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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re60.373
Modelo de alfabetización digital crítica desde la
perspectiva de Estudios Sociales de Ciencia y
Tecnología
José Miguel Samaniego*
Resumen
En este artículo se propone un modelo de alfabetización digital, elaborado con
perspectivas de los Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología (CTS). Para ello se
realiza una lectura difractiva de los alfabetismos digitales, particularmente de las
vertientes crítica y sociomaterial, desde la óptica de las siguientes ramas de CTS:
Construcción Social de la Tecnología, Estudios de Infraestructura, Teoría Actor-Red,
y Semiótica Material. Cada lectura se fundamenta con estudios de caso de CTS
sobre tecnologías digitales y digitalidad, lo que da como resultado la síntesis de un
modelo de alfabetización crítica. Dicho modelo está compuesto por cuatro
alfabetismos que se han denominado: construcciones, infraestructuras, traducciones
y patrones.
Palabras clave
TECNOLOGÍA DIGITAL CTS - ALFABETIZACIÓN DIGITAL - ALFABETIZACIÓN CRÍTICA -
ALFABETISMO SOCIOMATERIAL
* Universidad de Salamanca. Correo electrónico: samaniegoeguiguren@gmail.com
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Introducción
Desde la década de 1990 ha habido un creciente interés por la alfabetización digital
en indagación académica (Spante et al., 2018), políticas de impulso de
competencias digitales (Søby, 2008), iniciativas extracurriculares con jóvenes (Yue
et al., 2019) y, en general, en debates sobre la digitalización de aspectos clave de la
vida cotidiana y la educación (Yuan et al., 2019). Hay varias partes interesadas
moldeando los conceptos y práctica de los alfabetismos digitales: grupos civiles,
legisladores, investigadores, proveedores de tecnologías digitales y medios de
comunicación (McDougall et al., 2018). Además, los alfabetismos digitales se han
conceptualizado desde varias perspectivas, incluyendo aquellas provenientes de la
pedagogía, la lingüística y los estudios mediáticos, y sus publicaciones resultantes
siguen diferentes agendas que van desde la etnografía de prácticas digitales, hasta
objetivos instrumentales relacionados con habilidades concretas en las escuelas. En
definitiva, los alfabetismos digitales son conceptualmente (Godhe, 2019),
modalmente (Kress, 2003) y prácticamente (Bhatt & Roock, 2014) múltiples.
A pesar de esta multiplicidad, a grandes rasgos se pueden categorizar cinco
orientaciones en publicaciones sobre alfabetización digital (Samaniego, 2023). En
primer lugar, está la que podríamos llamar una alfabetización puramente funcional,
que se centra en habilidades digitales que califican a una persona como
alfabetizada. En segundo lugar, tenemos un alfabetismo sociocultural que enfatiza
las prácticas sociales en torno a textos digitales. En tercer lugar, hay propuestas de
tipo transformativo que resaltan el potencial del alfabetismo digital para transformar a
individuos y grupos de usuarios, ciudadanos o estudiantes. En cuarto lugar, existen
instancias de alfabetización digital crítica que se caracterizan por meta-habilidades
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de análisis, historización e intervención sobre los textos digitales y su organización
económica o política. Y quinto, la alfabetización digital sociomaterial que aborda los
vínculos constitutivos entre humanos y tecnologías digitales, enfatizando
simétricamente las prácticas sociales y la materialidad de la mediación digital. Este
artículo gira en torno a los dos últimos tipos: el crítico y sociomaterial.
Dada la abundancia de teorías y prácticas de alfabetismo digital, Lankshear y
Knobel (2008) promueven la noción de pluralidad en esta materia. Además de
sugerir que las prácticas de lectoescritura digital son variadas según el contexto, la
pluralidad alienta a que se propongan modelos de alfabetización alternativos para el
entendimiento y la práctica de, y con, lo digital. En otras palabras, nuevos modelos
son bienvenidos siempre que introduzcan, o bien una visión novedosa de nuestros
entrelazamientos con lo digital, o localicen la práctica digital en condiciones
específicas (Traxler, 2018) antes no exploradas o teorizadas.
Sin embargo, ¿qué se podría añadir a tantos modelos de alfabetización digital
disponibles? Especialmente considerando que muchos de ellos son respuestas y
objeciones muy precisas que ya se han hecho a marcos que fomentaban
implementaciones acríticas de tecnología digital en instituciones educativas (Daniels
et al., 2019), o que daban por sentado nociones como la “participación” típicas de la
cultura de la digitalidad (Huvila, 2012), o que tenían un fuerte sesgo de determinismo
tecnológico (Martin, 2008). Aquí se argumenta que la alfabetización digital, y el
estudio o prescripción de tecnologías digitales en ámbitos educativos, puede
beneficiarse profundamente de la comprensión de los textos, artefactos y sistemas
digitales que se divulga en el campo de los Estudios Sociales de la Ciencia y la
Tecnología (CTS).
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
Ha habido propuestas de alfabetización digital desde muchas perspectivas y
disciplinas, pero ninguna que haga uso exclusivo de teorías y conceptos de CTS
sobre la tecnología digital1. Los estudios mediáticos, en contraste, desarrollaron
desde muy temprano contribuciones a la teorización de la alfabetización digital que
incorporaban entendimientos críticos sobre la naturaleza construida de los textos, la
no-neutralidad de la información en la Web, la economía política de las plataformas
digitales, entre otros valiosos análisis.
Creemos, sin embargo, que las sensibilidades provenientes de CTS se
encuentran especialmente bien posicionadas para abordar el asunto de los
alfabetismos digitales en su vertiente crítica y sociomaterial. Estas sensibilidades se
destacan por centrar como unidad de análisis al artefacto, al sistema tecnológico y al
ensamble sociotécnico, cosa que no es la regla en buena parte de la literatura de
alfabetización digital. CTS contextualiza ese desarrollo y despliegue de artefactos y
sistemas digitales en tendencias de amplio calado social, como son la creciente
digitalización, plataformización y automatización de las actividades laborales
(Zukerfeld et al., 2024). Esta orientación, argüimos, puede ser muy valiosa para
aportar a los esfuerzos de alfabetización digital crítica y sociomaterial.
Este artículo ejecuta tan solo conceptualmente tal intervención de CTS en la
alfabetización digital. Lo hace en conversación con varias contribuciones sobre
alfabetismos críticos y sociomateriales que permiten establecer cuáles son los
1 Se verá más adelante que en la literatura sí hay un punto de encuentro fructífero entre alfabetismo
digital y CTS; este es aquel que hace uso de la teoría del actor-red. Sin embargo, al sugerir que no
existen intervenciones exhaustivas, nos referimos a que no se ha sistematizado los diversos
entendimientos del texto digital, la tecnología digital y la digitalidad en CTS para demostrar el abanico
de posibilidades de su intersección con la alfabetización digital.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
asuntos de mayor importancia para los estudiosos de la alfabetización digital en esa
línea. Así, se elabora un modelo que aborda esas cuestiones a través de las
sensibilidades de CTS para con la tecnología digital.
Con dicho objetivo, se realiza primero una lectura difractiva de los alfabetismos
digitales, particularmente de las vertientes crítica y sociomaterial, desde la óptica de
las siguientes ramas de CTS: Construcción Social de la Tecnología, Estudios de
Infraestructura, Teoría Actor-Red, y Semiótica Material. Cada lectura se refuerza con
estudio de caso provenientes de la literatura de CTS sobre tecnologías digitales y
digitalidad. Luego, los aportes de esas cuatro ramas se sintetizan en un modelo
compuesto por cuatro alfabetismos que hemos nombrado como: construcciones,
infraestructuras, traducciones y patrones.
Metodología
Difracción
En estudios sociales y humanidades, la metáfora de “difracción” se toma prestada de
un concepto de la óptica clásica (Barad, 2014) para ilustrar cómo la producción de
conocimientos puede valerse de la involucración activa e intervención interesada
(Kaiser & Thiele, 2014), en contraste con el desapego objetivo que la metáfora de
“reflexión” propicia. Si la reflexión es una metáfora óptica implicada en el discurso
científico de una objetividad desprendida, la difracción es un vocablo alternativo para
una investigación que busca producir efectos cognitivos imprevistos.
Este método ha sido ilustrado por Haraway (2004) con la imagen de una “lente”
que modula la experiencia de un “texto”. La lectura difractiva, sugiere Haraway, es un
ejercicio de visión influenciado por tal o cual tonalidad, que produce diferencia y
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
reconfiguración. En este artículo, el uso de la metáfora es como herramienta que
permite leer una cosa a través de otra, para producir una tercera.
Es necesario, entonces, enunciar las partes del dispositivo difractivo: el “texto
es el tratamiento académico de la alfabetización digital, particularmente, los aportes
sociomateriales y críticos; la “lente” se constituye a partir de entendimientos de los
artefactos, tecnologías y sistemas en CTS, particularmente aquellos digitales; y la
“lectura” es el ejercicio de producir un modelo de alfabetización digital novedoso que
tome en cuenta los asuntos más urgentes identificados en el “texto” y que los
resignifique a partir de la perspectiva provista por la “lente”.
Lente y texto de la lectura difractiva
Las siguientes tablas resumen el texto y la lente para la lectura difractiva. La Tabla 1
aborda el texto, y se compuso a partir de una revisión de literatura convencional de
documentos académicos sobre alfabetización digital. Se revisaron artículos de
investigación y capítulos de libro que respondieron a la consulta “alfabetización
digital crítica” en las bases de datos de Scopus, Web of Science y ERIC. Los 14
documentos finalmente seleccionados son aquellos que abordan con un modelo,
directa y explícitamente, la alfabetización digital crítica y sociomaterial. Los autores
construyen cada modelo a partir de unos pocos elementos de alfabetización o
alfabetismos (en negrita en la tabla) que abarcan los entendimientos, recursos,
habilidades, competencias, conocimientos o prácticas digitales recomendadas.
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Tabla 1. Texto: alfabetizaciones digitales críticas y sociomateriales
Autores Categoría
Nombre del
modelo
Alfabetismos del modelo: nombre y
breve descripción con palabras clave
(Buckingha
m, 2008) Crítica “Digital media
literacy”
Representación
: cuestionar sesgos, autoridades, exclusiones
Lenguaje: conciencia sobre retórica y construcción mediática
Producción
: de publicidad, persuasiones y datos personales
Audiencia
: reconocer la posición de uno mismo como audiencia
(Lohnes
Watulak &
Kinzer,
2013)
Crítica “Critical digital
literacy”
Contexto histórico
-
: tecnología dig. no es neutral
Pensamiento crítico y análisis
: evaluación y aplicación de lo dig.
Práctica reflexiva
: reflexionar sobre prácticas propias y límites
Habilidades funcionales
: herramientas con propósito reflexivo
(Gourlay &
Oliver,
2013)
Socio-
material
Práctica
sociomaterial
Actores humanos y no
-
humanos
: producción de textos digitales
Estudiantes
y
tecnología
: prácticas significantes distribuidas
Textos digitales
: surgen de prácticas sociomateriales
Alfabetización como institución
y práctica
: logro entre actores
(Hinrichsen
& Coombs,
2014)
Crítica
“Resources of
critical digital
literacy”
Decodificación
: de espacios digitales, convenciones y normas
Creación de significado
: comprensión de la narrativa en medios
Us
o
: saber buscar, organizar y compartir información digital
Análisis: deconstruir significados y contenidos
Persona
: tener en cuenta la construcción de identidades online
(Bhatt &
Roock,
2014)
Socio-
material
Eventos
sociomateriales
Eventos
: actividades y acciones de alfab. en torno al texto digital
Agencia humana y no humana
: énfasis simétrico en ambas
Etnometodología multimodal
: captura de los eventos en capas
(Dezuanni,
2015)
Socio-
material
“Digital Media
Literacy” (DML)
Materiales digitales
: archivos de texto dig., hardware, software
Conceptos de los medios
: por medio de tareas y producción
Producción de medios
: escritura, dibujo/video, composición dig.
Análisis de medios
: analizar los productos en medios digitales
(Pangrazio,
2016) Crítica “Critical digital
design”
Crítica trascendental
: prácticas digitales y habilidades técnicas
Visualización
: datos, arquitectura digital, crítica de ideologías
Autorreflexión crítica
: respuesta personal, prácticas, afectos
Interpretación/rearticulación
: discurso contra-hegemónico
(Pötzsch,
2016) Crítica “Critical digital
literacy”
Infraestructura
: atención a la ambivalencia de lo digital
Economía política
: condiciones económicas y modus operandi
Ecología
: impactos ambientales y consecuencias no deseadas
Gestión de la información
: la política de los datos y algoritmos
Gestión de atención
: entender el diseño digital y mercantilización
(Darvin,
2017) Crítica “Critical digital
literacy”
Significados
/
identidad
: deconstruir lenguajes de programación
Circulación de conocimiento
: comprender la lógica web/internet
Redes y formaciones sociales
: analizar públicos y audiencias
Control y acceso
: vigilancia, recaudación de datos y privatización
(Jensen,
2019)
Socio-
material
Perspectiva
sociomaterial
Sociomaterialidad
: materiales y tiempo/espacio producen alf.dig.
Materialidad de los textos digitales
: artefactos performativos
(Bali, 2019)
Crítica
Métodos
pedagógicos de
alfabetización
digital crítica
Identidad, empatía, sesgos
: enseñar equidad y participación
Alfabetización mediática crítica: descubrir información falsa
Experiencias existentes
: de prácticas digitales
Transparencia y matices
: evaluación de la información
Metas explícitas
: sobre alfabetización crítica y justicia social
(Martinez,
2019) Crítica “Critical digital
literacy”
Fuentes de información
: consultar fuentes, veracidad, exactitud
Manipula
r
texto
s
digital
es
: perspectiva crítica de la producción
Uso de Internet
: niños, medios digitales y usos alternativos
Publicidad en Internet
: comprender la influencia y la distribución
(Nichols &
Stornaiuolo
, 2019)
Crítica
Reensamble de la
alfabetización
digital
Dimensión sociotécnica
: medios, infraestructura y protocolos
Socioeconómico
: economía y modos de beneficio
Sociohistórico
: tecnología y relaciones económicas
(Pötzsch,
2019) Crítica
Marco de
alfabetización
digital crítica
Alternativas no comerciales
: software gratuito de código abierto
Contexto histórico
-
político
: economía política y discursos
Respuestas creativas
: al poder, la vigilancia y la explotación
Fuente: Elaboración propia
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De manera similar, la Tabla 2 resume otra revisión que representa la lente de la
lectura difractiva. Esta revisión giró en torno a artículos de varias ramas de CTS, a
saber, aquellos sobre el tratamiento de lo digital en CTS2, la Construcción Social de la
Tecnología (SCOT3), los Estudios de Infraestructura (IS4), la Teoría del Actor-Red
(ANT5), y la Semiótica Material en estudios de tecnociencia feminista. La Tabla 2 cita
26 artículos que cubren los conceptos relevantes de las ramas mencionadas.
2 De esta primera revisión es de donde se dedujeron las ramas de CTS que sería necesario tomar en
cuenta. SCOT, ANT, IS, y semiótica-material son marcos conceptuales típicos en el estudio de lo digital
en CTS. Para una muestra de tales estudios, véase el libro “digitalSTS” de Vertesi y Ribes (2019).
3 Por las siglas en inglés de “Social Construction of Technology”.
4 Por las siglas en inglés de “Infrastructure Studies”.
5 Por las siglas en inglés de “Actor-Network Theory”.
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Tabla 2. Lente: conceptos CTS relevantes
Rama CTS
Contribución
Autores Concepto Descripción con palabras clave
Constr-
ucción
social de
la tecno-
logía
(SCOT)
El artefacto
como
unidad de
análisis
(Bijker, 2010;
Kline & Pinch,
1996;
Pinch & Bijker,
1984)
Grupo social
relevante
Significado del artefacto; definición problema/
solución; formación de grupos (coproducción)
Flexibilidad
interpretativa
Variación/selección; líneas de desarrollo tecnológico;
significados embebidos
Grado de
estabilización
Mecanismos de cierre; si aumenta la estabilización,
disminuye la flexibilidad
Marco
tecnológico
Tecnología es construida y a su vez moldea lo social
operando como un marco
El sistema
Momento
tecnológico
El sistema tecnológico adquiere dirección y
velocidad; impacto en su medio ambiente
Ensamble
Rigidez Mecanismos de inclusión y exclusión
Estudios
de Infra-
estructura
(IS)
Grandes
sistemas
técnicos
(LTS)
(Hughes, 1989)
Característ.
sistémicas
Entradas/Salidas; interacción sistémica; construido
socialmente; su delimitación es política
Patrones
evolutivos
Desarrollo, innovación, transferencia, consolidación,
inercia, estancamiento, declive
Infras. en
CTS (Star, 1999) Infraestruct. Interpretativo/relacional; ecológico
Propiedades Embebida; transparente; convencional; modular
Infraestru-
cturas de
Informa-
ción (II)
(Bowker et al.,
2009)
Ciberinfra-
estructura
Sistemas de información/comunicación; acción
remota; trabajo infraestructural; valores embebidos
Diagrama II
Actividades
en los ejes local/global, técnico/social
Agenda Socialidad, organización, valores políticos
Teoría
Actor-Red
(ANT)
ANT
temprano
(Callon, 1986)
Actor-mundo
Construido por actores; resulta en sociedad/poder
Traducción
Atribu
ye roles, identidades, agencias
Actor-red Dinámica, estructura, heterogeneidad y extensión
Relacion-
alidad
(Law, 1999, 2009,
2017)
Semiótica Elementos mutuamente constituidos en su relación
Heterogen.
Actantes humanos y no humanos
Materialidad Configuraciones materiales; delegaciones y roles
Efectos El poder, la extensión y las agencias son efectos
Sociología
de asocia.
(Latour, 1999,
2005)
Lo social Sociedad es efecto; sociología rastrea asociación
Redes Figuración epistémica de las asociaciones
Semiótica
Material en
tecno-
ciencia
feminista
Performa-
tividad y
Realismo
Agencial
(Barad, 1999;
Haraway, 1988;
Law, 2009, 2017)
Promulgación
A
sociaciones promulgan cosas en la práctica
Aparatos Material-discursivo; agencia productiva-restrictiva
Intra-acción Surgimiento simultáneo de objetos y sujetos
Realismo La objetividad es situada, interviene en la realidad
Ontología
multiple (Mol, 1999) Multiplicidad Ontologías difieren según sitios de práctica
Ontopolítica
A
paratos promulgan una realidad en lugar de otra
Ética-
política
(Bellacasa, 2011;
Latour, 2004)
“Matters of
concern”
Hechos y artefactos son inseparables de los afectos
y políticas de su ensamble sociotécnico
“M. of care” Cosas requieren de trabajo; atención a agravios
Lo digital
en CTS
Contribu-
ciones
clásicas
(Galloway, 2004;
Lynch, 1991;
Suchman, 1985;
Woolgar, 1990)
Coproducción
tec./humano
La inteligibilidad tec./humanos es situacional;
máquina en relación con sus usuarios y viceversa
Historia tec. Producción histórica: materiales, significados, usos
Efectos de
ensambles
sociotécnicos
La red distribuida, computadora digital y el protocolo,
como aparatos de control; l
a digitalidad es un espacio
discursivo con su propia “textura”
Medios
digitales
(Boczkowski &
Lievrouw, 2008;
Gillespie et al.,
2014)
Mediación de
materialidad
Relaciones
entre lo simbólico y lo material; capacidad
material para embeber significados
Prácticas de la
información
Las tecnologías mediáticas son sistemas socio-
técnicos, delegaciones materiales y trabajo vivo
CTS Digital
(Vertesi, 2016;
Vertesi et al.,
2017; Vertesi &
Ribes, 2019)
“digitalSTS” Conceptos CTS aplicados a sistemas digitales
Vinculación
CTS y lo dig.
Análisis crítico; inventos
inspirados en CTS;
intervenciones interrogativas y tecnopolíticas
Didáctica CTS
para lo dig.
Materialidad digital y trabajo; género, raza y clase;
desigualdades globales; prácticas, política, efectos
Fuente: Elaboración propia
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Sobre el modelo
Para una intervención en el campo de los alfabetismos digitales desde la perspectiva
CTS, se ha optado por la construcción de un modelo de alfabetización. Como puede
verse en la Tabla 1, la orientación de la categoría crítica es análoga a la tarea de los
estudios de tecnología en CTS que fomentan la criticidad y reflexión sobre lo digital.
Además, se observa una evidente afinidad teórica en cuanto a la simetría
generalizada de lo social y lo material que adelantan la categoría sociomaterial de la
alfabetización digital (Tabla 1) y los conceptos de CTS. De hecho, todas las ramas
que se muestran en la Tabla 2 pueden describirse como “sociomateriales”. Esto no
quiere decir que no sea factible una contribución de CTS a otras orientaciones de la
alfabetización digital, como son la funcional o la transformativa, sino simplemente
que las vertientes crítica y sociomaterial han sido juzgadas como más afines a los
conceptos que se manejan en CTS.
Por otro lado, la forma del modelo que propondremos hace eco de otros
modelos de alfabetización. En efecto, le llamamos “modelo” no por consideraciones
epistemológicas, sino en concordancia con la literatura disponible sobre
alfabetización digital, en la que frecuentemente se haba de “modelos” o “marcos”.
Refiriéndose con ellos a conjuntos de cuatro o cinco alfabetismos, donde cada uno
designa entendimientos y disposiciones hacia los textos, tecnologías y sistemas
digitales. Seguimos el mismo estilo en el modelo objeto de este artículo, etiquetando
nuestros cuatro alfabetismos como construcciones, infraestructuras, traducciones y
patrones. El alcance del modelo propuesto, igual que el de muchos de los modelos
conceptuales en alfabetización digital de la Tabla 1, es esquemático: funge como
guía general de elementos básicos a tomar en cuenta a la hora de describir y
prescribir cuestiones relacionadas a lo digital en ámbitos educativos.
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Lectura difractiva
A continuación, se realiza una serie de lecturas del texto de la alfabetización digital a
través de la lente de los Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología (CTS) empleando
los recursos a los que se hace referencia en los resúmenes mostrados en las tablas
1 y 2. Cuando cabe hacerlo, se citan casos apropiados en los que se han aplicado
conceptos CTS al estudio de lo digital.
Primera difracción: textos y artefactos digitales
Si el alfabetismo digital se entiende como un fenómeno en el que los textos digitales
son producidos, significados, circulados y modificados por grupos relevantes de
lectores, escritores y comunicadores que también varían en este encuentro,
entonces SCOT proporciona herramientas analíticas para comprender y describir
tales eventos. Con SCOT, el texto digital puede analizarse como artefacto, la
computadora como sistema tecnológico, la Web y el Internet como ensamblaje
sociotécnico. La cualidad de estas tecnologías y su performatividad en el mundo
dependen de sus interpretaciones y usos.
En los estudios de alfabetización digital suele afirmarse que sus tecnologías
emblemáticas son “dispositivos”, “plataformas” y “medios de comunicación”; pero
desde SCOT, el principio de nunca dar por sentado el significado de una tecnología
nos dice que lo que constituye al dispositivo electrónico o al medio de comunicación
es un logro social y técnico, no una cualidad intrínseca de las computadoras. Por
ejemplo, el Internet surge como medio de comunicación solo con la transformación
del significado de la computación, que va desde una “máquina de cálculo aislada”
hasta una “red de comunicación” (Abbate, 1999). Esta flexibilidad interpretativa va
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
marcando el desarrollo y despliegue, tanto de los textos digitales6 con que
interactuamos, como del software y hardware que los habilitan.
El texto como artefacto digital está mediado por tecnologías digitales que
actúan como marco tecnológico. Sin la concepción de un marco, se podría pensar
que los únicos grupos relevantes en la composición del texto digital son sus
escritores o productores directos; y, sin embargo, sabemos que el medio (y por
extensión los diseñadores, tecnólogos y programadores) también afectan la forma y
el significado del texto. El texto digital emerge en el cruce de una verdadera
flexibilidad interpretativa de grupos sociales que reman para un lado y otro.
Tanto es así, que los artefactos y sistemas digitales revelan una altísima
plasticidad o, en el vocabulario de SCOT, se estabilizan sólo temporalmente y tienden
a no cerrarse. Postigo y O’Donnell (2017) han estudiado todo tipo de tecnologías
digitales y afirman no haber encontrado un solo caso de cierre total en las líneas de
desarrollo e interpretación. Aseveran que las tecnologías de la información y
comunicación (TIC) son indeterminadas en cuanto a su diseño, alcance, uso y
significado, y existen en una liminalidad entre la visión de los diseñadores y los
usuarios, donde el poder de cierre no puede ejercerse indefinidamente. Incluso
6 En vertientes críticas y sociomateriales de alfabetización, el “texto digital” hace referencia no solo a
pasajes escritos en teclados y visualizados en pantallas, como los que podrían encontrarse en un
blog post o un archivo PDF, sino además a todos aquellos signos que son producidos, circulados,
consumidos y modificados por medios electrónicos, incluyendo formatos de imagen, audio y video, y,
en general, todo el contenido visible y/o audible a través de terminales digitales: computadoras,
celulares, tablets, etc. Además, reciben también la etiqueta de “texto digital” aquellos signos que se
encuentran debajo de la superficie de estas interfaces, como, por ejemplo, el código que comanda a
los programas y aplicaciones informáticas, los protocolos de comunicación del Internet, las bases de
datos y algoritmos que gobiernan a los motores de búsqueda y recomendación en la Web.
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
cuando se trata de dispositivos terminales aparentemente fijos, como algún modelo
específico de laptop o teléfono móvil, la plasticidad se abre camino a través de
prácticas como la modificación por parte de usuarios o la actualización frecuente de
hardware y software por parte de productores.
Entonces, los artefactos y sistemas digitales se construyen socialmente. Pero
es igual de cierto que, junto a esos órdenes tecnológicos, los órdenes sociales
varían también. Esta simetría de la constitución mutua entre sociedades y
tecnologías se aborda en SCOT con el concepto de coproducción (Jasanoff, 2004).
Para comprender mejor las TIC y los medios digitales en CTS, la coproducción se ha
adoptado como una dialéctica de la configuración mutua entre artefactos, prácticas y
arreglos sociales (Lievrouw, 2014).
Si son mecanismos sociales los que dan forma a los textos y tecnologías
digitales, el reverso también es cierto: las máquinas configuran parcialmente a los
humanos en cuanto que productores o usuarios (Woolgar, 1990). Incluso antes de
fabricar una tecnología digital, sus diseñadores inscriben en el diseño a un usuario
hipotético que les sirve de guion. Aunque cabe recalcar que no todo el mundo sigue
posteriormente el guion, pues hay usos inesperados que van más allá de la
predeterminación. Los usos imprevistos han sido fundamentales para el desarrollo
de muchas tecnologías digitales y transformaciones de identidad de los usuarios en
las últimas décadas.
Pero para una alfabetización digital desde la perspectiva de SCOT, es
importante prestar atención a algo más que el triunfalismo de los casos en que los
usuarios han moldeado exitosamente tal o cual artefacto digital. En ocasiones,
figuras como el prosumidor y prácticas como el contenido generado por usuarios son
aclamadas como la fuente inequívoca de una alfabetización transformadora capaz
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Revista Redes 60 – ISSN 1851-7072
de empoderar y liberar la creatividad de usuarios. Sin embargo, plataformas digitales
como Google se benefician enormemente de ese discurso y esas prácticas, sin
reconocer que la indexación de información sería imposible sin aquel contenido
producido por millones de usuarios o sin los desarrollos de software de código
abierto que ha sido aprovechado por los gigantes del Internet. La evaluación de la
dinámica y límites entre interpretaciones de lo que son o deberían ser, por ejemplo,
los servicios Web, dan paso a una alfabetización crítica.
Esta última es la razón por la cual desde SCOT no basta con describir la
construcción social de las tecnologías digitales, sino que además debe atenderse a
la construcción y el cambio de los grupos sociales relevantes. Aunque la cultura de
la digitalidad pretenda que grupos como “usuarios”, “prosumidores”, “hackers”, o
categorías como “participación”, “likes”, “amigos”, “seguidores” y “suscriptores” están
dadas de siempre, la criticidad de SCOT indica que estos grupos y significaciones
tienen una historia de pujanza interpretativa y de usos. Una alfabetización digital que
asuma los métodos de SCOT está equipada para determinar cómo esos significados
llegaron allí y cómo vuelven para reconfigurar elementos del orden técnico y social.
Segunda difracción: Infraestructuras de lo digital
Los eventos de alfabetismo digital, esos encuentros entre textos digitales y
humanos, dependen de la existencia continuada y el funcionamiento de
componentes subyacentes. El sustrato de estos eventos son infraestructuras
tendidas en capas: cableado, computadoras, redes de intranet, fibra óptica,
proveedores de servicios Web, data centers, protocolos de Internet, e incluso los
sistemas de energía eléctrica que alimentan al conjunto. Si no fuera por estas
infraestructuras, no existiría evento alguno de alfabetismo digital.
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Las infraestructuras y el trabajo constante de su actualización son
transparentes al uso: cuando se interactúa con cosas encima de la base instalada
uno no percibe el sustrato (Star, 1999). En términos del evento de alfabetismo, esto
significa que la vinculación con textos digitales ocurre en la superficie, por así
decirlo, pero la infraestructura y sus características (estándares, códigos,
organización, economía política, valores embebidos, impacto ambiental, etc.)
permanecen invisibles al usuario. Una pantalla puede proyectar textos digitales
mientras los escribimos y leemos con fines de comunicación, entretenimiento, arte,
educación; pero dado que la percepción consciente de la infraestructura es una
cualidad relacional, todas las actividades de alfabetización bien podrían permanecer
solo en la superficie o incluso obstruir el posible cuestionamiento crítico de la
infraestructura. CTS ha insistido una y otra vez en la importancia de observar esa
ciberinfraestructura (Bowker et al., 2009) si queremos comprender mejor lo que
aparece en la superficie y revelar qué tipo de información y conocimiento se está
favoreciendo en los grandes sistemas sociotécnicos digitales.
En las ciberinfraestructuras, el procesamiento de datos y la toma de decisiones
a menudo se realizan de forma algorítmica. Pero la comprensión de los algoritmos,
incluso en algunos estudios críticos, ha tendido a hacerse en términos de sus niveles
de sofisticación y opacidad (Seaver, 2019). El problema con este enfoque no es
necesariamente que los algoritmos no se caractericen por grados de eficiencia o
transparencia, sino más bien que pasa por alto el acoplamiento infraestructural de
los algoritmos con mucho más que líneas de código. Los algoritmos pueden
seleccionar y filtrar información en los motores de búsqueda, actuar como sistemas
de recomendación, calcular tendencias de objetos culturales (Gillespie, 2014),
gestionar el trabajo y perfil de los trabajadores (Sawyer et al., 2019), entre muchas
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otras cosas. Para realizar cualquiera de estos cálculos es necesario programarlos,
alimentarlos con una base de datos, modificarlos periódicamente, automatizarlos y
hacer cumplir sus decisiones.
Por estas razones, Seaver (2019) prefiere conceptualizar a los algoritmos como
sistemas heterogéneos que, actuando como “intrincados arreglos de personas y
código”, están profundamente influenciados por significados culturales y estructuras
sociales. Estos arreglos sociotécnicos manifiestan qué se considerará información
importante y qué se excluirá, lo cual tiene implicaciones para la producción,
certificación y legitimación del conocimiento. Todo ello mientras se posicionan
popularmente como herramientas imparciales (Gillespie, 2014), aunque claramente
no lo sean.
Por tanto, las decisiones algorítmicas circunscriben espacios que equivalen a
instituciones del conocimiento (Madsen, 2013), promoviendo unas narrativas y
suprimiendo otras. Lo que los algoritmos institucionalizan son significados y
discursos al representarlos en forma de texto digital concreto con cierto orden y
prominencia (el algoritmo PageRank de Google es un ejemplo de esta operación),
influyendo en lo que se considera conocimiento valedero o, en casos más extremos,
moldeando lo que se considera verdadero.
A pesar de los postulados sobre un valor epistémico objetivista sin
precedentes, oculto en las grandes bases de datos digitales, al examinarlas como
infraestructuras queda claro que se trata de un proceso sociotécnico que no puede
escapar de los sesgos humanos y no humanos. La pretensión de universalidad,
neutralidad y objetividad total tan extendida en la cultura de, por ejemplo, el Big
Data, debe cuestionarse críticamente.
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Ya desde la misma técnica de digitalización7 que precede a las bases de datos
y es su condición de posibilidad, se realizan exclusiones fundamentales. La primera
técnica de digitalización de señales analógicas de sonido e imagen en 1938 ya
implicaba una cuantificación que limitaba la amplitud de la señal, excluía bandas de
ondas ruidosas y reducía todo a secuencias de estados binarios. Estos procesos
inherentes a la digitalización son inofensivos en la transformación del sonido y la
imagen, pero tienen graves consecuencias cuando lo digital se implementa como
modelo de gestión socioeconómica a favor de la acumulación privada de capital
(Franklin, 2015). Incluso antes de que los datos pasen a través de algoritmos que
añadirán pasos adicionales de filtrado, inferencia y computación, se puede
establecer que las bases de datos ya incorporan desde su concepción una historia
de decisiones con valores políticos, sociales y morales (Bowker et al., 2009).
La agregación, el análisis y circulación de datos digitales se utilizan con
frecuencia en procesos cibernéticos: los datos generados se ensamblan, procesan y
luego retroalimentan al mismo sistema para su adaptación (Michael & Lupton, 2016).
Pensemos, por ejemplo, en el ensamble sociotécnico de Amazon, donde los datos
digitales generados por las actividades transaccionales de productores,
compradores, vendedores y transportistas se procesan y retroalimentan para
informar a la cadena de mando y control (notablemente, a la oferta, logística y
suministro) y garantizar los flujos del sistema. Vistas como ciberinfraestructuras,
compañías como Amazon aparecen como inmensos proyectos cibernéticos que
promulgan constantemente una lógica de maximización de ganancias y una
7 El proceso mediante el cual datos analógicos y continuos se recopilan, transforman y procesan en
datos digitales y discretos para ser almacenados y computados.
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biopolítica de audiencias calculadas (Gillespie, 2014), registrando a los sujetos como
datos y haciendo todo lo posible para ocultar esos mecanismos (Crawford, 2015).
Ahora bien, ¿quién hace todo ese trabajo que garantiza la existencia
continuada de las ciberinfraestructuras sobre las que descansan estas actividades
de lectoescritura de textos digitales? El trabajo invisible es una cuestión básica de
los estudios de infraestructuras (Star, 1999). El trabajo no sólo está oculto por los
grados de separación entre la articulación de la ciberinfraestructura y el uso de
aplicaciones sobre ella, sino también por la ficción de que la circulación de
información es simple, gratuita e inmaterial, y que las TIC son artefactos neutrales
que entregan información libre a todos los individuos con un solo clic. Por lo tanto,
existen dos obstáculos para visibilizar el trabajo infraestructural: la separación física
y la cultura digital dominante. A la luz de este problema, Downey (2014) propone una
alfabetización crítica que exponga a los estudiantes que incluso cuando plataformas
como Facebook o Netflix funcionan según lo previsto, detrás de bambalinas y antes
del uso, se deben dar enormes cantidades de trabajo invisible para que esto ocurra.
O sea, la información debe hacerse útil y hacerse circular.
Las ciberinfraestructuras dependen vitalmente de formas de trabajo que a
menudo se subcontratan en ubicaciones geográficas lejanas al diseño y uso, que se
desacreditan, se remuneran muy pobremente o no se retribuyen en absoluto. Por
ejemplo, muchas tareas fundamentales para establecer la llamada “red semántica de
la web 3.0” se subcontratan al Sur Global en condiciones de intensiva explotación
transnacional, mientras que la carga de trabajo de los “ontólogos” en el Norte Global
se reduce en gran medida mediante automatización y división del trabajo (Allhutter,
2019). La atención al trabajo infraestructural nos permite rastrear estas
desigualdades globales en los ciclos de vida de la tecnología digital.
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Otras actividades vitales de los sistemas digitales son el mantenimiento, el
cuidado y la reparación infraestructural. Estas actividades esenciales son las menos
reconocidas. Según Jackson (2014), en la academia y la cultura popular existe un
sesgo hacia el progreso, la productividad, la innovación, el diseño, y un desprecio
por la reparación, pero sin la cual todo se desmoronaría en un mundo entrópico lleno
de sistemas sociotécnicos en constante decadencia. Bajo la misma lógica se ignoran
los desechos de dispositivos electrónicos. Estos desechos exportados por el Norte
Global al Sur contaminan regiones donde tales dispositivos no han sido disfrutados,
e imponen precariedad a moradores de esas zonas que no les queda más que
rebuscar entre los despojos electrónicos sus medios de subsistencia, en lo que
Jackson ha llamado la “otra mitad de la vida tecnológica”.
Finalmente, es necesario prestar atención a las barreras que las
ciberinfraestructuras pueden levantar, a veces inadvertidamente. Así como la
infraestructura es habilitante de las tareas cotidianas de unos, es barrera para otros.
Un estudio de Ford y Wajcman (2017) sobre Wikipedia puede iluminar esta
comprensión crítica. El enigma que las autoras se propusieron resolver fue: ¿Por
qué Wikipedia tiene una disparidad de género tan aguda donde menos del 10% de
las contribuciones editoriales son realizadas por mujeres y donde las entradas a
menudo minimizan la contribución de mujeres en la ciencia? Lo que descubrieron es
que la base instalada de Wikipedia reproduce una epistemología enciclopedista que
define a priori qué es el conocimiento, quiénes son los expertos apropiados y qué
temas pueden incluirse, desanimando estructuralmente la participación de mujeres o
la inclusión de conocimientos provenientes del Sur Global. Mientras tanto, la
arquitectura del sitio web recompensa en gran medida a aquellos editores que saben
programar, y, dado que la ingeniería de software ha sido históricamente acaparada
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por hombres, Wikipedia incorpora sin darse cuenta, barreras de otras
infraestructuras. En otras palabras, reproduce en un nuevo contexto digital los
prejuicios del enciclopedismo y la inequidad de género de ciertas ingenierías.
Tercera difracción: Alfabetismo digital actor-red
ANT ya se ha implementado en algunas investigaciones de alfabetización digital. En
primer lugar, como herramienta para la comprensión descriptiva de eventos de
alfabetismo digital. Gourlay y Oliver (2013), por ejemplo, conceptualizan a estos
eventos como prácticas sociomateriales distribuidas entre actores humanos y no
humanos en redes saturadas de textos y tecnologías digitales. Bhatt y Roock (2014)
añaden que en los eventos de alfabetismo digital, las prácticas institucionales y no
institucionales, sincrónicas y asincrónicas, y las agencias humanas y no humanas
afectan la realidad de enseñanza-aprendizaje que es efectuada. Y Clarke (2002)
sugiere que, en general, los estudios sobre alfabetización deberían explorar los sitios
en que ocurren los eventos para no caer en el uso excesivo del “contexto” como
categoría explicativa. En segundo lugar, ANT se ha aplicado para prescribir el diseño
curricular y espacios de aprendizaje con tecnologías digitales, como lo hizo
Dezuanni (2015), quien sostiene que estos eventos educativos acontecen en redes
agenciales cuando estudiantes y profesores interactúan con conceptos mediáticos,
artefactos digitales y materiales textuales. Estos enfoques se amplían a continuación
con otras nociones de ANT para con la alfabetización digital.
En la medida en que una alfabetización digital sociomaterial y crítica tenga
como objetivo profundizar la comprensión de los textos y tecnologías digitales, ANT
puede ayudar con aquella tarea. Quizás las comprensiones más profundas de la
tecnología digital en ese sentido, provienen de estudios empíricos sobre las
prácticas materiales locales y las interacciones situacionales entre no-humanos
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digitales y humanos (Suchman, 2014); en definitiva, de la articulación de
ensamblajes existentes.
Tomemos, por ejemplo, un estudio de caso de Vertesi (2019) sobre el uso de
PowerPoint y Excel en el trabajo cotidiano de planificación de actividades para
sondas orbitales y extra-planetarias por parte de un grupo de científicos en la NASA.
In situ, el uso del software es diferente que el guion divisado originalmente por
Microsoft: PowerPoint se reutiliza para la anotación de imágenes en lugar de la
composición de presentaciones, y Excel se reutiliza como un organizador de flujos
del trabajo en lugar de operaciones con hojas de cálculo. A priori, las prestaciones
para los que estos programas se han diseñado no nos pueden decir nada de la
realidad del trabajo y la lectoescritura de textos digitales en la NASA. Pero si dejamos
de lado las prestaciones y prestamos más bien atención a los logros localizados,
empezamos a ver las propiedades de los textos y tecnologías digitales in situ y la
coordinación colectiva entre textos digitales, software y gente.
Definir de antemano los eventos de alfabetismo digital y sus elementos
constitutivos no es del todo posible. Estos acontecimientos deben verse como logros
o efectos de una red de entidades heterogéneas. Nótese que en el caso de la NASA
que hemos referido, las prácticas de alfabetización digital, es decir, la vinculación
con textos digitales que organizan el movimiento de humanos y sondas espaciales,
emergen en la red de actores y no pudieron ser previstas por los tecnólogos de
Microsoft. La organización en torno a textos digitales es un efecto que no podría
haberse previsto con un simple inventario de los artefactos disponibles.
Esto tampoco quiere decir que no existan patrones que se nos presenten como
características de lo digital. Por su repetición en varias actor-redes, es normal
figurarse que las tecnologías digitales tienen tales o cuales atributos. Por ejemplo, si
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bien es cierto que los textos digitales adquieren su alta fluidez (con la que tendemos
a caracterizarlos) en sus respectivos ensambles, también es cierto que la fluidez es
un efecto que se repite muchas veces. Los artefactos digitales parecen dinámicos y
maleables, se mueven y transforman con alta frecuencia, pero solo debido a
traducciones y asociaciones entre “artesanos de lo digital” y “materiales
heterogéneos” (Camus & Vinck, 2019) que digitalizan, dan forma, mantienen y
promulgan incesantemente la aparente fluidez de la información digital.
Las tecnologías de los alfabetismos digitales a menudo se han considerado
medios que comunican datos, información y conocimientos. En ANT, se distingue
entre intermediación, la cual transporta prácticas, materiales o significados
inalterados, y la mediación que implica cambios en el curso de la circulación de
entidades (Latour, 2005). La mediación es la traducción de una entidad, y el medio
es el lugar donde esto ocurre. Por tanto, desde la perspectiva de ANT, el medio digital
no es sólo el que moviliza los textos digitales, sino el que los traduce, produciendo
realidades colaterales en el proceso (Bhatt & Roock, 2014). Un ejemplo lo podemos
encontrar en las redes sociales, que sabemos que no son meros intermediarios, sino
mediadores de formas específicas de socialidad (van Dijck, 2012) y afecto (Stark,
2019). La llamada economía de la atención, por ejemplo, depende de estas
traducciones para mercantilizar la atención (Pötzsch, 2016).
ANT brinda además la oportunidad de cuestionar o responder a lo que pueden
parecer hechos y artefactos impenetrables de la digitalidad. En este sentido, se
rechazan hechos preconcebidos e idealizados sobre la vinculación con los textos
digitales, tales como “nativo digital” o “inmigrante digital”, a favor de una orientación
hacia las prácticas digitales en ensamblajes concretos. La pedagogía y el diseño
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curricular de una alfabetización crítica deben reconocer que no existen tecnologías
neutrales que los estudiantes simplemente utilizan, se les llame “nativos” o no.
Cada artefacto digital moviliza materiales y discursos de otros sitios hacia el
sitio en que ocurre el evento de enseñanza-aprendizaje (Dezuanni, 2015). Este
reconocimiento permite negociar el conflicto a menudo ignorado entre la posibilidad
de una pedagogía crítica y los intereses de tecnologías y servicios digitales
propietarios (Pötzsch, 2019) que traen consigo valores a veces incompatibles con la
criticidad deseada.
Aunque la materialidad es una cuestión central en ANT, no se pretende dar aquí
la impresión de que es posible predefinir lo material en abstracto. Ribes (2019)
ilustra este punto con una discusión sobre la naturaleza de la información digital. En
el nivel más básico, alguien podría decir que la unidad de la información son los
datos, y su materia básica son los electrones que conmutan transistores que,
agregados en sistemas computacionales, realizan procesamientos. Sin embargo,
asignar la materialidad a partículas subatómicas como el electrón, sólo tiene sentido
para los actores eléctricos de una actor-red: para los dispositivos de transmisión y
computación que operan con cargas eléctricas, para las inscripciones y documentos
sobre ciencias de la computación, para expertos en física. Pero para el resto de
actores (usuarios, programadores, otros artefactos) esta traducción de la
materialidad no tiene sentido, o al menos es una reducción irrelevante de su
experiencia de la información.
Así pues, no existe una ontología única que cumpla con todos los roles en la
red de asociaciones. Más bien, la información digital es ontológicamente múltiple
(Mol, 1999), existe como electricidad, claro, pero también como mercancía, como
mensaje, como objeto cultural, como estado de inferencia en una base de datos, etc.
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Una alfabetización sociomaterial no puede detenerse en la afirmación “lo digital es
material”, sino que debe investigar a fondo esa materialidad en su red de
asociaciones particular.
Las tecnologías digitales, su agencia y su poder ocurren porque las cosas, las
prácticas y los discursos se reúnen y traducen para producir efectos que a veces se
confunden con la causa. Las intervenciones a la digitalidad inspiradas en ANT
reconocen la política de la tecnología y la necesidad de impulsar ensambles
alternativos. Es decir, promover la construcción de hardware/software que avance
explícitamente unos valores en lugar de otros: una verdadera política ontológica
(Mol, 1999). Estas intervenciones tecnopolíticas existen actualmente en algunos
círculos de la cultura digital, como son los del diseño reflexivo, el diseño participativo
y el diseño especulativo de sistemas digitales (Vertesi et al., 2017).
Cuarta difracción: Patrones de digitalidad
El realismo agencial (Barad, 1999) nos permite pensar en los alfabetismos digitales y
sus aparatos adyacentes como una ecología de prácticas, discursos y materiales y,
al mismo tiempo, como catalizadores de efectos concretos y agencias productivas o
restrictivas. Los efectos material-discursivos típicos relacionados a los textos,
artefactos y sistemas digitales se denominan aquí patrones de digitalidad.
El control es un patrón de digitalidad que llama mucho la atención en CTS.
Galloway (2004) sostiene que el control digital modula cada vez más la actividad
humana a través de su diagrama de distribución, la computadora digital como su
tecnología principal, y el protocolo como su modo de administración. Hoy en día, el
control se implementa ampliamente para gestionar la vida laboral, la educación, la
producción de mercancías y el transporte. Rossiter (2015) enseña el vasto alcance
del control digital demostrando que el software corporativo (e.g., Planificadores de
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Recursos Empresariales, Gestores de Relación con Clientes y Sistemas de Gestión
de Cadena de Suministro) se utiliza en instituciones públicas y privadas para
administrar no solo el movimiento de cosas e informaciones, sino además con la
pretensión de gobernar la cultura, la sociedad y la economía al modo tecnocrático.
Pero los patrones de control asociados a la digitalidad comenzaron a tomar
forma mucho antes de la introducción de estos softwares. Hace más de 150 años,
las metáforas performativas de lo digital comenzaron a fraguarse. Franklin (2015)
rastrea estos patrones de digitalidad hasta las innovaciones de Charles Babbage,
quien ideó una computadora mecánica en 1835, y Herman Hollerith con su máquina
tabuladora de 1889. El sueño de estos pioneros era la digitalización y captura de
toda actividad humana para ampliar su explotación, vigilancia y control más allá del
mundo laboral. Las patentes de Babbage y Hollerith abordaban no sólo los
componentes electromecánicos de sus aparatos, sino también los principios de un
modelo digital de sociedad en la que los individuos están representados por valores
discretos de actividad, raza, género, clase, etc. Es decir, registros y perfiles digitales
que pueden emplearse para el control social de la producción y la población.
Incluso las tecnociencias que se desarrollaron junto con las máquinas
tabuladoras, y más tarde con las computadoras digitales electrónicas, sufrirían
cambios epistémicos correspondientes a estos ideales de digitalidad: los registros
médicos y diagnósticos se volverían menos narrativos y darían paso a un formato
discretizado; en psicología, la valorización por coeficientes intelectuales y los test de
personalidad surgirían como retratos mentales discretos, esto es, digitales; y algunas
ciencias sociales adoptarían el cuestionario como tecnología de recolección de datos
discretizada (Armstrong, 2019).
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En estos patrones, los datos digitales (primero agujeros en tarjetas de
tabulación, luego bits) llegan a representar a individuos, y su agregación, a
poblaciones. La digitalidad es al mismo tiempo productora de subjetividades y
restrictiva por exclusión. La subjetivación y la exclusión, combinadas con aparatos
como, por ejemplo, las leyes, pueden producir efectos de control social
profundamente injustos. En un estudio sobre el Gobierno de Italia a partir del 2005,
Hawthorne (2019) analiza el aparato material-discursivo que conforman la ley con la
tecnología digital. Con la excusa de una legislación “antiterrorista” del Internet, de un
solo golpe se forjaba una nueva doctrina de la privacidad en la Web y se recrudecían
los procesos de deportación. La vigilancia se centró en los cibercafés gestionados y
frecuentados por inmigrantes. Hawthorne sostiene que estas regulaciones, con su
brutal ejecución policial, ayudaron a solidificar un nuevo imaginario de la brecha
digital: ser percibido como digitalmente alfabetizado se constituyó en un símbolo de
civilización y modernidad, mientras quienes se percibían del otro lado de la brecha
eran sujetos a vigilancia y control. El lado correcto de esa supuesta brecha digital
estaba ligado a la noción de la computadora como propiedad privada y personal, que
contrastaba con los cibercafés calumniados en medios como “premodernos”.
Además del control, los patrones de digitalidad también favorecen ciertas
constituciones de la temporalidad. En ensambles sociotécnicos el tiempo está
heterogéneamente constituido por entidades humanas y no humanas (Bowker et al.,
2009); en una palabra, heterocronía. Los objetos emblemáticos del alfabetismo
digital, como el texto digital y la computadora, operan con temporalidades distintivas:
los textos digitales se reconfiguran como píxeles en las pantallas a velocidades
vertiginosas, y la velocidad de una computadora depende de ciclos de operación que
ejecuta la CPU en cada oscilación de un reloj interno. Estos tiempos difieren de
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aquellos de la práctica y cognición humana, y es en tal contradicción temporal donde
surgen efectos que llegan a sentirse en los cuerpos humanos.
Wajcman (2019), por ejemplo, muestra cómo el cambio de calendarios de papel
a calendarios electrónicos favoreció una “orientación tipo hoja de cálculo”; esto es, la
internalización de una temporalidad que promueve la eficiencia, el autocontrol y la
optimización. Una observación similar es la de la distinción entre el estilo cognitivo
de la atención profunda que es favorecido por nuestra vinculación con la palabra
impresa en papel, en contraste con el estilo de la hiperatención o atención
fragmentada que es promovida por nuestra vinculación con textos digitales
dinámicos y veloces (Pötzsch, 2016) como los que se pueden encontrar en las
pantallas de nuestros smartphones.
Por tanto, los aparatos material-discursivos digitales efectúan alfabetismos y
temporalidades distintivas. Mientras que el enfoque sociocultural de la alfabetización
ha sugerido que existen diversas prácticas de lectura, escritura y comunicación entre
diferentes comunidades, una visión de la alfabetización desde el punto de vista
material-semiótico de CTS estaría de acuerdo, pero agregaría que los no-humanos
también tienen sus propias prácticas de lectura, escritura y comunicación, aunque
con su propio lenguaje y convenciones. El giro sociocultural reveló acertadamente
que las prácticas de alfabetismo son diversas y contextuales, pero no llegó lo
suficientemente lejos como para postular lo mismo para las máquinas. Extender las
alfabetizaciones digitales y la textualidad a los no-humanos ofrece una nueva vía de
investigación acerca de la autoría distribuida (Gourlay & Oliver, 2013) en la que se
crean textos y significados en un proceso informático que atraviesa a los cuerpos
humanos y maquinales (Hayles, 2020).
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Ciertamente, cuando se amplía la cuestión de la alfabetización a los no-
humanos se pueden obtener saberes críticos, como cuando Franklin (2015) señala
que la violencia relacionada a la digitalidad se da en las instancias en que las
máquinas no pueden leer algo: lo que es ininteligible para las tecnologías digitales
de control social, lo que no puede ser discretizado ni capturado y, por lo tanto, no es
valioso bajo la gestión cibernética, será excluido. Y ser excluido en un mundo cada
vez más dominado por tecnologías digitales significa ser empujado a la inexistencia.
Curiosamente, entonces, una alfabetización digital sociomaterial y crítica
también debe dar cabida a prácticas no-digitales que se niegan a desaparecer. El
llamamiento de Pötzsch (2019) a cultivar también vías no-digitales en las escuelas,
sigue este tipo de razonamiento. Son precisamente las asignaturas que mejor
contrarrestan la hiperatención y cognición fragmentada, como son las humanidades
y las artes, aquellas más propensas a ser recortadas para dar paso a asignaturas de
alfabetización digital puramente funcional, como son las clases que hacen un uso
superficial de computadoras y tablets en las escuelas. Este patrón debe abordarse
críticamente antes de cantar victoria ante el prospecto de una educación digital.
Modelo de alfabetización digital
El modelo de alfabetización digital crítica sociomaterial propuesto a continuación
sintetiza las lecturas difractivas del anterior apartado. Postula cuatro elementos de
alfabetización que han sido denominados construcciones, infraestructuras,
traducciones y patrones. Aunque en su forma y estilo se inspira en otros modelos de
alfabetización digital, la contribución del presente modelo es la de enfatizar
explícitamente los conceptos y vocabulario de CTS con fines de guiar la indagación
sobre tecnologías digitales y digitalidad.
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Cualquier aplicación de este modelo deberá aterrizarse en la práctica. Las
posibilidades de este modelo, como las de todos los modelos teórico-conceptuales
de alfabetización digital referenciados en la Tabla 1, son descriptivas y prescriptivas:
se puede utilizar como guía de elementos indispensables para investigar ensambles
sociotécnicos y prácticas digitales, o para establecer acciones educativas, como
implementaciones de tecnología digital en las escuelas y estrategias de pedagogía
según sea el caso. Esto último requeriría la adaptación didáctica del modelo a la
audiencia en particular, tomando en cuenta el nivel académico de los aprendices, el
diseño y la profundidad curricular deseados.
Construcciones
Concebir el texto digital como artefacto: En la alfabetización digital, grupos sociales
relevantes de lectores, escritores y comunicadores construyen, componen,
modifican, circulan y significan textos digitales como artefactos; hardware y software
como sistemas tecnológicos; y el Internet y la Web como ensamblajes sociotécnicos.
El texto digital es relacional porque adquiere su carácter en forma y contenido al ser
escrito y leído en un marco tecnológico y cultural. El devenir de la tecnología, su
grado de estabilidad, y sus atributos como el de “dispositivo”, “plataforma” o “medio”
dependen de interpretaciones, prácticas y usos grupales.
Considerar la coproducción de humanos y máquinas: En el curso de la
construcción social de artefactos y sistemas digitales, el orden social también varía.
Grupos, identidades, instituciones y discursos se constituyen mutuamente con sus
tecnologías digitales. Los humanos y las máquinas digitales se configuran entre sí;
por ejemplo, las inscripciones sobre un usuario hipotético dan forma parcialmente a
la arquitectura digital que retorna para moldear a los usuarios; pero luego, usos y
modificaciones inesperados por parte de usuarios reabren la flexibilidad
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interpretativa de lo digital. En este respecto, vale tener en cuenta la alta plasticidad
de los artefactos y sistemas digitales.
Aplicar los entendimientos críticos de SCOT: Cuestionar e intervenir en los
órdenes tecnológicos y sociales, ya sea en el futuro de los artefactos y sistemas
digitales o en la producción de identidades de usuarios. Esto empieza por analizar
grupos relevantes, sus interpretaciones y la materialidad que subyace a la
construcción de sujetos como “prosumidor” o “nativo digital”, criticando el pretendido
determinismo tecnológico que concibe unilateralmente estas categorías. Así se
exploran alternativas subjetivas y tecnológicas a las interpretaciones dominantes del
alfabetismo, la tecnología digital y la participación en la digitalidad.
Infraestructuras
Examinar las infraestructuras de alfabetización e información digital: Los eventos de
alfabetismo digital, como encuentros de los textos/artefactos/sistemas digitales con
humanos, dependen de la existencia y el funcionamiento continuado de su
infraestructura. Las ciberinfraestructuras anidadas, modulares, apenas visibles,
tendidas en tiempo y espacio, habilitan los eventos de alfabetismo digital e influyen
en la producción y certificación de la información y el conocimiento mediado
digitalmente. Al mismo tiempo, la infraestructura digital lleva por dentro organización,
convenciones y decisiones humanas. Las ciberinfraestructuras y sus atributos, como
el de “conectividad”, son relacionales y fundamentalmente sociotécnicas.
Prestar atención al trabajo infraestructural: Las ciberinfraestructuras dependen
del trabajo de diseño, programación, recopilación y ordenamiento de datos,
digitalización, producción de hardware, moderación de contenido, mantenimiento,
reparación y desecho; pero a menudo este trabajo se vuelve invisible debido a la
organización material de la infraestructura (i.e., la separación física entre nodos del
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Internet) y la cultura de digitalidad (i.e., la creencia de que la información es
inmaterial, libre y gratuita). La información es solo valiosa en la superficie de la
infraestructura debido al trabajo realizado para hacerla útil y móvil. La atención al
trabajo subyacente y disperso permite comprender la permanencia de lo digital y
develar los agravios que las ciberinfraestructuras pueden causar a quienes entran en
contacto con estos grandes sistemas sociotécnicos.
Aplicar entendimientos críticos de estudios de infraestructura: Los datos,
algoritmos y protocolos no escapan a los sesgos humanos y no humanos. Muchas
ciberinfraestructuras extraen valor de la vigilancia y el cálculo de audiencias en un
proceso supuestamente objetivo y considerado auto-evidente. La supuesta
universalidad y neutralidad de la digitalización y toma de decisiones con bases de
datos, deben cuestionarse críticamente. El lado invisible de la vida tecnológica
genera efectos y barreras que tienden a pasar desapercibidas. Con el análisis
infraestructural es posible imaginar y promulgar modos alternativos de organización
sociotécnica en cuanto a la tecnología digital.
Traducciones
Red-actor del alfabetismo digital: Los alfabetismos digitales son un logro local, un
producto de cierta configuración de gente, prácticas, materiales e inscripciones
heterogéneas. A la inversa, los alfabetismos digitales efectúan la organización y
movimiento de humanos, cosas e información. En otras palabras, el alfabetismo
digital es una red de lectoescritura de textos digitales cuyo actuar en el mundo
depende de delegaciones materiales, roles y asociaciones entre humanos y no-
humanos. Por esta relacionalidad del fenómeno del alfabetismo digital, categorías
explicativas que a veces se toman por sentado, como la del “contexto sociocultural”,
deben explicarse en sí mismas como efectos de la red de actores particular.
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Investigar las traducciones en redes de alfabetización digital: Los contenidos,
significados y materiales del alfabetismo digital son mediados en el curso de su
circulación y asociaciones. Estos se simplifican, se transforman, se reducen; en una
palabra, se traducen. El medio digital no sólo moviliza textos digitales, sino que
también los traduce, produciendo efectos en la red-actor como la llamada
“sociabilidad” de las redes sociales o la “interactividad” de los sistemas informáticos.
Ejemplos de traducciones en redes sociotécnicas infundidas con textos y tecnologías
digitales, son: las delegaciones a configuraciones materiales que median la atención
y los afectos en plataformas con interfaces de usuarios; la traducción de datos
analógicos a digitales para legibilidad en lenguaje máquina; o las inferencias de
bases de datos que traducen clics en perfiles, y perfiles en acciones.
Aplicar entendimientos críticos de ANT: La pedagogía crítica requerida por la
alfabetización digital propuesta aquí, debe pasar necesariamente por un análisis de
la configuración actor-red de esos sistemas digitales que pretende examinar o en los
que pretende intervenir. Politizar la tecnología digital, por tanto, significa abrir la caja
negra de sus acciones y describir empíricamente la asociación de cosas, prácticas y
discursos que dan cuenta sociomaterial de cuestiones que son de amplia
preocupación con respecto a los sistemas y plataformas digitales. Fenómenos muy
sonados en la era de las computadoras y el Internet, como la desinformación o la
manipulación del comportamiento, encuentran aquí su fundamento en una
configuración específica de entidades tangibles e intangibles que se alinean para
producirlos en primer lugar. En este sentido, un mapeo de asociaciones y roles
puede orientar una intervención eficaz, ya sea con acciones negativas, como la de
refutar ciertas traducciones de la actor-red, o con acciones positivas, como son el
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diseño reflexivo y diseño participativo que buscan reensamblar colectivos
sociomateriales hacia configuraciones más justas.
Patrones
Reconocer los aparatos y la performatividad: La vigilancia distribuida, el mando y
control a distancia, y la modulación de actividades y cognición humana, son patrones
típicos de lo digital que dependen de aparatos como los sistemas de gestión
logística, gobernanza cibernética, discretización de sujetos y digitalización. Los
aparatos digitales, conectados a otros aparatos, como, por ejemplo, el aparato legal,
tienen la capacidad de generar desigualdades que se manifiestan como exclusión.
Tener en cuenta los alfabetismos heterogéneos y la heterocronía: Los
alfabetismos son practicados por humanos y máquinas con maneras distintas de
escritura, lectura y comunicación. Los textos digitales son material-discursivos y su
autoría tiende a estar más distribuida que en otros medios. La importancia de un
texto digital, y su consiguiente performatividad, emerge de intra-acciones entre las
prácticas de alfabetización de humanos y máquinas. La temporalidad en estos
ensambles también es heterogénea, ya que humanos y máquinas experimentan el
tiempo de manera diferente. En esta heterocronía, nuestra experiencia del paso del
tiempo puede internalizar ritmos de la tecnología digital y favorecer una velocidad y
fragmentación cognitiva que va de la mano de una hiperatención.
Aplicar entendimientos críticos de la semiótica material: Los patrones históricos
de la digitalidad deben ser trazados y cuestionados y, si es necesario, intervenidos
por estrategias emancipadoras, teniendo en cuenta que todo lo que no sea legible
por los aparatos digitales no se considera valioso según sus valores. Las
limitaciones o ventajas de diferentes aparatos deben compararse para promulgar
una política ontológica con un marco ético explícito. Por ejemplo, el patrón control de
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algunos sistemas cibernéticos tiene como objetivo la modulación del pensamiento y
actividad de las personas con fines de acumulación privada de capital. La política
ontológica entiende que puede promulgarse una realidad distinta, por ejemplo, la del
uso de sistemas cibernéticos muy parecidos, pero con fines muy diferentes. De ahí
la criticidad de una alfabetización atenta a patrones sostenidos de desigualdad
promulgados por medios digitales.
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Artículo recibido el 9 de junio de 2024
Aprobado para su publicación el 17 de marzo de 2025