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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re57.177
Trabajo de hormiga: problemas de la apropiación de
los sistemas vivientes en las acciones técnicas
Gabriela Schiavoni*
Es imposible acabar con las hormigas puesto
que forman un rizoma animal que, aunque se
destruya en su mayor parte, no cesa de
reconstituirse (Deleuze y Guattari, 2004:15).
Resumen
El trabajo describe las acciones técnicas de control de hormigas a lo largo del siglo
XX en la provincia de Misiones (nordeste de Argentina). El proceso de individuación
de la hormiga como plaga es concomitante del desarrollo de la agricultura en la región
y el combate se efectuó mediante el empleo de artefactos y sustancias especializadas.
Las innovaciones tecnológicas más recientes buscan reducir el daño ambiental,
orientándose a la interacción con los sistemas vivientes. Utilizo la noción de
apropiación para comprender este proceso, señalando las dificultades que presenta
la autoría en las acciones técnicas imbricadas en procesos vitales.
Palabras Clave
ANTROPOLOGÍA; CNICA; SISTEMAS VIVIENTES; APROPIACIÓN; AGRICULTURA.
* Antropóloga. Conicet— Programa de Posgrado en Antropología Social, Universidad Nacional de
Misiones. Correo electrónico: gabrielaschiavoni4@gmail.com
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Introducción
El epígrafe de Mil mesetas señala la dificultad inherente a toda acción técnica
tendiente a eliminar a las hormigas. Aun así, las máquinas y productos hormiguicidas,
patentados en nuestro país desde fines del XIX y comienzos del XX, se arrogan este
derecho. Más recientemente, la agroecología y el manejo forestal responsable han
subrayado las ventajas biológicas derivadas del mutualismo y la simbiosis entre
plantas y hormigas. Esta última perspectiva desbroza el camino para proyectos
técnicos basados en la imitación de lo viviente, orientados a neutralizar los
desequilibrios ambientales mediante la interacción con la tecnicidad de los no
humanos.
En este sentido, los insectos sociales habitan desde hace tiempo la imaginación
sociológica. Empezando por la abeja—convocada por Marx para señalar la irreductible
especificidad del trabajo humano —, pasando por el vínculo acronímico que la teoría
del actor red (ANT)1 mantiene con las hormigas, hasta llegar a la araña, que le permite
a Ingold (2013) desarrollar la noción transhumana de trabajo, entendida como
habilidad o sintonización continua del cuerpo y el ambiente.
El presente escrito continúa mi reflexión en torno a la agencia técnica imbricada
en procesos vitales en la agricultura tropical. Fijo mi atención aquí en los vínculos entre
las hormigas y la agricultura, describiendo los procedimientos de control puestos en
práctica en la región que estudio (Misiones, en el nordeste de Argentina). A principios
1 La sigla de Actor Network Theory remite al vocablo hormiga en lengua inglesa (ANT).
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del siglo XX, el desarrollo de la colonización agrícola acompaña el proceso de
individuación de las hormigas, segregadas del tejido de relaciones interespecies y
consideradas una plaga.2 Las memorias y relatos de los agricultores inmigrantes
abundan en referencias a esta multiplicidad incontrolable, y al consecuente
despliegue de técnicas de control.
El antagonismo entre las hormigas y las plantas no alcanza, sin embargo, a las
especies silvestres de la región, tales como la Arácea epífita Güembé (Philodendron
selloun) —de gran valor ritual, con propiedades medicinales y utilizado en la cestería
guaraní—cuya propagación es obra de la hormiga negra «tarakuchi, que vive en el
ápice de esta planta, come sus frutas y deposita las semillas entre las ramas de los
árboles (Cadogan, 2011: 161). En la Amazonia brasilera, esta asociación es tan
familiar que un mismo nombre designa el Philodendron spp. y las hormigas vinculadas
a él (tracoá o tracuá; Castellar et al., 2013).3
Conocido como mirmecofilia, el mutualismo entre plantas y hormigas, es un
fenómeno característico de las zonas neotropicales4 (Jolivet, 1991), que ha sido
identificado en relación a las orquídeas, las bromelias, el ambay, y también en árboles
2 Del latín plaga, golpe o herida. Aparición masiva y repentina de seres vivos de una misma especie
que causan graves daños.
3 En Nimuendaju (1952:164), la hormiga tracuá aparece consignada como perteneciente al género
Azteca sp.
4 Término utilizado para identificar la región tropical del continente americano. Incluye la selva húmeda
tropical y subtropical, hábitat de diversos pueblos indígenas.
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menos tropicales como la acacia.5 Abarca 250 especies (53 % del total de mutualistas).
La mayoría de las plantas que participan en las asociaciones, son plantas pioneras,
demandantes de luz y de crecimiento rápido, de modo que la alianza con las hormigas
podría ser un medio de defensa frente a herbívoros (del Val y Dirzo, 2004). A nivel de
especie, la mayoría de las mirmecófitas son lianas y existe una fuerte atracción entre
las hormigas y los frutos o semillas de las plantas epífitas. Las hormigas buscan la
semilla al interior del fruto (generalmente de color rojo), la introducen al hormiguero y
consumen el elaiosoma. La semilla es abandonada en la pared del nido junto con
heces ricas en nitrógeno y otros detritos de origen orgánico, germinan y dan origen a
los jardines de hormigas (Delabie y otros, 170).
La actividad jardinera de las hormigas constituye una práctica conocida, que
incluye la siembra de plantas, proceder denominado mirmecocoria, y el cultivo de
hongos. En la región amazónica, la diversidad de la mandioca se mantiene a pesar de
la propagación clonal merced a la diseminación de semillas por parte de las hormigas
(Rival y McKey, 2008).
Asimismo, la tierra de los hormigueros es considerada un excelente abono,
utilizado en la preparación del suelo de los apêtê o islotes reforestados por los kayapo
5 La casi totalidad de mirmecófilas son tropicales y América es la flora más rica en mirmecófitas (Jolivet,
1991: 5).
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(Posey y Anderson, 1996)6, y en las zoteas7 de los campesinos del Pacífico
colombiano (Camacho Segura, 2001). Como subrayan estos últimos: “así como la
[hormiga] arriera quita, da, porque aunque se come los árboles y cultivos, produce un
excelente abono” (Camacho Segura, 2001:48).
La compatibilidad entre las hormigas y la agricultura en los sistemas vivientes
abre la posibilidad de acciones técnicas de imitación de la naturaleza, sincronizando
la actividad de humanos y no humanos.
El carácter antagónico o mutualista de los vínculos entre las hormigas y la
agricultura tiene consecuencias sobre la apropiación, considerando tanto el significado
de cambio de propietario, como el de adecuación de una cosa a algo (Alonso, 2008).
Así, el problema de la autoría o propiedad intelectual de las técnicas se plantea
claramente a propósito de las estrategias de ataque, una vez que las hormigas han
sido aisladas de los vínculos interespecie y transformadas en una materia sobre la
que se ejerce el trabajo humano. Las máquinas y sustancias hormiguicidas son
invenciones patentadas, correlativas de la identificación de un sujeto que efectúa la
acción. En efecto, como nos recuerda Strathern (1998): “el modelo de Derechos de
Propiedad Intelectual […] moviliza un aparato que implica una ecuación de creador
6 Luego de llenar zonas deprimidas con abono “agregan material orgánico que viene de diversos
montículos de una especie de cupim (hormiga blanca) […] este material se mezcla con pedazos de
nido de una hormiga llamada murum kudja (Azteca sp), […] Las hormigas del género Azteca son
también conocidas por su capacidad de repeler las ‘saúvas’ (Atta sp) que despojan el plantío” (Posey y
Anderson,1996: 57).
7 Estructuras de madera rectangulares ubicadas entre uno y dos metros del suelo, usadas para el
cultivo de plantas para la alimentación.
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con propietario, e identifica lo apropiado como resultado del esfuerzo intelectual del
creador” (Strathern, 1998: 110).
A su vez, el mutualismo interespecie, afín a los formatos técnicos encaminados
a neutralizar desequilibrios mediante la coordinación con los sistemas vivientes, va a
contrapelo de la atribución exclusiva de agencia al trabajo humano, poniendo de
manifiesto el segundo sentido de apropiación, como adecuación del hacer humano a
los procesos vitales. La autoría múltiple y distribuida de las técnicas de imitación de la
naturaleza remite a un colectivo inter-especie, en el que la actividad resulta
difícilmente alienable de una maraña de conexiones.
A lo largo de estas páginas, examino la relación entre las hormigas y la
agricultura en la región subtropical del nordeste argentino, identificando la grilla
técnica a través de la cuál fue considerado el vínculo interespecie por los cronistas,
viajeros, escritores y colonos inmigrantes, cuyos relatos constituyen la fuente
secundaria de mis datos, en combinación con los registros de primera mano
provenientes del trabajo de campo etnográfico que realicé en la última década, con
pequeños agricultores y técnicos agropecuarios de la provincia de Misiones
(Argentina).
El hilo conductor de la narración está conformado por las relaciones técnicas
entre los humanos y las hormigas, estableciendo las condiciones que propician el
surgimiento de la propiedad intelectual, evidenciada en el patentamiento de máquinas
y sustancias hormiguicidas. La etapa inicial de familiaridad, en la que las operaciones
de control imitan los atributos de los propios insectos, o consisten en preparados y
procedimientos caseros, será sustituida paulatinamente por la individuación de la
hormiga como plaga, concomitante del desarrollo de la agricultura.
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A partir de allí, sólo la intervención experta de artefactos humanos podrá
neutralizar el antagonismo entre las plantaciones mono-especie y las hormigas
cortadoras, exclusivas de los trópicos americanos. Descriptas en las memorias y
crónicas de los colonos de Misiones, estos especímenes —pertenecientes a los
géneros Atta y Acromyrmex—, defolian grandes cantidades de plantas de un
sinnúmero de especies, utilizando los fragmentos vegetales cortados para cultivar un
hongo simbiótico (Delabie y otros, 2003).
¿Trabajo humano o co-actividad?
Examinando los mitos amerindios sobre el origen de las plantas cultivadas, Lévi
Strauss (1978) se pregunta por qué en la transmisión del don de la agricultura a los
humanos intervienen la zarigüeya (mitos Ge de origen del maíz) y las hormigas (mito
Tukuna de origen de la mandioca dulce),8 pertenecientes al reino animal y
relacionadas con lo fétido y la descomposición. Resuelve el enigma formulando la
“función zarigüeya” sarigue tiene el significado de salvaje, silvestre, en el tronco
8 El mito tukuna del origen de las plantas cultivadas atribuye a las hormigas el descubrimiento de la
mandioca dulce. El relato dice así: “Una anciana vivía sola y lejos de otras personas. Pasaba mal, ya
que el los indios de esa época aún no conocían la mandioca dulce. Un día observó unas hormigas
saúvas [hormigas cortadoras, Atta] llevando una sustancia blanca. Cogió un trozo y lo olió. Qué olor tan
agradable, dijo. Siguió a las hormigas hasta que llegó al borde de un estanque en el riacho, donde en
la orilla había un árbol grande con todo tipo de frutos dulces de mandioca. Estos cayeron al agua, donde
se ablandaron. Cogió un trozo, se lo puso en la axila y lo secó con el calor de su propio cuerpo. Después
probó la sustancia seca y le gustó. Recogió una gran cantidad, la secó al sol y la llevó”(Nimuendajú,
1952:130-31).
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lingüístico tupí-guaraní—, molde vacío de una agricultura ausente, que ilustra su forma
por venir. Y agrega: “en aquel ‘mundo al revés en que consistía el estado de
naturaleza […] era preciso que todas las cosas futuras tuviesen ya sus parejas, si bien
bajo un aspecto negativo, que era como la prenda de su advenimiento”(Lévi-Strauss,
1978: 184,85).
La “función zarigüeya” conduce a pensar la técnica de domesticación como un
proceso interespecie, basado en parejas que coordinan lo vegetal con lo animal; lo
comestible con lo no comestible; lo que huele bien con lo fétido.
Este formato de acción, imbricado en el crecimiento de los organismos e inmerso
en los vínculos con el ambiente, es ilustrado por el proceder de la araña9, en la fábula
relatada por Ingold (2008). La hormiga, en cambio, representa una capacidad social,
creada por la conexión entre entidades diferentes. El peso determinante de esta socio-
lógica se expresa cuantitativamente y es referido por la hormiga en estos términos:
Nuestros nidos son montículos monumentales y nuestros caminos son carreteras
a través del bosque, que invaden todo a su paso. Podemos lograr estas hazañas
porque colaboramos. Vivimos juntos en colonias, de miles de personas,
compartiendo nuestra comida y nuestro trabajo. En una palabra, somos el más
social de los insectos (Ingold, 2008: 209).
La araña, a su vez, afirma: “El mundo, para mí, no es un ensamblaje de fragmentos y
piezas heterogéneos, sino una maraña de hilos y caminos. Llamémoslo una malla,
9 La araña (spider: Skilled Practice Involves Developmentally Embodied Responsiveness), Ilustra la
posición de Ingold, en contraposición a la hormiga que representa la de Latour.
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para distinguirlo de tu red" (Ingold, 2008: 211, 212). Y, concluye: “No puedo volar ni
nadar, pero puedo tejer red y explotar su pegajosidad y fuerza elástica […] La red, en
síntesis, es la condición real de mi agencia. Pero no es en misma un agente” (Ingold,
2008: 213).
Cuando la agencia depende de la habilidad, su ejercicio está imbricado en
procesos vitales, de modo que: “Es absurdo atribuir agencia a objetos que no crecen
o no se desarrollan y que, consecuentemente, no corporifican habilidad y cuyos
movimientos no están acoplados a su percepción” (Ingold, 2008: 215).
En la antropología de la técnica, los ecos de este diálogo entre artrópodos se
perciben en la tensión entre el making y el growing (Ingold y Hallam, 2014), entre el
hacer voluntario de un sujeto y los procesos vitales de inmersión en el ambiente. La
formulación de Pitrou (2012) es una invitación a pensar la técnica como una
coordinación con los sistemas vivientes, “instaurando con las entidades de la
naturaleza un régimen de co-actividad (Pitrou; 2012: 80).
La ausencia de una categoría general de trabajo en las sociedades pre-
modernas (Godelier,2018; Panoff, 1977; Bonté, 1999), remite a la autoría compartida
de los procesos productivos, considerados una relación contractual entre distintas
entidades antes que una conquista de la naturaleza por parte de los humanos (Panoff,
1977). En tales esfuerzos, las contrapartes convocadas pueden ser sobrenaturales —
entidades tales como los dueños o el que hace surgir la vida—, o naturales (animales,
plantas, etc.). Difícilmente conceptualizable en términos de trabajo (entendido como
una sustancia homogénea), el hacer a través de un régimen de co—actividad
comparte los atributos propios de los procesos vitales. Así, examinando la noción de
takât, próxima a la de trabajo entre los Achuar, Descola (1983) destaca el carácter no
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voluntario implicado en los esfuerzos productivos. En efecto, takât, además de un
modo de la práctica, es también una cualidad, presente en afirmaciones tales como
“mi trabajo me trabaja” o “soy actuado por mi cualidad de trabajador”, “dando a
entender que el agente no se sitúa en el dominio de la voluntad” (Descola, 1983: 64).
El uso de la expresión “trabajo de hormiga”, que da nombre a la presente
contribución, subvierte el sentido corriente de cooperación entre pequeñas y
laboriosas entidades autónomas, para poner de manifiesto una concepción de la
producción como actividad interespecie.
La técnica, entonces, más que una acción sobre la materia es una acción con la
materia, en la que la coordinación entre los humanos y la naturaleza se establece a
través de la imitación, la semejanza y la indexicalidad (Stasch, 2016; Pitrou, 2012).
Desde esta perspectiva, “la imitación no es un simple calco de un ser viviente en un
objeto técnico. La mediación […] se realiza por la vía de analogías [...] la naturaleza
es percibida a través de una grilla de análisis técnico” (Provost, Kamili y Pitrou, 2020:
213). Es decir, la mirada sobre la naturaleza y los sistemas vivientes está orientada
por un proyecto técnico.
El control de hormigas en los inicios de la modernidad descansaba en un
accionar técnico basado en la imitación, activando propiedades sensibles vinculadas
a ellas, tales como el olor fétido, los colores negro y rojo, o empleando como
insecticida el propio cuerpo de estos insectos. Asimismo, las recetas caseras y los
preparados anti-hormiga, empleados en Misiones en las primeras cadas del siglo
XX, corresponden a saberes no especializados, de apropiación colectiva. En los años
siguientes, las hormigas —individuadas como plaga y aisladas del tejido
interespecie— serán neutralizadas mediante máquinas u órganos de transmisión y
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conversión de fuerza, que sustituyen gestos (Leroi-Gourhan, 1971). Estos artefactos
remiten a la técnica como trabajo humano, detentado por un propietario o autor.
Camino de hormiga
Las denominaciones guaraníes, retomadas en el vocabulario jesuítico del siglo XVII
nombran a las hormigas particularizándolas, de acuerdo a sus hábitos, su asociación
con ciertas plantas, o en base a propiedades sensibles, tales como el olor. Y, si bien
estamos lejos de los cuarenta y dos nombres con los que los Achuar distinguen el
universo fórmico (Descola, 1988: 118), la lista guaranítica evidencia un vínculo de
familiaridad entre humanos y hormigas. Así, en el Tesoro de la lengua guaraní
(Montoya [1639], 2011) aparecen mencionas las siguientes: la hormiga que se come
(Ysa: hormiga que se come; Ysau: rabadilla de esa hormiga, Montoya, 2011: 642); la
hormiga que vuela (Kyvu kyvu, Montoya, 2011: 288); la hormiga que sale cuando
llueve (Tasy rẽ, del género Ecyton, Montoya, 2011: 532); la hormiga que se cría en la
madera (Kupi’i, termitas, Montoya, 2011: 279); la hormiga grande (Ta’o, Montoya,
2011: 520).
A este repertorio, se agregará luego la hormiga taracutî, registrada por Restivo
(1893: 333).10 Una única frase del Tesoro de Montoya da cuenta de la tensión entre
las hormigas y los humanos agricultores (“hormigas que comen el brote del grano de
maíz y no lo dejan crecer”).11
10 La edición de 1893 del Vocabulario de Restivo incluye la denominación tarac de von Martius (1794-
1868) para la hormiga taracutî (Restivo, 1893 [1722]: 333).
11 Tahy oipyrykytîngog avati heñoi águi (Montoya, 2011: 477).
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La expresión “camino de hormiga” es mencionada con el significado de sendero
formado por el tránsito (tahy rape yi, Montoya 2011: 400). Este ejemplo, y otros de
caminos de animales salvajes (víboras, antas), serán eliminados al pasar en limpio el
texto de Montoya. Así, el manuscrito Phrases Selectas (1687), privilegiará los
significados más abstractos y antropocéntricos del término, tales como el camino de
la virtud, el de Dios o el del infierno (Chamorro, 2014).
En consonancia con lo observado por Posey (1979) a mediados del siglo XX en
la agricultura itinerante de los kayapo, los escritos guaraní—jesuíticos no contienen
expresiones relativas a la hormiga como plaga.12
Las distintas clases de hormigas vuelven a aparecer en los relatos de los viajeros
que recorren la región de Paraguay y Misiones durante el siglo XIX.13 Félix de Azara
en su viaje de 1809 registra la arara, la fairé o hedionda, otra negruzca preferida por
el oso hormiguero, y las kupii o termitas con sus nidos llamados tacurús. Alerta acerca
de la arará, señalando que esta hormiga “es muy abundante porque no sólo se
encuentra en todos los grandes árboles de los bosques sino también en los pequeños,
con tal de que estén secos y su corteza resquebrajada” (Azara, 1943:70).
El médico suizo Rengger, viaja por el Paraguay en los años 1818 a 1826, hace
un inventario de hormigas, mencionando la isahu (género Atta, no señalada por
12 En las aldeas guaraníes actuales de Misiones, nos mencionaron que el control de la hormiga akeke
(cortadora) se efectúa esparciendo ceniza o empleando embé (Phylodendron selloun) como
insecticida.
13 Recorriendo el litoral del Brasil, también Saint Hilaire (1833) menciona las hormigas como un flagelo
para la agricultura.
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Azara). A propósito de esta hormiga —y de otra rojiza, provista de dos púas a los lados
del tórax—identifica prácticas jardineras:
(…) lleva a su vivienda no solo las hojas, sino también semillas de diferentes
plantas, las que sin embargo […] no le sirven de alimento […] sino más bien para
la de una variedad de ácaros que frecuentan los nidos, y de cuyo jugo se alimentan
las hormigas (Rengger, 2010: 206-207).
La arará (del género Camponotus) es señalada por el hecho “que posee un órgano
que elabora un ácido muy corrosivo y maloliente” (Rengger, 2010: 207), notando la
predilección de esta especie por el naranjo.14 Identifica también la tahyi né u hormiga
fétida, y otra hormiga, denominada tahyi poti (del estiércol), de aparición reciente en
la ciudad de Asunción. Como una categoría aparte registra las termitas, advirtiendo
que Paraguay está inundado de estas en algunas zonas, y que si bien no dañan las
plantaciones, inutilizan la tierra con su nidos o tacurús.
Los relatos de hormigas de los demás viajeros que recorren la región a fines del
siglo XIX enfatizan la cantidad como propiedad distintiva. Retienen el carácter
monumental de los nidos y hacen referencia a las especies legionarias o de corrección
(género Ecyton). Así, el botánico Holmberg (1887) manifiesta su decepción por no
haberse topado con dicha especie. Relata:
14 Un relato actual, recogido por Keller (2015) en una aldea guaraní de Misiones, menciona que el
primer ancestro creó las serpientes venenosas, que en ese entonces se llamaban arara’a, y luego las
transformó en hormigas para que al morder no matasen.
14
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Desde que he penetrado en Misiones he buscado [...] un animalito [...]: me refiero
a la Hormiga “Corrección”. Carlos Rodríguez que había estado ya en Misiones en
1883, me la describió: “Cuando una de esas columnas penetra en la tienda, es
mejor rendirse y disparar. Si uno está dormido [...] no tarda en despertar [...]
Cuando se apoderan de las provisiones [...] solo dejan las cajas o los tarros. Son
devastadoras y tanto más molestas cuanto que viajan principalmente de noche”.
Durante todo el viaje no las hallamos (Holmberg, 1887: 228,229).
El repertorio de leyendas de la región de Ambrosetti (1917) incluye una referida a esta
hormiga. Allí, se narra lo siguiente:
Una noche, hallándonos comiendo en una casa de Tacurú Pucú,15 sentimos un
inusitado tropel de ratones por el techo, y vimos caer unas cucarachas y grillo
sobre la mesa, inmediatamente corrió el grito: ¡la Corrección! ¡la Corrección! y
todos salimos fuera. Un inmenso ejército de hormiguitas había invadido la casa
por un costado” (Ambrosetti, 1917: 63).
Y, agrega:
Muchas personas cuando encuentran la Hormiga de Corrección la convidan para
que pase por sus casas, para que las limpien; algunos lo hacen en verso como
estos:
hormiguitas, hormiguitas
pasen por casa juntitas
15 Puerto sobre el Alto Paraná, en los yerbales de la Industrial Paraguaya. Debe su nombre al hecho
que “a un extremo de la calle se levanta un enorme tacurú de tierra colorada de cuatro metros de alto”
(Ambrosetti, 1894: 85).
15
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para limpiar los rincones
que están llenos de bichos y ratones (Ambrosetti, 1917: 64-65).
Por su parte, Bourgoing (1894), en el relevamiento que hace del río Ipané, en
Paraguay, advierte: “Nada he dicho de ciertas hormigas que hacen irrupción de noche,
y suelen avanzar la cama y cubrir totalmente el cuerpo del que duerma en el suelo, y
aún de aquellos que lo hacen en hamacas “(Bourgoing, 1894: 76). En su relato
también menciona la tajhi-né u hormiga hedionda, sugiriendo que sería más apropiado
denominarla aromática, ya que el olor que despide es sólo particular y proviene de
una planta de la que se alimenta (tajhi kaá o hierba de la hormiga).
Las nubes de hormigas voladoras, asociadas a los meses de calor, aparecen en
los relatos de estos viajeros. Ambrosetti (1892) escribe: “La tierra colorada continuaba
llena de Tacurús no muy altos y como era la época del vuelo nupcial marchábamos
entre una nube de hormigas” (Ambrosetti, 1892:59). También Bourgoing (1894) narra
su recorrido por la región, durante el mes de enero, acompañado por “una espesa
nube de hormigas voladoras”.
La corrección se convierte en un motivo recurrente de los relatos de ficción
escritos por los inmigrantes —y también en los del escritor Horacio Quiroga,16 afincado
en Misiones a principios del siglo XX—, como es el caso de la narración hecha por un
joven colono suizo en 1947:
Rosas y cucarachas no tengo más porque me vinieron a visitar las de la
‘corrección’, hormigas en una onda muy refinada: plantas un árbol y al otro día
16 Escritor uruguayo (1878-1937.
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está pelado, sin hojas y el tronco cincelado, si no las extirpaste antes con veneno,
gas o humo (Schegg, 1947).17
Más recientemente, en un concurso histórico—literario sobre la inmigración alemana
en Misiones realizado en 2003, dos de los relatos —escritos por descendientes y
personas no directamente involucradas en la experiencia pionera—, consisten en
narraciones acerca de la hormiga corrección. Ambientados en la zona de monte del
Alto Paraná misionero, evocan vivencias de mujeres extranjeras. En uno de ellos, se
lee:
Una noche [...] escucharon que los perros ladraban con un tono distinto al habitual.
Más bien parecía un lamento […]. Un ejército de hormigas llamadas corrección,
venían desde el monte, cubrían el patio, la casa con los muebles y camas.
Arrasaban con todo [...] Media hora después las invasoras se retiraron […] La casa
había quedado libre de cucarachas y arañas (Sikora, 2003: 153).
En otro caso, el acento está puesto en el contrapunto entre los europeos y la población
nativa. Dice así:
Pasó la vieja María [local] y viendo innumerables hormigas muertas sobre el piso
(…) le dijo: ¿Qué ha hecho mujer? La joven [sueca] orgullosa, le dice, como ve
menos mal que le pude a todas, las maté. La vieja, como largando un poco de su
ciencia, le dice: lástima che mataste la corrección, si la dejas hacer, no la molestas,
te hubiera comido todos los bichos de la casa y luego se alejan sin causarte daño
(Sahlin, 2003:144).
17 Relato inédito del colono D. Schegg, fechado en 1947 y remitido a la Comisión Social Suiza.
17
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La primera referencia al control de las hormigas en la región figura en el relato
de Rengger (2010), de las primeras décadas del siglo XIX, cuando menciona que los
campesinos paraguayos utilizan la enemistad entre especies para combatirlas. Así,
las ararás (Camponotus) son alejadas incentivando a las hormigas rojas con púas que
habitan en los montes. Un siglo y medio más tarde, Posey (1996) observó entre los
kayapo la utilización de las hormigas Azteca sp. para repeler a la saúva (Atta spp.)
que corta las hojas.
Rengger registra también el primer antecedente de vínculo mediado por
artefactos entre los humanos y la hormiga isaú (Atta spp.), especie que se configurará
como principal amenaza para la agricultura de la zona. Así, describe la técnica de
combate de hormigas mediante la acción de insuflar al interior del nido vapores
sulfurosos por medio de un fuelle, afirmando que los jesuitas emplearon este medio,
cuando aún estaban en Paraguay” (Rengger, 2010: 206).
El azufre, mezclado con especies animales y vegetales, constituirá el ingrediente
básico de los preparados anti- hormigas incluidos en los manuales de agricultura de
la modernidad temprana, encaminados a descifrar secretos y mensajes de la
naturaleza, antes que a la imposición de técnicas para dominarla. En trabajos
anteriores, subrayé la convergencia de este pensamiento con los sistemas técnicos
imbricados en procesos vitales, tales como la agroecología.
La técnica como imitación: simpatías anti-hormiga
La imitación desempeña un rol en la sintonización del hacer humano y los procesos
vitales. La simpatía, una de las figuras de la semejanza, propia del pensamiento
occidental pre-moderno, crea una relación de actividad entre dos entidades sin
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conexión directa, en la que la acción de una induce
el mismo comportamiento en la otra.
Los compuestos para combatir hormigas, contenidos en el Libro de los secretos
de la agricultura, escrito por Fray Miguel Agustín en el siglo XVII y publicado en
Cataluña (España), utilizan los parecidos manifiestos con el fin de alejarlas. Las
técnicas de control imitan el olor hediondo, los colores negro y colorado y el sabor
amargo o salado. Otros procedimientos aconsejados operan de forma mecánica, a
través de la consistencia aceitosa, los líquidos, la textura de polvo y la acción del calor.
De este modo:
Cazareis y matareis las hormigas, tomando alguna de ellas […] las quemareis
junto al lugar donde están las otras, y con la hediondez de ellas las otras huirán;
Si las queréis sacar de sus hormigueros, tomareis cáscaras de caracoles, y las
quemareis […] las mezclareis con estoraque líquido [bálsamo muy oloroso],
echándolo en los nidos. El propio efecto hará, si ponéis alrededor del nido orégano,
y azufre […]; también si tomáis goma fétida, y la desatáis con aceite, y la echáis
dentro, rociándolas;
Dice Palladio, que si dichas hormigas tuvieren nido que le echéis dentro un
corazón de avechucho [ave de figura desagradable];
Plinio trae otro remedio […] y es que tapéis muy bien todas las bocas de los nidos
con lodo de mar, o con ceniza amasada con agua salada;
Quitareislas de los árboles, si los ungís los troncos con hiel de buey mezclada con
pez [sustancia resinosa, pegajosa], y heces de aceite […] Otros toman pez prieta
y la cuelgan en el árbol, y de esta manera se van las hormigas;
Si las queréis quitar de su lugar, tomareis orégano seco, y hecho polvos, lo
derramareis […], y luego se irán;
19
Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
Guardareis no se suban a los árboles, si tomáis altramuces [legumbre], verdes, y
amargos y machacados, el zumo de ellos mezclado con aceite, y ungidos los
troncos de ellos junto a la tierra todo el contorno;
También huirán si tomáis el corazón de la abubilla [pájaro insectívoro de olor fétido
y canto monótono], y lo ponéis donde hacen daño;
Muchos afirman, que el corazón del murciélago prohíbe la salida de las hormigas
de sus nidos, más el azufre es mucho mejor, por el mal hedor que les da;
Otros toman cera, y la ponen apretada por todo el contorno del tronco del árbol
amasándola y poniéndola de la parte de encima, a modo de taza cóncava, y esta
la llenan de agua, y de esa manera se les impide la subida;
Finalmente destruiréis las hormigas, si tomáis libra y media de azufre, y lo derretís
en una olla nueva de barro, […] y puesto al fuego, hasta tener el color medio
colorado […] rociareis los montones y nidos de las hormigas, y troncos de los
árboles, las cuales quedarán muertas o huirán (Agustín, 1722:158-159).
Los procedimientos contenidos en estas instrucciones son técnicas que actúan por
contagio, imitando a la naturaleza y operando sobre semejanzas ostensibles. Lejos de
ser el producto de una función fabuladora, son como los mitos: “preservan modos de
observación y de reflexión adaptados a descubrimientos que autorizaba la naturaleza,
a partir de la organización y la explotación especulativas del mundo sensible en
términos de sensible” (Lévi- Strauss, 1962: 25).
Su vigencia es atestiguada por prácticas actuales, tales como la relatada en el
año 2015, en una granja agroecológica de Misiones, consistente en ahuyentar a las
hormigas procediendo de este modo: “Descuartizar varias hormigas y distribuir las
20
Revista Redes 57 – ISSN 1851-7072
partes entre las plantas. Esto hace que al ver restos de su propia especie, no vuelvan”
(entrevista, 2015).
Un formato de este tipo también es consignado en la región por el ya mencionado
escritor Horacio Quiroga, cuando narra el benzimiento18 para ahuyentar langostas: “el
dueño del rozado mantiene tres langostas sobre un troncón, el vencedor [benzedor]
gira a su alrededor con los brazos al aire, murmurando: Langosta que viniste a comer
el maíz a los pobres, yo te mando: ¡Salí!” (Quiroga, 1969:38).
La regulación interespecie constituye otro formato de acción técnica. A principios
del siglo XX, el padre Müller registra entre los guaraníes del Alto Paraná paraguayo,
un procedimiento anti-hormigas que consiste en la prohibición de comer carne de tatú
(Dasypus sp, que se alimenta de hormigas) antes de que el maní grande haya
germinado, porque si no lo devorarán las hormigas (Müller, 1989: 38).
Los campesinos del nordeste de Brasil, a su vez, neutralizan el avance de las
hormigas mediante prácticas culturales, plantando en los bordes de la roza plantas
consideradas fortes, tales como el sésamo, la fava y la mamona, que protegen a las
plantas fracas o débiles, cultivadas en el centro (Woortmann, 1997:103).
La cocina de la defensa agrícola
La semejanza entre la cocina y el laboratorio pre-moderno radica en el hecho que
tanto el cocinero como el alquimista se enfrentan a las tendencias anarquistas de los
18 Palabra portuguesa utilizada en Misiones que significa “dar la bendición”.
21
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materiales, sin tratar de imponer una forma sino combinando y dirigiendo los flujos de
la propia materia (Ingold, 2013: 226-27).
Los procedimientos de defensa agrícola, catalogados por Horacio Quiroga
durante su estancia en Misiones, en su doble condición de escritor y agricultor,
constituyen técnicas de reorientación del rizoma animal mediante el empleo de
elementos disponibles en el espacio doméstico.19
Elabora una lista de prácticas anti-hormigas corrientes en la zona, encaminadas
a la protección de los árboles frutales, que concluye con un artefacto de su invención:
el círculo doble anti— hormigas. Las técnicas enumeradas son las siguientes:
1) Corona de espartillo: procede por entorpecimiento para la marcha. Puede dar
resultado sólo si se trata de un árbol que no ha sido atacado nunca por las
hormigas. Estas conservan memoria de lugares donde hallaron para comer;
2) Corona de lana cardada: más eficaz que el anterior. Teme el agua que
apelmaza las fibras;
3) Corona de cerda: muy útil si está bien hecha. Aceitándola se tornaría casi
infranqueable. Cualquier cosa aceitosa es camino temible para las hormigas;
4) Corona de tiza: aplicada sobre el tronco, en una parte que ofrezca poca
aspereza, es infranqueable por resbalamiento. El polvo y el agua destruyen su
eficacia;
19 En las instrucciones impartidas a su empleado, Quiroga escribe: María me pide veneno para las
hormigas. Si quiere usted dar una vuelta por el taller de casa, hallará como prepararle […] Por allí debe
de haber arsénico, azufre […] y aserrín” (Carta a Isidoro Escalera, en Rodríguez, 1985: 130).
22
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5) Arandela simple: puede ser eficaz cuando el árbol no ha sido frecuentado. La
eficacia es en el entorpecimiento del avance;
6) Arandela doble: la más recomendable hasta que apareció la aplicación del
círculo doble;
7) Sombrero de cerda: muy ingenioso, aprovechando la ventaja de la arandela
(aquí hecha de arpillera) y de los flecos de cerda. Bien construido de manera que
los flecos no toquen el tronco con los vientos, es muy útil;
8) Papel matamoscas: muy recomendado por la Estación Experimental de Bertoni
en Iguazú. Parece que allá la pega-pega conserva por meses su viscosidad a sol
y a sombra. Más al sur [en San Ignacio, hábitat de Quiroga] no resiste dos días de
sol. A la sombra presta más servicios. Pertenecería este procedimiento a los de
urgencia;
9) Círculo de naftalina: resiste casi un mes de sol. Al no impedir la llegada al tronco,
la hormiga sabe que está en buen camino y solo se la quiere fastidiar;
10) Estopa empapada en alquitrán; muy bueno pero fugaz;
11) Pisón: con un palo aplastar la entrada al nido;
12) Cáscaras de naranja y hojas de curupicaí: así como en Colombia protegen los
cacaotales sembrando batatas para que los pecaes se entretengan con estas y
no avancen sobre el cacao, en las huertas se desparraman cáscaras de naranjas
y hojas de curupicaí;20
13) Círculo doble: es el único sistema infalible para defender un árbol. La
experiencia originaria consistió en un círculo también doble, pero soldado en su
parte inferior a un disco de metal, de modo que pudiera retener agua. Las hormigas
20 Nombres comunes: Lecherón, Kurupikai, Pega pega, Mata ratas.
23
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no pasaban Difícil e inaplicable a árboles de copa ya formada (Quiroga, 1969: 50-
52).
Sobre este invento, comenta: “Las hormigas pueden salvar la primera barrera, […]
pero jamás trepan por el segundo. Los motivos pueden ser dos: […] creen que se han
equivocado […] o creen simplemente que es inacabable la serie de barreras” (Quiroga,
1969: 53).
La continuidad entre la cocina y la defensa agrícola también es perceptible en la
denominación de los preparados fungicidas caldo bordelés y caldo borgoñón,
recomendados por el naturalista Bertoni para la agricultura de la región. Del mismo
modo, gran parte de los compuestos para controlar insectos de la agricultura orgánica
contemporánea, involucran ingredientes alimenticios, tales como la albahaca o la
cebolla, y se difunden bajo el formato de recetas de elaboración casera, por fuera de
los marcos de la autoría y propiedad intelectual.
En una granja agroecológica de Misiones las prácticas domésticas de combate
que me mencionaron fueron la siguientes: “Además, de jabón común, y los preparados
con ortiga, la lucha contra las hormigas y otros insectos, se hace con tierra de
diatomea, un insecticida ecológico que se compra en las agroveterinarias” (entrevista,
2015).21 Y también: Si aparecen las hormigas, soluciono con arroz o pan. Esos
alimentos, al ser llevados al hormiguero generan un hongo que es tóxico para ellas, y
con eso se las combate” (entrevista, 2015).
21 Tierra de diatomea es una roca sedimentaria con sílice que es utilizada como pesticida natural no
venenoso en la agricultura biológica.
24
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Campo versus monte: las hormigas y la agricultura
Las décadas iniciales del siglo XX constituyen en Misiones un momento estratégico
de la relación entre los humanos y las hormigas. El afianzamiento de la colonización
agrícola implicó el desplazamiento desde las estrategias caseras, y el empleo de
sustancias multipropósito, hacia la acción de las máquinas hormiguicidas y de
productos específicos.
El “fenómeno hormiga” es propio de las zonas de campo en las que se inició la
colonización agrícola, presentando menor intensidad en las áreas de monte. El ya
mencionado escritor Horacio Quiroga publica en 1914 una nota sobre las hormigas,
señalando:
Cuando la colonización polaca se instaló en el territorio, su primer canto de gloria
fue a la fertilidad del país [...] Plantaron maíz que creció admirablemente hasta
cinco centímetros, y desapareció de golpe. La hormiga minera, hastiada ya de su
dura vida entre incomibles espartillos, se consideró bien feliz con la colonización
polaca (Quiroga, 1969: 47).
Y, continúa: “Los polacos (...) han llegado a una fórmula sencilla (...): que haya para
la hormiga y alcance para el polaco” (Quiroga, 1969:48). Prosigue, señalando que: “La
especie realmente desastrosa es […] la minera, y su radio de acción muere en el
campo. No sólo no existe en el monte, sino que desaparece muy pronto de un pastizal
tupido o un rebrote de bosque” (Quiroga, 1969: 50).
También en otro texto, escrito en 1917 por un inmigrante italiano y denominado
“La agricultura en Misiones”, se afirma:
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De agricultura […] en Misiones no se puede hablar [...] colonias solamente existen
dos: Apóstoles y Azara. Pero la tierra de aquella colonia, de por pobre ya está
exhausta y la terrible “hormiga minera” se aprovecha; así que los pobres polacos,
poco a poco levantan su campamento y llegan a establecerse […] donde el monte
todavía impera, el terreno es más fértil y las hormigas menos dañinas (Zamboni,
2005: 17).
En coincidencia con estas observaciones, el especialista agrícola enviado por el
gobierno nacional para diseñar el desarrollo agrícola del territorio, advierte: “La
preocupación más grande del agricultor en Misiones, especialmente del que trabaja
en el campo, es la hormiga […] En el monte la hormiga está muy distante de ser un
enemigo tan temible como lo es en el campo” (Yssouribehere, 1904: 75).
Un colono suizo, instalado en Misiones en 1926, rememora las dificultades
enfrentadas en el cultivo de verduras. Relata: en medio del bosque sembré verduras,
rabanitos, lechuga, repollo y todo lo demás, esperando que en el buen suelo con
humus todo iba a crecer. Pero no creció nada. No me lo podía explicar” (Roth en
Gallero, 2014: 124). El fracaso se esclarece a partir de la experiencia de otro
productor, que le narra lo siguiente:
Había plantado algunos cientos de repollos cerca de aquí, en filas rectas.
Empezaron a crecer, pero una mañana una de las filas no estaba más […] Estaba
enojado. Entonces que algo se movía en el suelo: ¡era un pedazo de hoja de
repollo, que estaba caminando por el suelo! Miré hacia abajo y vi ¡una minúscula
hormiga que se estaba llevado la hoja! (Roth en Gallero, 2014: 124,125).
El relato continúa:
26
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Las hormigas no comen las hojas del repollo, las hormigas son jardineras. Con las
hojas cultivan hongos […] Eché un cubo de agua caliente sobre el nido. Ese
hormiguero estaba liquidado […] Pero […] hay más de un hormiguero. Las
hormigas son una plaga terrible. Son las llamadas cortadoras de hojas […]
También se pueden llevar las semillas” (Roth en Gallero, 2014: 124, 125).
Y concluye: “Efectivamente constaté que las hormigas se llevaban la semilla, antes de
que brotara. Pero, ¿cómo matarlas? ¿Con agua caliente? Yo tenía cien hectáreas de
campo. ¿Cómo vencer a las hormigas?” (Roth en Gallero, 2014: 124, 125).
Es decir, en el marco de la colonización agrícola en Misiones, la observación
minuciosa de los sistemas vivientes por parte de los agricultores no estuvo
acompañada de acciones tendientes a sintonizar el hacer humano con los procesos
vitales. De este modo, el ataque de insectos y hormigas limitó el desarrollo de la
horticultura en la provincia. La actividad sólo tomará impulso en las tres últimas
décadas de la mano de la agricultura orgánica, la hidroponía y la agroecología en
general.
El ataque a las madrigueras: máquinas y sustancias
El problema de las hormigas se concentra en las especies con nidos subterráneos,
especialmente nocivas para la agricultura. El ataque a las madrigueras comprende la
expansión de sustancias, a través de bombas hormiguicidas. Las máquinas y los
productos químicos se convierten en agentes que imponen formas a la naturaleza.
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Enumerados por Quiroga, los procedimientos de ataque encaminados a la
destrucción de los nidos subterráneos muestran el paso de las prácticas domésticas
a los métodos autorizados:
1) Cianuro de potasio: pulverizado y puesto a la entrada de la cueva, se cubre
rápidamente de un montón de hormigas retorcidas […] Al día siguiente las
hormigas abren nuevas bocas a sus galerías;
2) Carburo de calcio: se trata de lanzar dentro de las galerías una cantidad tal de
acetileno que asfixia a las hormigas. Si el procedimiento no es caro, su eficacia es
dudosa, por cuanto sería menester descubrir antes todas las bocas de las galerías
y taparlas;
3) Fariña [harina de mandioca] con estricnina: el punto débil es que si la primera
noche un poco de fariña desaparece después queda intacta;
4) Sulfuro de carbono: magnífico cuando se opera en el hormiguero a flor de tierra
[…] En la hormiga minera su eficacia es grande en 10 o 20 metros de galería […]
Para un trabajo a conciencia sería menester tapar todas las bocas e inyectar
cantidades heroicas de sulfuro. Y esto es muy caro.
5) Emulsión de jabón y kerosene. Útil en grandes cantidades. Pertenece al género
de hormiguicidas a larga paciencia„
6) Creolina: Muy recomendable en casos nocturnos de urgencia, para obstruir
momentáneamente 2 o 3 metros de galería amenazante;
7) Máquina insufladora de vapores de azufre, arsénico, etc. Es incontestablemente
lo mejor, y de éxito más seguro cuando se pueden vencer sus inconvenientes de
peso, demora en encender el hogar, necesidad de dos hombres, etc.;
8) Máquina de auto-combustión: con ella se salvan todos los inconvenientes
anteriores, por tratarse de una maquinita que se lleva en el bolsillo y que una vez
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puesta en el lugar permite a su dueño tapar una por una las bocas de escape
(Quiroga, 1969: 54).
Paulatinamente, las listas de procedimientos caseros darán paso a la bomba
hormiguicida como método de control autorizado por el estado. El ya mencionado
especialista en agricultura, enviado por el gobierno nacional al territorio de Misiones,
especifica:
Las máquinas hormiguicidas […] que la Gobernación ha distribuido entre muchos
colonos son las de Gubba y Spalla […] la condición que estos aparatos deben
llenar […] es la de que los vapores del hormiguicida sean impelidos hasta la mayor
profundidad porque la “hormiga minera” que es la de las cuchillas lleva su hoya
hasta muchos metros debajo del nivel del suelo” (Yssouribehere, 1904: 75).
La bomba fabricada por Gubba y Cía., denominada “Hormiguicida Argentino” (patente
nº 1563, obtenida en el año 1895), tendrá amplia difusión en el país. En el año 1901,
la empresa demandará por falsificación de invento a los creadores de otra bomba
llamada “Hormiguicida infalible”. El fallo que rechazó la demanda se basó en el hecho
que las tres partes que componen estos artefactos (fuelle, caja de combustión y tubo
inyector), constituyen elementos conocidos, pertenecientes al dominio público
(Astigueta, 1905: 138-143).
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Figura 1. Bomba Hormiguicida Roma
Fuente: Reconstrucción propia en base a información de trabajo de campo.
Figura 2. Bomba Hormiguicida Spalla
Fuente: Reconstrucción propia en base a información de trabajo de campo.
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El tratado de agricultura subtropical escrito por el naturalista suizo Bertoni (publicado
en 1903, 1926 y 192722) incluye una sección referida a las hormigas, de autoría
compartida con sus hijos: Winkelried, entomólogo, y Guillermo Tell, Director de
Agricultura y Defensa Agrícola, en la que se menciona el uso de las bombas
hormiguicidas.
Allí se afirma que deben ser combatidas las hormigas ihsaú (Atta sexdens) y las
akeke (varias especies de Acromyrmex) porque debilitan a las plantas y favorecen el
desarrollo de parásitos. También las araraá (Camponotus senex) (Bertoni, 1928: 350).
Esta última “cultiva y proteje cochinillas y otras plagas de los frutales para comer la
sustancia azucarada que ellas segregan” y la defensa consiste en quemar y cortar
las ramas secas en las que se alojan y polvorear los caminos con Verde de Paris
(Bertoni, 1928: 357).23
Las hormigas cortadoras que viven en grandes colonias se destruyen con sulfuro
de carbono, insuflado con bombas hormiguicidas, y a través de los procedimientos
usuales de inundación.
Las instrucciones contenidas en el manual acerca de las proporciones de sulfuro
de carbono a emplear —medio kilo para minas pequeñas, y hasta 5 kg para las
grandes—, así como el modo de proceder —se coloca el sufuro (líquido) en cada boca,
22 En las últimas ediciones bajo el nombre de Agenda & Mentor agrícola. Guía del agricultor & colono
con el calendario de todos los trabajos rurales.
23 Es uno de los primeros insecticidas, inicialmente, a principios del siglo XIX, se trató de un pigmento
verde intenso utilizado en pintura artística, que pasó al campo insecticida en las últimas décadas del
siglo XIX, una vez establecido su efecto tóxico.
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se espera 10 minutos y se prende un fósforo para hacer la explosión— ponen de
manifiesto la administración doméstica de las sustancias. En el caso de los nidos
inactivos (invierno y verano), o muy grandes, el manual propone un método
combinado, consistente en: “aplicar vapores de azufre con [bomba] Hormiguicida
habitual para comprobar que las galerías no estén obstruidas y que los agujeros
elegidos comunican con toda la mina, tratándola luego con el sulfuro de carbono”
(Bertoni, 367, 368).
Describen dos modelos de aparatos hormiguicidas: el de émbolo o pistón para
minas pequeñas y otro más potente, de ventilador con movimiento circular tipo
“Búffalo”. Las instrucciones presentadas corresponden a la bomba pequeña y
comprenden las siguientes operaciones: “limpiar la superficie que abarca la mina y los
agujeros principales en los que se ha de operar. Tapar los demás agujeros. Colocar
el aparato al lado del agujero, conectando a la hornalla e introduciendo caño flexible
en el agujero. Se introducen carbones encendidos en la hornalla y cuando las brasas
están bien encendidas se esparce el ingrediente (media cucharada) y se opera con la
bomba para descubrir todas las bocas del hormiguero que se taparán. Una vez bien
tapados se abre el aparato y se agregan varias cucharadas más. Si cierra rápido y se
bombea hasta que se dificulte el funcionamiento del pistón, lo que indica que la mina
está llena de gas” (Bertoni, 1927: 368, 369).
Par combatir la hormiga Akeke (cortadora) el agente hormiguicida más eficiente
es la creolina.24 Para las que habitan en el monte —kupií (termitas) y arará— el Verde
24 Desinfectante natural que se extrae de la destilación seca de la madera. El residuo que queda
(creosota) se usa desde 1888 para elaborar diferentes compuestos destinados a la limpieza y
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de Paris. Sin embargo, dado que la mayoría de los agricultores no tiene a mano las
sustancias indicadas, y menos los aparatos, se requieren medios prácticos de
urgencia. Entre estos:
Es muy bueno el que ha sido aconsejado con insistencia por el agrónomo nacional
[paraguayo] Juan G. Figueredo: consiste en poner en el camino de las hormigas
ciertas materias vegetales que éstas apetecen mucho y aún prefieren a varias
plantas cultivadas. Por ejemplo, los brotes de la mandioca para los algodonales
germinando o muy nuevos (…) pudiendo servir las hojas de otras euforbiáceas,
como las de la Mandioca silvestre y del Kurupikaíh” (Bertoni, 1928:370).
Es decir, la acción cnica imbricada en las prácticas de las hormigas sólo es tenida
en cuenta como sustituto menos costoso, ante la carencia de máquinas y a los agentes
químicos.
La lucha contra las hormigas pone en tensión la valoración de la naturaleza por
parte de dos figuras pioneras del ambientalismo local: el naturalista Moisés Bertoni y
el escritor Horacio Quiroga. Baratti y Candolfi, los biógrafos de Bertoni, trazan un
paralelo entre éste y Quiroga, señalando que para ambos la naturaleza es una realidad
que regenera y purifica, con la que, sin embargo, hay que luchar para someterla a los
fines del progreso. La contradicción es más palpable en Quiroga en cuyos relatos
“llega incluso a la negación absoluta del antropocentrismo y a la adopción del punto
de vista […] del ecosistema silvestre “(Baratti y Candolfi, 1994: 180-181).
desinfección. Los colonos alemanes- brasileros que arribaron a Misiones en las primeras décadas del
siglo XX empleaban la creolina también como medicamento humano (Gallero, 2016).
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En los relatos de los colonos, el combate de hormigas combina las estrategias
de tipo doméstico con el uso de sustancias y bombas. Así, un agricultor inmigrante
establecido en los valles centrales de Misiones en 1936, narra en sus memorias:
Además de los yuyos teníamos que lidiar con un enemigo subterráneo cuyo
número constituía una legión. Contra esta, es decir la hormiga podadora, se
incorporaban las tropas ligeras [los hijos menores]. Ellos relevaban las
plantaciones y por cada nido que descubrían y destruían obtenían un huevo frito
(Schegg-Loher, 2006: 6).
Y, continúa:
Por el año 1950 me visitaron dos buenos amigos. Atravesamos todas mis
plantaciones, donde había miles de plantas apenas dañadas por el enemigo del
campo: las hormigas. Uno de los amigos preguntó: ¿Cómo has logrado? Esto […]
sólo requiere perseverancia. Con los diferentes venenos, siempre detrás de esos
subterráneos, especialmente con sulfuro carbonato (Schegg-Loher, 2006:17-18).
En una visita al campo de estos amigos, en las proximidades de la ciudad de Posadas,
observa:
Habían plantado unas 4 ha de maíz, que ahora habían crecido 4 cm. Las mineras
[hormigas] estaban laboriosas […] Con 5 peones empecé a relevar los campos
buscando las entradas. Marcábamos con varas los agujeros que a menudo
alcanzaban el grosor de una mano. Luego al día siguiente comenzábamos a
bombear sulfuro en los túneles (Schegg-Loher, 2006: 17,18).
Del empleo generalizado de estos artefactos en Misiones da cuenta un relato de
ficción, de tinte realista, ambientado en la zona de campo, al sur de Misiones, a
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mediados del siglo XX.25 Dice así: “Cuando su padre mataba las hormigas en la chacra
[…] andaba él con una especie de fragua con una turbina portátil para insuflar el
veneno: gamexane26 o arsénico que se ponía en una hornalla con brasas que calzaba
justo dentro de esa turbina” (diario El territorio, 23/05/21).
Las plantaciones mono-especie que acompañan el desarrollo de la agricultura
en Misiones a lo largo del siglo XX mantienen con las hormigas vínculos de variada
intensidad. La yerba mate, el cultivo poblador, constituye una especie de escasa
preferencia para las hormigas que sólo efectúan ataques leves en las plantaciones
nuevas (diario El territorio, 12/12/20). Esta capacidad es tenida en cuenta por los
pequeños agricultores de la frontera agraria que escogen la yerba mate para marcar
el dominio de las parcelas no habitadas dentro del repertorio de perennes utilizados
para tal fin. Afirmaciones como esta, resultan frecuentes: “en la chacra nueva planté
yerba, conviene más porque no le agarra tanto la hormiga como al pino” (entrevista,
2013).
El tung (Aleuritis Fordii), una planta originaria de China y cultivada en Misiones
a partir de la década de 1930, resultó muy atacada por las hormigas. Un colono relata
en sus memorias:
Planté 4 ha de tung, de ésas existen hoy todavía tres, las hormigas liquidaron 1
ha, ésas son bastante fastidiosas. Planté tung en el medio del bosque, que es muy
apetecido por las hormigas como alimento. Miles de ellas cortan todas las hojas y
25 Zajaczkowski, Mario: "La historia de Lidia", diario El territorio, 23/05/21).
26 Gamexane o lindano también conocido como gamma-hexachlorociclohexano, descubierto por Teunis
van der Linden (1884—1965).
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las llevan a sus nidos. Envenené muchos de esos nidos, pero no encontré a todos
(Müller,1995: 32).
Las plantaciones forestales (pinos y eucaliptos), llevadas a cabo a gran escala en la
provincia desde la década de 1960, resultan especialmente agredidas y el combate
de hormigas representa el 75% del gasto en plagas.
La introducción del tabaco rubio (tipo burley) en la década de 1980 intensificó el
empleo de insecticidas en la pequeña agricultura de Misiones. La eliminación de las
hormigas cortadoras incluía el uso del polémico Mirex (dodecacloro pentaciclo
decano), incorporado en 2004 a la lista de contaminantes orgánicos persistentes. Los
pequeños agricultores continúan utilizando un producto emparentado, que me
describieron así:
Mirex casero, también le dicen ‘último viaje’. Es un cebo que se compra en la
veterinaria, preparado con cáscara de naranja, semilla de eucalipto y creo que
tiene Allemandi [producto hormiguicida argentino desarrollado a principios del siglo
XX]. Sólo para cortadoras, porque mi tierra piedrosa no es para la [hormiga] minera
(entrevista, 2021).
A partir de 2004, la sulfluramida —comercializada muchas veces con la denominación
Mirex aunque no contenga ese ingrediente—, y el fipronil,27 se difundieron como
alternativas menos contaminantes.
27 Molécula inventada por Bayer en l987, “no mata los microbios, no contamina la napa de agua” (diario
El territorio, 23/12/08).
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Convertida en razón de Estado,28 la hormiga pasa a ser objeto de un Programa
de Control de Hormigas Cortadoras, iniciado en el año 2004 e implementado por el
gobierno provincial a través de Comisiones de Control, integradas por representantes
de las cooperativas, ONG, agricultores y técnicos estatales.
Las sustancias químicas desempeñan un rol decisivo en la acción estatal de
exterminación. Así: “Más del 50 por ciento de los municipios de la provincia ya
recibieron el Sulfa Mirex en el mes de julio, ya que el momento ideal para su aplicación
en los nidos es antes de septiembre” (diario El territorio, 28/07/05).
El componente artefactual mantiene importancia estratégica y los municipios
más exitosos en el control, son premiados con equipos termo nebulizadores
denominados Multifog LF 2000, de procedencia brasileña(diario El territorio, 27/4/05).
Algunas prácticas recomendadas revelan intentos de sintonizar el hacer humano
con los sistemas vivientes. De este modo, se sugiere: “Evitar tener el suelo descubierto
desde septiembre a noviembre, ya que la hormiga minera enjambra y se asienta en
tierra colorada, y hacer un control de los nidos antes del vuelo nupcial (a comienzos
de la primavera)” (diario El territorio, 5/4/05).
El control estatal de las hormigas alcanza también a las aldeas indígenas:
Hubo fumigación de nidos de minera en una aldea mbya guaraní. Allí utilizaron una termo-
nebulizadora y productos agroquímicos de baja toxicidad, para evitar los daños que causa
28 La Ley XVI 5 (antes 454), sancionada 1974 y de consolidación normativa en 2009, establece en
su artículo primero: Declárase plaga de la agricultura y obligatorio su exterminio en todo el territorio de
la provincia […] a las hormigas depredadoras géneros denominadas comúnmente "minera", "cortadora"
e "Isaú".
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la hormiga a los cultivos, más aún en esta etapa del año [agosto], en que se realiza la
plantación” (diario El territorio, 3/08/05).
En la localidad de Puerto Rico (depto. Gral. San Martín, Misiones) el enfrentamiento
con la hormiga minera adquiere proporciones épicas. Uno de los participantes
expresa:
Arrancamos con el plan de lucha a la hormiga en el 2004 con un ataque masivo a
esta plaga. En ese año conformamos en Consejo Productivo Municipal y allí se
trazó como primer objetivo, la lucha contra la hormiga minera. Para eso la
Municipalidad adquirió mil kilogramos de hormiguicida y el Ministerio del Agro
aportó otros 500 kilogramos (…) Solamente con el hormiguicida no alcanzaba para
combatir la plaga, la Municipalidad decidió aportar una máquina, la termo
nebulizadora (diario El territorio, 27/01/06).
En una localidad vecina (Jardín América), el peligro representado por la hormiga
minera para el cultivo de frutillas y cebollas hace que el control se extienda a los
humanos. El ingeniero a cargo expresa: “hay leyes que sancionan a los colonos que
no se suman a combatirlas, pero muchas veces las ignoran (…) Disponemos de 100
kilos de hormiguicida para que pasen a retirar por la oficina quienes lo necesiten”
(diario El territorio, 20/2/2013).
El conocimiento de las prácticas de las hormigas es puesto al servicio de alertar
acerca de su peligrosidad. Un técnico relata: “en el caso de la hormiga minera, un
hormiguero normal con diez millones de hormigas necesita hasta 1500 kilogramos por
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año de hojas verdes para sus hongueras, donde producen un hongo específico que
es su único alimento” (diario El territorio, 20/2/2013).
En las plantaciones forestales, las hormigas cortadoras (géneros Acromyrmex y
Atta) son combatidas con medios químicos (insecticida Fipronil), en el marco de
manejo integrado de plagas. Las innovaciones más recientes están encaminadas a
reducir el impacto ambiental mediante la dosificación de los cebos, tomando en
consideración el radio de caminata de las hormigas. Producidos en una planta
industrial del Alto Paraná misionero, los porta cebos MIPIS29 son de 10 gramos para
las hormigas mineras, que caminan dos kilómetros y vuelven al nido, y de 5 gramos
para las Acromirmex que caminan menos (diario El territorio, 18/6/09).
Asimismo, los investigadores involucrados en los ensayos sobre control
microbiano de hormigas señalan:
Aprovechamos el comportamiento de las hormigas que ingresan el material
vegetal al hormiguero para cultivar en su nido, un hongo del cual se alimentan, y
resulta sumamente útil desarrollar cebos con hongos entomopatógenos para el
control de la plaga. Así, se evita el daño ambiental que generan los insecticidas
químicos” (diario El territorio, 24/5/2014).
Se trata de "una estrategia sustentable que preserva la salud humana y la seguridad
ambiental, al tiempo que habilita la certificación de empresas forestales” (diario El
29 Mipis (Micro Porta Iscas), esto es, micro porta cebos, un dosificador específico totalmente sellado,
elaborado con celulosa impermeable que acondiciona y protege los cebo.
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territorio, 24/5/2014). Las especies de hongos utilizadas son Beauveria bassiana y
Metarhizium anisopliae. Durante la última década, el cultivo de las cepas locales
(Beauveria bassiana vuill y Trichoderma) se consolidó en la provincia como estrategia
de biocontrol de hormigas e insectos en general (diario El territorio, 27/09/20). En estos
casos, el hacer humano utiliza la observación de los sistemas vivientes sin intención
de sintonizar con ellos, sino, más bien, de dominarlos.
Conclusiones
El control de hormigas en la agricultura subtropical de Misiones a lo largo del siglo XX
permite avanzar conclusiones acerca del formato de la agencia técnica, con
consecuencias sobre la noción de apropiación.
En efecto, las estrategias de control fundadas en la imitación de la naturaleza remiten
a la agencia cnica como habilidad, una acción junto con la materia, mediante el
establecimiento de un régimen de co-actividad entre las hormigas, los humanos y las
plantas. La autoría compartida de este proceso no excluye la posibilidad de
apropiación, por parte de los humanos, de la tecnicidad de los no humanos.
A su vez, las estrategias de control fundadas en el dominio de la naturaleza, remiten
a la agencia como una propiedad emergente, una acción que se ejerce sobre la
materia. En este caso, que en mi descripción corresponde a la individuación de la
hormiga como plaga, el control implica el empleo de artefactos emanados de la
invención de un propietario o autor.
Mis conclusiones subrayan el interés del desarrollo de formatos técnicos
basados en la coordinación de las actividades de los humanos y los no humanos. Este
tipo de agencia supone orientar la mirada sobre la naturaleza a partir de un proyecto
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técnico, haciendo que la imitación, la semejanza y la indexicalidad formen parte del
hacer humano.
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Artículo recibido el 20 de agosto de 2021
Aprobado para su publicación el 29 de diciembre de 2022