DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re54.160
Implicancias políticas de los estudios
neurocientíficos: hacia un giro colaborativo
interdisciplinario
Mariana C. Smulski
Resumen
El crecimiento sostenido del campo neurocientífico a nivel global en las últimas dos
décadas fue acompañado de expectativas en relación con los aportes que estos
conocimientos podrían hacer al desarrollo de políticas públicas. Una parte de este
campo se orientó al estudio de los efectos de las condiciones socioeconómicas
adversas sobre el desarrollo del cerebro desde la infancia temprana, dando origen a
los estudios de neurociencia y pobreza. Los avances producidos en esta área en
particular han despertado debates entre profesionales de distintas disciplinas
respecto de las implicancias políticas de las evidencias que se producen y la forma
en que ya están siendo utilizadas en distintas narrativas políticas. El año 2019, en el
Centro Cultural de la Ciencia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se desarrolló
un evento interdisciplinario titulado “Usos políticos de la evidencia neurocientífica
sobre pobreza. Un encuentro de reflexión y debate”. Allí realizó una presentación el
Becaria posdoctoral Conicet (CEMIC-Conicet). UBA. Correo electrónico: mcsmulski@gmail.com
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destacado sociólogo Nikolas Rose centrada en la revisión e historización de ciertas
nociones claves y sus efectos biopolíticos. En su presentación dejó abiertos
numerosos interrogantes sobre el papel que podría jugar la neurociencia en las
políticas sobre pobreza e invitó al desarrollo de relaciones colaborativas entre
científicos sociales y neurocientíficos. Las páginas que se presentan a continuación
y que anteceden a la transcripción de su exposición oral buscan, en primer lugar, en
marcar y contextualizar las discusiones abiertas por Nikolas Rose considerando sus
trabajos previos. En segundo lugar, articular su exposición con la problemática
específica que nos plantea la noción de “giro colaborativo” considerando la
posibilidad de abordar interdisciplinariamente los debates y tensiones que abre la
relación entre neurociencia y política.
PALABRAS CLAVE: NEUROCIENCIA POLÍTICA GIRO COLABORATIVO INTERDISCIPLINA
NIKOLAS ROSE
El crecimiento sostenido del campo neurocientífico a nivel global en las últimas dos
décadas fue acompañado de expectativas en relación con los aportes que estos
conocimientos podrían hacer al desarrollo de políticas públicas. Una parte de este
campo se orientó al estudio de los efectos de las condiciones socioeconómicas
adversas sobre el desarrollo del cerebro desde la infancia temprana, dando origen a
los estudios de neurociencia y pobreza. Los avances producidos en esta área en
particular han inspirado numerosas discusiones e incentivado el desarrollo de
espacios de intercambio y debate sobre aspectos sociales, éticos y políticos que
atraviesan distintas investigaciones, involucrando a profesionales de distintas
disciplinas. En esa línea, el 3 de diciembre del año 2019se llevó a cabo un evento
interdisciplinario en el en el Centro Cultural de la Ciencia de la Ciudad Autónoma de
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Buenos Aires titulado “Usos políticos de la evidencia neurocientífica sobre pobreza.
Un encuentro de reflexión y debate. Este encuentro de carácter internacional fue
coordinado por Kathinka Evers, especialista en neuroética del Centre for Research
Ethics & Bioethics de la Universidad de Uppsala y Sebastián Lipina, especialista en
psicología del desarrollo y neurociencia de la Unidad de Neurobiología Aplicada
(CEMIC-Conicet). Fue respaldado por instituciones tales como el Human Brain
Project, el Centro de Investigaciones Filosóficas (CIF-Conicet) y el Centro Cultural de
la Ciencia. Además de los organizadores, participaron como oradores dos
reconocidos investigadores del campo de la neurociencia, Martha Farah
(Universidad de Pennsylvania, Estados Unidos)y Sidarta Ribeiro (Centro do Cerebro,
Universidad de Rio Grande do Norte, Brasil) y dos destacados investigadores del
campo de las ciencias sociales, Cecilia Hidalgo (Universidad de Buenos Aires y
Sociedad Argentina de Análisis Filosófico, Argentina) y Nikolas Rose (Centre for
Society and Mental Health, King´s College de Londres, Reino Unido).
Asistí a la conferencia en condición de antropóloga inserta en el campo de los
estudios sociales de la ciencia y la tecnología (ESCyT) con el fin de registrar los
puntos más salientes del evento. Aquel día, los objetivos que se proponían eran, en
primer lugar, presentar un estado actualizado de las investigaciones neurocientíficas
sobre la pobreza y sus efectos; en segundo lugar, discutir sobre el alcance y las
implicancias que estos estudios tendrían para el diseño, la implementación y
evaluación de políticas; y en tercer lugar, debatir sobre las razones y las formas en
que distintas narrativas políticas utilizan la evidencia neurocientífica. Siguiendo estos
objetivos, aquel día las exposiciones versaron sobre los aportes que el campo
neurocientífico ha hecho a la comprensión de los efectos de las condiciones
socioeconómicas adversas sobre el desarrollo del cerebro. Así por ejemplo, Martha
Farah recuperó investigaciones que indagan en la relación entre el estatus
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socioeconómico y ciertas condiciones estructurales del cerebro como el grosor de
la superficie cortical y funcionales como la activación de ciertas redesasí como el
desempeño en tareas que evalúan aspectos de la cognición. También señaló
evidencias sobre la existencia de mecanismos que mediarían entre el estatus
socioeconómico y el desarrollo del cerebro, que configurarían distintos niveles de
explicación no excluyentes entre sí, tales como la estimulación verbal, el estrés, la
contaminación, la epigenética, la microbiota, la nutrición y las prácticas de crianza.
Asimismo, todas las exposiciones abordaron dificultades vinculadas a la
comunicación y circulación social de las investigaciones y sus resultados. Así
señalaron la interpretación errónea de las investigaciones neurocientíficas que no
establecen relaciones de causa-efecto en términos de causalidad, la atribución de
ciertos problemas sociales como la pobreza a las condiciones del cerebro y la idea
de que las bases biológicas implican permanencia y por lo tanto irreversibilidad de
los efectos del ambiente, tales como a los que se exponen personas en condiciones
de vulnerabilidad. Esta última dificultad fue particularmente vinculada a las narrativas
políticas que ponen un foco cuasi exclusivo en los primeros mil días de vida como un
periodo que establece efectos inrreversibles en el desarrollo infantil. En línea con
estos argumentos, respecto del papel que podría jugar la neurociencia en las
políticas sobre pobreza, los expositores revelaron tensiones entre las posiciones
extremadamente entusiastas y las extremadamente críticas. Coincidían en que este
cuadro de la situación impone desafíos a resolver sobre cuáles aspectos de las
evidencias podrían tomarse en cuenta, cómo deberían ser considerados en el
contexto de la formulación de políticas públicas y cómo abordar
interdisciplinariamente los debates y tensiones que esta cuestión abre.
Si bien todas las exposiciones de la conferencia revisten un gran interés
académico, la decisión de transcribir y traducir la presentación de Nikolas Rose para
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el presente dossier tiene por objeto cumplir con una serie de propósitos. En primer
lugar, poner a disposición para el público de habla hispana un texto que realiza
aportes relevantes a la discusión sobre las implicancias de los avances
neurocientíficos. A lo largo de una vasta trayectoria de investigación sociológica,
Rose ha explorado la forma en que los desarrollos científicos modifican las
concepciones de identidad y las posibilidades de gobierno sobre las personas,
considerando los efectos biopolíticos, sociales, económicos y legales. Recuperando
los aportes del pensamiento crítico post-estructuralista francés, sus trabajos se han
enfocado en el análisis de campos como la psiquiatría, la psicología, la biomedicina,
la neurociencia y las políticas de salud mental y riesgo. Dentro de las exposiciones
críticas que se desarrollaron en la conferencia, la suya fue la más radical al aplicar
una mirada foucaultiana en la revisión de ciertas nociones clavetales como
neuroplasticidad, estrés, infancia tempranay sus efectos, abriendo numerosos
interrogantes. En segundo lugar, la transcripción tiene como fin articular su
exposición con la problemática específica que nos plantea la noción de giro
colaborativo (Balmer et al., 2015; Fitzgerald et al., 2014;Hidalgo, 2018) abordada en
este dossier. Durante la conferencia, el profesor Rose destacó su intención de
fomentar el desarrollo de relaciones colaborativas entre las ciencias sociales y la
neurociencia a las que considera necesarias. El campo de los ESCyT ha señalado y
estudiado empíricamente la tendencia creciente a la colaboración multi, inter y
transdiciplinaria en distintos espacios de producción de conocimiento. En particular,
los registros de colaboraciones entre ciencias sociales y neurociencia son
relativamente escasos y muestran dificultades (Fitzgerald y Callard, 2015). Las
mismas están vinculadas tanto a las expectativas en el cumplimiento de
rolesasociados a las formaciones disciplinarias de origen como a la imposibilidad de
congeniar tradiciones epistémicas y metodológicas disímiles (Balmer et al., 2015).
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De la observación empírica de este tipo de dificultades emana la noción de
“giro colaborativo”(Balmer et al., 2015; Fitzgerald et al., 2014; Hidalgo, 2018). La
misma nos plantea que el establecimiento de relaciones de este tipo, que apuntan a
un modo distinto de producción de conocimiento, debería poder articular el trabajo
con necesidades y expectativas de diferentes perfiles de actores y sectores;
combinar las perspectivas de múltiples disciplinas académicas e instituciones
operacionales; y establecer una interacción con los agentes sociales implicados en
las problemáticas bajo estudio (Hidalgo, 2018). Considerando esta noción, los
escasos registros empíricos de colaboración entre científicos sociales y
neurocientíficos y la invitación de Nikolas Rose al establecimiento de relaciones de
colaborativas, cabe interrogarse tanto por las posibilidades de interacción en esos
términos entre estos campos, como por las posibilidades de abordar
interdisciplinariamente las tensiones y debates que abre la relación entre
neurociencia y política. Los argumentos planteados en la conferencia nos enfrentan
al desafío de analizar cuáles serían las condiciones necesarias para que la
apelación a la colaboración trascienda el mero acto enunciativo.
Neurociencia, subjetividad y política: claves para
sumergirse en la discusión
La neurociencia es un campo de investigación multidisciplinar de origen
relativamente reciente. El primer programa de investigación que se identifica con tal
nombre surgió en década de 1960en Estados Unidos buscando articular el
conocimiento de distintas disciplinas neuro como la neurología, neurofisiología,
neuroanatomía, neuroquímica con las ciencias psi psicología, psiquiatría
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incorporando asimismo la mirada de otras disciplinas sobre del cerebro como la
matemática, la química y la física. Es por ello que, son las preguntas de
investigación más que la formación de origen de los investigadores, las que permiten
identificar puntos en común y apreciar los alcances de este campo. Si bien la
neurociencia es considerada una disciplina en sí misma con todo lo que ello implica
instituciones, autoridades epistémicas, incorporación a la academia, libros de
lectura y formación, normas de experimentación, evidencia y argumentación, etc.la
composición multidisciplinar vuelve a sus límites borrosos y a su configuración
interna, compleja y cambiante (Smulski, 2018). En este sentido, se identifican una
gran heterogeneidad de enfoques alrededor de un “objeto epistémico” (Rheinberger,
1997) el cerebro y distintas formas de conceptualizar sus caractesticas y
propiedades.
El desarrollo sostenido de infraestructuras de investigación y financiación en
este campo durante fines del siglo XX hizo que a comienzos del siglo XXI apreciemos
un crecimiento sostenido de investigaciones y publicaciones dentro del área. Este
crecimiento fue acompañado de grandes expectativas en relación con los aportes
que estos conocimientos podrían hacer especialmente en el área de la salud, pero
también en la propia comprensión de nuestra mente y su sustrato material.
Progresivamente distintos gobiernos inicialmente de Europa y Estados Unidos han
ido incorporando a la neurociencia como un área científica que puede informar al
desarrollo de políticas públicas. Si bien muchas de las preguntas que aborda la
neurociencia no son novedosas en el campo del conocimiento, desde la perspectiva
de algunos investigadores sí han ido cambiado los conceptos y las herramientas
tecnológicas con las que se busca dar respuestas, así como el contexto económico,
produciendo nuevas condiciones que son analizadas en términos de sus efectos
biopolíticos (Ortega y Vidal, 2011; Pitts-Taylor, 2016). Los trabajos de Nikolas Rose
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han significado un gran aporte al análisis de este escenario. En su libro Neuro. The
New Brain Sciences and the Management of the Mind escrito en coautoría con Joelle
Abi Rached (2013), sostiene que el aumento de estas investigaciones y su creciente
presencia pública se explica a partir de “la salida de los laboratorios al mundo”
habilitada por distintos cambios conceptuales. En especial destaca: el surgimiento
de una visión neuromolecular del cerebro, es decir, un entendimiento de los
procesos cerebrales en tanto eventos moleculares, una comunicación entre
neuronas entendida en tanto proceso de neurotransmisión química y eléctrica, y una
localización de todos los procesos mentales en el cerebro; y en relación a ello, la
plasticidad neural, que incorpora la dimensión temporal y la relación con el medio al
conocimiento del desarrollo del cerebro. Estos cambios conllevan prácticas de
intervención e investigaciones que buscan generarlas, en relación con la modulación
de estados mentales en todos los ámbitos y períodos de la vida de una persona.
Asimismo, en las últimas dos décadas las investigaciones neurocientíficas han
adquirido una creciente presencia mediática en comparación con otras áreas de
investigación visible en la publicación de libros de divulgación, series editoriales,
notas periodísticas, charlas a la comunidad, programas de televisión(Mantilla y Di
Marco, 2015). Distintos científicos sociales han dado cuenta de ello en términos de
“neuroboom”, “neurocultura”, o “neuromanía” como un fenómeno que estarían
experimentando las sociedades contemporáneas, enfatizando los efectos que la
difusión pública de estos conocimientos tendría en nuestra vida cotidiana (Mantilla y
Di Marco, 2015; Mantilla, 2014; Ortega y Vidal, 2011). Desde esta perspectiva, el
impacto social y cultural de las investigaciones neurocientíficas es tal que lleva a
producir cambios en nuestra subjetividad: el cerebro se vuelve el órgano
indispensable para pensar la existencia humana haciendo emerger una nueva
concepción de persona llamada brainhood (Ortega y Vidal, 2011). Por su parte,
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Rose y Abi-Rached (2013) argumentan que el impacto no sería tan radical debido a
que no habría una verdadera ruptura filosófica con el periodo de la ilustración en
relación a las concepciones del ser, sino una continuación de un cambio gradual
hacia una individualidad somática que sigue construyéndose alrededor de las
ciencias psi y sus concepciones (Smulski, 2015).
La exposición de Nikolas Rose durante la conferencia se desarrolló en línea
con los argumentos presentados en sus trabajos previos. Podemos sintetizar al
menos tres puntos centrales que la atraviesan. Por un lado, señaló enfáticamente
quela neurociencia de la pobreza no aporta ninguna novedad, sino que más bien
supone la continuidad de ciertas nociones provenientes del campo psique ahora son
enmarcadas en términos neurocientíficos. Asimismo, criticó fuertemente la utilización
de roedores en tanto modelos de estructuras, funciones, enfermedades y
comportamientos humanos, destacando la especificidad de nuestra experiencia y la
omisión de la historia y las condiciones de sociabilidad. Finalmente, dedicó gran
parte de su argumentación a la discusión sobre la importancia dada a la infancia
temprana como un periodo determinante en el desarrollo posterior de una persona y
las implicancias que este tipo de argumentos tienen en el despliegue de políticas
que tienden a adoptar nociones científicas simplificadas.
Considerando los señalamientos de Rose a lo largo de la conferencia,
esperamos que sea un aporte valioso para continuar el debate sobre las condiciones
necesarias para el establecimiento de relaciones colaborativas interdisciplinarias,
interinstitucionales e intersectoriales con el campo de la neurociencia.
Referencias bibliográficas
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Smulski, M. C. (2015), “El impacto de la producción y circulación de conocimiento
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Smulski, M. C. (2018), Hibridación y coproducción Científica. Una mirada
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en contextos de pobreza, Tesis doctoral no publicada, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad de Buenos Aires.
Artículo recibido el 28 de abril de 2021
Aprobado para su publicación el 29 de julio de 2022