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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re57.262
El proceso de maquinización del trabajo cartonero:
clasificación y organización de venta colectiva en
una cooperativa de cartoneros de la Ciudad de
Buenos Aires+ ++
Juan Pablo Tagliafico*
Resumen
Desde una perspectiva etnográfica con foco en los agenciamientos socio-técnicos, la
investigación se pregunta por las formas en que la maquinización es incorporada en
la recolección y clasificación de residuos sólidos urbanos secos, así como también
+ Este documento es parte de una publicación conjunta realizada entre Revista Redes. Revista de
Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología y la RedTISA en el marco del Congreso PRAXIS
2022. El documento forma parte del libro Juarez, P. et al (eds) (2024) Praxis: Innovación para la
transformación socioambiental desde el Sur Global, Bernal, UNQ, ISBN: 978-987-558-943-8.
++ Este trabajo forma parte de una investigación más amplia que se desarrolla en el marco de una
beca doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con lugar
de trabajo en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Se agradece a ambas instituciones por
hacer posible la pesquisa, así como también a Pablo Schamber, quien ha leído y realizado valiosos
aportes a los desarrollos aquí presentados.
* UNQ. CONICET. UBA. Correo electrónico: jp.tagliafico@gmail.com
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los modos en que los recuperadores incorporan en sus prácticas las redes tejidas
por los nuevos agenciamientos. Para ello, se ha realizado trabajo de campo en
lugares donde una cooperativa de cartoneros, que forma parte del Sistema de
Recolección Diferenciada de la Ciudad de Buenos Aires, desarrolla sus tareas. Se
reconstruye así el proceso de instalación e inauguración de Centros Verdes en la
Ciudad de Buenos Aires y se busca dar cuenta del trabajo etnográfico realizado en
dos de ellos. Luego, se realiza un análisis del funcionamiento específico que
adquiere el sistema con la incorporación de maquinarias en el proceso. El proceso
que denominamos maquinización, al articularse con el (sub)sistema diseñado para la
comercialización y distribución colectiva de las ventas, nos permite comprender el
complejo entramado que ensambla las diferentes instancias que componen el
Sistema de Recolección Diferenciada. Este análisis nos permite realizar un aporte a
una problemática acerca de la maquinización del sistema, abriendo nuevos
interrogantes para futuras investigaciones.
Palabras Clave
CARTONEROS, RESIDUOS, TRABAJO, RECICLAJE, ETNOGRAFÍA
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Introducción
Desde el estallido del fenómeno cartonero a principios de este siglo, diversos
trabajos se han ocupado de analizar las transformaciones sucedidas en la gestión
integral de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (CABA) (Dimarco, 2010; Gurrieri Castillo, 2018; Maldovan Bonelli, 2014;
Schamber y Suárez, 2012; Villanova, 2015). En los últimos años, algunas
investigaciones se han centrado especialmente en la conformación de un Servicio
Público o Sistema de Recolección Diferenciada de RSU secos1 (SRD), que se
implementa en la ciudad desde el año 2013 e incorpora formalmente a doce
cooperativas de cartoneros (Gurrieri Castillo, 2020; Gutiérrez, 2020; Schamber y
Suárez, 2021; Schamber y Tagliafico, 2021). La implementación del SRD no solo ha
modificado los modos de recolección que llevan adelante los cartoneros en el
espacio urbano (Schamber y Tagliafico, 2020); con la puesta en marcha de Centros
Verdes y su cogestión entre cooperativas y el Estado local se han introducido
tecnologías y maquinarias que apuntan también a una transformación de los modos
de clasificación y comercialización de las cooperativas. En este sentido, queda aun
por avanzar en la comprensión del funcionamiento de los procesos de clasificación y
comercialización de materiales reciclables que llevan adelante las cooperativas de
cartoneros que integran el SRD, así como también dar cuenta de las vinculaciones
1 Son considerados RSU secos aquellos que son técnica y económicamente reciclados y/o
reutilizados (como plásticos, vidrios, textiles, metales, gomas, cueros, papeles y cartones, entre
otros); mientras que los RSU húmedos son, en gran parte, susceptibles de ser sometidos a reciclado
orgánico (CEAMSE et al., 2016: 60).
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entre las distintas instancias del sistema. Para ello, este artículo se propone describir
y analizar las prácticas de trabajo cartonero en esos procesos.
Considerando el proceso de transformaciones en marcha, se ha buscado
incorporar a los análisis sobre el trabajo cartonero, la agencia y relevancia que
adquieren los objetos y tecnologías que se ponen en juego en los procesos de
gestión de los residuos. En este sentido, la investigación parte de una perspectiva
etnográfica con foco en los ensambles socio-técnicos (Carenzo, 2011, 2014). Desde
estos enfoques, los residuos conforman objetos material y simbólicamente densos
que juegan un papel importante en la configuración de los vínculos interpersonales
(Carenzo, 2011). Tal es así que atender a la circulación de objetos nos permite dar
cuenta de los modos en que se entrama lo social. Por otro lado, las máquinas —
entendidas ellas también como ensambles socio-técnicos— no solo hacen al
sustento de la actividad y el proceso productivo, sino que, en muchos casos,
cumplen un rol activo en los modos en que se configura lo colectivo —involucrando
importantes transformaciones cognitivas y sensoriales-afectivas-motrices—
(Carenzo, 2014). Resulta, así, fundamental ahondar en las formas en que la
maquinización es incorporada en la recolección y clasificación de RSU secos, así
como también los modos en que los recuperadores incorporan en sus prácticas las
redes tejidas por los nuevos agenciamientos.
Retomando estos trabajos, adoptamos aquí una perspectiva que nos permita
analizar los modos en que los ensambles socio-técnicos se integran en la trama de
lo social. Partiendo de una ontología de lo múltiple (Deleuze y Guattari, 2002) que
comprende al mundo social como compuesto por relaciones entre líneas o flujos de
creencias y deseos (Tonkonoff, 2017); se postula que tanto sujetos como objetos se
encuentran atravesados por dichas líneas, “hechos de relaciones que se forjan y
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deshacen por etapas, recreando mundos inéditos y compuestos” (Hennion, 2017:
10). Así, retomaremos algunos trabajos que nos permiten comprender el modo en
que diferentes asociaciones (Latour, 2008), dispositivos (Foucault, 2013) o
agenciamientos (Deleuze y Guattari, 2002) son productores y producidos por
relaciones a la vez que dan cuenta del papel activo que los objetos y las tecnologías
tienen en la producción de lo social. La etnografía en tanto texto, enfoque y método
(Guber, 2001, 2018) constituye una apuesta importante para el cumplimiento de la
tarea planteada. Considerando las dimensiones comunes de la etnografía como
género textual, enfoque disciplinar y perspectiva metodológica, la entendemos aquí
como una forma particular de producir conocimiento a través de la experiencia
directa con los sujetos (junto con los objetos y los procesos) que se desea conocer
(Guber, 2018). En el caso de la investigación que se presenta aquí, el trabajo
etnográfico fue realizado entre junio de 2018 y diciembre de 2019. Desde una
perspectiva cualitativa (Forni, 1992; Kornblit, 2007; Valles, 2000), el trabajo puede
definirse por su carácter exploratorio, descriptivo, con el propósito de comenzar a
delinear hipótesis explicativas de mayor alcance. Combinamos observación
participante, observación libre, entrevistas itinerantes y algunas entrevistas en
profundidad semiestructuradas a trabajadores de una cooperativa de cartoneros y
del Estado local con lugar de trabajo en los Centros Verdes. El territorio sobre el que
se efectuó el trabajo etnográfico es el de la CABA, centrándose específicamente dos
Centros Verdes (Cortejarena y Barracas)2 donde cartoneros realizan sus tareas
como parte de la clasificación, acopio y venta del material recolectado.
2 Nos referiremos a ellos como CV Cortejarena y CV Barracas, respectivamente.
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Complementándose, a su vez, con trabajo etnográfico en el espacio urbano donde
los cartoneros recolectan RSU secos.3
La investigación fue realizada en lugares de trabajo de la cooperativa El
Amanecer de los Cartoneros.4 Conformada en 2007, como consolidación del
proceso organizativo del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), El Amanecer
logra nuclear a un gran número de cartoneros que trabajan en la CABA, oriundos
principalmente de los municipios de Lanús y Lomas de Zamora. En 2013 la
cooperativa se hace cargo de la gestión del Centro Verde Cortejarena en el barrio de
Parque Patricios, en 2015 comienza a funcionar a su cargo el Centro Verde
Barracas y, por último, en 2019 lo hace el Centro Verde Saavedra.
En el primer apartado de este artículo, se reconstruye el proceso de instalación
e inauguración de Centros Verdes (centros de clasificación y acopio de materiales
reciclables) en la CABA. En el segundo y tercer apartado, se busca dar cuenta del
trabajo etnográfico realizado en dos Centro Verdes cogestionados por la cooperativa
El Amanecer y el Estado local, como un modo de comprender las prácticas que allí
3 El análisis desplegado en los diferentes apartados está intercalado con recuadros donde se incluyen
relatos que provienen del trabajo de campo realizado. Las tramas que se entrecruzan allí están
tejidas a partir del sustento que brindan diversas situaciones etnográficas. El relato etnográfico no
buscará aquí ser económico ni sintético, “sino dispendioso y analítico” (Quirós, 2006: 46). Con la
marca de las comillas se señalará a lo largo del trabajo el discurso directo de las personas, mientras
que los términos nativos serán indicados con bastardillas (al igual que lo hacemos con los conceptos
cuando son presentados por primera vez). Los diálogos que se presentan en los relatos han sido, en
su gran mayoría, reconstruidos a partir de las notas tomadas al final de cada jornada. A su vez, estas
reconstrucciones han modificado tiempos, espacios de cada situación, así como también nombres de
cada quien.
4 De aquí en más, El Amanecer.
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se despliegan. Luego, se realiza un análisis del lugar que ocupa y el funcionamiento
específico que adquiere el sistema con la incorporación de maquinarias en el
proceso. Finalmente, concluimos con algunas consideraciones y nuevos
interrogantes que se desprenden de la pesquisa realizada.
La instalación de Centros Verdes en la CABA
En base al marco normativo conformado por las leyes N° 992/02 y N° 1.854/05, en la
CABA, la inscripción de los cartoneros en un sistema de gestión de residuos se
proyectó a partir de su inserción en diferentes Centros Verdes. Así, el 1 de mayo de
2006 se inaugura el primero, en Villa Soldati, a cargo de la Cooperativa Ecológica de
Recicladores del Bajo Flores (CERBAF)5, y a finales de 2007 se inaugura el segundo
en el barrio de Villa Lugano, cogestionado en conjunto por dos cooperativas:
Cooperativa del Oeste y Reciclando Sueños (Gurrieri, 2018: 18). Comienza así un
proceso, paulatino y discontinuo (como puede verse en Figura I), de inauguración de
distintos Centros Verdes y su asignación a diferentes cooperativas que trabajan en
el ámbito de la CABA. Involucrando a las organizaciones cartoneras que mantienen
vínculos con el Estado local, el proceso de apertura de Centros Verdes se extiende
al menos hasta 2019 con la apertura del Centro Verde Saavedra,6 gestionado por la
cooperativa El Amanecer.
5 Si bien fue el primer Centro Verde inaugurado formalmente por el Gobierno de la CABA, desde 2004
se encontraba en funcionamiento un centro de clasificación y acopio en el barrio de Retiro, el cual era
operado por la cooperativa El Ceibo (Schamber y Suárez, 2012: 113). En la actualidad, la cooperativa
continúa gestionando el predio, con participación del Estado local y recocido oficialmente como
Centro Verde Retiro Norte. También otras cooperativas tenían sus propios depósitos.
6 De aquí en más, CV Saavedra.
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Figura I: Proceso de apertura (puesta en funcionamiento e inauguración) de
Centros Verdes en la CABA, 2004-2019
Fuente: Elaboración propia
En 2022 se encuentran en funcionamiento quince Centros Verdes.7 Aunque su
trabajo se enfoca en las tareas de clasificación, acopio y venta de los materiales
reciclables, las formas que adquieren dichas tareas varían de acuerdo a las
características de las cooperativas que gestionan esos espacios, las maquinarias
con las que cuentan y los materiales que allí reciben. Todos ellos sostenidos por la
gestión de las cooperativas de recuperadores y con diferentes grados de
7 Los nueve Centros Verdes que funcionan a comienzo de 2020 son: Núñez (cooperativa Las
Madreselvas), Retiro Norte (El Ceibo), Chilavert (Alelí y Baires Cero), Soldati (Cooperativa del Oeste),
Varela (Recuperadores Urbanos del Oeste), Villa Pueyrredón-Constituyentes (El Álamo), Cortejarena,
Barracas y Saavedra (estos últimos tres gestionados por El Amanecer de los Cartoneros). Junto a
estos se suman 6 galpones que hacen un total de 15 centros de reciclado. Aun teniendo en cuenta la
heterogeneidad entre estos espacios, para simplificar nos referimos aquí a todos ellos como Centros
Verdes.
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participación del Estado local. Si bien algunos han sido inaugurados especialmente
por el Gobierno de la CABA, otros fueron simplemente reconocidos como tales,
aunque funcionaban con anterioridad a cualquier intervención estatal como galpones
donde las cooperativas realizaban su trabajo. Por otro lado, pese a que la
proyección inicial era que los Centros Verdes se instalaran como dispositivos
integrados a la territorialidad de los barrios, desplegándose por toda la ciudad, la
construcción de los mismos se realizó finalmente a partir de otros criterios como la
disponibilidad de terrenos (Gurrieri, 2018). De este modo, su disposición en el
espacio urbano fue más bien aleatoria, con una mayor concentración en la zona sur
de la ciudad, tal como puede verse en el Figura II.
Figura II: Centros Verdes de la CABA, 2019
Fuente: elaboración propia a partir de datos del GCABA.
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Tabla I: Centros Verdes de la CABA, 2018-2019
Cooperativa Centro Verde Ubicación
2018
Personal
total
Ingresado
(tn/año)
El Amanecer de los
Cartoneros
Barracas Herrera 2124, Barracas 180 25.360
Parque Patricios
Cortejarena 3151,
Parque Patricios 120 7.925
Saavedra* Arias 4383, Saavedra
El Álamo Constituyentes
Av. De los
Constituyentes 6259,
Villa Urquiza
60 4.755
El Ceibo Retiro Norte
Padre Mugica S/N -
Colectora Arturo Illia y
Salguero (Ex Línea
Belgrano), Retiro
40 6.340
Recuperadores
Urbanos del Oeste
(CRUO)
Yerbal (Planta de
transferencia) Yerbal 1483, Caballito
80 11.095
Varela Av. Varela 2505, Villa
Soldati
Las Madreselvas ñez Gral. Paz 98, Núñez 130 4.755
Alelí Chilavert Cnel. M. Chilavert 2745,
Villa Soldati 60 6.340
Del Oeste De la Rosa José de la Rosa 6245,
Villa Lugano 26 6.340
Baires Cero Com Corrales
(Galpón)
Corrales 176, Nueva
Pompeya 60 6.340
El Trébol Río Cuarto
(Galpón)
Rio Cuarto 2774,
Barracas 7 475,5
Cartonera del Sur Solís (Galpón) Solís 1919, Constitución
10 634
Reciclando Trabajo
y Dignidad
José Martí
(Galpón)
José Martí 3425, Villa
Soldati 10 475,5
Primavera Balbastro
(Galpón) Balbastro 3209, Flores 26 6.340
Totales 15 809 87.175
*El CV Saavedra no presenta datos para 2018, debido a que comenzó a funcionar en
2019.
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la DGREC-GCABA
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A partir de la firma de los contratos y la formalización del SRD en 2013, El Amanecer
y otras once cooperativas trabajan en la gestión de los RSU secos en la CABA. En
2022, el Sistema nuclea a más de cinco mil trabajadores que recolectan
aproximadamente quinientas toneladas diarias de material reciclable, sobre las más
de siete mil toneladas de residuos que se generan en el espacio urbano (Ayuso,
2020). El Amanecer representa la cooperativa de cartoneros más grande del país,
organizando a más de 3.900 recuperadores, que trabajan en la CABA y provienen
en su mayoría de los municipios de Lanús, Lomas de Zamora y José León Suárez.
Sin embargo, a pesar de su pertenencia a la misma organización, la modalidad de
trabajo de estos recuperadores es heterogénea, tanto por cuestiones ligadas a la
división del trabajo como por los territorios donde el mismo es ejercido. Algunos de
ellos, realizan sus tareas de recolección en la vía pública en diferentes rutas o
etapas, otros trabajan realizando tareas de clasificación como operarios al interior de
un Centro Verde cogestionado por la cooperativa y el Estado local. En este artículo
nos centramos particularmente en los trabajos realizados en los Centros Verdes
Barracas y Cortejarena (ver Figura III).
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Figura III: Centros Verdes a cargo de la cooperativa El Amanecer de los
Cartoneros, CABA, 2019
Fuente: Elaboración propia
Centro Verde Cortejarena: el proceso de clasificación
El CV Cortejarena8 es un centro de recepción, clasificación y venta de material
reciclable, ubicado en la calle Cortejarena 3151, en el barrio de Parque Patricios. Se
encuentra a cargo de la cooperativa El Amanecer, siendo desde 2013 el primer
Centro Verde de estas características que cogestiona con el Estado local.9 Allí se
8 También denominado CV Parque Patricios por la ubicación de su barrio. Optamos aquí por CV
Cortejarena, ya que es el término usualmente utilizado por quienes participan en el centro de
clasificación.
9 Si bien el CV Barracas fue inaugurado en 2012, su dinámica de funcionamiento ha comenzado a
integrar la recepción, clasificación y venta de los materiales reciclables —con la participación de
maquinaria en el proceso— recién desde marzo de 2019.
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reciben aproximadamente 600 toneladas mensuales de materiales reciclables10 que
provienen, fundamentalmente, de tres fuentes de material: las “rutas” y “etapas”, es
decir la recolección en vía pública que realizan recuperadores de la cooperativa; los
Puntos Verdes,11 dispuestos por el Ministerio de Ambiente y Espacio Público
(MAyEP) y ubicados en plazas y parques de la Ciudad, donde vecinos entregan
material de sus hogares; los grandes generadores, es decir, empresas, comercios,
industrias, centros comerciales, algunos restaurantes y edificios de más de 19 pisos.
En 2018, trabajaban en el CV Cortejarena alrededor de 120 recuperadores. Tras
añadir un turno de trabajo por la noche, a fines de 2019 llegó a contar con un
personal cercano a las 200 personas; las cuales se distribuían entre cuarenta y
cincuenta personas en cuatro turnos: mañana (de 8 a 12hs), tarde (de 12 a 16hs),
vespertino (de 18 a 22hs) y noche (de 22 a 2hs). Se alcanzaban así dieciocho horas
diarias de funcionamiento del Centro Verde.
La edificación donde se montó el CV Cortejarena corresponde a un antiguo
galpón, que tras un acuerdo con el MAyEP es utilizado por la cooperativa. Techado,
de aproximadamente 1700 m2 (35m de frente y 50m de fondo), posee dos portones
de ingreso y egreso preparados para camiones y vehículos de gran tamaño (ver
10 En 2018, se recibieron allí 7.925 toneladas de materiales reciclables según datos de la Dirección
General de Reciclado.
11 En la CABA se instalaron ochenta Puntos Verdes en plazas y parques de la Ciudad, treinta y cuatro
de ellos con atención personalizada. Allí se recibe material reciclable de los vecinos, por lo que son
dispositivos que suponen ya una separación en origen, en los hogares donde se generan los residuos
posconsumo. Además, existen otros dispositivos de recepción de materiales reciclables como los
Puntos Verdes de interior (en instituciones) y móviles (a cargo de la Agencia de Protección
Ambiental). Más información al respecto, puede encontrarse en:
https://www.buenosaires.gob.ar/ciudadverde/separacion/donde-llevar-los-reciclables/puntos-verdes
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Figura IV). Al ingresar por el lado izquierdo, los vehículos se detienen en una
balanza para el pesaje de bolsones. En el lado derecho, un espacio amplio y
separado del resto del galpón, que se utiliza como comedor y cocina. En el centro
del galpón, cerca del frente, unas oficinas ubicadas en lo alto, a modo de panóptico,
con vista a todo el predio. Al fondo, y ocupando casi todo el ancho del espacio, la
máquina principal, con su tolva de carga y su cinta de clasificación. Delante de ella,
otra máquina, una prensa o enfardadora. En el rincón derecho, al fondo del galpón,
un espacio con entrepiso, dedicado exclusivamente al acopio de material que
rápidamente será vendido.
Figura IV: Croquis del Centro Verde Cortejarena, CABA, 2018
Fuente: Elaboración propia
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Imagen I: Centro Verde Cortejarena casi sin gente, lleno de materiales, visto
desde sus oficinas. La foto fue tomada entre el turno tarde y el turno
vespertino, 2018
Fuente: Foto propia
Primera fase de clasificación
El primer acercamiento a un espacio de la cooperativa El Amanecer de los
Cartoneros fue en el año 2016, junto a un colectivo de investigadores e
investigadoras radicado en la Universidad Nacional de Lanús. Nos acercamos a
conocer el CV Cortejarena, en el marco de un trabajo exploratorio que se proponía
indagar en la heterogeneidad de las cooperativas de recuperadores urbanos de la
CABA. A mediados de 2018 volví al Centro Verde con la intención de comenzar mi
trabajo de campo. En ese momento aun no estaban formulados claramente los
objetivos de esta investigación, aunque sí tenía la certeza de que el Centro Verde
constituía una pieza importante para comprender, al menos fragmentariamente, una
parte del Sistema de Recolección Diferenciada. En esas primeras jornadas en el CV
Cortejarena, me contacté con Lisandro, coordinador del turno tarde, quien me
presentó a Carlos o Carlitos, como allí le dicen.
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Carlitos trabaja en el Centro Verde desde que comenzó a funcionar en el año
2013. En la actualidad, tiene un cargo de operario, es delegado de la cooperativa e
integra la Comisión Directiva. A partir de 2001, empezó a cartonear, y forma parte
del MTE desde los comienzos del movimiento. Antes trabajaba, junto a varios
familiares suyos, en una empresa textil que pertenecía “a unos judíos de Flores”.
Todos fueron despedidos en el 2001, “cuando todo se fue a la mierda”. En la
actualidad, muchos de ellos trabajan dentro de El Amanecer. Su padre es operario
en el turno mañana del CV Cortejarena, su esposa y su hermano trabajan como
Recuperadores Ambientales12 (RA) en la recolección en calle. Maxi, su primo, es
operario en el turno tarde del Centro Verde junto a él. Llegan al predio de Parque
Patricios a las 12hs. Arriban todos juntos en un colectivo que el MAyEP brinda a la
cooperativa. Como sucede en varias de las etapas y rutas en el proceso de
recolección, la gran mayoría de los trabajadores del CV Cortejarena provienen de
Villa Fiorito en Lomas de Zamora y Villa Caraza en Lanús, zona sur del Gran Buenos
Aires. “Vivo a dos cuadras de la casa de Maradona”, cuenta Carlitos con algo de
orgullo.
Carlitos, su primo Maxi y tres operarios más conforman un grupo de trabajo en
el Centro Verde. Allí las funciones de cada grupo pueden ir variando, las tareas se
van rotando para que todos se repartan equitativamente el trabajo. Pero en este
sistema de rotación, lo que se mantiene relativamente constante es la formación de
cada grupo, la cual se establece por lazos de confianza y afectividad. Cada uno
trabaja con sus amigos, con quienes tiene una relación de mayor confianza o al
12 Se denomina como Recuperadores Ambientales a los cartoneros que, desde 2014, se inscriben
como parte del Programa de Promotores Ambientales (Gurrieri Castillo, 2020).
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menos con quienes no se encuentra enfrentado. Cada grupo de trabajo está
referenciado en una persona que oficia de delegado o vocero de las demandas de
ese pequeño colectivo. Durante mis visitas, el grupo de Carlitos —quien cumple esa
función de representación— se encuentra a cargo de una primera fase de
clasificación del material reciclable que arriba al Centro Verde.
El material arriba al Centro Verde Cortejarena en camiones que ingresan por el
lado izquierdo del galpón. Allí se ubica una balanza para el pesaje del material. En
caso de provenir de grandes generadores, pueden ser bolsones o contenedores, con
cartones, papeles, envases plásticos o vidrios. Ese material suele ser relativamente
homogéneo y puede disponerse directamente en contenedores, como los vidrios o
los nylons, o pasar a un ciclo de clasificación que permita su preparación para su
posterior venta. En el caso de los camiones que provienen de las rutas y etapas de
recolección, traen los bolsones que se descargan junto a la balanza. Allí, se realiza
el pesaje con presencia de un representante de la ruta o etapa, un representante del
Centro Verde y un trabajador del MAyEP dedicado exclusivamente a dicha tarea.
Tras el pesaje de los bolsones, comienza la primera fase de clasificación en la
tolva de carga que posee la máquina de clasificación.13 El grupo de Carlitos arrastra
los bolsones con RSU secos, los abre y vuelca el contenido en la tolva de carga.
Antes, durante y después del volcado en la tolva, revisan el material, retirando y
separando manualmente los cartones medianos y grandes que encuentran allí. Por
13 La máquina de clasificación instalada en el CV Cortejarena es una IMABE continua, de capitales
españoles, que permite cargar el material en la tolva y que los operarios realicen sus tareas en
puestos de trabajo colocados a los lados de la cinta de clasificación. Solo algunos Centros Verdes
cuentan con maquinarias de este tipo que se complementan con las clásicas prensas para el
tratamiento cartones, papeles y plásticos.
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su valor económico, los mejores cartones constituyen el material más preciado en el
sistema14 y por ello requieren un especial cuidado. Al apartarlos, estos cartones son
enviados directamente a una máquina enfardadora ubicada a unos metros donde se
preparan para su futura venta.
Y aunque el cartón es el principal material que se separa en esta primera fase
de clasificación, no es el único tipo de objeto que se busca. Durante la carga de la
tolva, el grupo de Carlitos recolecta envases de aluminio como desodorantes,
perfumes o shampoo de algunas marcas específicas: Pantene, Clear Men, Head &
Shoulders, entre otros. Esos envases poseen su propio circuito de venta y cada
grupo de trabajo los comercializa por su cuenta. Es decir, constituyen un ingreso
específico para cada grupo de trabajo. En octubre de 2018 la unidad de envases de
shampoo, por ejemplo, se pagaban entre $1,20 y $1,50.15 Además, se retiran objetos
de lo más variopintos que se consideran valiosos por muy diversos motivos. Tute,
uno de los operarios, retira botellas de vidrio, sobre todo de colores, con las que
luego en su casa realiza vasos. El Polaco, otro operario, separa bolsas de papel
madera para su madre, quien las (re)utiliza en la feria El Olimpo,16 “vende
14 De allí la denominación que los recuperadores han adquirido desde fines de la década de 1990
como cartoneros, por ser este el principal material buscado. Desde entonces, no es ya sólo un valor
económico el que porta este material, sino también un valor simbólico inestimable: es aquel material
que habilita procesos de identificación con una práctica y un trabajo concreto y permite, en el mismo
movimiento, la articulación de un colectivo como El Amanecer de los Cartoneros o, en otra escala, la
Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR).
15 Es decir, a fines de 2018, se pagaba entre US$0,03 y US$0,04 cada envase.
16 La feria El Olimpo es un mercado popular que se ubica cerca de la avenida Olimpo y la Ruta
Provincial 4, conocida como Camino de Cintura, atravesando los municipios de Lomas de Zamora y
Esteban Echeverría, en el GBA. Para ahondar en los procesos de articulación entre recuperadores
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chucherías17 ahí los fines de semana, como una changa”.18 Se separan también
envases retornables de cerveza, cables, algunos objetos que son potencialmente
reparables (desde el estéreo de un auto hasta una aspiradora de plástico o una
estufa).19 Ya sea por su valor de uso inmediato, por su utilización como insumo para
otra producción, para su reparación y posterior venta, existe una multiplicidad de
motivaciones para retirar materiales específicos durante el proceso de clasificación.
Este tipo de prácticas de clasificación que se realizan —individual o grupalmente—
se aceptan en la cooperativa porque se considera que son materiales despreciables
en relación con la inmensa cantidad que circulan y sí se venden colectivamente. En
otros casos, son objetos que no pueden ser clasificados y vendidos con los demás.
Por último, se retiran de los bolsones o de la tolva todos los materiales pesados o
excesivamente grandes que puedan causar algún problema en la maquinaria. Por
urbanos y ferias o mercados populares puede consultarse el trabajo de Bonfiglio, Chávez Molina y
Gutiérrez Ageito (2011).
17 Se denomina chucherías a pequeños objetos, de poco valor económico, que pueden ser objetos de
decoración, juguetes o golosinas y que suelen darse en forma de regalos.
18 Se entiende por changa una ocupación o trabajo que se realiza de forma transitoria u ocasional de
modo informal.
19 Durante mi trabajo de campo vi llegar estos objetos en bolsones que provenían de algunas rutas.
Estos son situaciones ambiguas, ya que los recuperadores no pueden incluir en los bolsones objetos
de gran peso que no sean luego comercializados por la cooperativa. Se considera que esta acción
(destinada a aumentar el peso del bolsón y obtener así más dinero) perjudica a la cooperativa en su
conjunto y el recuperador puede recibir una sanción (que comienza con un descuento económico,
pero puede llegar a una suspensión). En esta instancia, sin embargo, pueden dejarse pasar estos
objetos si se los considera potencialmente útiles para el uso o la comercialización individual.
20
Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
ejemplo, los fierros, de acuerdo a su estado, pueden separarse como descarte o
venderse posteriormente como chatarra.
Imagen II: Carga de la tolva y primera fase de clasificación en el CV
Cortejarena, CABA, agosto de 2018
Fuente: Foto propia
21
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Imagen III: Primera fase de clasificación en el CV Cortejarena, los trabajadores
del separan cartones al cargar la tolva, CABA, agosto de 2018
Fuente: Foto propia
Como mencionamos, al CV Cortejarena arriban los RSU secos provenientes del
proceso de recolección en la vía pública, de los Puntos Verdes y de los grandes
generadores. Todo el material, al arribar, es pesado con la balanza que se encuentra
al ingresar al predio. El pesaje es registrado por la cooperativa y un trabajador del
MAyEP. En el caso de los bolsones provenientes de las rutas y etapas, participa
también de esta tarea un representante del grupo que conforma la ruta o etapa que
realizó la recolección. Se conforma así un mecanismo que apunta a la construcción
de confiabilidad al interior de la cooperativa.
Tras realizar el pesaje, los materiales se acumulan en la zona de descarga
esperando su turno de ser clasificados. Al comenzar la clasificación se presta
especial atención a que el proceso incorpore el material por lote (es decir, solo aquel
que proviene de una misma fuente, ya sea la recolección en calle de una ruta o
22
Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
etapa específica, los Puntos Verdes o grandes generadores). El primer paso es la
carga de los materiales en una tolva que, ensamblada a una cinta de clasificación,
permite que comiencen a circular en la maquinaria. Como vimos en los relatos de
campo, al ser cargados en la tolva, los materiales atraviesan una primera fase de
clasificación. Allí, se separan los cartones para dirigirlos directamente a la máquina
enfardadora. De esta forma, se facilita la circulación de objetos más pequeños y se
disminuyen las posibilidades de que los materiales de mayor valor económico se
arruinen en la máquina. Los cartones más pequeños que no fueron apartados antes
de la tolva pasan a la cinta de clasificación y son separados allí y también serán
dirigidos a la prensa en una instancia posterior.
Durante esta primera fase de clasificación, como vimos, también se separan
objetos que por múltiples motivaciones —ya sean individuales o colectivas—
resultan valiosos para los recuperadores. Estos criterios, aunque no corresponden
estrictamente con los criterios cooperativos, integran el ciclo de clasificación llevado
a cabo en los Centros Verdes. Todos los materiales que no son separados al cargar
la tolva continúan el proceso de clasificación a través de la cinta de clasificación que
integra la máquina principal del Centro Verde.
Segunda fase de clasificación
Entre las 13:30 y las 14hs, Carlitos, su grupo y el resto de los trabajadores del CV
Cortejarena detienen las tareas para almorzar. En el espacio donde se ubica una
cocina y un comedor, trabajadoras de la cooperativa realizan sus tareas preparando
el almuerzo y las comidas en los diferentes turnos de trabajo. Mientras que la gran
mayoría de los operarios en el Centro Verde son varones, aquí en la cocina,
prácticamente todas las trabajadoras son mujeres. Ellas preparan el almuerzo para
quienes trabajan en la cooperativa, y también para vecinos y vecinas del barrio que
23
Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
retiran una porción y se llevan la comida a sus casas. “Durante el macrismo, por la
necesidad del barrio —cuenta una de las trabajadoras— también nos convertimos
en comedor comunitario”. Al ensamblar un dispositivo como el comedor comunitario
al Centro Verde, el MTE en general, y El Amanecer en particular, busca desplegar
estrategias de inserción y articulación con los territorios en los que inscribe su
trabajo.20
Tras el almuerzo, me concentro en observar el camino del material luego de ser
cargado en la tolva. El mismo, sube por una cinta inclinada y desde lo alto, alrededor
de 10 operarios trabajan parados a los lados de la cinta clasificadora por la que
circula el material reciclable. La separación se realiza entonces según el tipo de
material: cartones, papeles blancos, diarios, envases plásticos de distinto tipo,
vidrios, papel film. Cada operario se encarga de separar un tipo de material
específico, ubicando el mismo en bolsones o canastos asignados. Los grupos que
están a cargo de esta clasificación también separan para sí envases plásticos como
los de perfumes y objetos que consideren útiles. Solo que, en el caso de quienes se
ubican en este lugar de la máquina, reciben menos de estos materiales. Por lo que
el sistema de rotación de grupos de trabajo dentro del Centro Verde constituye un
importante mecanismo de equiparación de oportunidades de acceso a los
materiales.
Una vez colocado en los canastos o bolsones especialmente designados, el
trayecto que recorre cada material depende de las características propias que lo
componen. El vidrio, al venderse sin ningún procesamiento previo, es colocado en
20 Tal es así que, durante 2020, con la suspensión de las actividades de trabajo, el comedor
comunitario siguió funcionando y amplió la cantidad de almuerzos que allí se sirven a los vecinos de
la zona.
24
Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
contenedores que su comprador acude a retirar al Centro Verde. Los papeles, los
cartones y la mayoría de los envases plásticos son vendidos luego de atravesar un
proceso de enfardado que permite disminuir su volumen considerablemente,
alcanzando una mayor cantidad de kilos de material en menor espacio. Por este
motivo, tras ser separados en la cinta de clasificación, son llevados a una prensa o
máquina enfardadora. Al volcarlos en la tolva de la prensa, la máquina comprime y
ata el material produciendo fardos listos para su traslado y venta. Aproximadamente,
cada fardo de papel pesa 250 kg, 225kg el de cartón y 200kg el de PET.
Como ya se mencionó, la proporción de materiales que se presenta en cada
ciclo de clasificación depende particularmente de su lugar de procedencia. Aquellos
materiales que provienen de Puntos Verdes —por haber atravesado allí una
clasificación previa— y en algunos grandes generadores —según las características
de cada industria o comercio— presentan una composición bastante uniforme. Se
producen en estos casos clasificaciones más específicas y focalizadas en un tipo de
material. Por ejemplo, hacer soplado refiere a la tarea de clasificar bolsones
cargados exclusivamente de envases plásticos, desde botellas de bebidas, hasta
productos de higiene personal o bidones de agua. Y aunque, en cualquier caso, los
productos finales del ciclo de clasificación siempre son los mismos (fardos de cartón,
de papel blanco, de papel de diario, de PET, contenedores de papel film y
contendores de vidrio), el proceso de trabajo se ve modificado de acuerdo al material
que llega a los Centros Verdes. Las rutas y etapas donde recolectan los RA proveen
material muy diverso de acuerdo a las particularidades de cada territorio de trabajo.
La cantidad de bolsones que ingresan al CV Cortejarena y la cantidad de
material que trae cada bolsón también influyen de forma considerable en la dinámica
del centro. Un día lluvioso, un desperfecto en algún camión o una movilización de
25
Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
protesta puede hacer que una o más rutas no realicen la recolección habitual y, por
lo tanto, se reduzca la cantidad de trabajo, decidiéndose a veces terminar antes del
horario de finalización habitual de un turno. Por el contrario, en algunas ocasiones la
acumulación de bolsones y la falta de espacio en el predio pueden provocar que sea
necesario derivar material reciclable a otros Centros Verdes gestionados por esta
cooperativa.
Figura V: Croquis del Centro Verde Cortejarena, circulación del material (en
verde) e hitos más importantes del proceso (en rojo), CABA, 2018
Fuente: Elaboración propia
Considerando lo repuesto por en investigaciones previas (Schamber y Tagliafico,
2020; Tagliafico y Schamber, 2022), nos encontramos ahora en condiciones de dar
cuenta de gran parte del recorrido que realizan los RSU secos desde su generación
hasta su preparación en los Centros Verdes para luego ser comercializados (Ver
Figura VI). En el proceso de recolección de RSU secos en la vía pública, abordado
por otros trabajos (Schamber y Suárez, 2021; Schamber y Tagliafico, 2020, 2021;
Tagliafico y Schamber, 2022), se lleva a cabo un primer ciclo de clasificación que
segmenta a los materiales de manera binaria —la clásica separación entre desechos
26
Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
y mercancías (Schamber, 2008)—. Se coloca, así, todo lo que es potencialmente
vendible por la cooperativa en bolsones que se dirigen a los Centros Verdes,
desechándose todo el resto de los materiales (reciclables o no, junto con los RSU
húmedos). De este modo, los bolsones van cargados de elementos vendibles
mezclados.
Ahora bien, como se observa en los apartados precedentes, al llegar a los
Centros Verdes los materiales atraviesan un segundo ciclo de clasificación donde la
segmentación es múltiple. En este segundo ciclo —en ocasiones compuesto por dos
fases: carga en la tolva y clasificación en la cinta— las separaciones del material
responden a una serie muy variada de líneas o criterios: criterios de clasificación de
la cooperativa para una comercialización de materiales homogéneos (en fardos o
contenedores), criterios de grupos que comercializan materiales en pequeños
colectivos, criterios individuales que evalúan valores de uso o potenciales valores de
cambio, etc.
Tras atravesar el segundo ciclo de clasificación, los materiales que se acopian
en contenedores o volquetes (como los papeles films, nylons, vidrios y las chatarras)
ya están listos para ser comercializados. Las empresas compradoras los retiran
semanal o quincenalmente. Otros, en cambio, como los cartones, papeles y
plásticos, requieren un proceso de preparación previa antes de ser comercializados.
Con este propósito el Centro Verde cuenta con una máquina enfardadora. Es con
esta máquina que se arman los paquetes de materiales que, tras ser acopiados en la
zona correspondiente, son trasladados a la empresa compradora. Al no contar con
amplio espacio para el acopio, el tiempo entre el enfardado y la venta debe
realizarse con relativa celeridad para evitar estancamientos en la circulación. Por
último, aquellos materiales que, tras atravesar el ciclo de clasificación de los Centros
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Verdes, no logran comercializarse por su tipo específico, se venden a un precio
relativamente bajo como descarte o son desechados como rechazo.
Figura VI: Circulación de los RSU secos, desde la recolección en calle hasta el
sistema de venta colectiva, en el Sistema de Recolección Diferenciada, CABA,
2019
Fuente: Elaboración propia
Centro Verde Barracas: de la clasificación al sistema de
venta colectiva
El Centro verde y la clasificación maquinizada
El CV Barracas se ubica en Herrera 2124, en la zona sur de la Ciudad. Previamente,
el predio era utilizado como mercado de comercialización de materiales reciclables
para los recuperadores de la cooperativa El Amanecer que trabajan en la CABA.21
Desde enero de 2019, comenzaron a realizarse allí las pruebas de una nueva
máquina, de mayor tamaño y mayores niveles de tecnificación que la instalada en
21 Como mercado de comercialización, el CV Barracas constituía un sitio que abría sus puertas en un
horario predeterminado para permitir establecerse allí a depositeros, que compraban el material
recolectado, lo acopiaban y lo preparaban para su posterior venta a las industrias.
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Parque Patricios.22 Por contar con este tipo de maquinaria, se denomina a este
Centro Verde como un Centro Verde Automatizado o Material Recycling Facility
(MRF).23 Las MRF constituyen plantas con una capacidad de procesamiento de
materiales mucho mayor que otras con maquinarias como la IMABE instalada en el
CV Cortejarena, llegando a procesar hasta diez toneladas por hora.24
Tras las pruebas, en marzo de 2019, el CV Barracas comenzó a clasificar y
vender el material que recibe de una gran parte de las rutas y etapas donde los RA
de la cooperativa realizan la recolección. Para fines de ese año, el Centro Verde
recibe alrededor de 1200 bolsones diarios de RSU secos para clasificar y vender.
Constituye un ingreso de entre ochenta y noventa toneladas diarias de material
reciclable. En ese proceso trabajan alrededor de 245 personas, repartidas en tres
turnos: un turno mañana (6-12hs), un turno tarde (12-18hs) y un turno noche (18-
22hs). Mientras que los dos primeros son de seis horas y sus trabajadores, en
22 Con la instalación de las maquinarias y la puesta en funcionamiento del Centro Verde como centro
de clasificación de material reciclable, el mercado para la comercialización de lo recolectado por los
recuperadores urbanos se trasladó a un predio lindante, entre Hornos y Montes de Oca, donde
continuaron por un tiempo vendiendo el material los recuperadores que trabajaban en la zona del
Microcentro de la CABA.
23 Existen en la CABA tres máquinas de este tipo, instaladas en los Centros Verdes Barracas,
Saavedra y Chilavert (esta última cogestionada por la cooperativa Alelí). Más información puede
encontrarse en: https://www.buenosaires.gob.ar/ciudadverde/donde-llevar-los-reciclables/centros-
verdes-y-recuperadores-urbanos
24 Importadas de Estados Unidos, las MRF tienen un alto nivel de automatización en su
funcionamiento. En el caso de la instalada en el CV Barracas, la maquinaria ha sido especialmente
adaptada para que pueda intervenir mayor mano de obra y conservar la proporción de trabajo
intensivo en el proceso productivo.
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
general, son operarios, el turno noche trabaja cuatro horas debido a que están
cobrando formalmente como RA.
En comparación con el CV Cortejarena, el CV Barracas constituye un espacio
mucho más amplio —con algo más de 110m de frente y 90 metros de fondo (ver
Figura VII)—. Ocupando casi toda una manzana, este Centro Verde —a diferencia
del primero— tiene un amplio espacio al aire libre. Al ingresar, a la izquierda, unas
oficinas acondicionadas en dos contenedores (también conocidos como
contenedores ISO), uno encima del otro, donde se realiza el trabajo administrativo.
Del lado derecho del ingreso, al igual que en el CV Cortejarena, el comedor. En el
CV Barracas se construyeron tres galpones en forma de tinglado. El primero de
ellos, del lado derecho, es donde se reciben los bolsones y el material reciclable, se
lo pesa en las balanzas y se lo traslada al siguiente galpón, ubicado detrás del
primer galpón. En este segundo, se ubica la máquina principal, con sus cintas de
clasificación y sus máquinas ensambladas que realizan una separación mecánica.
Por último, un tercer galpón dedicado exclusivamente al acopio de material para su
posterior venta. En el centro, un espacio amplio para el estacionamiento, la carga y
descarga de camiones.
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Figura VII: Croquis del CV Barracas, a partir de las notas de campo, CABA,
2019
Fuente: Elaboración propia
Imagen IV: CV Barracas visto desde uno de los laterales, a la derecha, el
galpón principal y a la izquierda el galpón para el acopio, CABA, 2019
Fuente: Imagen facilitada por un responsable de grupo.
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Al llegar al CV Barracas, los bolsones de las diferentes rutas y etapas son
depositados en el primer galpón o tinglado. En el turno noche generalmente es
cuando se realiza el pesaje de estos bolsones. Desde allí, se pasan los materiales al
segundo tinglado, donde se depositan en la tolva y comienzan a ascender por la
cinta ensamblada a la máquina principal. Los bolsones se vacían uno por uno en la
tolva. Como en el CV Cortejarena, lo principal aquí es retirar los cartones grandes a
medida que se descarga el resto de los materiales de cada bolsón. A diferencia de
Parque Patricios, la máquina instalada en el CV Barracas posee mayor longitud,
mayor automatización de sus movimientos y está estructurada a partir de tres
estaciones. En la primera estación, se separa mecánicamente el vidrio, mientras el
resto del material continúa por la cinta donde una serie de operarios separan los
objetos que tienen mayor tamaño y pueden provocar algún daño, junto con todo el
film o nylon que se coloca en una columna específica para dicho material. En una
segunda estación, la máquina separa automáticamente, a partir del accionar de
sensores, entre el material plano y el tridimensional. Entre los materiales planos, los
operarios se encargan, especialmente, de retirar el papel. El tridimensional, por su
parte, sigue por otra cinta, hasta que, en una tercera estación, la máquina separa de
forma automatizada el PET y los materiales plásticos voluminosos. En el trayecto
final de la cinta, una serie de imanes ensamblados a la máquina atraen los
materiales ferrosos pequeños (como latas).
Entre una fase y otra de la máquina, una serie de operarios ubicados a ambos
lados de las cintas transportadoras y mediando entre ellos un metro y medio de
distancia, realizan separaciones manuales colocando cada objeto en columnas
específicas para cada material en cuyos extremos se encuentran bolsones. Como en
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el CV Cortejarena, cada operario o grupo se encarga de la separación de un tipo de
material específico (ver Imagen V).
Imagen V: Cinta de separación y clasificación de material reciclable del CV
Barracas, CABA, 2019
Fuente: Imagen facilitada por un responsable de grupo del SRD
Al finalizar el proceso de la clasificación, los diferentes materiales quedan
separados: papel blanco, diario, cartón, PET, soplado (plásticos en sus diferentes
variantes), film, vidrio, entre otros, en columnas o contenedores. Al igual que en el
CV Cortejarena, el papel blanco, el diario, el cartón y el PET son llevados a la prensa
para su enfardado. En el caso del vidrio, en cambio, en 2019 no podía venderse: la
máquina seleccionaba el material demasiado mezclado con pequeños papeles y
materiales que se denominan descarte y, por ello, no podía comercializarse por el
rechazo del comprador.
El proceso de clasificación que se lleva a cabo en el CV Barracas presenta,
como vemos, mayores niveles de mecanización y automatización que los que exhibe
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
el CV Cortejarena. Esto se traduce en la posibilidad de clasificar mayor cantidad de
material reciclable en menor tiempo. Como se ve en la Tabla II, mientras que en el
CV Cortejarena se tratan 600 toneladas mensuales de RSU secos, en el CV
Barracas se han procesado 1800 toneladas en el mismo plazo. Ahora bien, la mayor
mecanización del proceso y los altos niveles de procesamiento tienen también como
consecuencia una mayor producción de material de segunda, como se denomina a
aquel material que, al finalizar la clasificación, queda aun demasiado mezclado y,
por lo tanto, no puede ser vendido directamente a la industria (demanda para ello un
trabajo más intensivo). El aumento del descarte —visto para el caso del vidrio—
también es un efecto de esta mecanización. Pero entonces, ¿por qué se optaría por
la implementación de una tecnificación que tiene como producto final menor calidad
en el material reciclable conseguido?
La respuesta es que se opta por reducir la calidad del material reciclable final y
tolerar un mayor grado de descarte, en favor de aumentar el flujo de RSU secos que
admite el Centro Verde. Esta lógica, incorporada ya en el funcionamiento de la
máquina, introduce una pregunta por el diseño y su posterior ensamblado con el
resto de las instancias del sistema. Como se puede ver también en el trabajo de
Carenzo (2014), aquí emerge una pregunta por los modos de incorporación de
máquinas y sus lógicas, así como también la valorización de los procesos
asociativos que buscan impulsar el diseño y la implementación de maquinarias
desde la organización cooperativa. Con la puesta en marcha de esta maquinaria en
el CV Barracas, se habilita la posibilidad de recibir y darle tratamiento a mayores
volúmenes de materiales y, de este modo, descomprimir el flujo constante que
amenaza saturar el CV Cortejarena (mucho más limitado en su capacidad de
tratamiento y, por sus dimensiones, también de acopio). A la vez, permite brindar
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
respuesta a la demanda de los RA que trabajan en las rutas y etapas y necesitan
enviar su material para ser clasificado y vendido. El proceso de maquinización de la
clasificación posibilita que los Centros Verdes de la cooperativa puedan procesar
todo el material recolectado por los recuperadores que trabajan en la vía pública y
es, por lo tanto, el mecanismo que habilita la extensión del Programa de Promotores
Ambientales a la gran mayoría del espacio urbano de la Ciudad. Permite que los
recuperadores, al incorporarse como RA, ya no deban llevarse el material a sus
hogares y puedan canalizar la clasificación y comercialización del material a través
de los Centros Verdes y el sistema de venta colectiva. A partir de la maquinización,
el proceso de recolección diferenciada manual en calle y el proceso de clasificación
y venta en Centros Verdes se entretejen y ensamblan permitiendo un
funcionamiento fluido.25
25 El aumento de los niveles de maquinización del proceso de clasificación ha habilitado también otros
procesos de ensamblaje: desde 2019, a partir de la Secretaría de Comercialización de la FACCyR se
comenzó una experiencia a través de la cual cooperativas de cartoneros de localidades a corta y
media distancia de la CABA procesan y comercializan el material reciclable recolectado a través del
CV Barracas. Allí participan cooperativas de Lanús, Avellaneda, La Plata, Almirante Brown, Escobar,
San Nicolás, Esteban Echeverría, San Martín, Tandil, entre otras. Esta experiencia que se produce en
paralelo al crecimiento organizativo de la FACCyR resulta quizás una de las experiencias más
dinámicas de los últimos años y que requieren estudios de mayor profundidad.
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Tabla II: Funcionamiento de los Centros Verdes Cortejarena y Barracas, CABA,
2018-2019
CV
Cortejarena
CV Barracas
Ingreso de material (tn/mes)
600 1600-1800
Turnos Cuatro: de 4hs Tres: dos de 6hs y uno de
4hs
Franja
horaria de funcionamiento
8am-2am 6am-10pm
Horas de funcionamiento/Horas
abierto
16/18 16/16
Cantidad de trabajadores
150
-
200
245
Fuente: Elaboración propia
El sistema de venta colectiva
Una de las innovaciones más importantes que se introdujo con el Programa de
Promotores Ambientales es, sin duda, el denominado sistema de venta colectiva,
como modalidad de comercialización y retribución de la venta entre los miembros de
la cooperativa. Desde su inscripción en el Programa, los recuperadores —entonces
nominados como RA— se desligaron de los procesos de clasificación y
comercialización del material reciclable recolectado. A la vez, los recuperadores
incrementaron los ingresos fijos que percibían (el salario de calle que pasan a
percibir es superior al incentivo de los antiguos Recuperadores Urbanos) y
modificaron el modo en que perciben los ingresos por la comercialización del
material recolectado. Se abandonó el cobro por la venta individual de lo recolectado
para comenzar a percibir lo que se denomina como plus por productividad.
Este método es distinto en cada cooperativa, e incluso en el caso de El
Amanecer ha ido sufriendo modificaciones con el paso del tiempo. En los comienzos
se adoptó una formula compleja que involucraba el peso de los bolsones
individuales de cada recuperador con un precio promedio ponderado
correspondiente a cada etapa o ruta al que el RA pertenecía. Se trataba de un
sistema complejo que promovía, fundamentalmente, la recolección de los materiales
de mayor valor comercial. Posteriormente, dicha fórmula fue reemplazada por una
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
más simple que establece un importe fijo al promediar las distintas cotizaciones de
los diferentes materiales, multiplicando luego ese valor fijo por la cantidad de kilos
aportados mensualmente por cada recuperador. De este modo, se privilegia el peso
de los bolsones recolectados, de forma relativamente independiente al valor de los
materiales recolectados.
Junto a este criterio, desde mediados de 2017, a partir de nuevos acuerdos
establecidos con el Gobierno de la CABA, se fijó un valor diferente a partir de la
recolección individual de 600 kilos mensuales. Es decir, hay dos valores promedio
por los que se multiplican los kilos recolectados de cada recuperador, según si el RA
ha logrado (o no) una recolección de 600 kilos mensuales.
De esta forma, el plus por productividad es calculado en la actualidad por el
total de kilogramos recolectados en el mes multiplicado por un valor promedio que,
en diciembre de 2019, para una etapa de la cooperativa de El Amanecer era de
$5/kg.26 Al superar los 600kg recolectados en un mes, el valor por el que se
multiplicaba entonces era de $6,7/kg.27 Esa diferencia de $1,7/kg, para el caso
mostrado, es financiada por el Estado local como un modo de incentivar la mayor
recolección de RSU secos en aquellas cooperativas que permitieron que hubiera
personal de la Dirección General de Reciclado controlando las balanzas. Siendo
esta financiación parte constitutiva del modelo de cogestión entre cooperativas y
Estado local.
De esta forma, el plus por productividad que recibe cada RA no deja de tener
una relación con el pesaje de los bolsones recolectados de manera individual,
26 Es decir, US$0,08/kg en diciembre de 2019.
27 Es decir, US$0,11/kg en diciembre de 2019.
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
aunque ahora esa vinculación esté mediada por la recolección y comercialización
colectiva.28
28 La comercialización colectiva de cada material se hace efectiva a partir de la venta a diferentes
compradores que varían entre las industrias que utilizan los materiales para el proceso productivo e
intermediarios que realizan la preparación para dicha utilización por las industrias. En el tiempo que
se elaboró esta investigación, los compradores de cada tipo de material han ido variando, aunque
algunos casos son: Oxipel para el papel blanco, Papelera Berazategui para otro tipo de papeles y
cartones, Los chinos o Zulma para plásticos varios, Cariplast para el nylon, Ecopet para el PET, entre
otros.
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Tabla III: Ventajas y desventajas en el marco del sistema de venta colectiva,
CABA, 2019
Ventajas y desventajas en el marco del
sistema de venta colectiva
Ventajas
Desventajas
Valorización ambiental: Los materiales de
mayor valor subsidian a los materiales de
menor valor, volviéndolos rentables y
permitiéndoles ingresar al sistema de
reciclado, cuando en otras condiciones
serían rechazados por los recuperadores
debido a su escaso valor económico en
relación con su peso o volumen en el
bolsón.
Desvalorización de los materiales más
valiosos: Bajo este sistema, el kilo del
material de menor valor (vidrio, por
ejemplo, estaba $0,50 en 2018) se
equipara al kilo de materiales de mayor
valor (por ejemplo, papel estaba $6 en
2018).29 Esta situación genera mayor
descontento entre los RA que recolectan
mayor proporción de papeles y cartones,
porque expresan que venderían mejor
llevándolo a sus casas y vendiéndolos
individualmente.
Valorización económica: Al vender
colectivamente en grandes cantidades, se
consiguen mejores precios de venta que los
que los recuperadores encuentran en los
depósitos locales. Esto haría que la
desvalorización de los materiales más
valiosos no sea tan marcada.
Pago de descartes: El descarte que
ingresa en el predio no se descuenta (está
contemplada que será, generalmente,
entre un 10 y un 15%) pero su peso
también se paga. Aquí se exceptúan
situaciones como la introducción de
materiales muy pesados (como piedras)
que buscan aumentar el peso de los
bolsones pero que pueden traer sanciones
a los recuperadores.
Simplificación de las tareas de clasificación
en la vía pública: Los RA realizan una
clasificación binaria seleccionando los todos
los materiales reciclables. Por lo que la tarea
en la vía pública se vuelve más sencilla y
rápida.
Obstáculos en el trabajo en calle por la
falta de movilidad: la contracara de este
proceso es la supresión del carro como
medio de trabajo fundamental de los
recuperadores, lo que obstaculiza la
movilidad y el proceso de recolección.
Transformaciones de las condiciones de
vivienda: Los RA no se llevan más el
material a sus hogares. Se suprime la
dimensión del hogar como lugar
fundamental del proceso de clasificación
(donde además la familia —y los niños—
ocupaban un lugar importante).
Fuente: Elaboración propia
Cada lote de ruta o etapa que es procesado por el Centro Verde sufre un descuento
del 10%, calculado a partir del valor total mensual, que se destina a los operarios del
Centro Verde. Cada turno que trabaja en el Centro Verde se distribuye entonces un
29 Estos valores representan, a fines de 2018, un precio de US$0,01 para el vidrio y US$0,15 para el
papel.
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Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
10% del valor de lo que clasifica. Los mismos son repartidos al interior de los
integrantes del turno considerando el presentismo. Para ello, se suman los días
trabajados, contabilizando un día trabajado por cada recuperador que asistió a la
jornada laboral. Luego, se divide el valor que le corresponde al grupo de trabajo por
la totalidad de los días trabajados, obteniéndose un valor por día de trabajo.
Finalmente, la retribución se realiza de acuerdo a la cantidad de jornadas que
trabajó.
De este modo, el sistema de venta colectiva logra repartir la totalidad de lo
obtenido por las ventas del material reciclable. Y esto lo hace a partir de un
mecanismo que no solo busca un reparto equitativo entre las personas que
intervienen en el circuito, sino también buscando equiparar el valor de los RSU
secos de modo que se busque la recolección de todos ellos. No solo, entonces, se
organiza el modo en que se comercializan los materiales, sino que también se
construye un mecanismo con efectos concretos sobre el proceso de recolección que
es necesario analizar en detalle.
Agenciamientos maquínicos, o sobre la producción de la
lógica de comercialización
La investigación aquí presentada se enmarca en una más amplia propuesta de
rastreo de las líneas que componen el SRD y la participación que despliegan allí las
cooperativas de cartoneros. Dicho rastreo se propone como un mapeo, la
elaboración de una cartografía que nos permita dar cuenta de las diferentes
asociaciones (Latour, 2008), dispositivos (Foucault, 2013) o, en su traducción
deleuziana, agenciamientos maquínicos (Deleuze y Guattari, 2002) que hacen al
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funcionamiento del sistema. Para Deleuze (1999) todo dispositivo o agenciamiento
es, en efecto, un ovillo, una madeja de líneas o ensamble multilineal; una conexión
de flujos de materiales (reciclables, en este caso, como los RSU secos), de dinero,
de creencias, de deseos, etc. En todo agenciamiento maquínico se acoplan un
conjunto de relaciones materiales con regímenes de significación (Zourabichvili,
2007).
Analizando el tejido de relaciones que componen a los Centros Verdes,
caracterizamos a los mismos como dispositivos de clasificación y preparación de los
materiales reciclables para la venta. Con su instalación se puso en marcha —a
través de la cogestión entre cooperativas y Estado local— la incorporación de
maquinarias al proceso de clasificación, alcanzándose mayores niveles de
mecanización y automatización, especialmente en el caso descrito del CV Barracas.
Esto es lo que denominamos proceso de maquinización del SRD. Ahora bien, ¿por
qué nos referimos a una maquinización del Sistema y no a una instancia acotada al
proceso de clasificación?
Otros trabajos muestran cómo las prácticas de recolección incluyen un primer
ciclo de clasificación (desarrollado en la vía pública), a partir del cual los materiales
se segmentan binariamente entre desechos y mercancías (Tagliafico y Schamber,
2022). En ese ciclo, los RA ya saben aquello que la cooperativa puede
comercializar. Al realizar la recolección en la vía pública y decidir qué incluye en el
bolsón, los recuperadores toman en consideración entonces las instancias
posteriores del sistema, como forma de guiar sus prácticas. La lógica que orienta las
prácticas de recolección —al menos en lo que hace a este primer ciclo de
clasificación— es, como dijimos, una lógica de comercialización colectiva. Nos
referimos a una lógica que distingue los materiales entre los comercializables
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colectivamente por la cooperativa luego de su paso por los Centros Verdes, tal como
fue presentado en este capítulo. En este sentido, la configuración de un
(sub)sistema de venta colectiva del material resulta una dimensión clave para este
análisis. Al incidir directamente en el proceso de clasificación de RSU secos, las
maquinarias afectan los modos en que los materiales son separados y vendidos
posteriormente. Pero, además, el (sub)sistema de venta colectiva permite ensamblar
los procesos de recolección y comercialización a través de la lógica aquí presentada,
logrando que las maquinarias también afecten el modo en que se recolecta y se
decide qué materiales ingresan al sistema y cuáles son descartados como desechos
(ver Figura VIII). El agenciamiento producido por el proceso de maquinización y la
lógica de comercialización colectiva le imprime un sentido a las prácticas, orienta,
retroactivamente, el proceso de recolección y la circulación o flujos de materiales en
la red trazada.
Figura VIII: Lógica de comercialización colectiva y su incidencia sobre la
recolección y circulación de RSU secos, en el Sistema Recolección
Diferenciada, CABA, 2019
Fuente: Elaboración propia
Este esquema tiene efectos sobre el proceso que es importante señalar, ya que abre
una serie de interrogantes sobre su devenir. En primer lugar, así como Carenzo
(2014) señala las transformaciones cognitivas y sensoriales-afectivas-motrices que
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se producen con la incorporación de tecnologías en otra cooperativa de cartoneros,
aquí resulta fundamental ahondar en los procesos de maquinización y su
agenciamiento con las prácticas de trabajo cartonero y las formas de cooperación.
¿Qué colectivos se construyen en torno al trabajo con tecnologías? ¿Qué lugar se
brinda a los circuitos y flujos de individualidades y grupalidades que atraviesan el
colectivo cooperativo? ¿Cómo se reconfigura la cooperación luego de que se
pongan en marcha un proceso de tecnificación y maquinización? En este sentido,
este trabajo aporta a reflexionar acerca de los modos en que el proceso de
maquinización afecta la integralidad del SRD y esto debe ser tenido en cuenta al
momento de introducir modificaciones en su funcionamiento y en investigaciones
posteriores.
Por otro lado, el agenciamiento actual habilita un proceso de valorización
ambiental (ver Tabla III) en la recolección, causando que algunos tipos de RSU
secos de menor valor económico (vidrios y plásticos, por ejemplo) se vuelvan
igualmente rentables al ser retribuidos de la misma forma al RA, siendo subsidiados
por los materiales más rentables (papeles y cartones, principalmente) —proceso de
valorización económica—. Si bien esto provoca descontento en aquellos
recuperadores que poseen mayor acceso a los materiales reciclables más valiosos,
también resulta un mecanismo a través del cual los RA recolectan mayor cantidad
de materiales que por sí solos serían descartados como desechos. Este proceso no
logra abarcar aun a la totalidad de los materiales, ya que muchos RSU secos —aun
siendo reciclables— son descartados por no poder ser comercializados por la
cooperativa. Es esa una de las vetas que seguramente se deberá atender.
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Consideraciones finales sobre el proceso de
maquinización del trabajo cartonero
Lévi-Strauss (1997) imaginaba al antropólogo según el modelo del ingeniero, “que
concibe y construye una máquina mediante una serie de operaciones racionales” (p.
26). En este artículo hemos intentado seguir dicha premisa. Sin embargo, hemos
desplazado el sentido al concebir a todo agenciamiento, es decir, todo ensamblaje
como una máquina, con sus acoplamientos y sus conexiones (Deleuze y Guattari,
2002, 2013). Desde esta perspectiva, buscamos describir y analizar el trabajo
cartonero en los procesos de clasificación de RSU secos, el funcionamiento de los
Centros Verdes y la configuración de un sistema de venta colectiva.
Para ello, a partir de la experiencia etnográfica, en la primera parte nos
focalizamos en el funcionamiento de los Centros Verdes, cogestionados por la
cooperativa El Amanecer y el Estado local. Dar cuenta de la dinámica que adquieren
los Centros Verdes nos ha llevado a diferenciar —al interior del SRD— el segundo
ciclo de clasificación que allí se realiza del primer ciclo de clasificación que se realiza
en la vía pública. Mientras que en el primer ciclo se segmenta binariamente,
separando desechos y mercancías, en el segundo —a través de distintas fases— se
produce una segmentación múltiple que incorpora diversos criterios.
Luego, al pasar a describir las innovaciones implementadas en el CV Barracas
desde 2019, incorporamos al análisis las formas en que el proceso de maquinización
modifica la propia dinámica de funcionamiento del Sistema: acelera los ritmos,
permite mayores volúmenes de material reciclable en el circuito; altera el producto
que de allí se obtiene (con la aparición, por ejemplo, de material de segunda y
mayores volúmenes de descarte, elementos poco significativos en el CV
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Cortejarena); habilita la incorporación de una gran cantidad de recuperadores a la
modalidad implementada con el Programa de Promotores Ambientales; etc.
Asimismo, describimos el modo en que se ensamblan ambos procesos —
recolección en calle y clasificación en Centros Verdes— a partir de la configuración
de un sistema de venta colectiva, que permite la comercialización conjunta del
material, a la vez que una redistribución equitativa y una repartición de la totalidad
de lo obtenido por las ventas. Como una maquinaria, con sus acoplamientos y
conexiones, el sistema de venta colectiva también funciona como un agenciamiento
que permite ensamblar diferentes instancias del SRD.
Finalmente, entonces, nos centramos en el funcionamiento específico que
adquiere el sistema al incorporar mayores niveles de mecanización y automatización
en su funcionamiento. Esto, que denominamos proceso de maquinización, al
articularse con el (sub)sistema de venta colectiva, nos permite comprender el
complejo entramado de ensamblajes de diferentes instancias que componen el
Sistema de Recolección Diferenciada. Retomando el epígrafe de Latour (2008), es
necesario analizar el lugar de las máquinas en su co-funcionamiento con el resto de
las líneas que componen el agenciamiento, sin escindir “lo material” y “lo social”. Las
máquinas no solo son hechas, sino que hacen hacer, por decirlo muy brutalmente á
la Latour (2008). En su funcionamiento se producen asociaciones, colaboran en el
trazado vinculaciones y de redes cooperativas. Se producen también lógicas, que se
trasladan y afectan otras instancias, que permiten flujos, pero también cortes (las
segmentaciones binarias y múltiples en los diferentes ciclos de clasificación, entre
otros). El llamado a atender a los ensambles maquínicos, así como también a las
lógicas y producciones simbólicas que allí se movilizan, conforma también una de
las conclusiones de este trabajo. Quizás uniendo el funcionamiento de las máquinas,
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los regímenes de significación que allí se acoplan y los flujos que se habilitan en sus
conexiones materiales, podemos dar cuenta del movimiento del SRD.
Se añaden aquí una serie de interrogantes acerca del funcionamiento del
sistema al incorporar mayores niveles de mecanización y automatización en su
funcionamiento. La incorporación y gestión de estas máquinas se produce de un
modo barroco, como un patchwork o cruce de saberes (y poderes), entre los que se
entraman cartoneros, militantes, saberes técnicos o ingenieriles, científicos, técnicos
de la gestión pública y requerimientos de las industrias que llevan adelante los
procesos de reciclado.
Se abre entonces una problemática acerca de la maquinización del sistema.
¿Cómo se deciden las incorporaciones de dichas maquinarias a los procesos de
clasificación? ¿Cómo se evalúa su participación en el Sistema de Recolección
Diferenciada? ¿De qué modo se tienen en cuenta las voces y perspectivas de los
actores en el proceso al momento de implementar y evaluar las políticas públicas de
gestión de RSU secos? ¿Cómo se agencian estas máquinas con otros objetos que
también tienen agencias en el sistema (contenedores o carros, entre otros)? ¿Cómo
pueden ensamblarse políticas que apunten a la maquinización y políticas que
apunten al sostenimiento y la generación de trabajo? ¿Cómo pueden articularse
entonces una política ambiental y una política social con la incorporación de
maquinarias que potencien ambas dimensiones? Lo descrito y analizado hasta aquí
nos permite comenzar a formularnos estos interrogantes que amplían el campo de
indagación a futuro.
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Artículo recibido el 13 de septiembre de 2022
Aprobado para su publicación el 30 de diciembre de 2023