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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re51.179
Pandemia, sistemas y sindemias. Reflexiones para
el campo CTS
Consejo de Dirección Revista Redes
Dr. Lucas Becerra, Dra. Mariana Di Bello, Dr. Luis Blacha, Mg. Alberto Lalouf, Dra.
Lucía Romero, Dra. Florencia Trentini
Estimados colegas autores, evaluadores y lectores de Revista Redes,
El año 2020 nos ha dejado un conjunto de reflexiones que entendemos importantes
para los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad, las cuales (si son tratadas
adecuadamente) pueden abrir nuevas líneas de trabajo de investigación y llevar a
nuevas nociones útiles para el desarrollo de políticas públicas de ciencia, tecnología,
innovación y desarrollo inclusivo sustentable.
La pandemia por Covid-19 (generada por el virus SARS-CoV-2, y extendida a
escala planetaria) ha puesto en tensión las relaciones ontológicas entre lo humano y
lo natural; las concepciones éticas sobre el derecho individual y el bienestar colectivo;
las construcción de la otredad y la alteridad; el carácter estratégico del conocimiento
y las capacidades tecnológicas como recurso de poder; en resumen, ha movilizado
los fundamentos ideológicos dominantes sobre “lo bueno y lo malo”, “lo posible y lo
imposible”; “lo deseable y lo indeseable” (Therborn, 1987).
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En términos socio-técnicos, la introducción de un nuevo elemento (el virus) en
los sistemas de salud, financiero, productivo, político y socio-institucionales ha
generado significativos efectos de transducción (Thomas y Dagnino, 2005). Estos
efectos, producto de una dinámica de co-construcción, se verifican en términos de
modificaciones en los protocolos médico-hospitalarios; la flexibilización de los plazos
y regulaciones para el desarrollo de nuevas vacunas y tratamientos (la autorización
como uso de emergencia”); la necesaria restricción al contacto entre personas (el
distanciamiento social) que ha modificado no solo la forma de interacción humana sino
también las relaciones tecnología-sociedad… en definitiva, un profundo
reordenamiento que veremos, a la postre, si es permanente o transitorio.
Claro está, y también como resultado dinámico del funcionamiento de los
sistemas, se está dado un conjunto de procesos de cristalización de lo existente: la
disputa política internacional enmarcada en la carrera por la vacuna; la producción de
vacunas como mercancía (comandada por la acción estatal); la protección de los
derechos de propiedad intelectual como principio rector de las acciones de I+D; la
preponderancia del sistema financiero internacional en las definiciones de política
económica; la reificación de la muerte como cifras de un ranking internacional de
“mejores y peores” situaciones; la infinitamente asimétrica capacidad de acceso a los
frutos del conocimiento científico y tecnológico que se ve en la compra de vacunas
entre los países ricos y los países en vías de desarrollo.
Como parte de este doble movimiento de cambio y estabilización, de ruptura y
clausura, de transformación e inercia, un conjunto de cuestiones emergen como
relevantes para el campo de los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología. Nos
permitimos entonces, compartirles algunas de ellas.
El llamado a la ciencia como salvación
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La rápida propagación del virus a lo largo del globo, la saturación de los sistemas de
salud y la baja (demostrada) capacidad de coordinación internacional sobre los flujos
de personas y mercancías, no dejó más remedio que buscar la iluminacn en el
conocimiento científico. La epidemiología, la medicina, la biología, la psicología…
hasta la economía, se pusieron en juego en un tablero de ajedrez mundial cuyo
objetivo último es definir (y estabilizar) la Verdad.
Los testeos, el aislamiento, los tratamientos terapéuticos y las vacunas (todas
ellas tecnologías) entraron en un nuevo campo ontológico, el de la “esperanza”.
Relegada desde el surgimiento del Iluminismo al campo de la religión, la “Fe” ahora
se ha vuelto parte de las narrativas que amalgaman las relaciones entre política,
sociedad, economía, salud y conocimiento.
La movilización de esta “Fe” permitió modificar protocolos médicos, regímenes
de pruebas de nuevos medicamentos y vacunas, movilizar fondos públicos y privados
con mayor fluidez y velocidad y hasta construir séquitos (grupos sociales que están a
favor y en contra de tal o cual procedimiento, tratamiento o vacuna) y detractores
(aquellos grupos que rechazan la vacunación y/o el aislamiento social).
La ciencia ha tomado un rol más preponderante en la vida cotidiana porque tiene
mayor presencia en la construcción de sentido común de la población. Al menos
durante el tiempo de pandemia ha dejado de ser una “Torre de marfil”, como pretenden
algunos, para convertirse en un “Faro de Alejandría” que produce atracción y
repulsión.
La imperiosa necesidad de “prever” el futuro
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En un segundo nivel, el conocimiento científico ha sido movilizado políticamente hacia
el descubrimiento del futuro. La prospectiva ya no es solo una herramienta que permite
visualizar escenarios de riesgos y oportunidades, orientada a la generación de
información, sino que el futuro mismo se plantea como campo de construcción de
certezas.
El encuentro del Science 20 (el grupo que nuclea a Academias Nacionales de
Ciencias pertenecientes al Grupo de los 20) ha hecho un llamado para que los
Estados tengan “la previsión necesaria para aliviar las perturbaciones económicas y
sociales a nivel del sistema que traerá la próxima pandemia y otras transiciones
críticas futuras”, para lo cual es necesario “Apoyar la investigación prospectiva que se
basa en ciencia robusta, métodos replicables e intercambio abierto, e incorpora
avances recientes en análisis de sistemas complejos”.
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Así, la comunidad científica inicia un nuevo ciclo de empoderamiento, ha sido
dotada (y legitimada) con una misión vital, no solo conocer la “verdad” sino también
adelantarse a ella.
El carácter mercantil de la producción científica
En forma directa o indirecta, el carácter mercantil de la producción científica también
ha sido nuevamente validado. En forma directa, vinculando derechos de propiedad
intelectual, financiamiento público y privado y aumento de las ganancias netas y el
valor de mercado de grandes empresas farmacéuticas transnacionales. En forma
indirecta, resolviendo la asignación y distribución internacional de vacunas en función
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Véase Declaración del S20, disponible en:
<https://revistaredes.unq.edu.ar/index.php/redes/announcement/view/10>
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de la capacidad de compra de los Estados, con mecanismos “paliativos” de la lógica
mercantil, como el sistema COVAX.
Toda tecnología es política
Sin lugar a dudas, la pandemia generada por el virus SARS-CoV-2 ha dejado claro el
carácter político ideológico de la tecnología como el carácter tecnológico de la
ideología.
La disputa internacional en torno a la legitimidad, prestigio y poder tecno-
cognitivo que están llevando adelante Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido
y la Unión Europea, movilizando no solo sus sistemas científicos sino sus aparatos
ideológicos, no es más que una muestra de que el conocimiento es un campo de
batalla material donde se disputan relaciones de poder y predominancia de
plataformas tecnológicas.
Por un lado, las viejas (pero presentes) rivalidades en el campo de la política
internacional se han mostrado en esta oportunidad como el despliegue rápido y
efectivo de sistemas nacionales de innovación compitiendo en la carrera por la
vacuna. Y, en este nivel, se manifiesta el carácter político de la tecnología.
Por otro lado, las tasas de eficacia (en relación a cepas existentes y futuras), la
facilidad para su logística y el costo de producción de las distintas plataformas
desarrolladas (ARN mensajero de Pfizer-BioNTech y Moderna Switzerland GmbH;
vector viral no replicativo: de Centro Nacional Gamaleya de Epidemiología y
Microbiología Rusia; AstraZeneca-Oxford Reino Unido y CanSino República
Popular China; virus inactivado: Sinopharm y SinoVac República Popular China)
implican una disputa tecnológica que escala, necesariamente, a la arena política
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internacional. Y, en este sentido, se presenta el carácter tecnológico de las ideologías
políticas globales.
Dinámicas sindémicas de corto y largo plazo
Como última reflexión para la agenda de investigación CTS en América Latina, nos
parece dable señalar las dinámicas sindémicas con las cuales el virus se está co-
integrando.
La noción de sindemia resulta de especial interés a la hora de comprender el
funcionamiento de los sistemas, y en especial los efectos de transducción. Sindemia
refiere a una dinámica por la cual epidemias superpuestas construyen procesos
sinérgicos, a partir de interacciones biológicas y sociales (Gravlee, 2020; Horton,
2020). Así, poblaciones afectadas por la mala alimentación o por la exposición a
ambientes no saludables (producto de un proceso de segregación socio-económica)
tienen una menor capacidad de sobrellevar la pandemia viral, en la medida que su
situación inicial retroalimenta los efectos negativas de la nueva afección.
La noción de sindemia puede ser útil para explicar procesos sinérgicos negativos
no solo atribuibles a grupos sociales determinados, sino también a la integración de
sistemas. Partiendo de una mirada simétrica (en los términos propuestos por los
estudios CTS), estamos en condiciones de afirmar que, en América Latina, la sindemia
integró comportamientos deficientes de los sistemas de salud, de logística y
transporte, de compras públicas, de educación y claro, de ciencia y tecnología.
Las condiciones problemáticas preexistentes en nuestra región (solo para tomar
algunos ejemplos: escasa cobertura de los servicios de agua y saneamiento; acceso
limitado a servicios de salud de complejidad con amplio despliegue territorial; altas
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tasas de informalidad laboral, pobreza e indigencia; sistemas de ciencia y tecnología
que no han logrado integrarse ni desarrollar matrices tecno-productivas
conocimiento-intensivas de escala) no solo potenciarán los efectos negativos de la
pandemia sino que además se verán retroalimentados: como región, saldremos de
esta situación con más pobreza, más indigencia, Estados más endeudados, y (por lo
menos en el corto y mediano plazo) dependientes de paquetes tecnológicos
(propietarios) para tratar la enfermedad, generados por sistemas tecno-productivos
exógenos.
Finalmente, y a modo de cierre de esta Editorial, el año 2020 que nos deja, y el 2021
que nos recibe, no solo plantea a la comunidad CTS un nuevo universo de observables
analíticos, sino también, un renovado llamado a la acción transformadora de nuestras
sociedades latinoamericanas para construir un futuro (y por qué no, un presente) más
justo, más inclusivo y más sustentable.
Referencias bibliográficas
Gravlee, C. (2020), “Systemic racism, chronic health inequities, and covid-19: A
syndemic in the making?”, American Journal of Human Biology. doi:
10.1002/ajhb.23482
Horton, R. (2020), “Offline; covid-19 is not a pandemic”, The Lancet, vol. 396,
10255, p. 874.
Therborn, G. (1987), La ideología del poder y el poder de la ideología, México d. f.,
Siglo xxi Editores.
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Thomas, H. y R. Dagnino (2005), Efectos de transducción: una nueva crítica a la
transferencia acrítica de conceptos y modelos institucionales”, Ciencia, Docencia
y Tecnología, vol. 16, N° 31, pp. 9-46.