adecuada es la de establecer
sistemas de relaciones científico-tecnológicas en unidades limitadas, como instituciones
particulares, o bien, conglomerados industriales públicos o privados, que puedan servir de
modelos para implantar nuevos triángulos con dimensiones más amplias (Sabato y Botana, 1968:
9).
De no intentar, al menos, romper dichos círculos viciosos, la historia de la construcción
de la Represa Rincón del Bonete será un ejemplo más de una crónica de un proceso
subdesarrollista largamente anunciado.
Conclusiones
Resumiendo, las páginas anteriores intentaron sintetizar las diferentes relaciones que
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existieron entre el Gobierno y la estructura científico-tecnológica, puntualmente los
ingenieros, en torno al proceso de construcción de la primera represa de generación
de energía hidroeléctrica de abastecimiento público en Uruguay.
Su vinculación puede estructurarse en cuatro períodos: un primer período
constituye los primeros veinte años del siglo XX en el que existió una relación bastante
estrecha entre ambos vértices; un segundo período se ubica en la década de 1920,
caracterizado por un distanciamiento por parte del gobierno basado en diversas
acciones, sobre todo la contratación de ingenieros extranjeros, que imposibilitaron que
las capacidades ingenieriles nacionales puedan llevar a cabo diversos proyectos; un
tercer período, en la década de 1930, el gobierno confía enteramente a un conjunto
de empresas alemanas la proyección, montaje y ejecución de la represa hidroeléctrica
hasta que factores externos imposibilitan las actividades y se abre el cuarto período,
en el que la RIONE integrada por ingenieros nacionales construye y concluye la obra.
En este sentido, existió una confianza como única alternativa.
El trabajo de archivo realizado permitió visibilizar hallazgos en materia de
conflictos entre tomadores de decisiones sobre aspectos de CTI y técnicos que
muestran la continuidad de una “perspectiva subdesarrollada” sobre los mismos.
Dicha perspectiva implica, entre otras consideraciones, la especialización en
actividades que demandan comparativamente con los países centrales poco
conocimiento. En este sentido fue, durante buena parte del período analizado más
fácil generar energía térmica que hidroeléctrica considerando que para llevar a cabo
la primera forma de generación eléctrica se implementó básicamente mediante
importaciones mientras que para la segunda no se apostó al involucramiento de
conocimientos y capacidades locales. De hecho, cuando los ingenieros demandaron
espacios interactivos de aprendizaje con el objetivo de estudiar las condiciones de
generación de energía hidroeléctrica, no obtuvieron recepción desde el gobierno.
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Si las redes de relaciones son importantes para que determinados procesos
sucedan, se debe decir que las mismas fueron caracterizadas por ser laxas. Las
relaciones entre los actores y las instituciones fueron débiles excepto en dos períodos:
entre 1904 y 1915 y entre 1938 y 1945.
A principios de la década del siglo XX el protagonismo de los ingenieros estuvo
basado en la construcción y desarrollo del país y, a fines del período analizado, estuvo
basada en lograr que la represa hidroeléctrica se hiciera realidad luego de que una
consecuencia ajena a toda voluntad, como el estallido de la Segunda Guerra Mundial
y la subsecuente interrupción con el CONSAL, impidió su desarrollo tal como estaba
dispuesto.
De esta manera, es posible vislumbrar cómo a través de una prioridad política y
productiva se pueden generar procesos de fortalecimiento de la CTI y cómo, también,
es posible truncar dichos procesos. La materialización de la construcción de la
Represa Rincón del Bonete no sucedió hasta que exist una acción múltiple y
coordinada del gobierno, la empresa eléctrica y la capacidad cognitiva. Esto dio lugar
a un proceso sumamente importante: el aprendizaje y la creación de un espacio
propicio para ello. Sin embargo, la pérdida del espacio de aprendizaje que sufrió la
RIONE es prueba de que los procesos pueden también ser truncos.
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Artículo recibido el 15 de junio de 2020
Aprobado para su publicación el 16 de septiembre de 2020