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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re56.194
Evaluando espacios de innovación y apropiación
social para la reducción de brechas de género en el
campo colombiano. Caso de estudio laboratorio
rural Nocaima – Colombia.
Ángela María Triviño Arévalo*
Laura Marcela Palacios Corredor**
Gustavo Adolfo Ramírez Cuervo***
Juan David Reina Rozo****
Juliana Puerto Palacios*****
Resumen
El presente artículo presenta un análisis cualitativo acerca de las dinámicas de apropiación
social del conocimiento (ASC) en los espacios de ciencia, tecnología e innovación que buscan
aportar en la reducción de las brechas de género que sufren las mujeres en el campo
colombiano. Este análisis de caso, se creó a partir de la gestación de un Laboratorio Rural
* CDT Sunsuca. Correo electrónico: cdtsunsuca@gmail.com
** Agrospectiva - Universidad Nacional de Colombia. Correo electrónico: lmpalaciosc@unal.edu.co
*** SumercéLab - Universidad de los Andes. Correo electrónico: ga.ramirezc@uniandes.edu.co
**** GITIDC – Universidad Nacional de Colombia. Correo electrónico: jdreinar@unal.edu.co
***** Universidad Nacional de Colombia. Correo electrónico: jpuertop@unal.edu.co
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conformado por mujeres del municipio de Nocaima, Cundinamarca liderado por la
Universidad Nacional de Colombia y con la participación de actores sociales (ANMUCIC),
políticos (Alcaldía Municipal de Nocaima) y privados (Sumercelab y CDT - SUNSUCA) buscando
fortalecer las capacidades de seguridad y soberanía alimentaria mediante el conocimiento en
ciencia y tecnología, pero cambiando las dinámicas tradicionales (transferencia de tecnología
no contextualizada, desarrollo impositivo no participativo, el conocimiento de la academia solo
es valorado e interacción academia - comunidad en una sola vía) que por décadas han
funcionado en el municipio.
Palabras clave
APROPIACIÓN SOCIAL; MUJER RURAL; INNOVACIÓN; LABORATORIO RURAL; INDICADORES DE
APROPIACIÓN SOCIAL; BRECHA DE GÉNERO
Introducción
El campo ha sido un eje indiscutible de desarrollo, pero también es el lugar donde se
presenta la mayoría de los casos de discriminación por género y violencia contra la
mujer. En el campo colombiano viven cerca de 6 millones de mujeres, de las cuales
la mitad subsiste en condiciones de pobreza (DANE, 2022). En el departamento de
Cundinamarca son más de 400 mil mujeres campesinas, indígenas y
afrodescendientes que presentan dificultades de acceso a un trabajo remunerado,
reflejado en las cifras de desempleo, 12% para las mujeres frente al 6,5 % para el
hombre, sumado a una mayor jornada laboral y un ingreso mensual 40% inferior
(DANE, 2022; DANE, CPEM y ONU Mujeres, 2020).
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Por las razones mencionadas, surge la propuesta de fortalecer las capacidades
de seguridad y soberanía alimentaria por medio de dinámicas de innovación comunal
en el entorno rural, a través de la gestación de un Laboratorio Rural conformado por
mujeres del municipio de Nocaima (Cundinamarca); buscando afianzar el tejido social
y productivo de las comunidades campesinas del territorio. Este proyecto se denominó
“Laboratorio Rural. Liderando procesos de innovación e inclusión” y fue financiado con
recursos del Fondo Nacional de Extensión Solidaria de la Universidad Nacional de
Colombia, sede Bogotá; y contó con un equipo base de facilitadores, entre estudiantes
y profesionales, que ya tenían experiencia en la metodología por haber sido parte del
proyecto “Laboratorio juvenil para la transición a la agroecología” desarrollado en el
municipio de Pasca, Sumapaz en 2018.
El equipo facilitador desarrolló un papel fundamental en la gestación del
laboratorio rural, como el desarrollo de la propuesta conceptual, el diseño de las
actividades de desarrollo rural desde el enfoque tecnológico y de género, así como de
la elaboración de las herramientas y estrategias para el diagnóstico rural, participativo
y colectivo. De igual manera también dirigió, apoyó y motivó a las mujeres asistentes
a compartir sus habilidades, saberes y experticias durante las sesiones y las
socializaciones entre las mujeres de la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas,
Negras e Indígenas de Colombia ANMUCIC con las entidades del gobierno
municipal.
El Laboratorio Rural se desarrolló en doce sesiones de trabajo de creación
colectiva con las participantes, dentro de las cuales se trabajaron siete ejes temáticos.
Estos ejes fueron definidos por las mujeres participantes durante la sesión de
diagnóstico, en la que compartieron sus necesidades y preocupaciones, como el
acceso al agua potable, técnicas de agricultura ecológica, cocinas alternativas,
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reducción de brechas de género, empleabilidad y organización comunitaria.
Posteriormente estas temáticas fueron transformadas en resultados tangibles por
medio de la elaboración de los siguientes prototipos: preparados, paca digestora silva,
filtros de agua, atrapanieblas, huerta vertical, cargador solar, deshidratador solar,
creación de marca y creación de un proyecto comunitario. Con respecto a los
resultados intangibles podemos mencionar el fortalecimiento de capacidades
relacionadas con el manejo de equipos, herramientas de construcción y el compartir
sus saberes y sentires.
Generalmente, los proyectos sociales, financiados con fondos públicos son
evaluados mediante indicadores cuantitativos como el número de participantes, el
número de empleos generados, el número de tecnologías o prototipos creados, por
nombrar solo algunos, sin embargo, estos indicadores no reflejan los beneficios
sociales y comunitarios de un proyecto. Este artículo fue elaborado por algunos
miembros del equipo facilitador y tiene por objetivo la valoración cualitativa de las
dinámicas de apropiación social del conocimiento en un entorno de género a través
de la generación del laboratorio rural en el municipio de Nocaima-Colombia.
De esta manera, el laboratorio rural devino un espacio donde las mujeres no solo
pudieron conocerse, tomar decisiones, reflexionar, compartir saberes, aprender haciendo y
crecer en habilidades y conocimientos útiles en su vida diaria; sino también aportaron en el
diseño conceptual y el desarrollo de las cinco (5) temáticas trabajadas: agricultura ecológica,
agua (captación y potabilización), empleabilidad (reducción de brechas de género a nivel
laboral), participación ciudadana y organización comunitaria, y cocinas alternativas.
Con respecto a las fases metodológicas, para esta etapa de valoración cualitativa del
laboratorio rural, visto como espacio de aprendizaje no formal, se realizó la búsqueda y
selección de un compendio de indicadores ASC recomendados y pertinentes para este
proyecto, seguido de la revisión, verificación y clasificación de la información recolectada,
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según su impacto con cada uno de los indicadores seleccionados. Finalmente, como resultado
del análisis de apropiación de lo aprendido y del desarrollo del mismo laboratorio en sí, se
puede concluir que este espacio de compartir saberes y de acercamiento a la ciencia y la
tecnología, disminuye las brechas culturales, sociales y de género, beneficiando tanto a las
mujeres rurales por la apropiación de nuevo conocimiento en su diario vivir, así como al equipo
facilitador, quienes desarrollaron nuevas habilidades para la generación de conocimiento
fuera de la academia.
Consideraciones conceptuales y teóricas
Laboratorios rurales como espacios de innovación y apropiación
social
La relación entre desarrollo rural y la ciencia y tecnología se ha indagado desde varias
disciplinas, en especial en la historia agraria y los estudios sociales de la ciencia y
tecnología. Zuleta (2020) presenta la compleja relación entre estos elementos en
México en el siglo XX a través de la idea de cambio agrario. Esta idea de los
“laboratorios” fuera de las instituciones de investigación científica se ha trabajado
desde la región Iberoamericana desde hace dos décadas. De esta forma, emergen los
Laboratorios Ciudadanos (Schiave y Serra, 2013; Ricaute y Brussa, 2017) y los
Citilabs (Delgado et al., 2013; Serra, 2010), para describir los escenarios de creación
de conocimiento, ciencia y tecnología desde la ciudadanía.
Convencionalmente, la idea de producir ciencia, tecnología e innovación ha sido
limitada a instituciones hegemónicas, tales como la academia y los centros de
investigación privados o públicos. Por tanto, la ciencia, tecnología e innovación (CTI)
que se crea fuera de estos ámbitos ha sido tradicionalmente excluida e invisibilizada
(Ordoñez-Matamoros et al., 2017). Adicionalmente, Reina-Rozo (2020) propone dos
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elementos de exclusión adicionales tales como la exclusión epistemológica y
ontológica en procesos de creación de ciencia y tecnología. Por tanto, se devela que
ciertos procesos de generación y apropiación de conocimiento son excluidos e
invisibilizados. Así, la generación de alternativas tanto a nivel de política blica como
de procesos de base a estos modelos es prioritaria, dado que históricamente la política
de CTI ha estado basada en un modelo que es industrialista, elitista, centralista,
oportunista, y, más recientemente, con tendencia neoliberal, además de ser centrada
en el hombre, invisibilizando a la mujer como generadora de CTI (Ordoñez-Matamoros
et al, 2017).
Para problematizar el anterior paradigma científico y tecnológico es necesario
cuestionar uno de sus espacios indispensables, el Laboratorio. Puesto que, ha sido
un escenario preponderante donde habita y se materializa el paradigma científico y
sus implicaciones, en términos epistemológicos, ontológicos y políticos. Frente a lo
anterior, el concepto de Laboratorio Ciudadano surge como una alternativa emergente
al monopolio del conocimiento por la élite académica en las universidades. Esta
genera disrupciones a los procesos de producción y apropiación del conocimiento,
todo ello impulsado desde un movimiento que se conoce como Ciencia Abierta y
Ciudadana (Lafuente, 2020), y que deslocaliza su accionar hacia los territorios
generando colaboraciones situadas (Ochoa-Duarte et al, 2021). En la segunda mitad
de la década del 2010 surgen algunas iniciativas empíricas orientadas a generar
acciones desde lo rural, una de ellas Rural Experimenta del MediaLab Prado de
Madrid (Montesino de la Iglesia, 2020), mientras, desde el marco de los Laboratorios
Vivientes, surge el marco de los Living Labs para Agroecosistemas (McPhee et al,
2021).
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Entender el laboratorio como un espacio de exploración y diálogo de saberes,
fuera de la institución (Argueta, 2011), abre la mirada a un concepto más amplio de lo
que tradicionalmente ha sido un espacio controlado y cerrado donde los expertos -
hombres- crean conocimiento académico, especialmente en el medio rural como “una
acción, un encuentro y una relación que permite crear y construir a muchas manos de
manera colaborativa, de forma creativa, cercana a la comunidad y reconociendo las
experiencias vitales de los hombres y mujeres” (Peña-Torres y Reina-Rozo, 2022: 3),
teniendo en cuenta las limitaciones y potencialidades de la(s) ruralidad(es). Estos
“nuevos” laboratorios sin muros pueden contar con múltiples herramientas, tanto
físicas (taladros, martillos, mesas, tubos de ensayo, elementos de cocina, impresoras
3d, etc.) como digitales, conceptuales, metodológicas y pedagógicas (Bordignon,
2017). Esto, en clave de coproducción y apropiación social de la ciencia y la tecnología
en escenarios rurales. Lo anterior, potenciando la construcción, la unión y el compartir
en comunidad, buscando un objetivo común en la pervivencia de todos los seres y la
reproducción de la vida.
Este concepto de laboratorio -abierto- emerge de procesos a partir de nuevas
formas de hacer y crear desde la “ciudadanía” y las comunidades, con actores y
conocimientos que convencionalmente han sido excluidos por la ciencia, en este caso,
los saberes rurales, muchos de los cuales han sido custodiados y reproducidos por
mujeres. Esto permite que el proceso de creación de conocimiento ahora se plantee
como abierto y libre (Estalella et al., 2013; Lafuente, 2016). No obstante, también ha
recibido críticas (Sangüesa, 2013), como el hecho de estar concentrados en el ámbito
urbano.
La idea de generar un laboratorio rural conlleva desafíos y potencialidades que
no han sido suficientemente abordadas en la literatura académica o en las
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intervenciones de organizaciones públicas o privadas, tan solo algunas experiencias
exploratorias, visibilizadas en un mapeo a nivel Iberoamericano (Reina-Rozo, 2021).
Estos espacios desafían los procesos tradicionales de apropiación social del
conocimiento generados en proyectos de extensión rural como una estrategia de
desarrollo rural a nivel gubernamental e institucional. Los espacios de investigación,
coproducción y apropiación de conocimiento fuera del ámbito institucional de la
academia son planteados como una oportunidad para la apropiación social de la
ciencia y la tecnología a nivel situado, es decir, del territorio y en particular en clave
de género.
Basados en el marco conceptual de los Laboratorios Ciudadanos (Ricaute y
Brussa, 2017) y de los Laboratorios Campesinos (Peña-Torres y Reina-Rozo, 2022),
el presente trabajo presenta un ejercicio de apropiación social del conocimiento desde
la figura de extensión solidaria orientado a la investigación-creación rural con un
enfoque de género. En particular, a través de la generación de un Laboratorio Rural
entre la Universidad en alianza con una organización de la sociedad civil, la Asociación
Departamental de Mujeres Campesinas e Indígenas de Colombia, se han explorado
dinámicas de generación y divulgación de la ciencia y la tecnología desde los
conocimientos locales de las mujeres del Municipio de Nocaima (Cundinamarca). Es,
en este contexto, donde se problematiza alrededor de los conocimientos locales y su
interacción con las prácticas de innovación institucionales, desde poblaciones que
tradicionalmente han sido excluidas de las instituciones de ciencia y tecnología.
Indicadores de apropiación social
Históricamente, los rminos de apropiación social del conocimiento (ASC), apropiación
social de ciencia y tecnología (ASCYT), apropiación social de la innovación social (AIS)
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surgen en medio de diferentes discusiones y reflexiones en torno al relacionamiento
entre la ciencia y la comunidad, a la forma de disminuir brechas existentes por los
modelos tradicionalistas de comunicación de la ciencia para hacer énfasis en la
creación de un escenario participativo y de co-creación durante la producción científica
(Mejia-Saldarriaga et al. 2021; Escobar, 2021; Falk et al, 2014).
Los museos, centros interactivos, asociaciones de museos, redes universitarias,
laboratorios de innovación y demás iniciativas que buscan disminuir las brechas en
términos de ciencia y tecnología son financiadas en su mayoría por entidades
gubernamentales (Daza-caicedo, 2017). En este contexto, los indicadores, surgen
como una necesidad de evaluar el impacto de la iniciativa con el fin de buscar nuevos
recursos y fuentes de financiación que garanticen la sostenibilidad de la iniciativa
(Colciencias, 2010). Esto ha generado la creación de diferentes indicadores
cuantitativos en los cuales la iniciativa de apropiación social es valorada en función de
la eficacia de la ejecución de los recursos económicos, de los productos desarrollados,
de los cambios producidos. Algunos de estos indicadores cuantitativos se enfocan en
datos de impacto tales como el número de participantes, el monto de dinero
administrado, el cumplimiento del cronograma, el nivel de alfabetización o el nivel de
comprensión de los conceptos (Colciencias, 2010; Escobar, 2021). Sin embargo, vale
la pena destacar que estos indicadores no permiten evaluar el impacto de la
apropiación social en iniciativas en las que participan más de un tipo de actor y en las
que influyen parámetros económicos, políticos, sociales y culturales (Ferreira et al.,
2012).
Frente a esto, los indicadores cualitativos evalúan los resultados en términos de
cambios producidos, analizando la perspectiva de todos los actores (Escobar, 2021).
La implementación de indicadores cualitativos evidencia los avances, cambios e
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impactos de un proyecto de apropiación del conocimiento desde una visión más
holística (Mejia-Saldarrieaga et al., 2016). Estos indicadores han permitido mostrar la
importancia de financiar iniciativas y actividades que disminuyan las brechas e
incluyan la participación de poblaciones vulnerables en términos de ciencia y
tecnología, porque una vez que se rompe la brecha, la comunidad se compromete a
participar y a aprovechar las oportunidades que se puedan generar (Mendezez et al.,
2016, Ferreira et al., 2012).
Daza-Caicedo (2017), presenta una serie de indicadores cualitativos que
permiten evaluar el impacto de la apropiación social del conocimiento en el desarrollo
de proyectos de ciencia, tecnología e innovación, en espacios de aprendizaje no
formal como los museos itinerantes o los centros de ciencia. Estos diez indicadores
son: 1. Interés en ciencia y tecnología; 2. Aprendizaje en ciencia y tecnología; 3.
Participación en el ámbito político; 4. Inclusión de grupos en situación de
vulnerabilidad; 5. Fortalecimiento de prácticas educativas; 6. Intercambio y
coproducción de conocimiento; 7. Incentivo a las vocaciones científicas; 8. Toma de
decisiones informadas; 9. Generación de innovaciones a partir de ciencia y tecnología;
10. Desarrollo de capacidades para la apropiación social de ciencia y tecnología.
Brecha de Género en la ruralidad
La brecha existente de género a nivel nacional respecto a oportunidades de acceso y
control de recursos económicos, sociales, culturales y políticos, entre otros, ubica a
Colombia en el puesto 22 del ranking del Índice Global de Brecha de Género con un
porcentaje del 75,8%, en la actualidad. Este índice es medido en áreas claves como
la salud, educación, economía y política, lo que denota una evidente inequidad de
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género que afecta directamente la cotidianidad de 25.898.320 mujeres en el país
(DANE, CPEM y ONU Mujeres, 2020).
Federicci (2013) habla de la existencia de una organización sexual de la
sociedad que no sólo la divide sino también la jerarquiza, pre-estableciendo
determinadas normas sobre las vidas de los dos sexos, y del mismo modo, asignando
espacios que estos deben o no ocupar. Lo que directamente se relaciona con la
organización sexual e internacional del trabajo, desde dónde las jornadas laborales
tradicionales femeninas no empiezan ni termina en las puertas de una fábrica, sino
por el contrario cuentan con unas líneas bastante borrosas e indeterminables de algún
horario o espacio concreto. Bajo esta división, hablamos de cómo la fuerza de trabajo
de las mujeres ha sido históricamente predispuesta al trabajo doméstico y del hogar,
que va más alde las labores de limpieza, ya que rodea funciones reproductivas y de
cuidado que se enfocan en servir a quiénes ocupan un empleo remunerado, reciben
una educación formal superior y/o se encuentran en crecimiento para que puedan
ejercer dichas actividades en óptimas condiciones. Esto desencadena una paradoja
circular que se muestra necesaria para las mujeres a través de la dependencia para
subsistir, haciendo que sus intereses y deseos personales, reconocidos o no, queden
relegados a un segundo plano.
Ahora bien, es crucial comprender que aquella brecha no es homogénea en todo
el territorio y se ve atravesada por la distinción urbano/rural, siendo la población
femenina de este último medio la afectada en una mayor proporción. Esta desigualdad
encuentra explicación en las condiciones y estilos de vida de la ruralidad, que
configuran un doble trabajo para las mujeres al ser encargadas tanto de la producción
de bienes y servicios para el autoconsumo en el hogar rural (Botelo-Peñaloza y
Guerrero-Ricón, 2017), como de las labores de cuidado y reproductivas que restan
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gran parte de su tiempo y energía sin recibir remuneración alguna a cambio. Tal y
como lo expresa el Banco Mundial:
La participación de la mujer rural en la fuerza laboral se sitúa muy por debajo de la del
hombre rural y de la de la mujer urbana, debido, entre otros factores, a su actividad en el
ámbito doméstico. A diferencia de las zonas urbanas, la mujer rural suele ser la única
responsable del trabajo doméstico. Esto, adido al gran número de dependientes en
áreas rurales debido a las altas tasas de fertilidad, limita la participación de la mujer en
actividades productivas. (Ruiz, 2003).
No obstante, según el DANE- GEIH (2019), actualmente el 36,2% de la ocupación de las
mujeres rurales se concentra en actividades de agricultura, ganadería, caza,
silvicultura y pescadería, cuando un estudio de 1983 en los municipios de Boyacá y
Tumaco, denotaba que la actividad principal de las mujeres en un 64,5% era el hogar,
mientras que sólo dos mujeres reportaban la agricultura como su actividad principal, y
tres la ganadería (Farah, 2003). Esta dinámica de incorporación gradual de las
mujeres a las actividades rurales responde a la necesidad de incluir nuevas
perspectivas, y por tanto nuevas fuerzas, en un medio rural envejecido y
masculinizado.
Sólo es posible hablar de una nueva ruralidad en tanto no sólo se busque irrumpir
una estructura de género históricamente establecida, así como figurar un aumento en
la tasa de productividad femenina, sino también emprender la construcción de una
identidad propia como mujeres rurales que, más que tener una mayor capacidad para
administrar el cambio en la comunidad rural (Díaz, 2007), representan una visión
alternativa de cómo desarrollar aquel cambio a partir de formas aprendidas del
cuidado y la planificación del hogar, que pueden responder apropiadamente a sus
intereses y necesidades particulares (y diferenciadas), así como incidir en la eficiencia
del trabajo rural en general, lo que finalmente significa feminizarlo.
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Estudio de caso – laboratorio rural
Problemática
En el campo colombiano viven aproximadamente 5.851.880 de mujeres, lo que
representa el 48,2% % de la población rural, según un estudio de la Dirección de la
Mujer Rural del Ministerio de Agricultura. La mitad de estas mujeres, subsisten en
condiciones de pobreza a pesar de ser quienes con su esfuerzo diario sostienen sus
hogares y aportan a las frágiles economías campesinas de su región. A pesar de que
la mujer tiene una menor participación en el mercado laboral de la ruralidad, la tasa
de desempleo es mayor: 9% frente a 3% de los hombres. El informe concluye que “en
lo que concierne el apoyo para aumentar la productividad y la generación de ingresos,
se estima que solo el 7,3% de las mujeres productoras han recibido asistencia cnica
(hoy, servicios de extensión agropecuaria), en comparación con un 10,3% para
hombres”. Esta desventaja en el acceso a conocimientos y tecnologías por parte de
las mujeres en el sector agropecuario demuestra la necesidad de implementar
estrategias que permitan romper el desbalance de poder que prolonga la inequidad
de género en el sector rural y que ayuden a promover proyectos, no solo con
participación de las mujeres, sino también dirigidos y concebidos por ellas.
Contexto
El municipio de Nocaima pertenece al departamento de Cundinamarca, está ubicado a 66
kilómetros al noroccidente de la capital, Bogotá, se encuentra a 1.105 m sobre el nivel del mar
y tiene un clima cálido, con un promedio de 24° C. El área municipal es de 71 km2, de los
cuales 1 km2 corresponde al área urbana y 70 km2 son rurales. Estos últimos divididos en 21
veredas. La población total del municipio es de 5.303 habitantes (DANE, 2018).
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La principal actividad económica en el municipio es la producción agrícola,
especialmente el cultivo de la caña de azúcar y la elaboración de panela. Esta última, tiene
un proceso artesanal en múltiples enramadas situadas a lo largo del municipio. La
comercialización de los productos se realiza principalmente los fines de semana, donde la
mayor parte de su producción es transportada a la capital del país. En el municipio también
hay cultivos alternos, en menor proporción como el plátano y el café. Muchas legumbres y
hortalizas son cultivadas en su mayoría para autoconsumo familiar. Por otra parte, la
avicultura, la piscicultura, la capricultura, la cría de ganado porcino y vacuno están en continuo
aumento, al igual que el sector turístico.
En Nocaima aún existe un desbalance en las relaciones entre hombres y mujeres en
muchos aspectos, pero es principalmente evidente en el acceso limitado al conocimiento
tecnológico que tienen las mujeres. Éstas son relegadas en la toma de decisiones dentro de
las unidades productivas porque se da como “natural” que el hombre es quién decide, dirige
y utiliza los recursos productivos. Las mujeres son únicamente ayudantes de los hombres en
las tareas productivas. Dada esta condición de ayudantes no tienen el reconocimiento para
decidir sobre cómo mejorar las actividades productivas y son frecuentemente relegadas al
ámbito del hogar, incluso cuando se ocupan de tareas agrícolas con alto valor económico,
porque su trabajo se considera una extensión de las labores domésticas, sin que esto sea
reconocido como actividad laboral. Por este motivo entendemos que en la medida que las
mujeres tengan capacidad para acceder y beneficiarse de la ciencia, la tecnología y la
innovación, se estará dando un paso para romper las brechas de pobreza, desempleo y
exclusión social.
Con el objetivo de revertir la situación expuesta anteriormente, el equipo de trabajo del
presente artículo se unió con la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Negras e
Indígenas de Colombia ANMUCIC para concebir el laboratorio rural Nocaima, como un
espacio de inspiración, de compartir conocimiento y de fortalecimiento de habilidades que
permitan posicionar a las mujeres rurales de Nocaima como generadoras de cambios en la
construcción de una comunidad más equitativa, que permita disminuir las brechas sociales,
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económicas y tecnológicas de la mujer rural. Y fue gracias a las redes de comunicación que
la asociación tiene dentro del municipio que se realizó la socialización del Laboratorio Rural,
y posteriormente la convocatoria para las distintas sesiones. Es importante aclarar que el
laboratorio rural fue concebido como un espacio abierto y de inclusión para cualquier mujer
del municipio, y aunque el grupo que dio inicio a la primera sesión estuvo conformado por
mujeres pertenecientes a esta organización, con el paso de las sesiones más mujeres ajenas
a ANMUCIC comenzaron a ser participantes como resultado del proceso de divulgación de las
redes sociales del Laboratorio Rural, las redes sociales de la alcaldía municipal y por el voz a
voz de las participantes con otras mujeres.
Aspectos metodológicos del laboratorio rural y su evaluación en
términos de ASC
Para la gestión del laboratorio rural se utilizó la metodología denominada laboratorio
campesino (Tierra Libre y Enraizando, 2019), utilizada en el proyecto “Laboratorio
juvenil para la transición a la agroecología” desarrollado en 2018. Esta metodología
busca por medio de la participación y colaboración de la población rural, generar
procesos de apropiación social del conocimiento alrededor de la exploración,
experimentación y fabricación por parte de los y las participantes, de prototipos de
tecnologías de bajo costo que no solo permitan ser construidas con materiales
disponibles en el territorio y/o de fácil acceso para compra y reparación, sino también
por la facilidad de su proceso de fabricación que permite la repetición del mismo. De
igual manera, este proceso de prototipado busca, por medio del uso de herramientas
y máquinas, fortalecer las capacidades de construcción, el fortalecimiento del trabajo
en equipo, la adquisición de nuevas habilidades y fomentar el empoderamiento.
Las etapas metodológicas para la gestación del laboratorio fueron: primero, la
planeación conceptual y diagnóstico participativo dónde las mujeres identificaron,
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analizaron y priorizaron los problemas y/o potencialidades que tenían a nivel personal,
familiar y en comunidad; segundo, sesiones de cocreación donde las participantes
compartieron un espacio de conocimiento, diálogo y cocreación frente a las
problemáticas previamente identificadas por ellas, buscando así, fortalecer sus
capacidades creativas y su autonomía para la resolución de sus propias necesidades;
tercero, la socialización y valoración de proceso consistente en la recolección de la
información de las sesiones que permitió que ese conocimiento construido en conjunto
con las participantes, pueda no solo ser evaluado a nivel de resultados, sino también
de procesos, buscando medir la incidencia que tuvo en la comunidad y las
oportunidades que se pueden dar a futuro a raíz del proyecto laboratorio rural, y la
futura diseminación de este conocimiento en otras comunidades.
Con el fin de verificar el proceso de cocreación en el laboratorio rural y generar
un sentido de pertenencia con la creación del espacio, al final de cada sesión las
participantes evaluaron cuatro parámetros generales: los objetivos de la sesión, la
metodología empleada, la labor de los y las facilitadoras y el desarrollo de la temática.
Por su parte, los facilitadores registraron todo el proceso en un diario de campo, en el
cual daban cuenta de los sentires, las observaciones, conclusiones y puntos a mejorar
en cada sesión.
Metodología
Para la evaluación del impacto del proyecto en términos de ASC se desarrollaron tres
etapas metodológicas: primero, selección de indicadores a medir; teniendo en cuenta
que los indicadores cualitativos permiten una evaluación más holística del proyecto,
en el cual se consideran todos los actores involucrados en el proyecto. El parámetro
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de selección se basó en un análisis de pertinencia con el tipo de proyecto a
evaluar. Segundo, revisión sistemática de las herramientas: se realizó una verificación
de cada uno de los entregables, herramientas y materiales utilizados durante el
desarrollo del laboratorio rural. Finalmente, se llevó adelante la clasificación de la
información y análisis según su impacto con el indicador.
Indicadores de apropiación social
Utilizando la batería de indicadores cualitativos propuesta por Daza y Caicedo en
2017, se han seleccionado seis indicadores para evaluar la ASC en proyectos
educativos informales o de intercambio de conocimientos. La elección de estos
indicadores se basó en el análisis de su pertinencia teniendo en cuenta el contexto, el
entorno, la metodología utilizada en cada sesión y la caracterización de los
participantes del Laboratorio Rural.
Los indicadores seleccionados fueron: 1. Interés en ciencia y tecnología; 2.
Aprendizaje en ciencia y tecnología; 3. Inclusión de grupos en situación de
vulnerabilidad; 4. Intercambio y coproducción de conocimiento; 5. Generación de
innovaciones a partir de ciencia y tecnología; 6. Desarrollo de capacidades para la
apropiación social de ciencia y tecnología. Cada indicador, agrupa un conjunto de
descriptores que permiten identificar de manera más precisa su alcance como lo
muestra la tabla 1.
Tabla 1. Indicadores seleccionados para evaluar la ASC del
Laboratorio rural.
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Indicador Descripción del indicador
Interés en ciencia y
tecnología
a) Disposición para aprender cosas nuevas
b) Reconocer los espacios informales como
escenarios de aprendizaje
c) Motivar el interés por la ciencia y la tecnología en
los demás
d) Reconocerse como un sujeto productor de
conocimiento
Aprendizaje en
ciencia y tecnología
a) Interactuar con los contenidos propuestos
b) Actitud proactiva para aprender
c) Comprender la ciencia y la tecnología como
proceso de experimentación y cambio permanente
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d) Desarrollar pensamiento crítico y reflexivo
e) Relacionar los contenidos de la actividad con los
saberes previos
Intercambio y
coproducción de
conocimiento
a) Promoción de encuentro de saberes
b) Generar soluciones a problemáticas diversas
en contextos situados con participación local
c) Generar soluciones a problemáticas diversas
en contextos situados con participación local
Generación de
innovaciones a partir de
CYT
a) Crear artefactos
b) Mejorar procesos, productos o servicios
a) Autorreconocimiento de los grupos
vulnerables frente a la ciencia y la tecnología
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Inclusión de grupos en
situación de
vulnerabilidad
b) Generar diálogos de las comunidades
vulnerables con la comunidad científica y
tecnológica
c) Generar contenidos que interpelen las
realidades/situaciones de las comunidades
vulnerables
d) Generar soluciones basadas en CYT para
problemáticas de grupos vulnerables
Desarrollo de capacidades
para la ASCyT
a. Desarrollar habilidades para el
diseño y la implementación de actividades
de ASCyT
Fuente: elaboración propia
Recolección de la información
La recolección de datos se realizó desde dos ángulos diferentes: participantes y
equipo facilitador. Para la medición de los indicadores de apropiación social se
diseñaron, desarrollaron y analizaron los siguientes instrumentos:
1. Evaluación final de cada sesión por parte de las mujeres participantes. Se cuentan
con 87 evaluaciones de las doce sesiones realizadas en el marco del proyecto.
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2. Entrevista final a las mujeres participantes realizada el 12 de febrero de 2022. Esta
entrevista recopila la experiencia y los comentarios de las mujeres respecto al
laboratorio rural.
3. Comunicaciones por celular entre el equipo facilitador y las mujeres participantes
en el grupo de WhatsApp. Este grupo fue creado el 11 de mayo de 2021 como
herramienta para dinamizar la comunicación con la comunidad dada la situación de
pandemia.
4. Observaciones etnográficas durante las sesiones por parte del equipo facilitador,
las cuales se evidencian en el diario de campo y en las 38 relatorías de las reuniones
de equipo.
Resultados y análisis
Interés en ciencia y tecnología
Este indicador fue determinado mediante el análisis de la disposición por aprender
cosas nuevas, el reconocimiento de espacios informales como espacios de
aprendizaje, la motivación por la ciencia, la tecnología e innovación en otras personas
y el auto-reconocimiento como sujeto productor de conocimiento.
Uno de los objetivos del laboratorio rural era acercar a las mujeres a un espacio
de diálogo y creación en torno a la ciencia y la tecnología. Este espacio fue creado
por las participantes, quienes definieron los temas a tratar en cada encuentro. Las
participantes durante la sesión de diagnóstico definieron los intereses, necesidades y
problemáticas que deseaban abordar en cada sesión. Ellas fueron las encargadas de
identificar, analizar y priorizar las temáticas que las aquejan a nivel personal, familiar
y comunitario. Entre los ejes temáticos definidos se encuentra: captación y
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potabilización de agua, agricultura ecológica, cocinas alternativas, empleabilidad,
reducción de brechas de género, participación ciudadana y organización comunitaria.
Que los temas a tratar fueran definidos por las participantes, no solo fue una
manera de comenzar a generar apropiación sobre este espacio de educación no
formal, sino también, fue una manera de responder a los intereses expresados por
ellas. Este interés de las mujeres se reflejó en la buena disposición y participación
activa en cada sesión. Adicionalmente, el interés se evidenció en la asistencia de
nuevas mujeres en cada sesión, las cuales llegaron porque se habían enterado por
otras mujeres participantes de lo que se había hecho en sesiones previas y lo que se
iba a hacer. Las participantes se reconocieron como actoras activas para generar el
interés en otras personas de su comunidad en este espacio, invitando nuevas
personas y tejiendo su red de innovación.
Durante el o de actividades presenciales se evidenció la disposición para
aprender cosas nuevas por parte de las mujeres nocaimeras. De acuerdo con el diario
de campo de los facilitadores, se observó que el promedio de participación en las
sesiones fue de 15 mujeres, teniendo un máximo de participación en la sesión de
agricultura en la que contribuyeron 22 mujeres. Igualmente, en el diario los
facilitadores mencionan que en las sesiones las participantes siempre estaban activas,
conversando, compartiendo sus saberes o utilizando las herramientas de cada
actividad.
Por otra parte, en las evaluaciones de cada sesión por parte de las participantes
se evidencia el interés de las mujeres. Ellas a pesar de las restricciones por la
pandemia, el invierno que nos acompañó la mayor parte del proyecto, las distancias y
los compromisos familiares y laborales, asistieron a más del 60% de las sesiones
realizadas. No obstante, parte del análisis que concierne a este ejercicio es no
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abandonar la visión crítica sobre aquellas labores del cuidado familiar que
históricamente han sido relegadas al género femenino, cuyas consecuencias se vieron
reflejadas en el desarrollo del Laboratorio, principalmente, afectando la disponibilidad,
los tiempos de participación y la capacidad de concentración de las participantes. Por
ejemplo, el 18 de noviembre dos participantes escribieron en el chat:
Participante 1: Buenas tardes, lamentablemente no las puedo acompañar el sábado
porque tengo que trabajar
😞😞😞
”,
Participante 2: “Buenas tardes, no me es posible asistir porque no tengo con quien dejar
a mis dos hijos”. - grupo de WhatsApp, 2020.
Las responsabilidades del hogar, antes y después de la jornada, preocupaciones por
tareas pendientes, o desconcentración durante la sesión por verse en la necesidad de
asistir con sus nietos e hijos, se evidencio en más de una ocasión.
Por otra parte, estos intercambios tanto presenciales como virtuales demuestran
el fortalecimiento de un grupo base participativo y constante. Esto se dio como
resultado de una metodología atractiva para las mujeres rurales y un contenido de las
sesiones que respondió a las problemáticas identificadas y solucionadas por las
participantes durante el desarrollo del Laboratorio rural. Según el diario de campo, un
miembro del equipo facilitador manifestó: “Las mujeres participaron de manera activa
tanto en el intercambio de saberes como en las actividades prácticas de creación de
prototipos”. El interés en los temas abordados no solo se quedó en el horario del
laboratorio presencial, sino que por el contrario trascendió a su vida diaria, ya que
compartieron lo aprendido en sus entornos familiares y sociales. Según la información
reportada por las mujeres en la entrevista final, todas han compartido lo que
aprendieron con sus hijas, esposos, vecinas y amigas. Según el diario de campo de
un miembro del equipo facilitador (2020), “Una participante mencionó que le había
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compartido a sus vecinas el proceso de fabricación de filtros y propuso generar una
conexión con una asociación del Sumapaz donde trabaja su sobrina”.
Por esto, la participación de las mujeres como líderes del hogar, es fundamental,
porque no se centran en resolver la problemática, o en adquirir conocimiento en
beneficio propio, sino que también se genera un intercambio de saberes que
trasciende las fronteras del hogar, de la vereda y del municipio. Cabe señalar, que
según las evaluaciones de cada sesión a la pregunta ¿Ha desarrollado nuevos
conocimientos o habilidades útiles para su día a día? El 90 % de las participantes
indica que sí, reconociendo de esta forma al laboratorio rural como un espacio de
aprendizaje en el cual se realizan un conjunto de actividades que incluyen el diálogo
y la creación de alternativas útiles para sus actividades diarias.
Aunque el número de participantes fue inferior al esperado por parte de los
facilitadores esto no demuestra una falta de interés por parte de las mujeres de la
región. Por el contrario, consideramos que muestra las brechas sociales a las que se
enfrentan las mujeres a diario, ya que a pesar del interés que tenían las mujeres en
participar de esta oportunidad se veían enfrentadas a limitantes económicas, de
recursos o distancia. Esta situación fue reportada tanto por el equipo facilitador como
por las participantes.
Hablando con la participante 3, nos contaba que en su vereda, que es Loma larga, hay
varias mujeres que querían venir a la sesión de hoy, pero por allá no hay transporte y toca
pagar el carro que suba a recogerlas y las baje, muy pocas pueden y tienen como pagar
un taxi para bajar y subir, por eso no pudieron venir. (Miembro del equipo facilitador, diario
de campo, 2020).
“Las mujeres campesinas están acostumbradas a caminar por horas para ir de sus casas
al casco urbano y regresar a casa, el problema es cuando amanece lloviendo porque no
se van a poner a caminar para llegar mojadas a la sesión y durar así toda la mañana
arriesgándose a enfermarse. Y así tuvieran los medios económicos para contratar un carro
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o una moto para que las recoja, muchos vehículos no suben a esas veredas montañosas
porque los caminos se ponen resbalosos”. (Entrevista a Participante 5, 2020).
La baja participación de las mujeres rurales se evidencia al corroborar las listas de
asistencia y las veredas a las que pertenecen las asistentes. La mayoría de las
participantes vivía en el casco urbano o en veredas aledañas al casco urbano del
municipio. Confirmando de esta forma que usar un sitio céntrico de reunión y esperar
que sean las mujeres las que se desplacen al sitio de reunión no es la mejor opción.
Para llegar a la mujer rural, hay que ir a ellas, eliminando los obstáculos de distancia
y reduciendo el factor tiempo durante los desplazamientos. Esta situación beneficiará
a unas y perjudicará a otras, de acuerdo a la ubicación del sitio de reunión. Por esta
razón entendemos que es importante contemplar una metodología de laboratorio
itinerante que permita un formato donde se llegue a la vereda donde vive la mujer
rural, y no a la inversa, rotando de vereda para permitir una participación equitativa.
Aprendizaje en ciencia y tecnología
Este indicador fue determinado mediante el análisis de la disposición por interactuar
con los contenidos propuestos; la actitud proactiva para aprender y comprender la
ciencia y la tecnología proceso de experimentación y cambio permanente; la
capacidad de desarrollar pensamiento crítico y reflexivo, y el poder relacionar los
contenidos de la actividad con los saberes previos. Todas las actividades
desarrolladas durante las sesiones tuvieron como objetivo que las participantes
pudieran relacionar ese conocimiento del Laboratorio Rural con actividades
cotidianas, permitiendo no solo aplicarlo de manera cil y continua, sino también
asegurando que pudieran replicarlo en casa y en su comunidad. De esta forma las
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participantes se convirtieron en multiplicadoras de las técnicas y tecnologías de bajo
costo aprendidas, técnicas que buscaban fortalecer las capacidades de seguridad y
soberanía alimentaria en sus familias y su comunidad.
El desarrollo del laboratorio rural está concebido desde una perspectiva de
cocreación, donde el proceso de aprendizaje se realiza de forma activa y permanente,
por esta razón, desde el inicio de cada sesión las mujeres interactúan compartiendo
sus saberes, sus experiencias y sus ideas entorno a la problemática planteada para
posteriormente aplicarlos en actividades prácticas de construcción y trabajo en equipo.
La participación activa de las participantes fue clave en cada una de las sesiones.
“Es increíble ver como todas, absolutamente todas las mujeres se animaron a utilizar la
segueta eléctrica, la mayoría arrancaban con miedo pero al final lo hacían muy natural,
son muy valientes estas mujeres, ninguna se quedó sin intentar cortar”. (Miembro del
equipo facilitador, diario de campo, 2020).
De esta forma, fue posible construir tejido social entre las mujeres de la comunidad
rural, el cual, además de configurar un espacio de reunión femenina, represenun
espacio de apropiación científica para estas mujeres que por primera vez hacían uso
de distintas maquinarias comúnmente manejadas por hombres. Una voz de ánimo y
reconocimiento por el trabajo de las participantes se escuchó al final de cada práctica.
La actitud proactiva por aprender y participar se evidenció en todas las sesiones, por
ejemplo, en el chat que se describe a continuación:
Mensaje de un miembro facilitador: “Buenas noches para todas, nuestra sesión se
aproxima, cómo lo planteamos inicialmente haremos el intercambio de plantas aromáticas
y comestibles

. Para esta actividad queremos que selecciones una planta de tu huerta
(aromática, frutal o vegetal) sácale hijitos para intercambiar nuestra próxima sesión.
Cuéntanos qué planta escogiste para compartir ? ”
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Respuesta participante 1“Buena noche, Me encanta que todos estén bien Yo escopoleo
para el compartir Felíz descanso Bendiciones”
Respuesta participante 2 “Yo tengo sanalotodo”
Respuesta participante 3 “Buenas tardes yo llevo pimentón”
Respuesta participante 4 “yo llevo orégano y toronjil”
Respuesta participante 5 “Buen día yo llevo limonaria”- grupo de WhatsApp, 2020
Durante las sesiones las mujeres tuvieron la oportunidad de experimentar, manejar y
conocer herramientas que les permitieron crear una solución a las problemáticas
planteadas en la fase de diagnóstico. Por ejemplo, una de las problemáticas
mencionadas por las mujeres se relacionaba con el agua como recurso necesario para
la vida diaria y especialmente en la agricultura para garantizar la soberanía
alimentaria. Las participantes manifestaron que en muchas ocasiones no tenían agua
para regar sus huertas de autoconsumo, razón por la cual, se compartieron saberes
en torno a la captación de agua y se realizó la construcción un “Atrapanieblas”. En
esta misma actividad se evidenció el pensamiento crítico y reflexivo de las mujeres
cuando después de instalar la polisombra en los palos de guadua, propusieron
alternativas sencillas y prácticas para su elaboración e instalación, como el uso de
árboles de su finca en vez de instalar en guaduas aparte, evidenciando de esta forma
que habían entendido el concepto, el principio de funcionamiento y ya estaban
pensando en cómo aplicarlo en su cotidianidad.
Según la evaluación final que las mujeres diligenciaron de la totalidad de las
sesiones del Laboratorio Rural, a la pregunta “¿Cómo se sintió con que el laboratorio
estuviera dirigido especialmente a mujeres?” Las respuestas evidenciaron que las
participantes se identificaron, conectaron y reflexionaron sobre las temáticas tratadas.
La participante 6 dijo: “cuando las participantes son en su totalidad mujeres, sucede
algo interesante y es que donde sueña una, sueñan todas, y esto sucede porque una
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mujer que logra salir adelante es una familia que sale adelante y una comunidad que
también lo hace. Las mujeres somos el motor de las sociedades”.
Este espacio dirigido para mujeres permitió que todas se unieran a la aventura
de utilizar herramientas que normalmente sólo utilizan los hombres ya que no se
sentían juzgadas y/o criticadas por la forma de hacerlo. Otras participantes dijeron
sentirse especiales cuando se organizaban actividades dirigidas únicamente para
ellas, porque se sienten apreciadas, valoradas y reconocidas. En este sentido, un
miembro del equipo facilitador manifestó en su diario de campo: “La mayoría de
participantes se sintieron en confianza al asistir a un evento concebido solo para
mujeres, porque se identificaron y contactaron con sus pares, porque saben que entre
mujeres campesinas hay muchas similitudes, y muchas historias que las une”.
Intercambio y coproducción de conocimiento
Este indicador fue determinado mediante el análisis de promoción de encuentro de
saberes, generación de soluciones a problemáticas diversas en contextos situados
con participación local y generar soluciones a problemáticas diversas en contextos
situados con participación local. El laboratorio Rural es un encuentro de saberes, es
un espacio donde se comparten las experiencias que traen los facilitadores y
participantes para enriquecer el diálogo a partir de sus experiencias educativas,
laborales y personales. Por ejemplo, en el espacio generado en torno a la agricultura
de autoconsumo y las huertas, una de las actividades diarias de las mujeres
nocaimeras, se generó un espacio para compartir saberes en torno a la agricultura
ecológica, identificando sus beneficios, mitos y realidades de los biopreparados,
buscando fortalecer las capacidades de producir sus alimentos sanos y saludables.
Algunos de los saberes compartidos fueron el uso de la gallinaza, cal y ceniza para el
cultivo de caña; el estiércol de pollo, conejo, cerdo para frutales; porquinaza para la
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huerta, cascarilla con estiércol de cabra para la platanera, cáscara de plátano, entre
otros.
Por otra parte, el encuentro de saberes se evidenció también en entornos
externos al laboratorio por medio de la participación en diferentes congresos como fue
la ponencia realizada en el Encuentro Colombiano de Ingeniería y Desarrollo Social -
ECIDS 2021, en el cual se presentó la experiencia del Laboratorio Rural. De igual
manera el proyecto estuvo presente en Agroexpo2021 - La Feria del Campo
Colombiano, compartiendo la experiencia de este espacio de creación de
conocimiento desde, con y para las campesinas. Además, el Laboratorio Rural fue
invitado por la Alcaldía de Nocaima a participar en la Feria Agroindustrial de
Integración Campesina realizada el 4 de diciembre de 2021 en el parque principal de
Nocaima. Este evento, liderado por mujeres campesinas del municipio en compañía
de la oficina de Coordinación de la Mujer, Equidad y Género, nos permitió exhibir las
tecnologías de bajo costo que durante el proyecto se fueron desarrollando con las
mujeres, así como compartir las guías temáticas que incluyen el paso a paso para la
elaboración de dichas tecnologías. Este espacio de visibilización de conocimiento nos
permitió llegar a otras mujeres, tanto del municipio como de municipios aledaños, que
no habían asistido a las sesiones.
La presencia de la alcaldía de Nocaima como actor dentro del desarrollo del
laboratorio Rural, buscaba articular los proyectos que las mujeres desarrollaron con
los planes de gobierno de la administración, con el objetivo de asegurar la continuidad
de los mismos y su diseminación a otras mujeres. Al inicio del proyecto, la alcaldía por
medio de sus distintas oficinas: Coordinación de la Mujer, equidad y género, Gestión
social-cultural, Coordinación de Turismo y Secretaría de desarrollo económico,
agropecuario, ambiental y turismo, se comprometió en el proceso de planeación de
las temáticas, involucrándose en su contenido y apoyando con información e insumos.
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Sin embargo, al final nada de esto sucedió y su participación se limitó al apoyo
logístico de la consecución de los escenarios donde se realizaron las sesiones del
Laboratorio Rural. La participación se centró en el suministro de sillas y mesas para
las reuniones, el préstamo del bus del municipio para la salida pedagógica y a la
divulgación tanto de las convocatorias para las sesiones como de los resultados de
estas.
Generación de innovaciones a partir de CYT
Este indicador fue determinado mediante la creación de artefactos y la mejora de
procesos, productos o servicios. No es un indicador pensado en torno a las mujeres
participantes sino en torno a los procesos de creación que se dieron durante el
Laboratorio Rural, y dentro de los cuales se desarrollaron los siguientes prototipos:
1. Biopreparados: Elaboración de una solución ecológica para el control de hormigas
y elaboración de un fertilizante casero que permite que la planta utilice
inmediatamente el calcio y el fósforo sin necesidad de esperar algún proceso
biológico de degradación. En esta sesión también se realizó un intercambio de
recetas y saberes que las participantes han usado para fertilizar y controlar plagas
de manera ecológica.
2. Paca digestora Silva: Se explicó y construyeron un par de prototipos de esta
técnica de compostaje usada para la transformación de residuos naturales y
residuos de poda, en abono. Esta técnica que, a diferencia de otras tradicionales,
degrada biológicamente la materia orgánica hasta convertirla en abono, por
fermentación y no por pudrición.
3. Filtros de agua: En el municipio de Nocaima la toma del agua cruda o no tratada
proviene de acueductos veredales, aljibes, quebradas, ríos o agua lluvia, motivo
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por el cual se explicaron y construyeron algunas técnicas sencillas de tecnologías
de bajo costo como: Filtros lentos de agua y la técnica SODIS (Solar water
desinfection), con las cuales las mujeres pueden mejorar la calidad de agua que
consumen.
4. Atrapanieblas: Se construyó un sistema de captación de agua que funciona
atrapando gotas de agua microscópicas que contiene la neblina, las cuales son
posteriormente canalizadas y almacenadas. Todo elaborado con materiales
conseguidos en la zona.
5. Intercambio de plantas y elaboración huerta vertical: Con el objetivo de aumentar
la seguridad, soberanía alimentaria, el consumo de plantas medicinales y la
agricultura ecológica; se construyó una huerta vertical casera y se realizó un
encuentro de intercambio de saberes y de plantas entre las participantes y el
equipo facilitador.
6. Cargador solar: Como resultado de la búsqueda de soluciones a los constantes
cortes de energía eléctrica que sufre el municipio, cada mujer construyó su
cargador solar, que es una fuente autónoma de energía portátil que puede
utilizarse para recargar la batería interna del celular o de cualquier dispositivo que
se cargue con puerto USB.
7. Deshidratador solar: Se construyeron prototipos de esta tecnología que utiliza la
radiación solar para calentar aire y así retirar el agua de los tejidos de productos
como las plantas medicinales, aromáticas y hortalizas que se trabajaron en
sesiones anteriores, permitiéndole a las mujeres preservar por más tiempo sus
productos de cosecha y poder obtener recursos extras al permitirles transformar
sus productos hortofrutícolas, dándoles un valor agregado.
8. Creación de marca: Dentro de la sesión de empleabilidad se trabajaron las
habilidades creativas de las mujeres buscando ayudarles a mejorar los productos
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de sus emprendimientos. Una de sus solicitudes fue trabajar la creación de marca,
motivo por el cual se usó el laboratorio rural como ejercicio para crear con ellas la
imagen del proyecto y así poder explicar los conceptos básicos de branding.
9. Creación de un proyecto comunitario: Trabajando bajo el enfoque de organización
comunitaria como fuente de bienestar colectivo, se realizó una lluvia de ideas
acerca de las actividades que generan bienestar, tranquilidad, diversión, alegría y
motivación en las participantes; definiendo 4 propuestas, de las cuales una se logró
ejecutar: Salida pedagógica al proyecto “La ruta de la huerta”, donde lograron
conocer de cerca el uso de varias técnicas de producción limpias e insumos 100%
naturales, como algunos que se aprendieron a lo largo del proyecto, permitiéndoles
comprobar la eficiencia y los beneficios de estas prácticas.
Inclusión de grupos en situación de vulnerabilidad.
Este indicador fue determinado mediante el autorreconocimiento de los grupos
vulnerables frente a la ciencia y la tecnología, la generación de diálogos de las
comunidades vulnerables con la comunidad científica y tecnológica, la generación de
contenidos que interpelen las realidades/situaciones de las comunidades vulnerables,
y la capacidad de generar soluciones basadas en CyT para problemáticas de grupos
vulnerables
El Laboratorio Rural de Nocaima fue concebido como un espacio para mujeres,
buscando cerrar las brechas que hay entre géneros en cuanto al acceso a
conocimientos por parte de las mujeres en el sector rural. Las sesiones de cocreación
buscaban romper el desbalance de poder que prolonga la inequidad de género en el
campo. De ahí la importancia de definir y crear contenidos previamente, para crear
soluciones o mejoras a las problemáticas o necesidades identificadas.
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Agregando a lo anterior, las afectaciones de la organización sexual de la
sociedad y del trabajo sobre las mujeres no permean tan sólo una época de sus vidas
o un ámbito de esta, sicamente relegan sus deseos e intereses personales a un
segundo plano por el resto de la misma. Lo que justifica, a su vez, el rango de edad
de las asistentes y partícipantes del proyecto: mujeres que tras disponer gran parte
de sus vidas ejerciendo sus roles de madre, abuela, ama de casa y esposa, por fin
hallan la oportunidad de dedicar tiempo y energía por y para mismas. El 30 de
octubre de 2021, una de las participantes, luego de finalizar una de las sesiones
presenciales, escribió en el chat de WhatsApp: “Muchas gracias a todas y todos,
muchas bendiciones ya me estaba haciendo falta compartir con todos ustedes”.
Por otra parte, al verificar el listado de asistencia y las actividades económicas a
las que se dedicaban las participantes, se evidenció que un poco más de la mitad de
las mujeres tienen una tranquilidad económica. Principalmente, porque eran
pensionadas o porque tenían algún negocio comercial como panadería, veterinaria o
ferretería, que les daba tranquilidad para ausentarse unas horas de sus labores. A
pesar de que el horario y el a de las sesiones del laboratorio rural fue propuesto y
concertado por las mujeres rurales nocaimeras, la participación de la mujer
campesina, rural, que vive de trabajar la tierra y no de un negocio en el casco urbano,
fue muy baja. Las responsabilidades en cuanto al cuidado de sus familias, la
realización de tareas domésticas, laborales, la comercialización de productos y
trabajos comunitarios, dejan muy poco tiempo para otro tipo de actividades. Esto pone
en evidencia que el Laboratorio rural disminuyó las brechas en ciencia y tecnología en
mujeres rurales de la cabecera municipal. Sin embargo, para disminuir las brechas
con mujeres de veredas se requiere otra aproximación metodológica, que disminuya
las preocupaciones económicas, familiares de esta comunidad vulnerable.
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Desarrollo de capacidades para la ASCYT
Este indicador fue determinado mediante la capacidad para desarrollar habilidades
para el diseño y la implementación de actividades de ASCYT en quienes están
involucrados en el proceso, no solo en las participantes sino también en los
facilitadores, así como en las entidades, organizaciones y demás actores locales
involucrados en el proceso.
Durante las diferentes sesiones las participantes lograron aprender y fortalecer
capacidades como manejo de equipos y herramientas de construcción; por ejemplo,
el 70% de las participantes respondieron que volverían a utilizar herramientas
eléctricas como la sierra de mano, el taladro, la pulidora, por nombrar algunas; que
son herramientas consideradas para hombres normalmente. Estas habilidades
adquiridas o potencializadas, generan un empoderamiento de la mujer para compartir
sus saberes, intentar cosas nuevas y disminuir la dependencia.
Ante la pregunta de si se sienten preparadas para dirigir una de las sesiones de
las que participaron, el 90% dijo que y mencionó la temática. Igualmente, sintieron
la libertad de expresar que otras temáticas podrían dirigir para compartir sus saberes
con las demás; la danza, la ética, la panadería y el dibujo fueron algunas de las
temáticas propuestas por ellas, demostrando que este espacio les dio confianza para
compartir sin miedo a ser juzgadas, reconociéndose como mujeres en capacidad de
transmitir un conocimiento a sus pares.
Por otra parte, el desarrollo de las habilidades también se evidenció en el equipo
facilitador, el cual constaba de estudiantes y profesionales en áreas de ingeniería,
artes y ciencias sociales. Dentro del equipo facilitador, el 50% no había dirigido o
participado en proyectos de ciencia, tecnología e innovación con comunidades rurales.
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La experiencia del laboratorio rural permitió no solo que cada facilitador participará en
la creación y planeación de mínimo dos sesiones, sino que también pudieron participar
del intercambio de saberes de las mujeres rurales en todas las sesiones. En el diario
de campo, se registraron las emociones y el sentir de cada uno de los y las
facilitadoras. Uno de ellos sostenía: Descubrí que se puede hacer ciencia y generar
conocimiento en lugares diferentes a la academia. Además, estas bellas mujeres
rurales tienen muchos conocimientos que no se encuentran en libros, generan un
ambiente muy agradable porque siempre están activas, dispuestas a adaptarse a
cualquier situación (Miembro del equipo facilitador, diario de campo, 2020).
Por otra parte, es evidente la creación de redes de relacionamiento no solo entre
las participantes, sino también entre facilitadores y participantes, ya que cada uno
tiene un saber especial que puede contribuir a la sociedad. Otra particularidad del
laboratorio rural fue con sus actores, ya que participó la academia (Universidad
Nacional de Colombia), entidades públicas (Alcaldía de Nocaima), entidades privadas
(Sumercelab, CDT Sunsuca) y entidades gubernamentales (ANMUCIC), las cuales
estrecharon lazos de confianza para nuevas iniciativas en favor de la comunidad.
Conclusiones
Los indicadores cualitativos seleccionados fueron adecuados para el análisis de
impacto y de apropiación social del conocimiento para el proyecto seleccionado, ya
que el laboratorio rural desarrollado en Nocaima fue un espacio de intercambio en
ciencia, tecnología e innovación para la seguridad alimentaria y nutricional para las
mujeres rurales.
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De acuerdo con los resultados obtenidos, el laboratorio rural fue un espacio en
el cual se despertó el interés de las mujeres rurales para participar en actividades de
ciencia y tecnología. Igualmente, fue un espacio de aprendizaje de nuevas tecnologías
y de innovación, donde la reflexión, el intercambio de saberes y la acción hicieron
parte de todas las sesiones que buscaban solucionar las problemáticas evidenciadas
por las mujeres en su día a día. El impacto del laboratorio rural trascendió también al
equipo facilitador quienes desarrollaron nuevas habilidades para la generación de
conocimiento fuera de la academia y construyeron nuevas redes de relacionamiento.
El laboratorio rural, permitió disminuir las brechas culturales en las participantes,
principalmente en realizar actividades para beneficio de ellas, acercarse a actividades
de ciencia y tecnología, realizando tareas que normalmente son realizadas por
hombres. Sin embargo, es importante identificar que este estudio de caso evalúa un
laboratorio rural de los que existen en el mundo, por lo tanto, se requiere replicarlo y
contrastarlo con otros escenarios de participación femenina antes de generalizarse.
Finalmente, como resultado del análisis de apropiación de lo aprendido, del
análisis de brechas y del desarrollo del mismo laboratorio, se evidenció el poder,
determinación y entrega de la mujer asegurando el correcto desarrollo de todo lo que
emprendan. Dentro de la sostenibilidad del proyecto y gracias a las alianzas que se
tejieron con organizaciones del territorio, se ha hecho seguimiento a los prototipos que
se construyeron y a las mujeres que asistieron, para identificar si el impacto positivo
que se logró en el corto plazo con la apropiación social del conocimiento, la ciencia y
la tecnología en la vida diaria de las mujeres, se refleja en el mediano plazo en una
reducción de brechas de género entre mujeres rurales y mujeres urbanas, entre
hombres y mujeres rurales y entre ellas mismas.
El Laboratorio Rural, como espacio de integración de distintos actores demostró
que es una iniciativa que promueve cambios sociales por medio del diálogo en torno
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a la CYT. Herramientas como la planificación participativa empodera a la comunidad
alrededor de las diferentes fases de desarrollo del proyecto, potenciando el diálogo
como herramienta de construcción democrática y resolución de
conflictos. Adicionalmente, las participantes se convirtieron en agentes de cambio no
solo en su día a día, sino también en sus familias y comunidades.
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Artículo recibido el 28 de febrero de 2022
Aprobado para su publicación el 2 de junio de 2023