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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re57.336
Resistencia y Adaptación: El Género en la
Colaboración Científica de Campos STEM+
Alejandra Moreno-López*
Kelly Thomson**
Resumen
A través de un estudio longitudinal de colaboración en investigación entre Universidad
e Industria en los campos STEM de Argentina, hacemos visible cómo el decir y el hacer
del género se co-constituyen intra-activamente en sus interacciones cotidianas.
Exploramos cómo el orden de nero patriarcal, impulsado por codirectores
masculinos, impacta significativamente la colaboración científica, revelando desafíos
organizacionales de importancia. Observamos una resistencia entre los científicos
más jóvenes frente a la presencia de una científica en un rol de mayor jerarquía, lo
que lleva a prácticas de marginación y apoyo selectivo. Lo que conduce a un patrón
recurrente de incumplimiento en las tareas asignadas, donde las responsabilidades
se minimizan y se perpetúa una jerarquía de género. Destacamos asimismo, cómo las
+ Este documento es parte de una publicación conjunta realizada entre Revista Redes. Revista de
Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología y la RedTISA en el marco del Congreso PRAXIS
2022. El documento forma parte del libro Juarez, P. et al (eds) (2024) Praxis: Innovación para la
transformación socioambiental desde el Sur Global, Bernal, UNQ, ISBN: 978-987-558-943-8.
* CIECS UNC-CONICET. Correo electrónico: alejandra.morenolopez@conicet.gov.ar
** School of Administrative Studies – York University. Correo electrónico: thomsonk@yorku.ca
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científicas ajustan su comportamiento, utilizando diferentes “tácticas” para resaltar su
feminidad a fin de obtener reconocimiento y colaboración. Finalmente, subrayamos
tanto la influencia de las prácticas de género en la dinámica del grupo, como el papel
clave de los codirectores al fomentar ciertas representaciones de género con las que
se sienten más a gusto. Este análisis busca mejorar la comprensión de la diversidad,
inclusión y feminidad en entornos de trabajo científico, desafiando las normas de
género arraigadas en contextos de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI).
Palabras Clave
COLABORACIÓN CIENTÍFICA; CAMPOS STEM; PRÁCTICAS DE GÉNERO; DINÁMICAS DE GRUPO
Introducción
La desigualdad de género en ciencia se trata de un problema generalizado en el
mundo, enraizado en aquella creencia histórica de incompatibilidad de la mujer con el
saber y el quehacer científico. Según la UNESCO (2019) tan solo el 30% de quienes se
dedican a hacer ciencia son mujeres, e inclusive su representación resulta ser
significativamente inferior en campos como el de la Ciencia, Tecnología, Ingeniería y
Matemáticas (STEM por sus siglas en inglés). A pesar de que en Argentina el porcentaje
de científicas es mayor que el promedio mundial, alcanzando casi la paridad, aquellas
que trabajan dentro de las ciencias exactas y naturales apenas llegan al 41,7% según
informes del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Las desigualdades, sin embargo, crecen a lo largo de la trayectoria académica y es
más probable que las mujeres opten por no participar en todas las etapas de la carrera
científica a causa de la cantidad de barreras con las que se encuentran para ascender
y ocupar posiciones de mayor jerarquía.
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La poca visibilidad que tienen las mujeres que se desempeñan en campos
científicos donde están subrepresentadas refuerza cada vez más los sesgos de
género respecto a lo que pueden o no hacer, y retroalimenta un círculo vicioso
(Szenkman y Lotitto, 2020). Esto no sólo infiere a nivel individual con trayectorias
profesionales precarias, sino también tiene consecuencias más amplias para la
investigación que llevan adelante y los grupos de trabajo en los que se involucran. La
labor de los varones en ciencia se califica y se entiende de mayor calidad que la de
las mujeres y, como resultado, son quienes acostumbran a ocupar puestos de
liderazgo en los grupos de trabajo científico. Ellos están asignados a las tareas más
complejas, mientras que las mujeres desde puestos subalternos, “ayudan” y “apoyan”
lo que estos realizan (Diehl et al., 2020). Las desigualdades de género que se
producen no se llegan a entender ni cuestionar dando cuenta únicamente de la
proporción de mujeres en ciencia, sino que es necesario comprender cómo se hace
el género en ciencia, que es donde tiene lugar la disparidad de poder y las diferentes
fuentes de desigualdad (Humbert et al., 2021).
Desde supuestos ontológicos centrados en procesos y prácticas (Nicolini, 2012)
y a través de un estudio longitudinal de un grupo de trabajo que lleva adelante un
proceso de colaboración científica entre Universidad e Industria en los campos STEM
de Argentina, buscamos abordar cómo el decir y el hacer del género se co-constituyen
intra-activamente en contextos sociales particulares de Ciencia, Tecnología e
Innovación (CTI). Adoptamos un enfoque relacional para estudiar las interacciones del
grupo e ilustramos cómo un desajuste entre las tareas asignadas, las habilidades de
sus miembros y el orden de género patriarcal promulgado por los codirectores, se
volvió un desafío organizacional significativo para el proceso de colaboración que
estaban llevando adelante. La dinámica de codirección masculina dentro del grupo ya
había demostrado éxito en proyectos anteriores, con miembros que mantenían una
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trayectoria conjunta. No obstante, al ingresar a una nueva fase de investigación,
decidieron integrar al equipo a dos nuevas científicas: una con habilidades técnicas
relevantes para el proyecto, ocupando un rol de mayor jerarquía al resto de sus
miembros, y la otra, una científica joven en las primeras etapas de su carrera.
En el estudio encontramos que se produce una resistencia por parte de los
científicos más jóvenes para realizar su trabajo cuando las tareas los ubican como
inferiores o en un rol de apoyo al de la científica de mayor jerarquía y que, como única
en ese puesto dentro del grupo, recurre al uso de una variedad de “tácticas” que le
permiten navegar en una pasiva resistencia masculina. Si bien dichas tácticas, que
van de un estilo asertivo a uno femenino más deferente, producen cambios en las
interacciones de grupo a finales del proyecto, no son suficientes para salvar los
problemas de género que, a diario, se experimentan.
A partir de la diversidad de posiciones que ocupan las científicas en el grupo, es
que abordamos la variación en las interacciones que se producen, pudiendo identificar
cómo se induce por los codirectores el desempeño de una masculinidad sexista
competitiva en el grupo (Femenías, 2013), y cómo a raíz de ello, se incluyen o
marginan diversas representaciones de género cuando los científicos se encuentran
en posiciones inferiores a las científicas y viceversa. Mostramos, por ejemplo, cómo
las dos mujeres del grupo ejercen la feminidad en sus interacciones cuando otras
tácticas no les funcionan, ofreciéndose como voluntarias para hacer mucho más
trabajo del que les corresponde, incluidas las tareas serviles o de apoyo (Diehl et al.,
2020). Finalmente, exponemos cómo dicho desajuste no solo les impidió cumplir con
lo prometido en el proyecto, sino que terminó marginando a la científica de mayor
jerarquía para que pudiera hacer su trabajo, por un lado, y explotando a la científica
de menor jerarquía, por otro.
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De acuerdo con los nuevos materialismos (Barad, 2007), situamos en sus
cuerpos a quienes conforman el grupo de trabajo, apreciando cómo se les atribuye su
género en función de su apariencia corporal y conectando las actuaciones en las
interacciones con las prácticas de género del contexto siguiendo el enfoque de
dinámica gemela que plantea Martin (2006). Además, nos extendemos en el enfoque
de Martin para apreciar no sólo cómo las prácticas de género de ese contexto social
particular llevan a que ciertas formas de hacer género estén disponibles para los
actores, sino cómo aquellos que cuentan con un mayor poder en esas relaciones,
como es el caso de los codirectores del proyecto, pueden inducir sutilmente aquellas
prácticas de género con las que se sienten más a gusto.
Nuestro análisis tiene como objetivo realizar aportes a los estudios sobre
diversidad e inclusión en entornos organizacionales (Adamson et al., 2021; Janssens
y Steyaert, 2019; Janssens y Zanoni, 2021; Zanoni y Miszczyński, 2023), nos
centramos en comprender quién y cómo se logra la inclusión y la marginación en
contextos sociales particulares de CTI, abordando el desafío de estudiar la diversidad
desde una perspectiva práctica (Janssens y Steyaert, 2019). Y por otro lado,
buscamos contribuir a la literatura sobre feminidad (Diehl et al., 2020; Mattsson, 2015;
Mavin y Grandy, 2012) al ilustrar cómo las científicas usan “tácticas” específicas en
las que acentúan su feminidad para enfrentar problemas de género con sus colegas
masculinos, que les impide realizar su trabajo. Nuestro enfoque se dirige a los cambios
en sus acciones que buscan corregir la desalineación entre la distribución de tareas y
el orden de género en contextos donde el orden patriarcal se considera “normal”, como
es el caso en los campos STEM de Argentina.
A continuación presentamos nuestro Marco Teórico, para explayarnos en la
tercera sección sobre la recolección de los Datos y el Método. Además, realizamos
una breve descripción del grupo de trabajo y de las particularidades de los campos
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STEM en Argentina. En la cuarta sección mostramos los Resultados del estudio,
llevando adelante discusiones al respecto en una sección siguiente. Y concluimos
situando los hallazgos dentro de la literatura organizacional sobre feminidad,
diversidad e inclusión, que dieron lugar a contribuciones en esta línea.
Marco Teórico
Las teorías feministas han argumentado que las estructuras de género y la
desigualdad en ciencia deben entenderse en relación con las creencias culturales
patriarcales sobre una supuesta incompatibilidad entre las mujeres y el quehacer
científico. Se trata de creencias que están profundamente arraigadas en la conciencia
individual y colectiva (Fox Keller, 1987), asentadas sobre cierta dominación de los
varones blancos de clase media que han sido las bases para la asociación de la
masculinidad con la ciencia. Al mismo tiempo que acentúa la creación del ideal
“científico” como defensor natural e incuestionable de la ciencia, descrita como un
proceso lógico, racional y emocionalmente neutral. Las normas científicas de la
objetividad y la investigación independiente del contexto y de valores neutrales han
sido relacionadas históricamente con la masculinidad (Smith, 1999). En tanto, las
mujeres se han visto apartadas de esta norma al identificarse con características
opuestas, consideradas como emocionales, ilógicas y subjetivas. Estas
representaciones las colocan en una posición problemática y cuestionable frente a lo
que se sostiene por ciencia y objetividad, haciendo un camino bastante sinuoso y
cuesta arriba para aquellas científicas que buscan legitimar su saber y quehacer
científico (Fox Keller, 1987; Haraway, 1995; Smith, 1999).
El contexto que rodea la integración de nuevos conocimientos femeninos en la
academia es crucial y revela un patrón evidente: la falta de reconocimiento, la carencia
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de espacios específicos y las dificultades para obtener financiamiento propio. A pesar
de haber superado un primer desafío gracias al respaldo internacional, la emergencia
de autodenominados "expertos" en temáticas femeninas ha generado un obstáculo
significativo para un análisis crítico (Femenías, 2009). Esto ha dejado a las mujeres
nuevamente en la posición de ser un "objeto de estudio", privándolas de una voz
equiparable a las de sus contrapartes masculinas. En este marco, la noción de
patriarcado se manifiesta como un sistema que delimita tanto espacios como
identidades consideradas legítimas que, a fin de sostenerse en este sistema, requiere
la reproducción de violencias que determinan las vidas dignas de ser vividas y las que
son menospreciadas (Femenías, 2014). Esta interacción entre el contexto académico
y las estructuras patriarcales subraya la complejidad y profundidad de los desafíos
que enfrentan las mujeres en la búsqueda de igualdad y reconocimiento en el ámbito
académico.
Las creencias arraigadas que se mencionan con anterioridad influyen
directamente en la división estructural del trabajo, y van construyendo estereotipos
sobre cómo, o quién, puede realizar qué tipo de tarea, tanto en la sociedad en general
como en contextos particulares de CTI (Humbert et al., 2021). Al romper el techo de
cristal, las mujeres enfrentan percepciones estereotipadas que influyen en la
valoración de sus habilidades y capacidades. Mientras que los hombres que asumen
roles tradicionalmente femeninos obtienen reconocimiento y avanzan hacia posiciones
de liderazgo a través de una "escalera mecánica de cristal" (Hultin, 2003), las mujeres
suelen ser marginadas y consideradas inadecuadas para ocupar esos mismos
puestos (Ridgeway et al., 2022).
En línea a lo anterior, Femenías (2014) señala cómo el contrato social y su
correlato sexual establecen una organización territorial asignando roles específicos a
mujeres y varones. Esto perpetúa la invisibilidad femenina en el espacio público,
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promoviendo una especialización de funciones bajo el disfraz de
"complementariedad". Siguiendo la reflexión de la autora, quién retoma la perspectiva
de Carole Pateman, desde la que se subraya al contrato sexual como una narrativa
de sujeción, a diferencia del contrato social, que se entiende como una narrativa de
libertad. Este olvido deliberado, según Pateman, se debe a la incorporación del
derecho conyugal en la base del derecho político por los teóricos del contrato. En esta
dinámica, las mujeres experimentan una doble opresión: verticalmente, frente a sus
maridos, y horizontalmente, ante el patriarcado fraternal moderno, que conforma su
entorno de pares (Femenías, 2008:63).
Por lo tanto, los vínculos sociales están intrínsecamente relacionados y van
definiendo los entornos de trabajo, tanto en relación a las jerarquías como a las
estructuras de poder que afectan la forma en la que se interacciona en ellos.
Habitualmente, las mujeres ocupan roles de menor jerarquía, lo que suele traducirse
en una menor participación en las dinámicas grupales (Mannix y Sauer, 2006). En
contraste, los varones, desde posiciones de mayor autoridad, tienden a involucrarse
más activamente, interrumpiendo a sus colegas y ejerciendo una presencia más
dominante, a menudo silenciando a aquellos que se encuentran en roles
subordinados. En este escenario de dominio de interacciones, se vuelve relevante el
ejercicio de la autoridad, junto con expresiones de género asociadas a formas de
discriminación basadas en el sexo (Stainback et al., 2011).
Las mujeres que desafían esta autoridad masculina pueden enfrentarse a
situaciones de acoso y marginación, ya que sus colegas masculinos intensifican
aspectos tóxicos en un intento de salvaguardar su posición social ante el grupo. Por
ejemplo, McLaughlin et al. concluyeron que “las mujeres en roles de autoridad tienden
a generar respuestas amenazantes en términos de poder” (2012: 637), llevando a los
varones a una exageración extrema de la masculinidad en un intento por no ceder
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terreno en esa dinámica de poder. Estas observaciones encuentran coherencia con
las descripciones de los regímenes de desigualdad planteados por Joan Acker. Según
ella, “la identidad masculina puede estar asociada con pequeñas ventajas en poder e
ingresos en el entorno laboral, por lo que cualquier avance hacia la igualdad con
grupos subvalorados puede ser percibido como un desafío a la dignidad y a la
masculinidad” (Acker, 2006: 455).
Berdahl et al. (2018) por su parte, destacan que las mujeres que interpretan el
género en formas estereotípicamente masculinas (por ejemplo, asertivas, dominantes
e independientes) tienen más probabilidades de sufrir acoso. De allí es que toma
importancia el concepto de “feminidad enfatizada” (Mattsson, 2015), por medio de la
cual las mujeres llevan adelante una serie de tácticas centradas en una feminidad
particularmente fuerte para crear reconocimiento y legitimidad, incluso en posiciones
de subordinación. Esa feminidad a la que se hace referencia se manifiesta en
expresiones corporales, palabras y acciones, y refleja una idea de deseable feminidad
creando ciertos estereotipos del “deber ser” de una mujer. Y aunque esta forma de
promulgar la feminidad le da a las mujeres legitimidad y autonomía ante situaciones
de acoso, es erróneo entenderla como una posición que pueda desafiar las estructuras
de género y sus relaciones de poder, ya que se basa en la aceptación de la
subordinación en respuesta a los intereses de lo masculino (Connell, 2015; Connell y
Messerschmidt, 2005). Y es en esa dirección que Butler (2006) nos alerta sobre cómo
la forma en la que hacemos el género puede llevarnos a ser deshechos. Por ejemplo,
las mujeres pueden realizar su género de una manera particular para ganar aceptación
masculina, pero esto, a su vez, puede desvalorizar implícitamente lo femenino. En
otras palabras, y parafraseando las ideas de la autora, los términos en los que somos
aceptados en un grupo de trabajo pueden hacer nuestra vida insoportable, pero la
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opción de no encajar o no ser reconocidos también puede llevar a una vida que no
vale la pena vivir.
En los grupos de trabajo científico ocurre entonces que se van desempeñando
masculinidades y feminidades como posiciones y prácticas sociales que son asumidas
y promulgadas colectivamente por todos sus miembros. Siguiendo a Messerschmidt
(2009), esas formas de hacer género no se entienden como una cualidad que se
posee sino como un logro continuo basado en la interacción con otros. Se trata de un
proceso complejo de acciones e interacciones que dan como resultado aquello que se
percibe como expresiones de “naturaleza” masculina o femenina. Y aunque las formas
en la que las personas se ven o suenan al hablar implica una intención consciente de
ajustarse a los imperativos de la institución de género, muchas de esas prácticas de
género se llevan a cabo sin querer (Martin, 2003, 2006). La conciencia y la intención
se generan desde la reflexividad, y en entornos de trabajo científico practicar el género
con los demás sin reflexionar sobre ello es habitual, no algo atípico. Practicar el género
se vuelve emergente, episódico, variable, a menudo, impredecible, y se entiende
como una “dinámica gemela” de las prácticas que hacen al accionar cotidiano de hacer
ciencia. Por lo tanto, si todos dejaran de practicar el género, dejarían de existir, en el
trabajo, y en cualquier otro tipo de arenas de la vida social (Martin, 2003).
Datos y Métodos
Los datos para este estudio provienen de un grupo de trabajo que lleva adelante un
proceso de colaboración en investigación entre Universidad e Industria en los campos
STEM de Argentina. Se tuvo acceso a todas las reuniones presenciales entre sus
miembros, así como a todas sus comunicaciones electrónicas (WhatsApp y correo
electrónico) desde el momento de la creación del proyecto de colaboración hasta su
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conclusión, por un periodo de 2 años aproximadamente. Durante las reuniones
presenciales, la primera autora actuó como observadora no participante, grabando el
audio de las conversaciones que se estaban llevando a cabo y tomando notas al
respecto. Si bien al principio “notaron” su presencia, con el tiempo se fueron
acostumbrando a ella y rara vez la reconocieron en encuentros posteriores (por
ejemplo, mirándola, hablándole o presentándola a los visitantes en las reuniones del
grupo). En el transcurso del proceso de colaboración se grabaron siete reuniones
presenciales del grupo de investigación, que dieron lugar a 7:50 horas de grabaciones
de audio. Estas fueron transcritas palabra por palabra y además, se recopilaron más
de quinientos mensajes de WhatsApp y correos electrónicos entre sus miembros (Ver
Tabla 1).
Tabla 1. Datos
Modo de interactuar Cantidad de Intervenciones/
Mensajes
7:50 horas- Grabaciones de Audio (Reuniones) 2413
WhatsApp 572
Emails 31
Minutas de las reuniones escritas por un miembro
del equipo
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Fuente: elaboración propia
Los codirectores del grupo de trabajo y parte de sus miembros contaban con cierta
trayectoria juntos, habían concluido satisfactoriamente proyectos anteriores en el
marco de esta colaboración; sin embargo, ante el desarrollo de una nueva etapa en
su investigación, decidieron sumar a dos nuevas científicas en el grupo de trabajo.
Desafortunadamente en este último periodo y con la nueva estructura que habían
alcanzado como grupo, fracasaron en completar su proyecto sin tener la posibilidad
de volver a presentarse juntos ante la institución financiadora. Esto nos dio el puntapié
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inicial para la selección del caso, ya que nos sugirió que algo particular había pasado
a nivel organizacional con el ingreso de las dos mujeres en el grupo de trabajo. El
fracaso como grupo de trabajo resultó ser sumamente desconcertante para todos sus
miembros, quienes habían mostrado la intención de seguir avanzando con un nuevo
proyecto en línea a lo que venían trabajando y colaborando.
El grupo de trabajo
El proceso de colaboración persigue realizar una simulación que explorará el uso de
soluciones de energía solar en los hogares de Argentina, siendo el proyecto financiado
por una universidad nacional argentina en el afán de aplicar el conocimiento científico
a los “grandes desafíos” del mundo actual. Se firmó un acuerdo de confidencialidad
con quienes conforman al grupo de trabajo y se les asegu que el material
permanecerá confidencial y que los comentarios serían anónimos para proteger sus
identidades (todos los nombres utilizados en este documento son seudónimos).
Las identidades de las personas que integran al grupo, incluyendo su nero,
han sido resumidas en la Tabla 2. No se realizaron entrevistas para el estudio, por lo
que el identificador de género se basa en la identidad atribuida a la persona por la
investigadora en función de sus características corporales y desempeño en las
interacciones grupales en lugar de la autoidentificación. Incluimos solo varones y
mujeres ya que ninguna de las actuaciones sugirió una identificación de género que
difería de sus características sexuales, por lo tanto, suponemos que todos los actores
se identifican como cisgénero.
Tabla 2. Composición del Grupo de Trabajo
Nombre Puesto Género Sector Tiempo dedicado al
proyecto (%)
CARLOS Director/ Científico M Universidad 50
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LUIS Co- Director/ Científico M Industria 18
GINA Científica F Industria 13
NOHA Científico M Universidad 18
LIAM Científico M Universidad 18
LUCAS Científico M Universidad 18
ZOE Estudiante F Universidad 13
DANIEL Científico M Universidad 13
JAVIER Estudiante M Universidad 13
ALEXIS Estudiante M Universidad No es un miembro
formal
Al grupo de trabajo lo conformaron una combinación de masculinos y femeninos
estudiantes doctorales (en diversas etapas de su formación), postdoctorales y
trabajadores de la ciencia que se encuentran ya ejerciendo en sectores universitarios
y de la industria. En términos de organización formal, Gina, la científica con amplia
trayectoria en la industria, ingresó con un rol de mayor jerarquía al de algunos
científicos en el grupo, y en términos de habilidades técnicas relevantes, era quién
más estaba especializaba en la simulación de hogares necesaria para esta nueva
etapa de desarrollo en el proyecto. Mientras que la otra científica que se sumó, Zoe,
era estudiante doctoral e ingresó en un rol de menor jerarquía al del resto en el grupo.
Esta variación nos permitió realizar análisis de una gran diversidad de interacciones,
es decir, cuando los científicos se encuentran en puestos inferiores a mujeres en
grupos de trabajo, al igual que cuando las científicas interactúan con colegas
masculinos en posiciones superiores a ellas, así como las interacciones entre
miembros del mismo sexo y del sexo opuesto.
Campos STEM de Argentina
Desde temprana edad, las niñas y jóvenes se encuentran con barreras para orientarse
a disciplinas STEM (Szenkman y Lotitto, 2020): existen estereotipos de género que
afectan su confianza e interés en el ámbito científico y tecnológico, y en consecuencia,
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son pocas las que lo eligen al momento de estudiar una carrera universitaria o
insertarse laboralmente. Inclusive, aquellas que finalmente toman la decisión de
hacerlo, en muchas oportunidades terminan desestimando el intento a causa de
numerosos obstáculos que no pueden sortear. Las mujeres en Argentina y en otros
países de Latinoamérica, dedican en promedio el doble de tiempo a las tareas de
cuidado que sus pares varones, los sistemas científicos de evaluación y promoción
están basados en normas y criterios de evaluación masculinos, y los estereotipos de
género continúan moldeando las creencias y expectativas hacia las mujeres haciendo
un camino cuesta arriba la obtención de logros y reconocimiento (Rial et al., 2021).
Si bien en nuestro país la participación de mujeres en ciencia es mayor al
promedio mundial, oculta una subrepresentación en disciplinas como las ciencias
exactas y naturales. Según información publicada por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), el 53,8% de quienes
trabajan investigando allí son mujeres, pero el porcentaje en las ciencias exactas y
naturales del campo STEM apenas alcanza el 41,7%. Por su parte, el Registro Nacional
del Personal Científico y Tecnológico (CVAR/SICYTAR) informa que tan solo el 9,7% de
las investigadoras y becarias pertenecen al campo de ingenierías y tecnologías,
mientras que en los varones la participación es casi el doble, 17,8%.
La cultura patriarcal de los campos STEM en Argentina por su parte, ha ido
mostrando cómo los científicos van tomando protagonismo a medida que se mira
hacia puestos de mayor jerarquía e ingresos, con mayor responsabilidad de gestión
(D’Onofrio y Tignino, 2023). Mientras que en los puestos auxiliares las mujeres
representan más del 60%, en los puestos más altos, de mayor jerarquía, no llegan al
25%. En sintonía con ello, en un reciente conversatorio sobre Ciencia y Género la
presidenta de CONICET afirmó que “A pesar de que las mujeres muchas veces tienen
las mismas oportunidades al comenzar sus carreras, enfrentan dificultades mayores
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para avanzar y llegar a puestos de alto nivel” (CONICET, 2023), destacando la
importancia de abordar el tema de los cuidados siendo que afecta la igualdad salarial.
Análisis de los datos
De acuerdo con otros estudios empíricos que proceden de supuestos ontológicos
basados en procesos y prácticas (Nicolini, 2012), adoptamos lo que Samra-Fredricks
se ha referido como un "Etno-Enfoque" (Samra-Fredericks, 2005: 805). En lugar de
partir del supuesto de que el grupo de trabajo existe como tal y simplemente
estudiamos las interacciones entre sus miembros, adoptamos un enfoque relacional
tratando de entender sus interacciones como co-constitutivas tanto de sus identidades
individuales y las de todos como grupo. Nuestro análisis busca apreciar cómo quienes
integran el grupo se desempeñan en términos generales, cómo interactúan entre sí,
cómo se orientan hacia el resto y se comprometen con ellos a través de dichos y
hechos; y cómo es que a raíz de todo eso van co-constituyendo intra-activamente las
identidades de género individuales y en sus relaciones.
En este sentido performativo afirmamos que “el género no es un sustantivo, ni
tampoco es un conjunto de atributos vagos, porque hemos visto que el efecto
sustantivo del género se produce performativamente y es impuesto por las prácticas
reguladoras de la coherencia de género” (Butler, 2017: 76). La performatividad del
género abarca no solo el lenguaje hablado, sino también gestual, representativo y
colectivo. Es un fenómeno que se manifiesta en múltiples niveles, conscientes e
inconscientes, comunicados de diversas formas, encriptados, normalizados, visuales,
sensitivos, en la subjetividad y la historia. Por lo tanto, el género no es estático, sino
un acto dinámico y visual, una imagen simbólica en movimiento, fuertemente regulada
por prácticas sociales y culturales.
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Desde un enfoque iterativo e inductivo (Srivastava y Hopwood, 2009) se fue
avanzando en el análisis propiamente dicho, y mientras interrogamos franjas de
interacción, sus conversaciones, nos preguntamos qué tipo de orden de género
estaba emergiendo en el grupo. Así fue como notamos la naturaleza de género de sus
dichos y hechos, y cómo iban representando la masculinidad y la feminidad. En
resumen, trabajamos recurriendo a la literatura organizacional sobre grupos de trabajo
y género para desarrollar los hallazgos que presentamos en la siguiente sección.
Navegar en una Pasiva Resistencia Masculina
Las interacciones del grupo de trabajo se llevaron adelante en campos STEM de
Argentina. Con una codirección, Carlos como Director y Luis como Codirector, se
estableció un orden de género patriarcal que otorgaba a sus miembros masculinos
una posición privilegiada, independientemente de sus habilidades o contribuciones al
grupo. La mayoría de los científicos se alinearon con esta estructura de género. Sin
embargo, Gina, quien ingresó al grupo con un rol de mayor jerarquía que muchos de
sus colegas masculinos, desafiaba la dinámica existente, teniendo que navegar en
una pasiva resistencia para hacer su trabajo, ya que este se percibía como un “trabajo
para hombres”.
Luis invitó a Gina para que se uniera al grupo al contar con habilidades técnicas
relevantes para realizar tareas de simulación necesarias que les permitieran llevar
adelante el desarrollo de una nueva etapa en la investigación y con ello, concluir su
proyecto. En el grupo carecían de esas habilidades, lo que resultó ser un desafío para
el orden de género patriarcal “normal” que ubica a los científicos en roles superiores
a las mujeres, encargados de realizar trabajos técnicos, más complejos, mientras que
las mujeres se dedican a tareas serviles o de apoyo (Diehl et al., 2020). Los científicos
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más jóvenes, en puestos inferiores, eran quienes presentaban mayor resistencia para
llevar a cabo esas tareas de apoyo, secundarias, pero sumamente necesarias para
completar el proyecto.
Además de los problemas de género que devinieron de la desalineación entre la
asignación de tareas y el orden de género patriarcal promulgado, las reuniones
frecuentemente se centraron en una lucha sexista entre los codirectores masculinos
para dominar al otro y asegurar el reconocimiento, no solo como el verdadero líder del
grupo sino también como un verdadero hombre. Los científicos más jóvenes, por su
parte, eran quienes a menudo se negaban a reconocer a Gina cuando interaccionan
y ante la persistente resistencia de realizar su trabajo, no la apoyaban con los datos
que ella necesitaba para completar su tarea de simulación. Las actuaciones de Gina
en tanto, fueron adquiriendo con gradualidad una calidad más femenina, comenzó
actuando de manera bastante asertiva (Berdahl et al., 2018) siendo directa y pidiendo
simplemente a sus colegas masculinos que contribuyan con los datos; sin embargo,
al no recibir lo que necesitaba, con el tiempo fue enfatizando su feminidad adoptando
tácticas a las que titulamos como “hacerse la tonta”, “damisela en apuros” y “la difícil
tarea de ser mamá” en el afán de alinear mejor sus actuaciones con el orden de nero
patriarcal y sexista en el que tenía que trabajar.
En la primera reunión presencial, se pudo ver a varios miembros del grupo
participando en la discusión sobre cómo se iba a proceder en la colaboración y la
investigación en sí. Y a pesar de que sus preocupaciones se hicieron más visible en
el transcurso de las siete reuniones, centrando su debate en definiciones puntuales
como la de los “grados días (unidad necesaria como punto de partida para sus
mediciones), en este primer momento el acuerdo estaba muy lejano entre los
codirectores del proyecto ya que tenían posiciones muy opuestas sobre lo que creían
más conveniente. Carlos inició la discusión sobre si debían trabajar con grados, días,
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horas, etc., a lo que Luis argumentó directamente que eso ya estaba acordado, que
usarían “grados días” (Ver línea 25). Gina fue la primera en intervenir para proponer
una solución, le siguió la opinión de Noha, uno de los científicos jóvenes, pero terminó
con la sugerencia implícita hecha por Luis de continuar con la discusión más adelante
para poder avanzar (Ver línea 29). El proyecto tenía un límite de tiempo para ser
cumplido, produciendo un único resultado colectivo, la calidad de las interacciones del
grupo de trabajo no era armoniosa, y sin bromas de por medio, se movían de disputa
en disputa impidiéndoles llegar a una resolución clara sobre cómo seguir adelante.
Luis: ¿Cómo hemos venido trabajando? Lo primero que pensamos cuando nos juntamos la
otra vez fue (.) vamos a definir qué tomamos como ‘grados díasy cuál es la fórmula,
para ponernos de acuerdo y decir 'descartamos todo esto'. Creo que eso está claro de
alguna manera, todavía tenemos que verificar lo que ella [Gina] va a hacer, pero si no
se verifica, podemos trabajar porque podemos calcular los ‘grados días’ en cualquier
lugar (.) Ahora lo que estamos haciendo, que no hace falta que nos metamos todos,
salvo los que tengan interés o contactos, para sacar datos de un mayor número de
estaciones meteorológicas (…)
Noha: Para que tenga más contraste
Luis: Para dibujar el mapa [
Liam: Para contrastar en serio
Luis: Y que realmente podemos decir algo [
Carlos: San Francisco cambió mucho con respecto a ‘Córdoba’. Si se parece más a
'Santa Fe' que a 'Córdoba'.
Luis: Bueno, aencontramos la utilidad (.) superando la norma. Por eso la gente de 'Buenos
Aires' quiso redefinir ese mapa, para darle más precisión porque cambia mucho (…)
Entonces digamos la etapa que se debe cerrar ya [
Carlos: Bien (.) pero [
Luis: Vayan buscando ahora hidráulica, del 'El Servicio Meteorológico' y 'La Bolsa de
Cereales' ya tenemos (.) Habrá que ver cómo validamos todos esos datos, ¿no?
Liam: ¿Qué? (.) A ver, esperá [
Luis: Y lo que tenemos que hacer es ((Hablan todos al mismo tiempo))
Carlos: Espera (.) definamos la ecuación que vamos a utilizar (.) Definamos si vamos a trabajar
con grados horas, o grados días, o con la media.
Luis: Ya está definido (.) grados días.
Gina: Y si, por norma es así
Carlos: Trabajamos de acuerdo a la norma y cargamos esas ocho estaciones que ya tiene (…)
Aquí hay 1, 2, 3, 4, 5, 6…7…8
Luis: Pero (.) ¿Cargar qué? ¿Cargar dónde?
Noha: Pero no, alto , si aún tenemos que buscar (…)
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
En la segunda reunión se volvió a retomar la discusión sobre “grados díasy comenzó
a ser más explícito el patrón en sus interacciones que persistió en el resto de las
reuniones del grupo, donde la mayoría de sus miembros guardaban silencio mientras
los codirectores participaban en el debate. Ambos se interrumpían y discutían la lógica
del otro sin llegar a ningún lado. Carlos sugería ir mes a mes, e inmediatamente Luis
lo cuestionaba (Ver línea 43). A pesar de que el Director intentaba explicar las razones
que lo llevaban a tomar esa postura, reiteradamente era puesta en tela de juicio por
el Co-Director (Ver línea 45).
Luis: ¿Por qué estamos haciendo lo que hacemos?
Carlos: Pero (.) entonces vuelvo (…) ¿Para qué hacemos lo que hacemos? Vuelvo (.) La norma
está mal conceptualmente pensada, no es que los datos sean falsos. Está mal
conceptualmente. Hay que desglosar mes por mes y entonces te va a variar. Te va a
dar un mapa mucho más particularizado, que es lo que queremos.
Luis: Bueno entonces encargate de estudiar [
Carlos: Hay que conseguir los datos y hacerlo.
Luis: Ya están los datos mes a mes de los distintos (.)
Carlos: Claro, sí, en el observatorio.
Luis: No, los tenés en tu computadora (.) Y si, lo pasé hace como 3 meses (.) las 16
estaciones, hay una más yo creo, con todos los datos de 20 años (…)
Carlos: Bueno, es cuestión de hacer esto mes a mes.
Luis: ¿Y pero para qué?
Carlos: Con las máximas y las medias (…)
Luis: ¿Para qué?
Carlos: Porque hay que sacar los días grado por mes, no por año. Eso es lo que estamos
discutiendo.
El atraso en el proyecto comenzó a ser evidente hacia las últimas reuniones a causa
de que los científicos más jóvenes se resistían pasivamente a realizar la recopilación
de los datos necesarios para que Gina ejecutara las simulaciones. Cuando los datos
finalmente fueron obtenidos, estaban incompletos como señalaba Liam en la
conversación siguiente (Ver línea 57), lo que los tornaba inutilizables para avanzar a
una siguiente etapa. Los codirectores descendieron a un juego de culpas en el que se
señalaban mutuamente por no llevar a cabo las tareas que se les habían asignado, y
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
en consecuencia, por no haber cumplido con los deberes asociados con sus
respectivos roles (Ver líneas 68-72).
Luis: ¿Pudieron avanzar en esto? ((Luis se suma a la reunión donde Carlos, Liam y Noha
ayudan a Gina a cargar en el software las medidas de la casa))
Gina: ¿Qué?
Luis: ¿Pudieron avanzar en algo o qué están haciendo?
Gina: Hemos estado comparando (.) Preguntaba unas dudas que tengo sobre las medidas
de las aberturas que faltaban [
Luis: Pero (.) ¿Aún no hay planos de eso?
Liam: Hay medidas de aberturas [
Carlos: Si, tenemos planos [
Liam: Y eso es lo que yo decía porque debiera haber una planilla de aberturas pero no había
en el plano [
Luis: No, no, no (.) Pero nosotros, ¿no tenemos dibujado un plano con aberturas y con las
medidas?
Carlos: Si pero (…)
Luis: Con las medidas
Carlos: Alexis lo tenía [
Luis: ¿Alexis no lo estaba haciendo?
Carlos: Si pero (…)
Noha: Las aberturas no estaban
Carlos: Lo tiene Alexis pero tuvo que ir a su psicóloga ahora [
Luis: Bueno, pero ¿cuánto? Hace dos meses. Ya tendría que tener hecho tres.
Carlos: Vos sos el Codirector ((Noha se ríe))
Gina: Sí, bueno pero (...)
Luis: Co (.) ¿Y el Director qué hace?
Carlos: El plano está hecho pero no está aquí (.) pero está.
Gina en varios intentos quiso comunicarse con el grupo y alentarlos a cumplir con la
tarea de recolección de datos; sin embargo, en lugar de responder a ella, la ignoraban.
Esa forma que tenían de comportarse de los científicos más jóvenes para con la
científica difería enormemente en relación a cómo se dirigían hacia Carlos. No solo
que el Director recibía respuestas inmediatas (Ver líneas 73-85), sino que las
interacciones se llevaban a cabo en una calidad mucho más jovial que lo hacían con
las científicas (Gina y Zoe).
[WhatsApp]
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[08:55, 7/3/2017] Carlos: Liam: ¿cuándo podemos volver a medir y colocar los
dataloggers en la casa?
[09:07, 7/3/2017] Carlos: Noha: cuando coordine con Liam arreglo con vos para
pasar a buscar la pila (.)
[09:37, 7/3/2017] Noha: La llevo a la facultad mañana
[09:37, 7/3/2017] Carlos: Gracias Noha, estaré eternamente agradecido
[09:38, 7/3/2017] Noha: Ud se lo merece Sr. Director
[09:41, 7/3/2017] Carlos: Así es, no debo ocultarlo con falsa modestia. Pero
también debo reconocer la encomiable caballerosidad
que distingue a su excelente persona (.)
[09:57, 7/3/2017] Carlos: No como otros, a los que prefiero no nombrar (…)
Jajaja
Mientras que Noha sugería que Carlos “merece” su ayuda para que este pudiera
contar con todos los recursos que le permitieran llevar adelante la recolección de
datos, cuando Gina solicitaba una actualización sobre cómo se estaba realizando
dicha tarea, muy rara vez respondían a sus consultas directamente y, con el tiempo,
básicamente dejaron de responderle. En el transcurso de varios meses Gina intentó
asegurar los datos que le permitieran continuar con su parte del trabajo (Ver líneas
86-106).
[WhatsApp]
[14:20, 25/04/2017] Gina: Varias preguntas: La idea es ponernos juntos el
jueves a pasar los datos climáticos o tenerlos
pasados? Yo no encuentro la norma IRAM, me la
podrían enviar? Y perdonen mi ignorancia, pero no me
acuerdo cómo se accede al Dropbox del grupo
[15:52, 25/04/2017] Javier: Hola a todos! Espero ahora poder estar más al tanto y
colaborar en lo que vaya pudiendo
[17:37, 25/04/2017] Gina: Ahí estuve pasando datos. Es sencillo pero bastante
monótono. No me parece muy productivo hacerlo en
grupo. Yo completé Febrero con todos los datos y
agregué las localidades del archivo Word que
contiene muchas que nos interesan en relación a la
casa. Me ofrezco a completar hasta mayo inclusive si
Uds se reparten el resto. Les mando por mail el
archivo mío para que ya tengan las nuevas
localidades incluidas.
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[17:39, 25/04/2017] Gina: Si hacemos esa tarea el jueves podríamos calcular
grados días para las localidades que más nos
interesen... Qué opinan?
[17:46, 25/04/2017] Lucas: Tengo un Excel para calcular Grados Días.
Tal como se muestran en las interacciones anteriores, Gina solicitó información sobre
el estado del trabajo en un tono bastante profesional y directo, sin embargo, no se le
brindó ninguna actualización. Y si bien en el transcurso de una hora, Javier intervino
en las conversaciones del grupo, no tuvo intención alguna de responder a su consulta
(Ver línea 92). Lucas también fue otro de los que participó en WhatsApp indicando
que tenía algo que aportar, y de igual manera, persistió la inacción y la falta de
respuesta a la consulta de Gina (Ver línea 106). En mayo, Gina intentaba una vez más
controlar la situación y en esa oportunidad, fue solo Zoe, la otra científica en el grupo,
quién le respondió (Ver neas 107-115). Y aunque Carlos también participó en ese
intercambio, solo lo hizo para indicar que no habían podido completar sus tareas. En
contraste con la ausencia de respuestas a las preguntas de Gina, cuando
indirectamente Carlos señaló la cantidad de trabajo que quedaba pendiente (Ver
líneas 117-122), Lucas se ofreció a colaborar con ello voluntariamente en un tono
implícito (Ver línea 123).
[WhatsApp]
[11:31, 17/5/2017] Gina: Hola gente, tenemos reunión mañana?
[12:11, 17/5/2017] Zoe: Buenas
[12:12, 17/5/2017] Zoe: Tengo una consulta, yo pasé del archivo Word todos
los datos mensuales de todo el año que figuran para
las localidades que estaban en el Excel de Luis, pero
hay otras localidades que no estaban, es necesario
que las pase también?
[12:12, 17/5/2017] Zoe: Yo estoy complicada con el trabajo no creo llegar
temprano mañana
[12:16, 17/5/2017] Carlos: Mañana jueves 18 NO tenemos reunión porque
estamos atrasados con el pase de algunas planillas y
en conseguir los datos. Por otra parte, no pudimos
hacer ayer la visita a la casa, asique es mejor
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
concentrarse en avanzar más y recién después
juntarnos.
[12:17, 17/5/2017] Lucas: Holaaaaaa, me avisan que localidades hacen falta y
las busco, si?
[12:19, 17/5/2017] Carlos: Liam es el que sabe.
Como se mencionó anteriormente, los científicos en el grupo no asumían la
responsabilidad por no completar las tareas asignadas. Carlos nunca se
responsabilizaba por el trabajo pendiente; en su lugar, se expresaba de manera
generalizada al afirmar "estamos atrasados" (Ver línea 118), diluyendo así la
identificación clara de quién o quiénes eran responsables de la demora. Luis, por su
parte, no se involucró y optó por permanecer en silencio. Este patrón de
incumplimiento de tareas persiste a lo largo del proyecto, lo que podría interpretarse
como una falla en la cohesión del grupo, es decir, en el cumplimiento de las funciones
y responsabilidades para llevar a cabo el trabajo colectivo.
Gina: No, lo que pasa es que hay un quilombo, no estoy entendiendo nada.
Zoe: Acá hay una ventana, que no está dibujada ahí (.) No sé por qué [
Gina: ¿Por qué no se puede hacer?
Carlos: A ver (.) Es que te deben haber mandado el plano (.) Alexis te mandó un plano nuevo.
Gina: No, nunca me mandó el plano con el norte indicado, ni nada. Me mandaron este. O
sea, este es el único que yo tengo, por lo menos el único que encontré en mi correo.
Carlos: ¿Esa ventanita es la que vos decís?
Zoe: Sí, sí.
Gina: Pero bueno, lo que pasa es que nos vamos por las ramas (.) y al final seguro que
después me van a faltar colocarlos [
Zoe: No, no, pero yo te estoy siguiendo (.) Esto es de 20 metros.
Gina: Lo ideal sería ir viendo los muros anotando los materiales.
Zoe: Por eso, estaba revisando (.) Este en vez de tener seis metros la ventana, tiene que
tener dos metros veinte menos. Entonces queda, 6,20 ponele (.) Y te quedan 4 metros,
4 metros y medio. Marco acá. 4 metros va a tener esa ventana ¿Vos dijiste que era de
20 el muro? [Carlos]
El cambio en la forma de relacionarse de Gina se dio a mediados del segundo año del
proyecto, en el afán de obtener respuesta por parte de sus colegas masculinos en el
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grupo. Comenzó en el quinto encuentro, con una crítica bastante directa a la calidad
de los datos recopilados “hay un quilombo, no estoy entendiendo nada” (Ver línea
126). Sin embargo, en lugar de dar reconocimiento de la mala calidad a la que estaba
refiriéndose Gina, Carlos cuestionó lo que estaba diciendo y afirmó que el trabajo ya
estaba hecho “Alexis te mandó un plano nuevo” (Ver línea 129). A lo que Gina en
contra respuesta dio disputa: “No, nunca me mandó el plano con el norte indicado, ni
nada” (Ver líneas 130- 131). Solo Zoe, la científica joven y con un puesto de menor
jerarquía que el resto, inten reconocer la precisión de la queja señalando datos
específicos que faltaban (Ver línea 136). A pesar de las evidencias, Carlos sigu
negando la naturaleza del verdadero problema.
Una idea que surgió al inicio del proyecto fue que, como miembros del grupo,
reclutaran viviendas para instalar sensores que con posterioridad iban a suministrar
los datos reales para hacer las simulaciones. Gina fue la única que consiguió un lugar
para poner en marcha la idea, y con frecuencia Carlos intentó que Gina visitara la
vivienda para que participe de la recopilación de datos, lo que en realidad era “su
tarea”.
[WhatsApp]
[16:51, 7/5/2017] Carlos: Gina:¿cómo te va con la carga de datos? ¿Necesitamos visitar
la casa? En ese caso avisá así coordinamos. Abrazo. Carlos.
[18:28, 7/5/2017] Gina: La verdad es que estoy bastante atrasada. Voy a intentar de
adelantarlo para el jueves si nos juntamos. El problema es que
hay una convocatoria FONTEC1 que cierra el 17 de mayo y
hay $500.000 en juego. Tengo que formular el proyecto y
buscar los presupuestos. Y el 16 de junio inauguramos la
fábrica y falta hacer mucho. Igual lo trato de hacer.
[18:28, 7/5/2017] Gina: Si pudieran ir sin mí a recoger los datos mejor.
1 El FONTEC (Fondo Tecnológico Córdoba) promueve el desarrollo de proyectos de media/alta intensidad
científico-tecnológica, articulados entre el sector científico/tecnológico y el sector productivo de la
provincial.
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[18:58, 13/5/2017] Gina: Carlos, escuchá, no tengo problema en ir para allá. Pero no
hoy ni mañana, ¿viste? Hoy la verdad que estoy con muchos
compromisos, los chicos, todo. Em, tendría que ser mañana,
perdón, el lunes o el martes, así que ya nos llamémos para
quedar de acuerdo en esos días. Te dejo un abrazo.
Si bien Carlos, en ocasiones anteriores, fue bastante combativo cuando Gina usó un
tono asertivo al señalar el trabajo que no se había hecho; cuando intentó involucrarla
en aquello en lo que él y los científicos más jóvenes eran responsables, adoptó un
tono mucho más cordial y afectuoso, terminando su mensaje con Abrazo” (Ver línea
144). Tal como se muestra en las interacciones de arriba, Gina a menudo puso
excusas en lugar de simplemente señalar que estas no son sus tareas o negarse
explícitamente. En cambio, ella sugirió que es "atrasada" (Ver línea 145), una
admisión que los científicos del grupo rara vez reconocieron aunque, ellos también
siempre estuvieran atrasados y la calidad de su trabajo fuera insuficiente, incompleto,
e inutilizable como para avanzar en el proyecto.
Cuando Carlos se refirió al trabajo sin hacer, utilizó un tono bastante general
negándose a asumir personalmente su responsabilidad en ello. En cambio, Gina usó
el "yo", siendo que las razones de estar atrasada se atribuían a que algunos científicos
del grupo no completaron su trabajo. Al decir que es ella quién estaba "atrasada"
minimiza su competencia; sugerimos que con esa manera de actuar irreflexivamente
puede estar tratando de corregir la desalineación entre la distribución de tareas y el
régimen de género en el grupo de trabajo. Usamos la frase “hacerse el tonta para
describir ese comportamiento de Gina, que en lugar de marcar sus competencias y
fortalezas por sobre las del resto de sus colegas masculinos en el grupo, implicaron
inferioridad, mostrándose menos competente que el trabajo que realmente produce.
[WhatsApp]
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[14:01, 16/7/2017] Gina: Quiero hacerles una pregunta a los arquitectos porque bueno
yo estaba haciendo la simulación, y tengo un problema con el
software, siempre me da error en la conformación de las
características de las paredes y del piso (…) si fuera posible
conseguir ese dato me ayudaría mucho. Gracias.
((15 días más tarde))
[17:53, 31/7/2017] Carlos: El próximo jueves 3/8 a las 18:00 hrs. Reunión de
investigación en la oficina de Gina.
[17:54, 31/7/2017] Gina: 󱃺
[17:55, 31/7/2017] Gina: Gente, la verdad que no avancé con la simulación porque hay
zonas que no me quedan claras, o sea, tengo que entrar en
las zonas de las paredes, las aberturas y (…) Lo ideal sería
tener estos datos más ordenados, cómo van ubicadas las
aberturas, etc (…) No sé si lo voy a terminar para mañana.
[18:13, 31/7/2017] Zoe: Hola a todos. Gina, si querés, puedo ir a la facultad mañana a
la hora que estés y vemos los planos juntas.
Cuando ni un tono profesional directo, ni una queja basada en evidencia le habían
dado resultado, Gina intentaba con otra táctica, pero esta vez optó por enfatizar su
feminidad. En aquél momento, decidió pedir ayuda para misma más que para la
consecución de los objetivos del grupo: “me ayudaría mucho” (Ver línea 163). Desde
este ejemplo de táctica, a la que decidimos llamar como Damisela en Apuros”, Gina
crea un marco para que los científicos del grupo vengan en su ayuda y jueguen a ser
héroes desde una posición más acorde con los ideales masculinos de estar
plenamente dedicado al trabajo (Kelan, 2018) y al mismo tiempo sentirse superiores
a la mujer. Y aunque una vez más, ninguno de los responsables se hizo cargo de lo
que Gina estaba reclamando, fue Zoe quien se ofreció a ayudar (Ver líneas 175-176).
Además, en algunos casos, Gina invocó su papel de madre como una excusa de
por qué no pudo hacer las tareas. Como señaló Mattsson (2015) en su estudio,
centrarse en la maternidad y los niños funciona para indicar el estatus social y la
posición sexual. Y como también lo ha indicado Connell, “no señalar claramente la
heterosexualidad en un régimen de género se interpreta como un rechazo a los
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varones y amenaza el orden de género” (2015: 694). En lugar de simplemente afirmar
que este no es su trabajo, Gina no lo hizo notar y, llevó adelante otra de las tácticas
que identificamos como “la difícil tarea de ser mamá” desde la que resalta sus
responsabilidades domésticas, y se construye a misma en un rol femenino,
alentando a Carlos a asumir un rol más masculino de “proveerla”, posicionándose
potencialmente como mujer y alineándose con el orden patriarcal de género que le
estaban proponiendo.
Para noviembre del segundo año, estaba claro que el grupo se encontraba muy
atrasado y en peligro de no poder completar satisfactoriamente el proyecto de
colaboración.
[WhatsApp]
[11:04, 14/11/2017] Gina: Hola gente, cómo están? Después de renegar bastante pude
hacer correr la simulación. Para corroborar los resultados
necesitaría que me pasen los datos medidos y tendríamos que
conseguir los datos de radiación para esas fechas.
((7 días de espera))
[12:39, 21/11/2017] Gina: Hola Luis hay alguien? Me van a poder pasar algunos datos
medidos para poder corroborar cómo va la simulación?
[12:54, 21/11/2017] Luis: HOLA GINA, ENTIENDO QUE CARLOS IBA EL VIERNES A
BUSCAR LOS DATTA.....NO SÉ MÁS NADA
((9 días de espera))
[12:00, 30/11/2017] Gina: Hola Compañeros, tienen novedades de las mediciones?
[13:35, 30/11/2017] Carlos: Luis:¿Le podés enviar las mediciones a Gina?
[13:36, 30/11/2017] Luis: Sisi, pero no sé de dónde son!!! El último data que descargue
es de interior, del ambiente grande.
[13:36, 30/11/2017] Luis: El anterior? dónde estaba colocado??
[13:37, 30/11/2017] Carlos: Afuera
((7 días de espera))
[16:24, 7/12/2017] Gina: Hola gente, me enviaron los datos de medición?
[16:37, 7/12/2017] Luis: Ahí van, perdón..
[16:40, 7/12/2017] Luis: Ya fueron
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[16:53, 7/12/2017] Gina: Bueno, lo recibí. Gracias.
Como muestra la continuidad de conversaciones anteriores, Gina hizo el intento de
obtener la información que le estaba faltando para concluir su trabajo, a través de
WhatsApp, el 14 de noviembre. Ella no recibió ninguna respuesta durante nueve días
y cuando volvió a intentarlo, llamó puntualmente a Luis, parecía ser el único que podía
ayudarla ya que tenía conocimiento de la falta de ejecución de tareas por parte de sus
colegas masculinos y había mostrado cierta disconformidad al respecto (Ver líneas
48-72). El 21 de noviembre, en tanto, no se dirigió al grupo sino que envió un mensaje
para Luis “Hola Luis hay alguien?“ (Ver línea 185). A pesar de que Carlos, solía ser
quién reconocía a Gina por este medio, necesitó un intento más para recién el 30 de
noviembre responder al pedido de ella. La forma de dirigirse de Gina al grupo “Hola
compañeros” (Ver línea 192), “Hola gente” (Ver línea 201) daba cuenta de cierta
distancia para aquél entonces.
Y mientras que los científicos más jóvenes ignoraban a Gina, las interacciones
con Zoe se llevaban a cabo sin problemas. Casi no había demora en las respuestas
que se dirigían a las consultas de Zoe y la interacción con ella se desarrollaba de una
manera directa y eficiente.
[WhatsApp]
[10:09, 29/6/2017] Carlos: Les recuerdo que hoy tenemos reunión en la oficina de J a las
18 hs.
[10:44, 29/6/2017] Zoe: Allí nos vemos
[17:17, 29/6/2017] Zoe: Gente una consulta estoy aún en el trabajo. Necesitamos si o
si la planilla que yo hice? Porque sino paso directo. Ni tengo
la pc conmigo
[17:23, 29/6/2017] Luis: CREO QUE NO. LA IDEA ERA MOSTRARLES LO DE LOS
GRADOS DIAS PARA CERRAR ESO Y LISTOOOO
[17:25, 29/6/2017] Zoe: Genial
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De forma similar, las reuniones presenciales seguían la misma dinámica. Las
interacciones entre los científicos y Zoe, que estaba haciendo un trabajo consistente
con un “trabajo de mujeres”, es decir, tareas serviles o de apoyo a las de ellos, que no
eran problemáticas (Ver líneas 215-229).
Luis: Si yo mandé esto, no sé si pudieron repartir, si iban a cargar datos porque [
Zoe: Yo lo (.) yo te muestro lo que cargué, no sé si está bien lo que hice.
Luis: Seguro que está bien, negra. ¿Por qno va a estar bien? Porque viste que la planillita
esta te calcula los grados días. Lo que tenemos que discutir también es qué son los
grados días.
Zoe: Yo los cargué sobre el Excel que vos habías mandado.
Luis: Claro, yo mandé uno que se llama "Tabla datos climáticos".
Zoe: Esa.
Luis: Hiciste una pestaña para cálculo.
Zoe: Lo completé, digamos.
Carlos: O sea (.) ¿vos hiciste de cuántas localidades al final?
Zoe: Todas las que están en el PDF.
Carlos: ¿Todas las que están en el PDF?
Zoe: Pero había algunas [
Carlos: A ver, contános.
Para finales del proyecto efectivamente se produce un cambio de roles en el grupo de
trabajo, que comienza a materializarse una proactividad por parte de los científicos
jóvenes, e inclusive de sus codirectores. Estos monitoreaban activamente el progreso
de su trabajo y se volvieron más receptivos a los intentos de coordinación por parte
de otros. Sin embargo, en contrapartida a ello, las científicas empezaron a ausentarse
de las reuniones y a hacer declaraciones vagas sobre su disposición a “ayudar”, muy
similares a los comentarios de baja participación de los científicos al inicio del proyecto
(líneas 230-255).
[WhatsApp]
[17:13, 16/3/2018] Carlos: El lunes que viene; 19/03/18 tenemos que juntarnos si o si!
¿Dónde y a qué hora? Confirmen también quiénes vendrían.
[17:15, 16/3/2018] Luis: Yo voy. estoy en eso
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[17:27, 16/3/2018] Liam: Yo probablemente pueda ir un rato, voy a estar en la Facultad
de Ciencias Exactas toda la tarde asíque me llego a donde
sea.
[17:28, 16/3/2018] Zoe: Oh imposible, el lunes estoy con unos trámites a full.
[17:28, 16/3/2018] Zoe: Perdón.
[17:41, 16/3/2018] Noha: 󰇽󰇾󰇿 voy
[09:09, 17/3/2018] Carlos: ¿Podríamos juntarnos el lunes Liam, Noha, Luis y yo?
[09:10, 17/3/2018] Carlos: Gina y Zoe no pueden el lunes...
[18:04, 2/5/2018] Gina: Hola, creo que mañana no puedo ir a la reunión. Tengo a mi
mamá internada en el hospital y me tengo que quedar a
cuidarla.... Avísenme por favor si puedo ir colaborando en
algo...
[18:09, 2/5/2018] Zoe: Hola a todes perdón por la desaparición. Feliz día!!! Mañana
me llego entonces a la reunión.
[18:15, 2/5/2018] Carlos: Gina ¡que todo salga bien con tu Mamá! Es lo primordial.
[18:17, 2/5/2018] Liam: Hola! Entonces es mañana a las 17 hs en la universidad
verdad??
[18:18, 2/5/2018] Zoe: Éxitos Gina.
[18:17, 2/5/2018] Carlos: Si en la Facultad.
[18:18, 2/5/2018] Liam: Ok!!
[18:18, 2/5/2018] Zoe: Trato de llegar, estoy complicada a esa hora por el trabajo.
[18:19, 2/5/2018] Carlos: Zoe nosotros vamos avanzando..
En resumen, el Director y Codirector promulgaron un orden de género patriarcal
evidente y la calidad de sus interacciones, tanto entre ellos como para con el resto del
grupo, fue forzada y combativa. Ambos ocuparon la mayor parte del tiempo de
conversación en las reuniones, en donde se iban discutiendo los pasos a seguir. Y
aunque en principio tanto científicas como científicos participaban y opinaban, luego
de reiterados intentos por resolver el problema, simplemente se quedaban en silencio,
al margen. Gina se empeñó varias veces en obtener la cooperación de sus colegas
masculinos, en particular de los científicos más jóvenes, ya que su trabajo era
necesario para que ella pudiera completar el suyo. A lo largo del proyecto la científica
se valió de diversas “tácticas” que le permitieran responder a sus responsabilidades,
comenzó actuando de manera profesional y simple, luego aplicó un tono más
combativo y crítico, y terminó enfatizando su feminidad en el afán de corregir los
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problemas de género con sus colegas masculinos. Finalmente, ya próximos a la
presentación del proyecto, se materializó en las interacciones del grupo, cierta
alteración en los roles de sus miembros. Los científicos se posicionaron más
proactivos y dispuestos a colaborar; sin embargo, el entusiasmo de las científicas
parecía haberse perdido para aquél entonces, quienes mostraban una notable
reducción en el compromiso para con el proyecto y con su trabajo en sí.
Lamentablemente, el grupo no logró sobrellevar los desafíos organizacionales
que identificamos como resultado del desajuste entre las asignaciones de tareas, las
habilidades de sus integrantes y el orden de género patriarcal impulsado por los
codirectores, al que se sumaron los científicos más jóvenes. Las estrategias
adoptadas por la científica de mayor jerarquía generaron cambios en las interacciones
y en sus dinámicas grupales, permitiendo ciertos avances en el proyecto que fueron
presentados para su evaluación. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, gran parte
de lo prometido no se logró concretar. Esto llevó a que la solicitud de renovación de
financiamiento del proyecto de cooperación fuera finalmente rechazada.
Discusiones
Nuestra exploración de las interacciones revela cómo el decir y el hacer del género se
co-constituyen intra-activamente en contextos sociales particulares de CTI.
Observamos cómo aquellos con mayor poder en estos entornos moldean órdenes de
género que influyen directamente en las dinámicas de trabajo, ya sea marginando o
afirmando ciertas actuaciones según su preferencia. En el grupo de trabajo que
analizamos, surgió un desajuste notable entre las tareas asignadas, las habilidades
de sus miembros y el imperante orden de género patriarcal propuesto por los
codirectores del proyecto, generando un desafío organizacional significativo para la
colaboración en curso. Lo que se tradujo en verdaderos problemas de género que
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condujeron a la marginación de la científica más experimentada en el grupo, al mismo
tiempo que se explotaban las habilidades de la científica más joven y menos
experimentada.
Encontramos que los científicos más jóvenes se resisten a realizar su trabajo
cuando las tareas los ubicaban como inferiores o en un rol de apoyo a la científica de
mayor jerarquía y que, como única mujer en dicho puesto, recurre al uso de una
variedad de “tácticas” que le permitieran navegar en esta pasiva resistencia
masculina. Si bien dichas tácticas provocaron cambios en las dinámicas de grupo, con
la materialización de actuaciones más proactivas por parte de los científicos a finales
del proyecto, fueron insuficientes para salvar los problemas de género que se
experimentaban a diario en sus interacciones. Nos basamos en el modelo de amenaza
de poder de McLaughlin et al. para teorizar cómo los científicos jóvenes del grupo se
niegan pasivamente a estar situados en una posición subordinada a una científica
(McLaughlin et al., 2012; Uggen et al., 2021). A través de su silencio y resistencia para
realizar tareas que “apoyen” el trabajo de Gina, están alineando su desempeño de
género con un orden patriarcal y sexista (Femenías, 2014), asegurando el
reconocimiento de los codirectores como verdaderos hombres pero, en última
instancia, contribuyendo al fracaso general del grupo para completar el proyecto con
la calidad necesaria para seguir investigando en esta línea.
Finalmente, destacamos la manera en que las dos científicas del grupo ejercen
la feminidad en sus interacciones ofreciéndose como voluntarias para hacer mucho
más trabajo del que les corresponde, incluidas las tareas serviles o de apoyo, pero
también en la calidad de sus decir y hacer. Una de las tácticas utilizadas por Gina para
subrayar su feminidad es lo que hemos denominado "hacerse la tonta" donde intenta
minimizar su posición y se presenta como necesitada de ayuda, adoptando el papel
de "damisela en apuros", lo que permite a los científicos del grupo actuar como héroes
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al acudir en su rescate. No siendo de menor su estrategia de exponer “la difícil tarea
de ser mamá” ante el incumplimiento de sus tareas, resaltando sus responsabilidades
domésticas y construyendo su rol en términos femeninos, lo que alienta a los
científicos a asumir un rol más masculino de “proveer” apoyo.
En relación con esto, recordamos la idea de Butler sobre la mística de la
feminidad (Butler, 2006), que sugiere cómo una concepción normativa de género
puede deshacer nuestra identidad, socavando nuestra capacidad de realizarnos.
Además, la autora plantea cómo esa experiencia de ser deshechos genera una nueva
concepción de nosotros mismos, más viable y adaptable. Así, aunque las mujeres se
encuentran desafiando positivamente los mites de la feminidad al ingresar a entornos
de trabajo masculinizados, al mismo tiempo, están siendo deshechas de manera
negativa cuando su género se desestima como requisito para triunfar en ellos. Al llevar
esta reflexión a la situación particular del grupo de científicos, se observa cómo las
dinámicas de género influyen en las interacciones y contribuyen al fracaso del
proyecto. Las estrategias adoptadas por las científicas para encajar en un entorno
predominantemente masculino impactan no sólo en la colaboración sino también en
la calidad del trabajo conjunto. En este sentido, "simplemente contar cabezas"
(Humbert et al., 2021) o lo que Smith-Doerr et al. (2017) se refieren como “diversidad
representacional”, no son suficientes para superar los problemas de género
arraigados en las interacciones cotidianas.
Conclusiones
Nuestro estudio busca contribuir a la literatura organizacional sobre diversidad e
inclusión con el estudio de las interacciones rutinarias entre miembros de un grupo de
trabajo, en el afán de prestar atención a quién y cómo se logra la inclusión y la
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marginación en contextos sociales particulares de CTI, en lugar de centrarnos en las
prácticas destinadas a promover la diversidad. Nos basamos en nuevos materialismos
para ilustrar la co-constitución intra-activa de las identidades entre sus miembros,
separando las identidades que se les atribuyen en función de sus características
sexuales biológicas de las actuaciones de masculinidad y feminidad. De esta manera,
ilustramos una variedad de formas de representar tanto la feminidad como la
masculinidad. En el grupo de trabajo vemos variaciones en las actuaciones entre sus
miembros, particularmente por parte de la científica cuyas habilidades técnicas
superiores a las de sus colegas masculinos crean problemas de género al situar
implícitamente a los científicos jóvenes en el grupo en posiciones subordinadas a ella.
Si bien existen desafíos en sus interacciones, aquellas que se llevan a cabo con la
otra científica más joven, y de menor jerarquía, son bastante fluidas. Lo sugerimos
porque ella en este caso no representaría una amenaza para el orden de nero
patriarcal que se promulga.
En suma a lo anterior, ilustramos cómo se logra en la práctica tanto la inclusión
como la marginación. Si bien la primera autora pudo recopilar datos de las
interacciones entre miembros del grupo de trabajo a medida que se desarrollan
“naturalmente”, no estuvo presente en una amplia gama de interacciones que
ocurrieron fuera de las reuniones. Estos se reunían no sólo para trabajar en este
proyecto en particular, sino que los científicos más jóvenes del grupo y los codirectores
también compartían su tiempo como profesores en una cátedra en la misma
universidad. Por lo tanto, es probable que la alineación en sus actuaciones no sea
exclusivamente el resultado de las interacciones específicas de este proyecto.
Por su parte, este análisis amplía la comprensión de las estrategias de género
utilizadas por las mujeres en entornos profesionales masculinizados, contribuyendo
así al corpus de literatura sobre feminidad (Diehl et al., 2020; Mattsson, 2015; Mavin
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y Grandy, 2012). Hemos explorado cómo “tácticas” en las que se acentúa la feminidad
permiten a las científicas abordar los problemas de género presentes en sus
interacciones con colegas masculinos, lo que a menudo dificulta su desempeño
laboral. Específicamente, hemos analizado los cambios en su comportamiento que
buscan corregir el desequilibrio entre la distribución de tareas y las expectativas de
género en contextos donde las normas patriarcales están arraigadas, como lo
evidencia este estudio, en los campos STEM de Argentina.
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Artículo recibido el 21 de enero de 2023
Aprobado para su publicación el 30 de diciembre de 2023