1
DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re56.342
Garrido S. (comp) (2022) Transición energética en
Sudamérica. Discusión conceptual, políticas
públicas y experiencias locales, Buenos Aires,
Lenguaje Claro Editora, 222 páginas.
María Paula Lucero*
El libro aquí reseñado se enmarca en los estudios que analizan, a partir de un análisis
socio-técnico, las políticas públicas y estrategias instituciones enfocadas en el
fomento de energías renovables. La obra presenta los resultados de un proyecto de
investigación sobre diseño estratégico, planificación y gestión de sistemas
tecnológicos en energías renovables llevado a cabo por un grupo de investigadores
de diferentes disciplinas. A partir del cuestionamiento al determinismo tecnológico que
reduce la transición energética a una sustitución tecnológica, los autores realizan un
estudio trans e interdisciplinar sobre diversos procesos de transición en Sudamérica
en los que intervienen actores, tecnologías y estructuras institucionales que se
condicionan mutuamente. La problemática central abordada es el funcionamiento/no-
funcionamiento de las distintas políticas, estrategias desarrolladas para impulsar el
uso de fuentes de energía renovables y los límites y desafíos que ello trae aparejado.
Las preguntas elementales que se busca responder son: ¿cuáles son las
concepciones de transición energética en boga? ¿cuáles son las principales
* Instituto de Estudios sobre la Ciencia y la Tecnología – Universidad Nacional de Quilmes (IESCT-
UNQ-CIC-BA). Correo electrónico: mpaulalucero94@gmail.com
dimensiones a ser consideradas en las políticas energéticas? ¿cómo lograr una
transición socialmente justa? ¿cuáles son los principales obstáculos y desafíos de
Sudamérica para lograrla?
La compilación tiene como objetivo abrir la discusión sobre los desafíos ymites
que presenta la transición energética en la región de Sudamérica y generar nuevo
conocimiento sobre los procesos de cambio tecnológico en relación a las energías
renovables a partir de un análisis crítico y holístico sobre políticas implementadas y
estudio de casos concretos. Así, los autores nucleados en esta compilación se
proponen “abrir la caja negra de la transición energética para superar las iniciativas
lineales que la reducen a una mera sustitución energética que no revierten las
enormes desigualdades vigentes o que por el contrario las puede potenciar” (p. 53).
Se remarca, además, la particularidad que asume hoy la transición energética en un
contexto de crisis climática en el que la dimensión ambiental ha tomado una
importancia considerable.
Como señalan en la introducción, la transición es un proceso de cambio socio-
técnico que comprende diferentes dimensiones (social, tecnológica, económica,
geopolítica y cultural). Partiendo de esa conceptualización, cada uno de los siete
capítulos que conforman la obra, entienden a la transición como un proceso sistémico,
multidimensional y situado.
En América Latina, la incorporación del tema en la agenda se enmarca en el
reconocimiento de la élite política de una situación de crisis energética que orienta a
la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento. Así, las políticas de transición
energética se abocan a las energías renovables y la eficiencia energética a partir de
la transformación de: los procesos productivos y las dinámicas de consumo;
tecnologías de extracción, utilización y transformación de energía; y políticas de
regulación de los sistemas energéticos. Los autores que forman parte de la obra,
conscientes de la necesidad de pensar las transiciones de forma integral se presta
atención a la transición (o transiciones) socialmente justa, que vaya más allá de las
visiones lineales centradas en la descarbonización de la matriz energética. Así, el
abordaje de la compilación, transversal a los capítulos que la conforman, es una
mirada multidimensional que presta atención a la importancia de la energía para el
desarrollo no sólo económico sino también social y ambiental.
El primer capítulo “Transición energética justa: una mirada desde América del
Sur”, escrito por Santiago Garrido y Mariana Recalde, se aboca a profundizar en la
discusión, existente en el ámbito académico y de la gestión, en torno al concepto de
transición energética con el objetivo de echar luz sobre un concepto tan polifónico.
La importancia de discutir qué se entiende por transición energética no sólo es
relevante en términos académicos sino también porqué la forma en la que se
problematiza la transición incide sobre las políticas públicas y las estrategias
desarrolladas en los que las energías renovables y las transiciones se presentan como
una solución per se a los problemas del desarrollo. Como afirman los autores “es
crucial pensar políticas públicas integrales tendientes a modificar el sistema
energético teniendo en cuenta múltiples variables como conflictos sectoriales, alianzas
geopolíticas, estrategias empresariales, sistemas regulatorios, patrones culturales de
consumo” (p. 52).
A partir de una lectura detallada sobre la forma en que ciertas perspectivas
teóricas abordan las transiciones, los autores repasan los conceptos, aportes y límites
de cada una de ellas, realizando un recorrido por diferentes las perspectivas: holística,
del contexto y sus impulsores, geográficas, socio-técnica y basada en las transiciones.
Así, los autores muestran cómo ciertos enfoques se centran en estudiar los
componentes del sector energético de forma aislada, mientras que otros tienen en
cuenta las interacciones intra e intersectoriales de los elementos que conforman el
sistema energético. También evidencian enfoques, como la perspectiva del contexto
y sus impulsores, que estudian la transición a través de los factores (o drivers)
endógenos y exógenos (tecnológicos, demográficos, económicos y de contexto) que
impulsan la utilización de un tipo de energía, o el enfoque basado en transiciones,
que centran el análisis en tres niveles: nicho, es decir, espacios protegidos de
experimentación y aprendizaje que no están regidos por reglas convencionales de
mercado; régimen socio-técnico (reglas e instituciones, valores culturales, practicas
sociales y tecnologías que operan en los sistemas socio-técnicos) y contexto socio-
técnico. Si bien cada uno de los enfoques presenta sus singularidades comparten,
afirman los autores, tres conjunciones: el reconocimiento de que los procesos de
transición deben ser entendidos como fenómenos socio-históricos y espacialmente
situados; una importancia considerable dada al cambio tecnológico; y la consideración
de que la forma y el alcance que adquieran las transiciones dependerá de las
decisiones que tomen los actores heterogéneos que intervienen en el proceso.
Como propuesta superadora, los autores proponen entender a las transiciones
de forma holística y contextual de manera que se tengan en cuenta las
particularidades (socio-económicas y energéticas) de cada región como condición
imprescindible para lograr una planificación que permita una transición socialmente
justa. Es así que se presenta el concepto de transición energética justa que, en
oposición a las miradas reduccionistas de la transición, brega por un nuevo régimen
socio-técnico cuyos principios se concentran en: empleo e ingresos; acceso y equidad;
participación y gobernanza y geopolítica en tanto puntos centrales a tener en cuenta
al momento de planificar un nuevo régimen energético con el fin de generar una
transición con derechos laborales garantizados, acceso universal a energía asequible
y limpia, con sistemas de gobernanza que permitan la participación de los actores y
que contemplen las asimetrías entre el norte y el sur global. Retomando esas
dimensiones, finalizando el capítulo los autores realizan un análisis empírico sobre la
modalidad que asumen los procesos de transición en países de Sudamérica a la luz
del concepto de transición energética justa y sus principios rectores.
A partir de un análisis detallista sobre distintas iniciativas de fomento a las
energías renovables en países de la región (Argentina, Brasil, Chile, Uruguay), los
autores arriban a la conclusión de que en la región la transición ha sido reducida a “un
proceso de sustitución tecnológica y modificación de matrices de generación” sin un
cambio socio-técnico al interior del sistema energético. Ello tuvo como consecuencia
indeseable, como bien dan cuenta los actores, la reproducción del régimen dominante
(concentración de la propiedad de generación, marco regulatorio de carácter
neoliberal, etc.) por parte de las nuevas iniciativas de transición, lo que puede generar
mayores niveles de exclusión y desigualdad, como lo evidencias las políticas de
electrificación desarrolladas a partir de los noventa por países de la región y
estudiadas por los autores. Así, en oposición a las definiciones que postulan a la
transición como condición de posibilidad per se de nuevos modelos de desarrollo
democráticos e inclusivos, los autores evidencian que la transición puede traer
aparejados procesos de exclusión y mal desarrollo.
En el segundo capítulo, “Políticas de incorporación de energías renovables en
Argentina”, Emilia Ruggeri y Guillermo Santos realizan un análisis sobre tres
programas centrados en el fomento de energías renovables implementados en
Argentina, prestando atención a sus resultados y límites. Estos programas son: el
Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales (PERMER) (1999), abocado
ampliar el acceso a la energía en zonas rurales; el programa para desarrollar la
generación de electricidad con energías renovables (GENREN) (2009), desarrollado
por la empresa estatal ENARSA con el fin de incentivar la generación de energía
eléctrica a partir de incentivos de fomento a la inversión privada; y el programa de
abastecimiento de energía eléctrica a partir de fuentes renovables (RenoVAr)
mediante licitaciones de contratos.
En Argentina, la incorporación de las energías renovables data de la década de
los noventa y hasta la actualidad la política de fomento a fuentes renovables fue
acompañada de transformaciones más amplias, siendo el marco político e institucional
un factor condicionante al cual los autores le prestan considerable atención. Desde la
conceptualización de la energía como un proceso no lineal de co-construcción entre
los elementos que conforman el sistema energético, el abordaje de los programas
realizada por los autores se centra en cinco ejes: modelo de gobierno, objetivo,
medios, desarrollo tecno-productivo y rol del Estado. Esa forma de entender al sistema
energético les permite realizar un análisis multidimensional teniendo en cuenta tanto
los elementos que conforman el sistema como aquellos “externos” con capacidad de
condicionarlo.
A partir del estudio detallado de tres políticas/estrategias, se analizan aspectos
como la conceptualización de la problemática de la energía en cada una de las
políticas/programas, las particularidades que asumen en base a la forma de
implementación (requisitos, condicionamientos internos y/o externos,
responsabilidades diferenciadas de los actores, fuente de financiación, etc.) y las
características internas del país, entre otros. Cada uno de los programas presentados
corresponden a tres presidencias con marcadas diferencias políticas. Así, mientras
que el PERMER se implementó en un momento de consolidación del modelo
neoliberal, el GENREN se marca en un modelo neodesarrollista y el Renovar en la
emergencia de un gobierno de orientación neoliberal. A pesar de los diferentes
escenarios en que se implementan las políticas, un argumento central de los autores
es la permanencia del enfoque de mercado (con mayor o menor grado de injerencia)
y el marco normativo neoliberal como transversal a los tres programas.
Los autores muestran como los programas no resultan eficaces en lograr sus
metas propuestas, ya sea por transformaciones estructurales ocurridas durante su
vigencia (PERMER), falta de financiamiento (GENRER) o la ausencia de mecanismos
que permitan la adecuación socio-técnica requerida. Las principales conclusiones que
se desprenden del análisis, es que la forma en que se dan los programas de fomento
de energías renovables no necesariamente conducen a un proceso de desarrollo local
con incentivo de capacidades locales, y, en ese sentido, las planificaciones
cortoplacistas funcionan como limites en lograrlo. Por ejemplo, si bien el Renovar fue
exitoso en lograr aumentar la potencia instalada, a partir de desarrollo de
infraestructura, el componente nacional no fue considerado como prioridad al
momento de la planificación por lo que no se generó un desarrollo tecno-productivo
local.
En el tercer capítulo, titulado “Promoción de la eficiencia energética y las
energías renovables en Italia y Argentina, los autores Pedro Chévez y Florencia
Zabaloy se centran en analizar las políticas de promoción de eficiencia energética (EE)
y energías renovables (ER) en Argentina e Italia. Ambas dimensiones son analizadas
partiendo de dos elementos que hace a la problemática energética y a las políticas
que buscan darle respuesta: la oferta y demanda. A partir de una investigación
bibliografía, los autores estudian comparativamente una serie de programas de
fomento a las EE y las ER desarrolladas en ambos países, focalizándose en los límites
y oportunidades de cada una de ellas. El capítulo presenta un diagnóstico sobre la
situación socio-energética de los países y, para finalizar, una propuesta de
recomendaciones a seguir para superar los obstáculos por ellos identificados en su
investigación.
Con el fin de analizar las barreras y facilitaciones de las políticas de EE y ER los
autores se concentran en seis variables: contexto socio-energético; condiciones de
borde; propuestas e instrumentos implementados; coordinación política;
condicionantes de inversión inicial y difusión; y comunicación de programas. Para el
caso italiano estudian los programas “Detrazione fiscale”, “Conto energia fotovoltaico”
y “Conto Energia térmico”, mientras que en el caso de Argentina se analiza el
“Programa Nacional de Uso Racional y Eficiente de la Energía”, los programas de
penalización/bonificaciones al consumo de electricidad y la Ley de fomento a la
Generación Distribuida. Si bien los países presentan características (económicas,
sociales, demográficas, etc.) diferentes, también presentan similitudes en relación a
la dependencia de combustibles fósiles, distribución de la demanda, etc.
La descripción de la situación socio-energética se concentra en la matriz
energética, los principales demandantes del sector, el crecimiento (o no) de fuentes
de energía renovable, entre otros. Así, Chevez y Zabaloy llaman la atención sobre la
diferencia en la promoción y aumento del porcentaje de las renovables entre los
países, siendo mayor en Italia, y la continuidad de la dependencia de los combustibles
fósiles, de los que dependen ambos países. Asimismo, como los autores evidencian,
las responsabilidades y posibilidades de los países son diversas, lo que explica el
grado de desarrollo que presenta la promoción de fuentes no convencionales en los
países centrales vis a vis los periféricos, pudiendo rastrearse una pronunciada
diferenciación entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico y aquellos que no lo son. Como también difieren las
motivaciones de los países a la hora de implementar políticas orientadas a lograr la
eficiencia energética. Mientras que para los países desarrollados la cuestión ambiental
está en el centro de la escena, para los países periféricos el atractivo reside, afirman
los autores, en la posibilidad de convertirse en medio para el desarrollo de nuevos
mercados/inversionistas.
Para finalizar los autores presentan una serie de recomendaciones para futuros
programas a implementarse en Argentina con el fin de “generar insumos para la
planificación”. Las recomendaciones se centran en tres ejes: planificación,
implementación y monitoreo. El primer eje se explica por la importancia que asume la
existencia de una planificación nacional que oriente a todas las políticas energéticas,
resultando menester que las políticas energéticas de alcance nacional, como la
resolución “Lineamientos para un Plan de Transición Energética al 2030”, se convierta
en “una guía imprescindible en materia de transición energética” (p. 129). En cuanto
al segundo eje, los autores remarcan la importancia de mejorar la coordinación
intergubernamental, siendo una condición indispensable para lograr homogeneizar las
políticas blicas en materia de energía, como así también resulta necesario definir
partidas presupuestarias que para mejorar las condiciones de financiamiento de
eficiencia y generación distribuida y los sistemas de información y difusión de los
programas. Por último, el tercer eje refiere a la importancia del monitoreo “para evaluar
la evolución de las distintas políticas y programas y para mejorar su diseño” (p. 129).
En el cuarto capítulo, “Desarrollo de la energía solar térmica en la provincia de
Santa Fe”, Jorge Chemes e Ignacio Arraña presentan un estudio empírico sobre el
funcionamiento/no-funcionamiento de una seria de políticas vinculadas al desarrollo
de energía solar térmica para el uso sanitario implementadas en la provincia de Santa
Fe en el período 2005-2015. Con base en el análisis socio-técnico, los autores
reconstruyen la trayectoria de la energía solar térmica. El recorte temporal lejos de ser
arbitrario responde a el momento en el cual comienza a incorporarse en tema de la
energía solar en la agenda pública rosarina, en parte, motivado por acciones de
visibilización como el evento “Rosario Solar” (RS), actividades en vía pública, y
elaboración de informes, llevadas a cabo por la ONG Taller Ecologista (TE) de la
Ciudad de Rosario.
A través de entrevistas semiestructuradas y análisis de documentos y narrativas,
los autores reconstruyen la secuencia de problemas-solución, los grupos sociales
relevantes, las alianzas socio-técnicas construidas, entre otros. Así, los autores
distinguen el proceso de emergencia de políticas de energía solar térmica en cuatro
fases marcadas por: el evento Rosario Social (2009) y la implementación del
Programa “Capturando el sol en Villa Ocampo” (2010); la creación de la Secretaría de
Energía; la implementación del programa “Un sol para tu techo”; y las críticas y ajustes
realizados al programa. En cada una de las fases emergen actores con una propia
definición de problemas y soluciones construidas en torno a la problemática
energética.
El programa analizado, basado en el financiamiento de la compra de calefones
solares de producción nacional, es implementada luego de la aprobación de la
ordenanza solar térmica y la aprobación del Programa FONARSEC de “Energía Solar
en la Vivienda”. A partir del socio-técnico, Chemes y Arraña, realizan una descripción
de la trayectoria de la energía solar en Rosario, los actores que emergen en cada una
de las fases y las diferentes estrategias que llevan a cabo tendientes a alcanzar sus
objetivos. Asimismo, analizan críticamente las debilidades del programa no tenidas en
cuenta al momento de la planificación. A modo de ejemplo, muestran cómo la no
incorporación de vendedores locales de calefones, la ausencia de instaladores en la
ciudad, la escasa visibilidad dada al programa y la falta de información, limitaron el
desarrollo del programa, como también lo hicieron la “GSR y artefactos que
contribuyen a la no adopción de la tecnología (...) [y que] no han sido contemplados
en el diseño de las políticas públicas (p.155). De ello se deprende, además, como
conclusión general los problemas de la visión determinista (tecnológica o social) no
escapan al diseño e implementación de las políticas blicas orientadas al fomento
de energías renovables y la importancia de la planificación como herramienta para
sortear esos obstaculos. Como aporte a ser tenido en cuenta en el diseño de políticas
de energía solar térmica, los autores finalizan el capítulo recomendando el
involucramiento de tecnólogos y especialistas de diversas disciplinas familiarizados
con el trabajo en territorio y contar con “multiplicidad de miradas que articulen las
dimensiones políticas, económicas, sociales, ingenieriles arquitectónicas, culturales,
psicológicas, artefactuales y empresariales, entre otras” (p. 155).
En el quinto capítulo llamado “Software libre y fomento de energías renovables
en la provincia de Salta” los autores Nilsa Sarmiento Barbieri y Joaquín Sarmiento
Barbieri analizan la incidencia del conocimiento y la información en el desarrollo de
políticas de energías renovables. Las motivaciones de centrarse en el análisis del
software libre se explicar por la importancia que reviste el conocimiento científico,
siendo uno de los actores que, destacan los autores, contribuyó a la promoción de las
energías renovables como solución al calentamiento global. El texto presenta dos
secciones. En la primera parte se reconstruye el debate sobre transición energética a
partir de la incorporación de tres ejes, no siempre tenidos en cuenta en la discusión
sobre transición energética como lo son las energías renovables no convencionales,
el software libre y la transición energética justa. En la segunda parte del capítulo se
presenta, a partir del caso de Salta, el desempeño de la comunidad epistémica del
Instituto de Energía No Convencional (INENCO) de la Universidad Nacional de Salta
en la promoción de energías renovables y software libre.
Para los autores la transición energética puede definirse como “un sistema
energético global que difunde de manera justa tanto los beneficios como los costos de
los servicios energéticos y que tiene una toma de decisiones energética representativa
e imparcial” (p. 160). El concepto de transición energética propuesto por los autores
es reconstruido a partir de los aportes de líneas de pensamiento divergentes y
destacan tres elementos clave a ser considerados al momento de planificar la
transición: los costos y externalidades del sistema energético, los beneficios y los
procedimientos que pueden generar exclusión.
A través de la metodología de process-tracing, presentan el recorrido de trabajo
de los investigadores del Instituto INENCO, centrado en lograr incidir sobre los policy-
makers, a partir de la difusión de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) y
la generación de herramientas de software. Para los autores, la discusión sobre el
software libre no se trata sólo de un debate técnico sino ético, más aún en una región
con una situación socio-económica tan crítica como lo es el Norte argentino con
Necesidades Básicas insatisfechas y desigual acceso a fuentes de energía. Según
cuentan los autores, Salta tiene la particularidad de tener una trayectoria en la ligazón
entre la promoción de energías renovables y el desarrollo de herramientas basadas
en software libre que data de la década del setenta y se institucionaliza con la creación
en 1980 del INENCO, órgano de investigación con incidencia en la agenda pública
provincial que ha influido, en su vínculo con la Secretaría de Energía, en normativas
y planes que fomentan el desarrollo de fuentes renovables (Plan Provincial de
Energías Renovables, Régimen de Fomento para las Energías Renovables, Plan Sol
en Casa, ente otros). La influencia de la comunidad epistémica del Instituto se ha
concentrado en dos acciones orientadas a facilitar la toma de decisiones de manera
informada: el desarrollo de estrategias para lograr la participación de sectores sociales
y políticos y el despliegue de herramientas técnicas basadas en software libre.
El argumento central de los autores es la existencia de una correlación entre los
principios postulados por la transición energía justa y los del software libre (libertad de
uso y adaptación, cooperación, transparencia, etc.). Además, se remarca la
importancia de la libre disponibilidad de datos en la toma de decisiones como forma
de mejorar la calidad de la ciencia y estrechar la colaboración entre la ciencia y
política” (p. 162). Así, para que la transición sea realizada “de manera informada,
descentralizada y democráticamente, el acceso a información libre es un requisito
central” (p.174).
En el sexto capítulo “Energía solar en hogares rurales vulnerables de Uruguay:
el Fondo Solar de MEVIR”, las autoras Claudia Cohanoff, Soledad Contreras y Andrea
Walter analizan el proceso de implementación del programa “Fondo Solar MEVIR” que
se enmarca en la política energética nacional iniciada en el año 2008 y se orienta a
facilitar el acceso a la energía a sectores vulnerables. El recorrido del capítulo
comienza con la presentación de un marco teórico sobre los dos conceptos centrales
que guiarán el análisis empírico: pobreza energética y justicia energética. Luego se
presenta el caso de estudio atendiendo a: su implementación, los efectos de la
instalación, la incorporación de la tecnología en la población; y el/los aprendizaje/s
sobre la nueva tecnología.
En cuanto a la pobreza energética se distinguen tres enfoques: el térmico, en el
que se define una temperatura adecuada en que las personas deben vivir en sus
hogares; el del gasto, que compara el grado del ingreso del hogar que se destina al
gasto energético; y el consensual que incorpora la dimensión contextual para analizar
las necesidades consideradas básicas. Por su parte, en la justicia energética se
retoma conceptos de la teoría de justicia social, haciendo énfasis en la distribución de
los beneficios del uso de la energía (justicia distributiva), los mecanismos de acción
de la politica energética y sus efectos inclusivos o excluyentes (justicia procedural) y
las diferencias y vulnerabilidades que pueden generar una distribución injusta (justicia
como reconocimiento). De ello se desprende que no todas las políticas de eficiencia
energética implicaran per se la reducción de la pobreza. Asimismo, las autoras hacen
mención al concepto de tecnología, dado el carácter artefactual de la política
estudiada, y remarcan la necesidad de tener en cuenta el contexto local y especifico
en que la tecnología se instala, los procesos de aprendizaje generados, su difusión y
adopción por parte de los usuarios.
El programa analizado, El Fondo Solar de MEVIR, resultado de un convenio de
creación entre la UTE, el MEVIR y el MIEM, consiste en la instalación de colectores
solares térmicos en viviendas rurales, con el objetivo de “diversificar las fuentes de
energía y mejorar la eficiencia”. Cohanoff, Contreras y Walter, a partir de un análisis
integral, presentan sus límites y potencialidades. Así, mencionan que si bien el Fondo
MEVIR tiene resultados positivos para los habitantes de las viviendas (acceso a agua
caliente, reducción del consumo de energía eléctrica, reducción del tiempo invertido,
cambios en las prácticas en torno a la energía, etc.), el enfoque ofertita que orienta la
política en la que “la transferencia de tecnología a los usuarios se limita a la instalación
del artefacto y la capacidad para su uso”, con ausencia de mecanismos de
participación e involucramiento de los actores, puede generar incongruencias con las
prácticas de la comunidad. No obstante, a pesar de ello, remarcan las autoras, el
programa tiene ciertas características que resultan favorables tanto para el
funcionamiento del programa como para ser utilizados en la planificación de
estrategias basadas en fomento de energías renovables, como la participación de la
comunidad con actores de la política vía asambleas, la autoconstrucción de las
viviendas, el monitorio por parte de los investigadores y técnicos que posibilito una
confianza por parte de la comunidad y procesos de aprendizaje que hicieron posible
la adecuación de la tecnología.
En el séptimo y último capítulo llamado “Transiciones energéticas: la experiencia
de Energía Colectiva en Chile” escrito por Gloria Baigorrotegui, Carla Douglas y
Cristian Mires, se analizan la transición a nivel comunitario. Para ello se valen de
diferentes alternativas teórico-metodológicas que les permiten centrar su análisis en
el protagonismo de los actores, las redes y el conocimiento que son marginados de
los regímenes energéticos dominantes pero que en determinada coyuntura (crisis
económica, social y/o institucional, conflictividad social), y a través de acciones
colectivas, contribuyen a impulsar leyes y normas a fines a lograr lo que ellos
denominan una “energía ciudadana”. Así, el capítulo centra en un análisis teórico
sobre el rol de la ciudadanía en la transición energética chilena y un análisis empírico
que gira en torno a la cooperativa “Energía Colectiva”.
El caso del proceso de transición en Chile presenta ciertas particularidades por
el contexto en el cual se desarrollan, siendo las acciones y levantamiento sociales,
ocurridas con anterioridad al 2014, dos elementos que, según las autoras, generaron
la desestabilización del régimen energético predominante y su incorporación al
debate. Ello se enmarca, además, en una larga trayectoria del país de conflictos
socioambientales y energéticos (reclamo de estudios de impacto ambiental, oposición
al proceso privatizador, entre otros), en muchos de los cuales la ciudadanía tuvo éxito
en su reclamo, como la obstrucción de proyectos de generación eléctrica. Y, es esa
ciudadanía activa la que participa en la construcción de “un escenario estatal propicio
para impulsar la descentralización energética, la energía popular, digna, ecológica y
feminista” (p. 211), la que explica las características del proceso de transición chileno.
Así, la particularidad del caso de Chile, afirman los autores, es el componente
estatal que le impregna el carácter crítico que caracterizaría a la transición energética
chilena. Con posterioridad a la obstrucción de los proyectos mencionados, las
organizaciones planificaron una transición en base a la creación de mecanismos como
la Comisión Ciudadano técnico-Parlamentaria (CCTP), las plataformas de dialogo, la
construcción de alianzas con otros sectores ambientalistas, y la creación de la
cooperativa de energías Renovables No Convencionales “Energía Colectiva”, creada
en 2017. El objetivo que persigue la cooperativa es promover la participación
ciudadana en la transición, incidir sobre el sector energético hasta lograr su
descentralización y promover el conocimiento, las capacidades y la incidencia en la
política pública.
El aporte del capítulo no solo reside en traer al debate sobre las transiciones
energéticas las perspectivas performativas, feministas y ecofeminista, en tanto voces
críticas de la energía, sino también en centrar el debate en el rol de las comunidades
y las resistencias ciudadanas y las formas de explotación energética impuestas por
las relaciones norte-sur. Así, en oposición al enfoque de mercado del sistema
energético dominantes, los autores pregonan por la capacidad de incidencia que
puede tener la acción colectiva y la importancia de los vínculos, las practicas colectivas
con formas más relacionales, materiales, ecológicas y corpóreas situadas de la
energía.
En suma, como se afirma en la obra “la transición energética es un hecho
inevitable y en marcha. La discusión de fondo es quienes van a definir su alcance, su
ritmo, y sobre todo quiénes van a ser los ganadores y perdedores en el proceso” (p.53)
En este escenario la atención de los autores esta puesta en la planificación como el
gran desafío que enfrenta la región para lograr “una transición energética justa que
priorice los intereses de las mayorías en un futuro con una mayor justicia social,
ambiental y distributiva” (p. 53).
Es por todo ello que la obra “Transición energética en Sudamérica” es un aporte
imprescindible para pensar las múltiples aristas que hacen a los procesos de transición
energética. El cuestionamiento al carácter universalista de la tecnología realizado en
la obra contribuye a poner en tensión los determinismos sociales y tecnológicos que
rigen el diseño de políticas energéticas. La discusión conceptual y el estudio de casos
concretos vuelve a la obra sumamente interesante tanto para el ámbito académico
como los hacedores de políticas públicas y una lectura imprescindible para aquellos
que deseen introducirse en los debates energéticos y ambientales.
Documento recibido el 26 de febrero de 2023
Aprobado para su publicación el 19 de abril de 2023