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DOI: https://doi.org/10.48160/18517072re54.153
Coproducción de conocimiento y redes de
colaboración en el Sur de América del Sur
María Inés Carabajal*
Resumen
Este artículo describe y analiza la evolución de una red interinstitucional e
interdisciplinaria para la provisión de servicios climáticos en Sudamérica.
Particularmente, nos centramos en la creación del Centro Regional del Clima para el
Sur de América del Sur (CRC-SAS), los principales desafíos y oportunidades, que
emergen de este espacio de coproducción de conocimiento entre los países de la
región. Su constitución implicó una reorganización del conocimiento al interior de la
red y una reformulación de las prioridades y estrategias para alcanzar a los potenciales
usuarios de la información climática. En este proceso, el reconocimiento institucional
de la complejidad del enfoque de coproducción ha desencadenado un marco reflexivo
y la apropiación de los desafíos que implica la generación de conocimiento
socialmente relevante. Al mismo tiempo, mostramos cómo la coproducción generó
grandes expectativas de incrementar la relevancia de los Servicios Meteorológicos e
Hidrológicos Nacionales (SMHN) a nivel regional y local y aumentar su visibilidad ante
los gobiernos y la sociedad.
* Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires (UBA). CONICET. Correo electrónico:
micarabajal@gmail.com
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Palabras clave
COPRODUCCIÓN; SERVICIOS CLIMÁTICOS; INTERDISCIPLINA; REFLEXIVIDAD
Introducción
A lo largo de las últimas décadas el cambio climático se ha convertido en uno de los
desafíos más relevantes que enfrentan las sociedades modernas, especialmente en
regiones con alta variabilidad climática como es el caso de Sudamérica (Maia y
Meinke, 2006; Baethgen y Goddard, 2012). Las proyecciones futuras sobre cambio
climático sugieren un incremento en la frecuencia e intensidad de los eventos
extremos y mayor incertidumbre sobre los posibles impactos de estos eventos en
escalas regionales y locales (IPCC, 2012). Este escenario ha generado una demanda
exponencial de información meteorológica y climática más confiable y precisa que
permita tomar decisiones, en términos de adaptación y mitigación.
Si bien cada día hay mayores avances en el entendimiento de la física del clima,
la información que se genera no se utiliza en toda su plenitud ni tampoco en la
formulación de políticas públicas. Varios son los factores que intervienen e influyen en
el uso de la información (técnicos, cognitivos, institucionales), pero uno de los más
relevantes es la falta de interacción y comunicación entre aquellos que producen
información climática y los tomadores de decisión. El reconocimiento por parte de la
comunidad climática de la brecha entre la producción y el uso de información impulsó
el lanzamiento del Marco Mundial para los servicios climáticos (MMSC) en el año
2009. Con el objetivo de fijar las agendas de las instituciones operativas y científicas
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a escala global, regional y local, La organización Meteorológica Mundial (OMM) a
través del marco sentó como prioridad “la producción y entrega oportuna de datos,
información y conocimiento climático útil a los tomadores de decisión” (NRC, 2001, p.
2).
En términos generales, son dos las innovaciones más importantes que el marco
propone: la primera es la interfaz de usuario orientada a promover y/o mejorar la
interacción entre productores de información y los usuarios definidos como prioritarios
(sector hídrico, agropecuario, energético, sanitario). La segunda es la creación y el
fortalecimiento de los Centros Regionales del Clima (CRC) para la exploración de
nuevos modelos organizativos que trascienden la provisión de servicios climáticos
liderados por una única institución, y se transforma en un proceso de coproducción de
conocimiento colaborativo, en red (Podesta et al., 2013; Hidalgo, 2018). En este
sentido, los CRC emergen como estructuras de apoyo a las actividades que llevan a
cabo los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) a escala local y
al mismo tiempo buscan fortalecer la interacción interinstitucional e intersectorial a
nivel regional.
El objetivo del siguiente trabajo es describir y analizar como fue el proceso de
implementación del MMSC en nuestra región a través de la creación del Centro
Regional del Clima para el sur de América del Sur (CRC-SAS), como espacio
orientado a la coproducción de conocimiento. Constituido en 2011 el CRC-SAS nuclea
a diversos países de la región: Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay.
Sus principales actividades apuntaron a la formalización de espacios de interacción
interinstitucional para el intercambio de experiencias y conocimiento entre diferentes
instituciones de cada uno de los países participantes. Si bien la figura del CRC no es
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nueva, la implementación del MMSC ha revitalizado esta estructura en tanto “nuevo
paradigma” de coproducción de conocimiento colaborativo.
La noción de coproducción ha ido tomando cada vez mayor relevancia en los
estudios del clima. La multiplicidad de significados que se asignan a la coproducción
varía entre autores de acuerdo a los distintos objetivos, características y escalas que
se quieran destacar (Van der Hel, 2016). En tanto foco de investigación y práctica es
altamente variable y contextual (Lemos, 2018; Norstrom, 2020). En este artículo nos
centramos en dos visiones de la coproducción, la primera refiere a la emergencia de
nuevos marcos conceptuales, lenguajes, instituciones e identidades que caracterizan
la relación de la ciencia en sociedad (Jasanoff, 2004). La segunda resalta las nuevas
formas que adquiere la colaboración con el surgimiento y el fortalecimiento de redes
inter/transdisciplinarias para producir conocimiento socialmente relevante (Lemos y
Morehouse, 2005; Hidalgo y Natenzon, 2014).
El artículo comienza explicando el enfoque metodológico que guio la
investigación y resaltando las diversas acepciones de la coproducción en las
investigaciones sobre el clima. Luego, se describe la gobernanza global de los
servicios climáticos en tanto nuevo dispositivo conceptual y metodológico para la
(re)organización del conocimiento a nivel regional y local. La sección empírica
describe y analiza los principales desafíos y oportunidades que trajo aparejada la
constitución del CRC-SAS en tanto espacio para ampliar y fortalecer las redes de
colaboración interinstitucionales e interdisciplinarias y así coproducir conocimiento
entre los países de la región. Las reflexiones finales reflejan de qué manera el análisis
y la evaluación de estas nuevas formas de colaboración emergentes disparan
procesos reflexivos en los actores sociales e institucionales involucrados y la
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apropiación de los desafíos que implica coproducir conocimiento socialmente
relevante.
Metodología
Este trabajo es resultado de un proyecto de investigación internacional e
interdisciplinario (2013-2018). El equipo de trabajo estuvo compuesto por científicos
del área social y natural, expertos y profesionales de un amplio rango de disciplinas
(meteorología, agronomía, hidrología, economía, antropología, entre otras).
Particularmente el equipo social, un total de seis antropólogos, se planteó como uno
de sus objetivos monitorear la constitución del CRC-SAS desde sus inicios en el año
2011 para dar cuenta de las nuevas modalidades de colaboración interdisciplinaria e
intersectorial en el sur de América del Sur.
El trabajo de campo etnográfico se basó en la inmersión del equipo de
antropólogos en diversos espacios de producción de conocimiento tales como foros
de perspectiva climática regionales, capacitaciones, conferencias y espacios de
discusión sobre servicios climáticos a nivel nacional, regional y global. Dada la
amplitud del campo, el trabajo etnográfico se complementó con la realización de más
de 40 entrevistas a científicos, expertos, consultores y usuarios vinculados a los
servicios climáticos en múltiples escalas.
El enfoque etnográfico característico de la antropología tiene mucho para aportar
a los estudios del tiempo y el clima, ya que “el estar ahí” permite ese proceso de
aprendizaje experimental, un conocimiento local y contextualizado de las relaciones
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sociales (Roncoli, 2006: Guber, 2001). Durante el trabajo de campo analizamos los
múltiples aspectos que configuran la producción, circulación y uso del conocimiento
climático; los dotan de contenido y nos permiten comprender las inquietudes,
expectativas y tensiones que surgen de los espacios de coproducción de conocimiento
(Dilling y Lemos, 2011; Taddei, 2008; Haines, 2019; Carabajal, 2020a). Cabe destacar
que si bien la escala local de construcción de conocimiento antropológico es distinta
a las de las ciencias del clima, más amplia en términos espaciales y temporales, los
desafíos actuales en torno al cambio climático y sus impactos requieren de nuevas
comprensiones de escala e interconexiones que generan una deslocalización de la
práctica antropológica, que incluye el análisis y la puesta en diálogo de múltiples
niveles, actores y espacios de producción de conocimiento (Tsing, 2001; Marcus,
2001; Ulloa, 2011).
La coproducción de conocimiento en los estudios del clima
La noción de coproducción tiene más de 50 os, ya en la década del 70 se puede
identificar uno de los primeros usos por parte de Elinor y Vicent Ostrom dentro del
ámbito de las políticas y servicios públicos (Norstrom et al., 2020). Los autores
argumentaban que la provisión de servicios no tenía un carácter lineal, sino que era
un proceso bidireccional, participativo, donde la sociedad coopera de forma activa en
su producción. En sus estudios destacaron que los ciudadanos no eran clientes
pasivos de los servicios que brindaba el estado sino más bien “coproductores” de ellos
junto con las instituciones estatales y actores privados. A lo largo de los años la noción
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de coproducción fue tomando cada vez mayor preponderancia dentro del campo de
las políticas públicas para abordar las relaciones bidireccionales entre el Estado y la
ciudadanía. Al mismo tiempo, su uso se fue extendiendo a múltiples campos de
investigación. Algunos autores destacan que el mayor uso de la noción de
coproducción surge de la necesidad de crear nuevas formas de producir conocimiento
para abordar la complejidad de los problemas socio-ambientales actuales. Asimismo,
se busca ampliar el impacto y la relevancia de la ciencia en la esfera política y social;
brindar soluciones a los problemas de sustentabilidad global; generar cambios en la
cultura de la ciencia y en las agendas de investigación asociadas (Hidalgo, 2016; Van
der Hel,2016; Porter y Dessai, 2017; Norstrom et al., 2020)
Dentro de los estudios del clima y el cambio climático, el enfoque de la
coproducción fue ganando popularidad hasta convertirse en mainstream, donde en
términos generales se identifican dos grandes líneas de indagación que en la literatura
internacional se denominan descriptivas y normativas (Bremer y Meish, 2017; Bremer
et al., 2019). En la visión descriptiva la coproducción permite interpretar y dar cuenta
de las múltiples y complejas interrelaciones de la esfera social y natural. Se analiza
de qué forma la ciencia, la tecnología y la sociedad se (re)configuran mutuamente de
manera constante e inesperada (Jasanoff, 2004). En este sentido, la producción de
conocimiento y la representación de la realidad son constitutivas de las formas de vida
social. La sociedad no puede funcionar sin conocimiento y la materialidad del mismo
es producto del trabajo y los soportes sociales que le dan sentido. Desde esta
perspectiva el conocimiento científico se construye y es influenciado por la sociedad
y la cultura en la que emerge (Lovrand, 2011). Una de las referencias ineludibles de
esta perspectiva es la de Sheila Jasanoff, dentro del campo de los estudios sociales
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de la ciencia y la tecnología (ESCT).
La visión denominada normativa o instrumental tiene como objetivo mejorar el
desarrollo de la ciencia y la política promoviendo mayores niveles de interacción entre
productores y usuarios de la información climática. Se destaca que la interacción
sostenida, la producción de una ciencia utilizable y la interdisciplinariedad son formas
prometedoras de mejorar el uso y la utilidad de la información climática en la sociedad
(Lemos and Morehouse, 2005; Dilling and Lemos, 2011; Kirchhoff et al., 2013; Lemos
et al., 2018). Este sentido de coproducción se basa en el compromiso de múltiples
actores - científicos, expertos y extra-científicos - para lograr una participación
ampliada que pueda mejorar el uso del conocimiento en los ámbitos políticos y
sociales (Carabajal, 2020a; 2020b). Se espera que la inclusión de actores sociales
diversos en la producción de conocimiento pueda aumentar la credibilidad, legitimidad
y relevancia de la información, así como la calidad de los resultados científicos (Cash
et al., 2003; Cash y Buizer, 2005; Funtowicz e Hidalgo, 2018).
En un análisis de caso sobre los servicios climáticos, Hidalgo y Natenzon (2014),
articulan ambos sentidos de la coproducción a través de dos propuestas. La primera
resalta la constitución de redes colaborativas e interdisciplinarias para la producción
de conocimiento socialmente relevante. La segunda refiere a las múltiples
transformaciones que la coproducción genera en las dimensiones sociales e
institucionales, en el surgimiento de nuevos tipos de actores e instituciones que
(re)configuran competencias, representaciones e identidades en el mismo hacer de la
ciencia en sociedad. En línea con la propuesta de Hidalgo y Natenzon, consideramos
que ambos procesos se dan en paralelo. Cuando se coproduce conocimiento, se
produce más que conocimiento. Como veremos en este artículo, el desafío de proveer
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servicios climáticos requiere de ciertas transformaciones interinstitucionales que
puedan apoyar la emergencia de nuevos tipos de conocimientos, prácticas, discursos
y representaciones. Como Norstrom et al., (2020) argumentan, el desarrollo de
capacidades, redes y capital social también se fortalece en el proceso. La
coproducción permite el surgimiento de nuevas capacidades y habilidades producto
de la colaboración, la interacción y la apropiación de los desafíos de generar
conocimiento apropiable por la sociedad. Incluso, la creación de redes
interinstitucionales e interdisciplinarias sostenibles en el tiempo se fortalecen al
construir significados y valores compartidos que facilitan la cooperación entre
individuos y organizaciones. Estas transformaciones generan instancias reflexivas
sobre las prácticas de producción de conocimiento local y regional que, a su vez,
desencadenan nuevos discursos y representaciones sobre el papel de los expertos y
científicos dentro de la sociedad.
La gobernanza de los servicios climáticos y la política global
A lo largo de las últimas cadas la cuestión del cambio climático se fue instalando en
las agendas y el clima se fue constituyendo como una cuestión de política global que
requiere marcos de colaboración que trascienden la potestad de los países. La forma
de producir conocimiento sobre el clima en la actualidad propone ciertos
ordenamientos de la naturaleza y la sociedad en términos globales y de esta forma
las soluciones a los problemas de conocimiento articulan nuevos modelos de ciencia
y política sobre el clima que se dirimen en las altas esferas (Miller, 2004; Hulme, 2009).
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Uno de los ámbitos de discusión científica y política más importante a nivel global son
las Conferencias Mundiales sobre el Clima (CMC)1. En estos espacios se delinean los
diferentes tópicos que la comunidad climática internacional, los gobiernos y otras
instituciones colaboradoras y asociadas definen como prioritarios. De cierta forma, los
resultados de estos espacios inciden en las agendas de la gobernanza mundial.
Cada una de las conferencias ha tenido importantes resultados en términos de
implementación de programas mundiales de investigación del clima, ambiente, como
también de guías teóricas y metodológicas para que el conocimiento producido
informe la toma de decisiones de sectores políticos y sociales. Más que espacios de
discusión de carácter científico las conferencias nos permiten entrever que el clima se
ha convertido en problema político y social. En este sentido, la manera en la cual se
representa la naturaleza y el mundo configura como se elige vivir en ella y gobernarla
(Jasanoff, 2004). A grandes rasgos los temas abordados en cada una de las
conferencias muestran la dimensión global de la cuestión climática, los avances
científicos de las últimas décadas y los mecanismos institucionalizados para mejorar
la observación, investigación y monitoreo del clima (Zillman, 2009).
Ahora bien, en la tercera conferencia mundial realizada en 2009 en Ginebra,
Suiza, es dónde se destaca la necesidad de producir información climática para “la
acción” y se pone de manifiesto la brecha que existe entre la producción de
información científica y su uso y apropiación social por parte de diversos sectores de
la sociedad. La propuesta de proveer servicios climáticos a nivel mundial constituye
un cambio, al menos a nivel declarativo, de gran importancia para las ciencias del
1 Hay muchos otros espacios de coproducción de ciencia y política en relación al clima y al cambio
climático que trascienden el alcance de este artículo. Aquí se destacan las conferencias del Clima ya
que de este espacio surge el Marco Mundial para los Servicios Climáticos.
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clima y su vínculo con la sociedad. El MMSC tiene objetivos ambiciosos, en línea con
la tendencia y orientación de las agencias internacionales de fomentar la producción
de conocimiento participativo y el fortalecimiento de interacciones bidireccionales
entre la ciencia y la sociedad. Como objetivo principal el marco apunta a transformar
la información climática en servicios que sean “útiles” a la sociedad, para esto se
cimenta en la colaboración entre instituciones internacionales, regionales y locales
para la provisión de información climática dirigida a sectores prioritarios como:
Agricultura y Seguridad Alimentaria, Reducción de Riesgo de Desastre, Energía,
Salud, Agua (WMO, 2012a). Este objetivo requiere de múltiples reconfiguraciones
interinstitucionales e interdisciplinarias para construir nuevos puentes de
comunicación y producción de conocimiento entre la comunidad científica y operativa
y los diversos sectores de la sociedad definidos como prioritarios. Uno de los
componentes principales del marco es la interfaz de usuario orientada a la generación
de instancias de interacción con diversos sectores de la sociedad para la producción
de conocimiento útil. Si bien, el marco es una guía para la acción a nivel local regional
deja a criterio de cada nivel la estrategia a implementar para brindar servicios
climáticos e implementar las actividades de interacción de acuerdo al sector que se
desee convocar. Por lo tanto, la organización de espacios participativos va a depender
de las prioridades de las instituciones, la disponibilidad de recursos materiales y
humanos disponibles. En este sentido, la interfaz tomará diferentes formas en las
escalas globales, regionales y nacionales. Aquí nos centraremos en la implementación
de la interfaz en el Centro Regional del Clima del Sur de América del Sur.
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Nuevos dispositivos organizacionales en acción: Las
principales innovaciones del marco mundial
El MMSC propone dos innovaciones principales, de carácter conceptual, institucional
y organizacional. La primera es la creación de Centros Regionales del Clima (CRC),
que promueven la formalización de redes de cooperación y la construcción de
conocimiento conjunto entre los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos (SMHN) y
otras instituciones intermedias de países limítrofes o con características climáticas
similares. Como veremos en este artículo a nivel regional la constitución del CRC tiene
una gran relevancia ya que permite a los SMHN e instituciones intermedias compartir
datos meteorológicos y climáticos, armar bases de datos conjuntas, consensuar
metodologías de trabajo y fomentar capacitaciones para la región. La implementación
de bases de datos regionales con parámetros similares y de carácter púbico constituye
un avance de suma importancia entendiendo que el clima trasciende las fronteras de
un país2. Asimismo, permite intercambiar metodologías de trabajo y procesos entre
los SMHN con capacidades y disponibilidad de recursos distintas, promoviendo
espacios de colaboración que favorecen a aquellas instituciones que pueden
encontrarse en desventaja dentro de una región. De esta forma, el MMSC se propone
la construcción de vínculos interinstitucionales e intrarregionales establecidos a priori
del CRC, mediante la formalización de redes de conocimiento previas y espacios de
2 En Latinoamérica uno de los resultados de la formalización del CRC-SAS ha sido la creación del
Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica (SISSA) que produce datos e
información sobre la sequía para poder reducir los impactos de estos eventos. Más información:
https://sissa.crc-sas.org/
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encuentro informales. El Centro que corresponde al Sur de América del Sur (CRC-
SAS) escompuesto por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay y fue
lanzado en el mes de mayo de 2014.
La segunda innovación es la “Plataforma interfaz de usuario” (UIP) que tiene
como propósito promover la interacción entre las instituciones científicas, los
proveedores de información (instituciones operativas) y los usuarios en diferentes
escalas (global, regional y nacional). Si se rastrea la definición de interfaz de usuario
puede resultar ambigua ya que es un concepto derivado del lenguaje computacional
y la idea de plataforma evoca una comunicación a través de un sistema o computador.
En algunos documentos la interfaz es concebida como un “medio estructurado” para
vincular a los usuarios y proveedores de información. Incluso, se describe a la interfaz
como: “un método de gestión, o un conjunto de métodos, medios, enfoques y procesos
de colaboración sistemática y mutuamente beneficiosa” (WMO, 2014, p. 1). Es decir,
que a pesar de su formalidad contempla una amplitud de enfoques interactivos
orientados a mejorar la comunicación y la flexibilidad de los participantes para
adecuarse a las diferentes escalas (local, nacional, regional o global) y usuarios. Sin
embargo, su denominación resalta su concepción técnica y estructurada por sobre las
instancias más “informales” y participativas, que pueden producirse en los niveles
locales.
Alcanzar a los diversos usuarios y lograr la eficacia de la interacción requerirá en
primer lugar “mapear” a las distintas comunidades de usuarios (WMO, 2012b). La
tarea es identificar y relevar a los diversos sectores sociales según sus características
y necesidades lejos de ser una actividad sencilla y lineal es bastante compleja. Cada
una de las escalas tiene un perfil “ideal” de usuarios, sin embargo, son
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categorizaciones amplias y en cierto modo abstractas por la gran heterogeneidad de
actores dentro de cada escala y sector. En varios trabajos hemos documentado cómo
estas categorizaciones pierden cierta sustancia cuando la interacción va adquiriendo
densidad a medida que la escala disminuye (Carabajal, 2019; 2020; 2021). La
complejidad y diversidad de contextos, expectativas y necesidades se identifica
durante los encuentros con los diversos sectores sociales. En estas instancias las
instituciones operativas y científicas pueden tener una retroalimentación acerca de la
información y productos creados a nivel regional y local y conocer la accesibilidad en
términos de interpretación, comprensión y uso de la misma.
Ahora bien, crear y/o mejorar el vínculo con la sociedad y coproducir
conocimiento científico útil transciende la interfaz de usuario, e implica un cambio de
perspectiva en cómo se determinan las agendas de investigación, cómo se articulan
las instituciones entre sí y con los usuarios, cómo se definen los productos y servicios
que se desarrollan y cómo se comunica y difunde la información. Estos procesos son
altamente contextuales y requieren reconfiguraciones que sean sostenibles en el
tiempo. Por este motivo, es importante identificar si estos objetivos son apropiados y
de qué manera por las instituciones y los actores sociales; qué formas adquiere la
coproducción de conocimiento y qué transformaciones dispara (o no) a nivel regional
y local.
Nuevas dinámicas de colaboración en el Sur de América del
sur
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De los Foros Regionales de Perspectiva Climática a la conformación
del Centro Climático Regional (CRC-SAS)
La historia de colaboración entre los países del Sur de América del Sur tiene larga
data. La trayectoria de intercambio fluido y regular se fue consolidando a partir de la
conformación de Los Foros Regionales de Perspectiva Climática hace más de 20
años. Los foros son espacios de intercambio entre la comunidad climática operativa y
científico técnica en los que asimismo se promueve la interacción con diversos
actores sociales e institucionales (Daly y Dessai, 2018). Uno de los objetivos de los
foros es la identificación de sectores prioritarios en cada región y los posibles usos de
los pronósticos estacionales por parte de los usuarios (WMO, 2018). La organización
de este tipo de espacios comenzó en el año 1998 a partir del impacto que tuvo el
fenómeno de El Niño 1997-1998, uno de los más intensos dentro del registro histórico.
Las consecuencias que generó este evento fue uno de los motores para que la
comunidad climática internacional organice estos espacios con el objetivo de generar
pronósticos y anticiparse a este y otros fenómenos climáticos de manera conjunta.
Los foros están patrocinados por la Organización Meteorológica Mundial, son 19
a nivel global, nuclean a países de acuerdo a características climáticas similares
(WMO S/F), tienen estructuras y objetivos homogéneos. En el caso de América del
Sur, de manera previa al CRC-SAS, la región incluía solo a Argentina, Sur de Brasil,
Paraguay y Uruguay, hasta el foro XXXVIII realizado en 2015, en que se amplió la
región geográfica incorporando a Bolivia y Chile como países asociados. La
implementación de los foros nuclea de forma regular - entre cuatro y dos veces por
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año a múltiples instituciones operativas y científico-técnicas de la región. En sus
inicios se realizaban cuatro foros anuales para consensuar las previsiones
trimestrales, con el correr de los años y las dificultades de financiamiento (pasajes,
estadía, viáticos, organización general), los encuentros presenciales disminuyeron a
dos o uno por año3 y se intenta que coincidan con otro tipo de eventos paralelos como
talleres, congresos, cursos y capacitaciones. Actualmente se realizan de manera
mixta, presencial y virtual para discutir y consensuar productos climáticos regionales,
siendo el más importante el pronóstico estacional trimestral.
A cada foro asisten aproximadamente 20 personas, dos representantes por país
y algunos invitados especiales de la academia o sectores productivos para disertar
sobre temas de interés. La mayoría de los participantes se conocen entre sí, ya sea
porque han asistido a otros foros, jornadas de capacitación o porque participan de
proyectos y programas comunes que nuclean a la región. Asimismo, se fomenta la
participación de jóvenes meteorólogos, técnicos y profesionales interesados en la
meteorología aplicada.
La sede del evento es rotativa entre los países que forman parte del grupo para
que todos los miembros tengan la oportunidad de organizar el encuentro. Una de las
ventajas de ser anfitrión es que permite la participación de una mayor cantidad de
expertos, instituciones y usuarios locales, de acuerdo con las prioridades y estrategias
de cada país. En algunos casos, como Uruguay, se invita a la prensa nacional para
cubrir el evento y difundir el pronóstico estacional regional; en otros como Paraguay y
Chile se convoca a conferencias de prensa y se invitan usuarios para responder
3Dada la disminución de la frecuencia presencial de los foros a dos por año, desde 2017 algunas de las
perspectivas climáticas se realizan virtualmente.
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consultas específicas sobre el producto emitido (notas de campo). Cada país le brinda
una impronta particular de acuerdo al tipo de vínculo que tenga con usuarios
intermedios, finales y el grado de relación con los medios de comunicación locales
que destaquen la importancia del evento a nivel nacional. De esta forma, los foros
permiten un intercambio entre las instituciones que producen información y algunos
usuarios nacionales y regionales.
Durante el foro se discute e interpreta bajo una lente regional la información
emitida por los modelos de predicción global y regional, se intercambia información de
monitoreo y pronóstico generada en cada uno de los países involucrados y mediante
una metodología denominada de “consenso” se elabora de forma colectiva la
tendencia climática de la región para los próximos tres meses (Stella y Skansi, 2018).
Los foros tienen esta dinámica de funcionamiento similar en cada uno de los países
participantes del CRC-SAS, el nivel de interacción producto de los más de 20 años de
encuentros sistemáticos ha sentado las bases para la colaboración y el intercambio
entre los representantes de las instituciones operativas de la región. Ahora bien, la
implementación del marco mundial ha reforzado las agendas hacia la formalización
de mecanismos de interacción entre los países de la región y al mismo tiempo a la
incorporación de los usuarios en la producción de conocimiento climático. Es en este
contexto que la puesta en marcha del CRC-SAS fue percibido por los científicos y
expertos como una oportunidad para trascender esquemas de colaboración previos,
afianzar el giro colaborativo en la región y reforzar los vínculos de cooperación
existentes (Dilling y Lemos, 2011; Balmer et al. 2015; Hidalgo 2018).
El CRC-SAS como innovación interinstitucional
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Conformar un centro regional supone un esfuerzo de gran magnitud, que implica que
un grupo de países (re)organice sus actividades para el cumplimiento de ciertos
objetivos comunes, en lo que respecta al establecimiento de su gobernanza, la
disponibilidad de productos e información, la difusión y comunicación entre los SMHN,
con instituciones intermedias y con usuarios finales a nivel regional y nacional (WMO
2008). En el sur de América del Sur, algunos informes y artículos han puesto en
evidencia la gran capacidad que tiene la región en términos de investigación y
desarrollo de productos y servicios. Sin embargo, se identifica una desarticulación
entre las instituciones que proveen información entre y con los usuarios, por lo tanto,
generar redes de colaboración se volvió un horizonte a perseguir (Basualdo et
al.,2011; Hidalgo, 2015; 2018)
Figura 1: Estructura formal del CRC-SAS: Instituciones participantes
Fuente: cortesía Lic. Pamela Scanio
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El CRC-SAS es una organización configurada en red, los países responsables son
Argentina y Brasil, y la gobernanza recae sobre Argentina, aunque tiene carácter
rotativo. Este esquema jerárquico, según los propios participantes, es una formalidad,
ya que en la práctica se intenta mantener una estructura horizontal y participativa, a
pesar de que algunos países tengan mayores recursos humanos, materiales e
infraestructura y puedan hacer mayores contribuciones a su conformación.
Bajo una fase de demostración el CRC-SAS comenzó con las actividades en el
año 2014. En línea con los componentes del marco mundial, sus objetivos se
orientaron a mejorar las capacidades de los SMHN, en términos de monitoreo, análisis
y pronóstico; a crear instancias de formación y capacitación para los SMHN y los
usuarios; a fortalecer mecanismos para la investigación aplicada, a la creación de
nuevos productos; y a promover instancias de interacción con usuarios4. A fines de
noviembre de 2016 luego de cumplir con estándares internacionales en relación a la
puesta en marcha de la plataforma virtual y la disponibilidad de ciertos productos y
servicios, la OMM dio el aval para su transición hacia un status de “Centro Regional
del Clima operativo” apoyando el desarrollo del centro.
Los principales usuarios del CRC son los SMHN, diferentes centros del
continente e instituciones con responsabilidad regional e internacional (WMO, 2011).
Sin embargo, hasta el momento los SMHN han sido los grandes beneficiarios, ya que
el CRC brinda un marco formal de colaboración que trasciende la voluntad personal y
propone una estructura de base para implementar cambios a escala local, por ejemplo
4Para lograr estos objetivos se han conformado grupos de trabajos que se orientan a su cumplimiento:
http://www.crc-sas.org/es/institucional.php
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en las metodologías de trabajo utilizadas para la gestión de la información, en las
experiencias de interacción con usuarios, comunicación con los medios locales y
capacitaciones, lo que Martínez Güingla (2011, p. 43) denomina “la mejora de las
capacidades existentes a través de la acción colectiva”. En efecto, la dinámica del
CRC-SAS permitió la coproducción de conocimiento y experiencia entre países para
que aquellas instituciones con menor disponibilidad de recursos humanos e
infraestructura puedan mejorar su performance a nivel local.
Desde el año 2014 el proceso de implementación del CRC-SAS en tanto
mecanismo interinstitucional ha sido uno de los desafíos más importantes para los
países que lo integran en términos de repensar instancias de colaboración,
horizontalidad, consenso y disposición para romper con ciertas barreras e inercias
institucionales. Aquí nos centraremos en dos aspectos relevantes: la reorganización
del proceso de producción de conocimiento interinstitucional y la interfaz de usuarios.
Hacia una (re)organización del conocimiento: la creación de bases
de datos regionales
En 2014, el CRC lansu plataforma bajo una fase de demostración y una de las
actividades con las que iniciaron la actividad fue la creación de bases de datos
regionales. La propuesta de generar nuevos productos y servicios implicó una
reorganización de la forma en la cual se genera, procesa y produce conocimiento que
no solo cumpla con los estándares de calidad que exige la OMM sino también que
produzca información “útil” para los usuarios. Durante los 20 años de interacción a
través de los foros los países compartían datos entre sí, pero no había ninguna
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plataforma donde la información convergiera de manera formal. Entonces, se planteó
la creación de bases de datos climáticas como el primer eslabón de los servicios
climáticos a escala regional.
Esta actividad incluyó el procesamiento, control de calidad y estandarización de
datos de más de 350 estaciones meteorológicas de los cinco países. El desarrollo fue
muy complejo tanto a nivel técnico como interinstitucional. En términos técnicos, el
control de calidad, la verificación manual y la homogenización de los datos, pusieron
en evidencia las diferentes capacidades, infraestructura y personal con las que cuenta
cada país para el cumplimiento de los objetivos del centro. En este sentido, el
financiamiento y las capacitaciones realizadas por diferentes proyectos, fueron
fundamentales para llevar a cabo las actividades. Cabe destacar que ambas
cuestiones, alcanzar mayor financiamiento y la formación de capacidades es
apuntalada tanto por los objetivos del MMSC, como por las demandas de los SMHN
de acceder a capacitaciones en manejo, procesamiento de datos y programación,
actividades que no solo tienen impacto en la escala regional sino en la realización de
sus labores cotidianas a nivel nacional5 . Desde la perspectiva interinstitucional, la
creación de bases de datos requirió de arreglos burocráticos para el manejo e
intercambio sistemático de datos, dada la relevancia estratégica que tiene esta
información para los países. Incluso, la necesidad de invertir tiempo, recursos
humanos y materiales en su procesamiento. Si bien las instituciones aúnan
información a nivel global como insumos para la generación de modelos de predicción
climática, hacer lo mismo a nivel regional conllevó otros desafíos en términos de
5Como por ejemplo el “Taller sobre productos de pronósticos a largo plazo (PLP) para el CRC-SAS,
llevado a cabo en el SMHN de Argentina en el año 2015.
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formalizar la cooperación que ya se venía dando a través de los foros. Un experto nos
daba su perspectiva al respecto:
La creación de la base de datos constituye un paso fundamental para afianzar las
actividades del CRC-SAS. Si bien nosotros intercambiamos datos regularmente,
todos los días, cuándo se decide armar un centro y poner nuestros datos en ese
centro no es fácil, empieza a haber dificultades, temores. En este caso logró
constituirse, son 300 estaciones que están disponibles, eso es mucho, con calidad
controlada y actualizaciones constantes. Realmente es un logro muy importante,
a partir de ahí es más fácil crear nuevos productos. Esto le va a dar mucha
visibilidad al CRC y detrás del centro a los servicios meteorológicos. (Entrevista
Meteorólogo de la Dirección de Meteorología e Hidrología de Paraguay, 11 de
septiembre 2015)
El relato destaca que, a pesar de ciertos obstáculos burocráticos en la constitución de
las bases de datos regionales, el proceso ha fortalecido la capacidad de trabajo del
CRC-SAS y los SMHN. Los esfuerzos conjuntos de coproducir conocimiento
generaron grandes expectativas entre las instituciones participantes del Centro.
Expectativas de que la integración regional se traduzca en una mayor visibilidad no
solo de los productos y servicios regionales sino especialmente de la imagen de los
SMHN a nivel regional y local. En este caso, la tarea de constituir un espacio en red;
coproducir las bases de datos y mejorar los servicios tuvo como horizonte aumentar
la relevancia de las instituciones en el entramado social e institucional (Van del Hel,
2016).
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Al mismo tiempo, la reorganización del conocimiento a través de la figura del
CRC fue afianzando los lazos de colaboración entre los países, durante una entrevista
una meteoróloga argentina compartió su visión al respecto:
Haber visto todo lo que costó cuando hice mi presentación (de los avances del
CRC-SAS) y estaba toda la región, vieron cómo se avanzó de un año al otro (…)
La misma gente que estaba ahí se siente parte del producto, esto te muestra que
a pesar de que cuesta mucho coordinar es fundamental la figura del centro, que
sea en red, tratar de que todos se sientan parte, porque cuando la estructura no
es así, no es así la identificación hacia ese centro, ves críticas. A pesar de que hay
cosas que se van haciendo lento, todos se sienten parte de ese esfuerzo, en
mayor o menor medida, pero se sienten parte. Eso hace que los SMHN le pongan
fichas y tengan interés. (Entrevista meteoróloga del SMHN de Argentina, 11 de
noviembre 2015)
Aquí el relato nos permite entrever que la creación de las bases de datos regionales
logró alinear los esfuerzos de todas las instituciones para el cumplimiento de este
primer objetivo. Su configuración horizontal y participativa fue promoviendo el interés
en el centro y favoreció la apropiación por parte de todos los integrantes de las
actividades y tareas propuestas para su consecución y funcionamiento (Dilling y
Lemos, 2014). El tiempo de trabajo dedicado y el compromiso que cada SMHN fue
asumiendo, dentro de las capacidades y recursos que puede destinar cada institución,
sentaron las bases de un “giro colaborativo” inédito en la región a pesar de los años
de intercambio a través de los foros. De esta forma, el interés de “ser parte”, trabajar
en conjunto y ser beneficiarios de la participación activa en un proceso de estas
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características generaron una nueva estructura de colaboración mediante un sistema
en red intersectorial e interdisciplinario.
Articulaciones interinstitucionales para la coproducción de
conocimiento con usuarios
Desde los inicios del CRC-SAS se propuso que los primeros grandes beneficiarios de
esta estructura en red son los SMHN que se potencian y fortalecen con la interacción
formal y las actividades del centro. Tradicionalmente estas instituciones son las
responsables de proveer los datos, productos y servicios a nivel nacional con altos
parámetros de calidad, dominio público, cumpliendo con los compromisos y directivas
internacionales que determina la OMM. Sin embargo, la mayor demanda de
información “a medida”, ha reorientado el rumbo hacia el armado de circuitos de
producción e intercambio de datos, el desarrollo de interfaces de información, el uso
e interpretación conjunta con actores sociales e institucionales de los modelos
climáticos que puedan proveer una comprensión de las retroalimentaciones críticas
entre el clima, los sistemas biofísicos y socioculturales (Hidalgo y Carabajal 2018).
Estas demandas pusieron en primer plano la necesidad de caracterizar a los
potenciales sectores sociales pasibles de hacer pleno uso de la información climática,
sus necesidades y contextos de toma de decisión.
Además de los SMHN hay un conjunto amplio de sectores para los cuales la
información y los productos generados por el CRC pueden ser de gran utilidad, desde
instituciones gubernamentales (nacionales y regionales), sectores productivos de gran
escala, agricultura, construcción, turismo, transporte, manejo y distribución de
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energía, protección ambiental, ONGs y sectores de salud (Changnon et al. 1990). Por
ende, caracterizar a los usuarios, delinear prioridades y estrategias de interacción en
esta escala se convirtió en otra de las prioridades del centro. Una meteoróloga nos
comentaba al respecto:
Siempre pensas en el usuario final, en cómo empezar a trabajar con un sector
específico que después a nivel nacional va a tener ciertas diferencias pero que en
un contexto regional lo podes pensar” (…) A nivel regional todo lo que sea
información a los usuarios lo tiene que hacer el CRC-SAS, después ya a nivel
nacional uno puede pensar en ese pequeño productor o en esa cuenca más chica.
Ahora si uno piensa en la Cuenca del Plata es un problema regional, entonces la
caracterización te ayuda a pensar estrategias, aproximaciones, con la diferencia
que puede tener la costa de un país con otra, en este caso la información climática
es regional. (Entrevista meteoróloga del Servicio Meteorológico Nacional de
Argentina, 11 de noviembre 2015).
Al momento de “pensar en los usuarios” es inevitable no realizar comparaciones y
análisis de lo que sucede a nivel nacional, que productos pueden ser más útiles y
usables en una escala y en la otra y cuáles son las diferentes demandas que pueden
recibir de los diferentes sectores. Durante los foros regionales cada uno de los países
despliega estrategias de interacción con diferentes sectores de usuarios a nivel
nacional, algunos convocan a la prensa, como es el caso del SMHN de Brasil, otros
organizan conferencias para difundir el pronóstico entre usuarios sectoriales, como lo
hacen los servicios meteorológicos de Chile y Uruguay o se invita a instituciones
usuarias a participar en la coproducción del pronóstico, como por ejemplo el SMHN
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de Argentina (Carabajal, 2016; 2018; 2019). Es decir que a nivel nacional ya hay
diferentes dinámicas de interacción en marcha con diferentes perfiles de usuarios.
Entonces, el espacio de interacción sostenido y formal entre las instituciones
meteorológicas a través del CRC permitió compartir experiencias, (re)establecer
prioridades y co-organizar trabajos conjuntos para la caracterización y abordaje de los
potenciales usuarios.
El primer paso en esta dirección fue la creación de un formulario de consultas y
sugerencias en la página web del CRC que son recepcionadas por una responsable
en Argentina y derivadas al país y sector que corresponde. Este proyecto inicial de
interfaz permitió a las instituciones abrir un canal de comunicación para responder a
los pedidos de los actores regionales, pero de manera pasiva. Sin embargo, los
participantes del CRC-SAS reconocen que alcanzar a los usuarios intermedios o
finales requerirá mayores esfuerzos de divulgación de la plataforma, de los productos
y servicios disponibles en la web del centro.
En el sitio del CRC se creó un área de servicio de atención al cliente, para que la
persona entre y haga cualquier pregunta. Ahora, lo que me parece es que el CRC
no es divulgado, la sociedad no conoce que existe. Dentro del INMET6 mismo, las
personas que saben que existe son media docena. Así que creo que hay que hacer
un mayor trabajo de divulgación. (Entrevista meteorólogo del Instituto Nacional de
Meteorología, 18 de mayo de 2016).
El relato del meteorólogo reflexiona sobre la importancia de la creación de una
estrategia de difusión más amplia de la plataforma. La constitución de bases de datos
6 INMET: Instituto Nacional de Meteorología
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y la generación de nuevos productos es condición necesaria pero no suficiente sino
está acompañada de un trabajo de divulgación de las actividades que se llevan a cabo,
no solo hacia afuera del centro, a los usuarios externos, sino dentro de la misma red
de instituciones. La necesidad de mejorar la comunicación y el reconocimiento de la
falta de herramientas para abordar a los potenciales usuarios favoreció el giro
colaborativo hacia el trabajo interdisciplinario, convocando a científicos sociales para
participar activamente de estos procesos (Hidalgo y Carabajal, 2018). En esta línea
se empezó con la exploración de canales de comunicación regulares con algunas
“organizaciones de borde”, que se encuentran en la interfaz de la diada ciencia y
sociedad (Agrawala et al., 2001). Estas instituciones no solo aportaron su
conocimiento y experiencia a la constitución del centro y sino también a la concreción
de asociaciones innovadoras con actores sociales, como el sector agropecuario
(Carabajal e Hidalgo, 2022).
De a poco las instituciones regionales conectadas en red formalizaron acuerdos
de cooperación para evitar la superposición de productos y finalmente coproducir
conocimiento socialmente útil y relevante. Incluso, la cantidad de instituciones que
participan como colaboradoras del centro fue creciendo. Actualmente predominan las
asociaciones estratégicas con instituciones académicas y operativas argentinas, pero
la expectativa es que a medida que se concreten más acuerdos de cooperación e
intercambio la red de colaboradores crezca (notas de campo). La estructura del CRC-
SAS ha brindado una instancia formal de intercambio para (re)pensar con qué actores
es posible articular y qué sectores pueden beneficiarse con la información que provee
el centro. La generación de marcos interinstitucionales y el trabajo interdisciplinario
fueron poniendo de manifiesto que sin una articulación eficiente de actores,
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instituciones y disciplinas difícilmente se logren cambios sustanciales en la provisión
de servicios climáticos a la sociedad.
Reflexiones finales
Este trabajo describe y analiza la evolución del CRC-SAS como una estructura
interinstitucional innovadora para proveer servicios climáticos en la región, en línea
con los desafíos de las agendas internacionales de transformar el conocimiento
científico en acción y toma de decisiones. En el Sur de América del Sur, la creación
del centro implicó una reorganización del conocimiento y una reformulación de las
prioridades y estrategias para alcanzar a los potenciales usuarios de la información
climática con la expectativa de aumentar la visibilidad de los SMHN a escala regional
y nacional.
La creación de las bases de datos fue uno de los primeros resultados del trabajo
colaborativo, dado el papel crucial de la información confiable en la generación de
conocimiento para el apoyo a las políticas públicas. Durante la constitución de las
bases, el sentido de pertenencia y la apropiación social de la coproducción de
conocimiento creció entre los participantes, porque cada una de las instituciones
contribuyó en su conformación. Esto redundó en la mejora de la capacidad
institucional, el aprendizaje social y el empoderamiento de las instituciones
colaboradoras. Incluso, las tareas realizadas generaron grandes expectativas de
incrementar la relevancia de los SMHN a nivel regional y nacional y aumentar su
visibilidad ante los gobiernos y la sociedad.
La información climática para la toma de decisiones tiene un gran valor, pero
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hacer que sus potenciales beneficios sean visibles para la diversidad de sectores
sociales es una condición necesaria para desarrollar y mantener las redes
colaborativas a lo largo del tiempo. Muchos estudios han demostrado que la provisión
de servicios climáticos eficaces va más alde aumentar la calidad y cantidad de los
datos en y debe centrarse en la creación de contextos participativos para coproducir
información relevante, creíble y legítima con los usuarios (Cash et al., 2003; Cash y
Buizer, 2005). Este cambio de perspectiva tiene un gran impacto en como las
instituciones (re)definen y configuran sus tareas cotidianas y en cómo perciben sus
responsabilidades frente a la sociedad. En este nuevo contexto, los científicos y
expertos no solo producen conocimiento sino también traducen la información
climática en consejos y recomendaciones para la toma de decisiones.
Ahora bien, es en el mismo proceso colaborativo que las instituciones reconocen
la necesidad de abordar la comunicación y difusión del CRC-SAS como actividades
prioritarias para expandir la red, desarrollar asociaciones innovadoras y aumentar la
participación social. La amplitud de estos desafíos desencadenó un giro colaborativo
interdisciplinario para caracterizar a los potenciales usuarios de la información, ampliar
la difusión del centro y mejorar la comunicación del conocimiento generado. Al mismo
tiempo, la reflexividad colectiva reorientó el enfoque desde el desarrollo de productos
y servicios hacia la exploración de nuevas comunidades de usuarios y el
establecimiento de relaciones formales a través de nuevos acuerdos de cooperación
e integración de instituciones a la red del CRC. El monitoreo conjunto de estos
espacios de coproducción propiciaron la evaluación de las prácticas sociales e
institucionales e hicieron visibles las incipientes transformaciones de las competencias
y capacidades de los actores sociales e instituciones que participan del proceso.
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Estos cambios de perspectiva abren nuevos horizontes para (re) posicionar a los
SMHN en la sociedad, no solo como proveedores de servicios sino también como
colaboradores de los diferentes perfiles de usuarios. Iniciar la transición desde la
provisión de datos y servicios a la colaboración puede ser beneficioso para las
instituciones participantes. Por un lado, el fortalecimiento de la colaboración puede
habilitar el acceso a mayor financiamiento, infraestructura y apoyo de organizaciones
de usuarios para mejorar las prácticas institucionales. Por otro lado, la construcción
de nuevas alianzas puede aumentar el reconocimiento social de su trabajo, y a(re)
posicionar a los SMHN como referencia autorizada para la sociedad y los gobiernos.
Hasta aquí hemos descrito un proceso en el que la colaboración interinstitucional
ha desencadenado un marco reflexivo crucial en la generación de conocimiento y
servicios socialmente relevantes. El éxito en la realización de estos cambios
sustanciales dependerá de la flexibilidad de las instituciones para continuar
transformando sus prácticas hacia la coproducción de conocimiento, conformar
nuevos entramados interdisciplinarios e intersectoriales y sostener este giro
colaborativo en el tiempo.
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Artículo recibido el 16 de marzo de 2021
Aprobado para su publicación el 8 de marzo de 2022