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Revista Redes 51 – ISSN 1851-7072
En términos socio-técnicos, la introducción de un nuevo elemento (el virus) en
los sistemas de salud, financiero, productivo, político y socio-institucionales ha
generado significativos efectos de transducción (Thomas y Dagnino, 2005). Estos
efectos, producto de una dinámica de co-construcción, se verifican en términos de
modificaciones en los protocolos médico-hospitalarios; la flexibilización de los plazos
y regulaciones para el desarrollo de nuevas vacunas y tratamientos (la autorización
como “uso de emergencia”); la necesaria restricción al contacto entre personas (el
distanciamiento social) que ha modificado no solo la forma de interacción humana sino
también las relaciones tecnología-sociedad… en definitiva, un profundo
reordenamiento que veremos, a la postre, si es permanente o transitorio.
Claro está, y también como resultado dinámico del funcionamiento de los
sistemas, se está dado un conjunto de procesos de cristalización de lo existente: la
disputa política internacional enmarcada en la carrera por la vacuna; la producción de
vacunas como mercancía (comandada por la acción estatal); la protección de los
derechos de propiedad intelectual como principio rector de las acciones de I+D; la
preponderancia del sistema financiero internacional en las definiciones de política
económica; la reificación de la muerte como cifras de un ranking internacional de
“mejores y peores” situaciones; la infinitamente asimétrica capacidad de acceso a los
frutos del conocimiento científico y tecnológico que se ve en la compra de vacunas
entre los países ricos y los países en vías de desarrollo.
Como parte de este doble movimiento de cambio y estabilización, de ruptura y
clausura, de transformación e inercia, un conjunto de cuestiones emergen como
relevantes para el campo de los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología. Nos
permitimos entonces, compartirles algunas de ellas.
El llamado a la ciencia como salvación