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OBJETOS DE LA GUBERNAMENTALIDAD:
LA DIMENSIÓN EPISTÉMICA DEL CONSUMO
DE DROGAS EN EL ESTADO CHILENO*
Nicolás Sanhueza Rodríguez**
RESUMEN
Este artículo tiene por objetivo evidenciar la emergencia, articulación y
alcances de un objeto que caracteriza la dimensión epistémica de la droga-
dicción, en la esfera pública en Chile. Buscando estudiar los procesos de
producción de conocimiento científico de este problema social, desarrolla-
mos un análisis empírico de las prácticas de científicos sociales que trabajan
en un centro de estudio público, responsables de la producción de eviden-
cia científica en la materia. Entregamos evidencia de las diferentes dinámi-
cas, orientaciones y objetos que se producen, a la hora de elaborar el
conocimiento científico social del consumo de drogas, que contribuyen a
su elaboración y delimitación como un problema social desde el Estado.
Los resultados nos evidencian el rol preponderante del Estado, en alianza
con las ciencias sociales positivistas, a la hora de producir Boundary Objects,
capaces de articular un conjunto de actores, practicas, instituciones y cono-
cimientos diversos, en vista de objetivos gubernamentales comunes.
 :  –   –
 –
boundary object
* Esta investigación contó con el financiamiento del Proyecto de Investigación Fondecyt
Nº 1.121.124 “Datos y relatos científico sociales que dan forma a la realidad social de
Chile: Estudio de los entrelazamientos constructivos y performativos de la ciencia social”,
cuyo investigador responsable es el profesor Dr. Claudio Ramos Zincke (Departamento de
Sociología, Universidad Alberto Hurtado, Chile). Agradezco los comentarios y aportes de
Sebastián Ureta, Martin Pérez Comisso y Karen Espínola, que fueron realizados a versiones
previas a este artículo; he considerado incluir la mayoría en este escrito final.
** Instituto de Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo electrónico:
<nsanhueza@uc.cl>.
doi: 10.48160/18517072re50.14
72 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
INTRODUCCIÓN
El Estado, en su articulación más reciente, al igual que otras instituciones,
se vale de diversos mecanismos y estrategias que le permitan un control e
intervención en la población. Distintos estudios permiten visualizar orien-
taciones liberales que el Estado moderno ha tenido desde el siglo , que
buscan robustecer en este tipo de estrategias y mecanismos de poder (Porter,
1995 y 2003; Wagner, 2003; Desrosières, 2004; Carroll, 2006; Foucault,
2007; Ramos, 2012 y 2016).
Pero, además, por su desarrollo y complejidad, el Estado ha incorpora-
do un conjunto de procesos performativos (Ramos, 2012), que dan forma
a la realidad exterior (Bourdieu, 2012). Es decir, el Estado no solo descri-
be realidad e interviene a través de políticas públicas y programas socia-
les, sino que también participa en la construcción de esta (Ramos, 2012 y
2016). Particularmente, el Estado desarrolla esta función performativa
fortaleciendo el vínculo con las ciencias sociales, a través de una serie de
mecanismos y recursos invertidos (humanos, tecnológicos, metodológicos,
presupuestarios, entre otros). Esto ha posibilitado perfeccionar la capaci-
dad gubernamental que el Estado tiene no solo de capturar determinados
conocimientos y fenómenos sociales, sino que además juega un rol prepon-
derante en la construcción de la realidad o fenómeno mismo. Resulta par-
ticularmente necesario entonces poder conocer y describir empíricamente
aquellos espacios y objetos institucionales desde donde el Estado produce
día a día conocimientos, no solo debido a su importancia desde un punto
de vista causal y tradicional, esto es, a mayor evidencia, mayor certeza, sino
cómo y cuales son las formas en que el Estado produce conocimiento social
específicamente.
En este artículo tratamos de entregar luz a estas interrogante, reflexio-
nando acerca de los diferentes procesos que integran la producción de cono-
cimientos desde el Estado chileno y en particular con un caso de estudio:
El Observatorio Chileno de Drogas. Para eso, a través de diferentes obser-
vaciones empíricas, buscamos entregar una reflexión sobre las prácticas,
formas y estrategias cotidianas que se dan en esta institución responsable
de producir conocimientos.
LA DROGADICCIÓN COMO UN PROBLEMA EPISTÉMICO
Hace treinta años poco se sabía y hablaba de las drogas y el alcohol en nues-
tro país. Era poco común que en las conversaciones familiares se hablara
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de que en otros países se utiliza la marihuana para el tratamiento del cán-
cer, o que en los medios de comunicación se presentara un artículo sobre el
aumento en los índices de consumo de drogas en población escolar. Poco
y nada se sabía del Cannabis Abuse Screening Test, o del Alcohol Use
Disorders Identification Test. En los últimos años vemos cómo estos, y
otros temas vinculados a las drogas y el alcohol se vuelven parte de nuestra
cotidianidad, de las conversaciones con amigos o colegas del trabajo, qui-
zás luego de una consulta médica o de haber leído una noticia. Ya sea la
drogradicción en general, o el consumo de drogas y alcohol en particular,
estos fenómenos pueblan las relaciones sociales e interpersonales. Ahora
bien, ¿por qué la drogadicción emerge en el último tiempo como un fenó-
meno preponderante en nuestra sociedad? ¿Quiénes son los que articulan
este tipo de fenómenos? ¿Quiénes elaboran los conocimientos que dan for-
ma a la concepción pública de la drogadicción en Chile? ¿Qué rol cumple
el Estado en la concepción y delimitación de lo que hoy se entiende por
consumo de drogas?
El fenómeno de la drogadicción, o el consumo nocivo de sustancias
ilícitas se ha venido estudiando sistemáticamente, ya sea en Chile como
en el continente latinoamericano, por diferentes disciplinas, expertos, y
organizaciones especializadas, en los últimos treinta años (Florenzano,
1989; Hopenhayn, 1997; Hopenhayn, Rementería y Sunkel, 1999;
Arriagada y Hopenhayn, 2000; Peruaga, Rincón y Selin, 2002; Rebolledo
y Costa, 2005; Garmendia, Alvarado, Montenegro y Pino, 2008;
Valenzuela y Larroulet, 2010; Sánchez, 2012; Fernández, 2013). Su estu-
dio, al igual que otros fenómenos sociales como la pobreza, la violencia
doméstica o la delincuencia, demanda un conjunto de dispositivos epis-
témicos, lo que permite delimitarlos y definirlos (Ramos, 2016). Kreimer
y Zabala (2007) señalan precisamente que en Latinoamérica la produc-
ción de conocimiento científico ha sido reconocida como una estrategia
de intervención legítima sobre los problemas sociales […] a los que se
encuentra sometida la población de América Latina” (Kreimer y Zabala,
2007: 111).
Para poder entender de manera cabal cómo operan la producción de
conocimientos vinculada a este tipo de problemas sociales, es necesario pro-
fundizar en la comprensión de la relación entre Ciencia y Estado. Uno de
los autores que más evidencia y antecedentes ha entregado en esta materia
ha sido Michel Foucault (Foucault, 2002; 2005; 2006 y 2009), quien a
partir del concepto de gubernamentalidad ha evidenciado un conjunto de
procesos que se han venido desencadenando en los Estados Modernos des-
de mediado del siglo .
74 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
Desde su constitución, las sociedades modernas en el transcurso del
siglo  al  –argumenta Foucault– presentan una expansión de las
tecnologías disciplinarias, lo que deriva en una evolución en la tecnología
de poder, que en términos generales se expresa en el cambio de un poder
soberano (basado en el manejo de territorio, productos y sus habitantes),
en un dispositivo de poder más eficiente llamado poder disciplinar
[1]
(que
se orienta al ejercicio individual, buscando el control y la normalización de
la conducta humana). Como sabemos, para Foucault el ejercicio del poder
necesita de aparatos del saber, que permiten delimitar sus ámbitos de la
dominación (Foucault, 2000), pero con la emergencia del conocimiento
científico en el siglo , esta relación entre poder y saber se complejiza
(Ramos, 2012). El poder disciplinario se despliega a través de diferentes
mecanismos los cuales buscan generalizar saberes en regímenes de verdad
(o cuerpos de conocimiento científico) (Ramos, 2012: 118).
Bajo estos antecedentes, la gubernamentalidad sería el proceso histórico
que viene a contextualizar la emergencia de este nuevo dispositivo de poder,
el cual opera sobre los seres humanos, buscando politizar su vida (Ramos,
2012). La gubernamentalidad es una tecnología de poder más abarcativa,
que incluye nuevas tecnologías de poder, buscando la gestión de conductas,
su emergencia sostiene Foucault está directamente vinculada a los cono-
cimientos científicos de las ciencias sociales (Foucault, 2007). Ramos
(2012) precisa que la gubernamentalidad para Foucault posee cinco
focos de atención clave. Primero, las prácticas administrativas estatales de
control sobre los ciudadanos; segundo, las estadísticas; tercero, los saberes
de las ciencias sociales; cuarto, los sistemas de información y manejo de
datos, y, por último, los procesos poblacionales; en otras palabras: “Se trata
[…] de la complejización de los fenómenos o procesos poblacionales […],
asociada al crecimiento de su tamaño y a la expansión de la actividad eco-
nómica y de la vida urbana” (Ramos, 2012: 77).
Tal como lo sostiene Ramos (2016), lo que ha caracterizado la consti-
tución del Estado moderno ha sido su dimensión epistémica y donde las
ciencias sociales han jugado un rol preponderante (Ramos, 2016: 71).
Particularmente, señala Ramos (2016), existen fenómenos sociales que pue-
blan nuestra sociedades actuales, tales como la delincuencia, la violencia, la
pobreza o la drogadicción, sobre los cuales la gubernamentalidad opera. De
[1] Ramos (2012) señala que los mecanismos disciplinarios “sirven de base para la gene-
ración de saberes que, inicialmente asociados a la labor del disciplinamiento van constitu-
yendo sus propios regímenes de verdad, como cuerpos científicos de conocimiento
(Ramos, 2012: 118).
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esta manera, el estudio de estos “problemas sociales” nos provee de una
mejor comprensión de esta dimensión epistémica del Estado.
Este estudio se enmarca bajo el Proyecto de Investigación Fondecyt Nº
1.121.124: “Datos y relatos científicos sociales que dan forma a la realidad
social en Chile” y cuyo investigador responsable fue el profesor Claudio
Ramos. Dicho proyecto consideró estudiar dos grandes formas de construc-
ción de la sociedad. La vía que sigue este artículo es la de los datos, la cual
tiene un cohorte positivista (a partir de datos estadísticos, indicadores y
variables), los cuales tienen una fuerte presencia en la esfera de la gestión
estatal (Ramos, 2016).
[2]
En esta línea, este artículo tiene por objetivo evidenciar el estudio empí-
rico de los procesos de producción de conocimientos de problemas sociales,
que operan como dispositivos de poder gubernamental. Así, a través de la
realización de un estudio de casos, buscamos obtener mayores antecedentes
sobre la interacción de actores, objetos, mecanismos y alcances de la pro-
ducción de conocimientos científicos de este tipo de fenómenos por parte
del Estado y su dimensión epistémica. Buscamos conocer y describir empí-
ricamente, qué practicas cotidianas constituyen y se despliegan en una orga-
nización pública encargada de producir evidencias y datos científicos sobre
la drogadicción en Chile.
LA DROGADICCIÓN COMO UN PROBLEMA SOCIAL
En Chile, la política pública vinculada a la prevención del consumo de dro-
gas y alcohol ha estado marcada por el desarrollo dos ámbitos: uno
normativo,
[3]
y por otro lado lo referido al diseño e implementación de orga-
nizaciones tales como el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes
y en la actualidad el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación
del Consumo de Drogas (), los cuales han elaborado una serie de
herramientas y dispositivo de gestión y administración para la medición e
intervención del fenómeno de la drogadicción en Chile, tales como la
[2] La segunda línea de estudio de este proyecto, el cual no se revisa en este artículo, ha
sido la performatividad de los relatos sociológicos (de sus narrativas y construcciones argu-
mentativas). Para mayor información, consultar Ramos (2012, 2013, 2014, 2015 y 2016).
[3] A través de las modificaciones al Código Penal (1873 y 1969), así como también en
la promulgación de leyes de drogas y alcoholes (Ley Nº 17.934 de 1973, Ley Nº 18.403
de 1985, Ley Nº 19.366 y Ley Nº 19.419 de 1995, Ley Nº 19.925 de 2004 y Ley Nº
20.000 del 2005).
76 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
Política y Plan Nacional de Prevención y Control de Drogas del año 1992,
la Estrategia Nacional sobre Drogas 2003-2008, la Estrategia Nacional sobre
Drogas 2009-2018, la Estrategia Nacional de Drogas 2011-2014, y los
Programas “Chile Previene” y “Chile Recupera”; así como el Sistema de
Registro y Procesamiento de la Información, o la Encuesta Nacional de
Drogas 1994, la cual se sigue implementando hasta la actualidad.
En el año 1990, se crea en Chile el Consejo Nacional para el Control
de Estupefacientes (), institución estatal encargada de la elabora-
ción de políticas públicas en esta materia lo cual inaugura un nuevo proceso
desde el Estado con respecto al funcionamiento y entendimiento del con-
sumo de drogas en la sociedad chilena. A finales del siglo , estas transfor-
maciones estatales se ven alteradas significativamente a partir de la
implementación del Programa Bienal de Estudios Nacionales sobre Drogas
y sus Factores Asociados en la Población General de Chile, que el Estado,
a través del , decide implementar desde el año 1994 a la actualidad.
A la fecha se han realizado 11 estudios (conocidos como Estudios Nacionales
de Población General).
Esta serie de estudios empíricos fueron mediciones cuantitativas de tipo
descriptivo, los cuales buscan “caracterizar cuantitativamente a la pobla-
ción seleccionada”, y con ello poder determinar el consumo o prevalencia
de drogas en la vida de los individuos (, 1994: 32). Dichos estu-
dios fueron diseñados en los primeros años por diversos equipos profesio-
nales, los cuales eran coordinados por la Secretaría Ejecutiva del .
Aquí participaron diversos profesionales provenientes de ministerios y ser-
vicios del Estado (como el Instituto Nacional de Estadística, que contri-
buye a la selección de la muestra a partir de los datos recopilados en el
Programa Integrado de Encuesta de Hogares –– e información del
Censo Nacional, según el año correspondiente), e instituciones universi-
tarias (tales como el Instituto de Salud Pública de la Universidad de Chile
y el Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica de
Chile), entre otras.
La puesta en marcha de un programa de estudios de esta envergadura
derivó en la producción de una gran cantidad de datos que han sido reco-
pilados y sintetizados en bases de datos electrónicas desde el año 1994.
Claro está, al producirse esta inmensidad de información y datos sobre el
consumo poblacional de drogas en Chile, se debía tener un objetivo, un
determinado lineamiento gubernamental o una función en la acción esta-
tal. Pero esta idea en los comienzos del  no fue evidente. En la pri-
mera etapa, este conjunto de datos y mediciones del fenómeno de la droga
debía consolidar un Sistema Nacional de Información de Drogas, algo así
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como un sistema informático con datos objetivos y actualizados del fenó-
meno de la droga en Chile.
[4]
Transcurridos varios años de funcionamiento del , el Estado
buscará orientar esta carencia de gestión y análisis de la información pro-
ducida en el contexto del Programa de Estudios Nacionales de Drogas.
Surge así la idea de contar con un Área de Evaluación y Estudios en el
año 2008. Esta permitiría coordinar la implementación de los Estudios
Nacionales y además llevar a cabo labores formales y concretas de análisis
y gestión de información recopilada, procesada y alojada en bases de
datos electrónicas. Con todo, la implementación de estos estudios es
aprobada año tras año, y el aumento de producción de datos estadísticos
se suma a la formulación de proyectos emblemáticos en el interior del
servicio, tales como “Chile Previene” y “Chile Recupera”. En este perío-
do se comienza a gestar la idea de transformar al  en un órgano
independiente al trabajo interministerial, con ciertos grados de autono-
mía. La propuesta de reformulación del  a un Servicio Nacional
vino –entre otras– fundamentada desde el interior del Estado, a través de
un conocido informe de la Dirección de Presupuesto () del
Ministerio de Hacienda (2009), el cual hacía referencia a la cantidad de
presupuesto asignado y el personal contratado a la fecha, lo cual no tenía
relación con un Consejo Asesor, sino más bien con la figura organizacio-
nal de un Servicio Nacional.
En el año 2011 se crea el nuevo Servicio Nacional para la Prevención y
Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (), el cual reem-
plaza al  como la oficina estatal responsable de la ejecución de polí-
ticas públicas en materia de prevención y tratamiento del consumo de
drogas y alcohol. En este nuevo contexto de transformación institucional
–y según lo estipulado en la Ley Nº 20.502– es necesario elaborar un docu-
mento que sirva para orientar la puesta en marcha del nuevo servicio. Dicho
documento será la Estrategia Nacional de Drogas y Alcohol (2011-2014).
En dicha publicación se establecen los lineamientos estratégicos del nuevo
servicio, especialmente a los programas “Chile Previene” y “Chile Recupera”,
pero profundizando en la idea de reformulación del área de Evaluación y
Estudios, a través de la implementación de una organización especializada
que sea capaz de: “ofrecer un diagnóstico permanente del mercado de la
droga en Chile, sirviendo de insumo para la propuesta y evaluación de las
políticas de control” (, 2011: 18). A dicha organización se la deno-
mina Observatorio Chileno de Drogas y Alcohol.
[4] Más información en  (1994).
78 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS CIENTÍFICOS
Nuestro estudio propone abordar el problema de la producción de cono-
cimientos en el Estado, a partir de un conjunto de enfoques teóricos
recientes con fuerte vocación empírica. Primero, rescatando las propuestas
etnometodológicas de los estudios de etnografías de laboratorio (Latour
y Woolgar, 1979), y a su vez rescatando la aproximación semiótico-mate-
rial de la teoría del actor-red (Star y Greiseimer, 1986; Callon, 1995; Law,
2004). Estos enfoques han surgido en el seno de los Estudios en Ciencia,
Tecnología y Sociedad (), buscando: “describir y entender las claves
epistemológicas y ontológicas que hacen posible (o imposibilitan) la emer-
gencia de constructos científicos y técnicos” (Ureta y Sanhueza, 2018: 21).
Con ello, buscamos poner en diálogo dos perspectivas convergentes, por
un lado, los estudios  y por otro, los ya mencionados estudios de la
gubernamentalidad de Foucault y de la performatividad de Ramos (2012
y 2016).
Ramos (2012) menciona que la gubernamentalidad funciona a partir
de mecanismos performativos, haciendo referencia a procesos que descri-
ben y a su vez construyen la realidad (Ramos, 2016: 29). Este doble pro-
ceso de involucramiento y construcción del mundo,
[5]
que se articula en
los aparatos estatales, específicamente en la producción de conocimientos
científico-sociales, tiene directa relación con cómo los estudios  han
investigado la construcción de hechos científicos, a partir de prácticas que
construyen la ciencia (Latour y Woolgar, 1979). Ramos (2012) propo-
ne ciertas condiciones de operación para la performatividad en ciencias
sociales, en especial la legitimidad social del conocimiento científico y sus
mecanismos operativos para la performación, los cuales están compues-
tos por:
1. Redes de individuos. Una red es una “trama de relaciones, toda una
malla por la que circula el conocimiento, experimentando transformacio-
nes que lo hacen asimilable y empleable por parte de diferentes integrantes
de agencias no científicas –por ejemplo, entidades estatales o corporativos
de negocios– que se entrelazan con esta malla o que entran en contacto con
ella” (Ramos, 2012: 147).
2. El equipamiento e instrumentos. Entendidos como: “[…] desde sim-
ples hojas de papel hasta capturadores de datos y complejos programas
incorporados en computadores de alta capacidad” (Ramos, 2012: 147).
[5] Ramos (2016) señala que esta noción ha sido elaborada a partir del trabajo clásico de
Berger y Luckmann (1967), el cual influyó a los estudios cts y a la sociología en general.
79
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3. Las organizaciones. Las cuales tienen directa relación con el uso del
conocimiento científico y la performación de conductas o comportamien-
tos, sobre todo en el ámbito de la gestión pública (Ramos, 2012: 148).
4. Los textos y publicaciones. Los cuales, “revestidos de confianza y legi-
timidad otorgados por la ciencia, hacen circular, en múltiples traducciones
y reempaquetamientos, el contenido proposicional científico” (Ramos,
2012: 150).
A su vez, una aproximación empírica al estudio de los procesos de pro-
ducción, elaboración, justificación y difusión de conocimientos científi-
cos ha sido la tradición inaugurada por los conocidos Estudios o
Etnografías de Laboratorio (Latour y Woolgar, 1979; Knorr-Cetina,
1981; Lynch, 1985; Traweek, 1988), que, con herramientas de la socio-
logía del conocimiento y la etnometodología, ingresaron a estudiar empí-
ricamente diversos laboratorios en los Estados Unidos. Estas investigaciones
empíricas “buscaron describir y analizar la ciencia, no a través de los dis-
cursos de los científicos o la reconstrucción histórica de casos, como se
había hecho hasta ese momento, sino a través de la descripción detallada
de las prácticas cotidianas por medio de las que se producía la ciencia, las
cuales hasta la fecha habían sido escasamente investigadas” (Ureta y
Sanhueza, 2018: 37).
Los Estudios de Laboratorio se preguntan por los procesos mismos de
formación de una teoría, buscando demostrar que había toda una política
dentro de los laboratorios (incluso más que afuera de ellos). Así, el estu-
dio de la producción de hechos científicos deja de ser el punto de parti-
da, pasa a ser el de llegada (Ureta y Sanhueza, 2018). Para este conjunto
de investigaciones hay un carácter fuertemente idiosincrático y cotidiano
en los procedimientos de producción de conocimientos. Tal como seña-
lan Ureta y Sanhueza (2018), los Estudios de Laboratorio radicalizan “el
movimiento, ya iniciado por Kuhn, de desacralizar la ciencia, mostrándo-
la como un tipo de trabajo, si bien altamente sofisticado, no exento de las
particularidades y limitaciones de cualquier actividad humana” (Ureta y
Sanhueza, 2018: 38).
Buscando entregar nuevos antecedentes a este campo de estudios, Star
y Greiseimer (1989) describen los diversos mecanismos de coordinación
y gestión de la información que se requieren por parte de distintos actores
involucrados en el trabajo de elaboración de una guía de flora y fauna en
un museo de California. Ellos señalan que el trabajo científico demanda,
por un lado, comprender la coordinación entre mundos en la actividad
científica, y a la vez, profundizar en la necesidad de generalizar resultados
80 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
para obtener hallazgos. El trabajo científico está conducido por un extre-
ma diversidad de actores, intereses y procesos en vías de estandarización.
Así, es común observar diversos equipos de investigadores, disciplinas y
de distintos mundos epistémicos que confluyen. Es así como el trabajo
científico en nuestra sociedad se ha transformado en una empresa compues-
ta por actores y puntos de vista heterogéneos (Star y Greiseimer, 1989:
388). Los autores precisan que:
La creación del conocimiento científico depende de la comunicación, así
como también de la creación de nuevos hallazgos […]. Pero debido a estos
nuevos objetos y métodos, que significan diferentes cosas según los mun-
dos, los actores están enfrentados a la tarea de conciliar estos significados,
si es que ellos desean cooperar […]. Esta “reconciliación” requiere de una
labor sustancial de todos los que forman parte [del proceso]. Los científicos
y otros actores contribuyen a la traducción científica, a la negociación, al
debate, a la triangulación y a la simplificación en pos del trabajo en con-
junto (Star y Greiseimer, 1989: 388-389).
En esta misma línea, Callon (1995) sostiene que los procesos de interesa-
miento y traducción son fundamentales para entender la producción de
conocimientos. Callon (1995) destaca la necesidad del logro de acuerdos y
la reconciliación de diversos puntos de vista entre los actores. Para él, cosus-
tanciales a estos procesos de coordinación de las acciones individuales en
acciones colectivas son los procesos de sometimiento de algunos actores
sobre otros, a través del interesamiento y la traducción, que les permiten
invocar una autoridad científica para someter la acción del resto de los acto-
res involucrados (Star y Greiseimer, 1989: 389). De esta manera, los parti-
cipantes son “alistados” para reinterpretar sus propias preocupaciones y
asimilarlas a los objetivos programáticos de los que han invocado esta auto-
ridad. Estos actores serán establecidos como “porteros” (Callon, 1995: 265)
y serán los encargados de implementar un “punto de paso obligado” en el
proceso de traducción. Esta acción ocurre de tal manera que permita
aumentar la centralidad del trabajo del actor que realiza este proceso, el cual
se ha conceptualizado como interesamiento (Callon, 1995), es decir, aquel
proceso que indica la acción de traducir preocupaciones no-científicas en
aquellas científicas, para así orientar la acción de uno o varios actores (Star
y Greiseimer, 1989).
Sin embargo, Star y Greiseimer (1989) precisan que: “la naturaleza final
del interesamiento, no puede ser entendida desde un solo punto de vista
(Star y Greiseimer, 1989: 389), es decir, pueden existir múltiples traduc-
81
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ciones, así como también “puntos de paso obligatorio” en este proceso.
[6]
A diferencia de la aproximación de Callon (1995), donde parece haber más
bien una canalización a la hora de presentar la mediación de varios intere-
ses, es decir, solo una traducción hegemónica, disciplinar y epistemológi-
camente. Contrariamente, para Star y Greiseimer (1989), “la unidad es la
empresa entera”, lo cual implica una mecánica de las asociaciones y el
modo como ellas soportan la tensión entre cooperación y heterogeneidad”
(Trompette y Vinck, 2010: 5). Así, los procesos de interesamiento están
vinculados a una determinada coherencia (individual y organizacional) de
todas las traducciones que están siendo parte de este proceso, las cuales
dependen de los esfuerzos que los actores involucrados, independientemen-
te de los mundos sociales de que provengan (Star y Griesemer,1989: 390).
Es así como los procesos de traducción, en la producción de conocimien-
tos, se vuelven indeterminables y contingentes. Sin embargo, aún es nece-
sario pesquisar cómo se logra reducir la incertidumbre a nivel local, sin
correr el riesgo de la pérdida de cooperación entre aliados” (Star y Greiseimer,
1989: 391).
Para esto, Star y Greiseimer (1989) proponen utilizar la noción inter-
pretativa de Boundary Object,
[7]
la cual invita “a pensar en la acción colec-
tiva y la innovación desde una perspectiva ecológica, poniendo en escena
los artefactos diversos que intervienen en la articulación de conocimientos
distribuidos” (Trompette y Vinck, 2010: 10).
Los Boundary Object son:
[...] objetos que son, a la vez, lo suficientemente plásticos para adaptarse a
las necesidades locales y a las limitaciones de varios actores que los emplean,
pero lo suficientemente robustos para mantener una identidad a través de
los sitios (Star y Greiseimer, 1989: 393).
[6] Para poder desarrollar esta idea, Star y Greiseimer (1989) rescatan el enfoque ecoló-
gico-institucional desarrollado por Everett Hughes (1897-1983). El análisis ecológico-
institucional (Star y Ruhleder, 1996) permite analizar las diferentes posturas epistemológi-
cas entre los actores involucrados en estos procesos, así como también sus puntos de vista.
En dicho análisis, Hughes se refiere a la importancia del medio ambiente de las institucio-
nes, donde cada institución “elige” su medio ambiente (esta es parte de sus funciones
orgánicas). De esta manera es como las organizaciones actúan internamente para poder
definir sus límites, su entorno y de acuerdo con estas definiciones cómo definir sus recur-
sos, sus clientes, su personal (grados y tipos), entre otras (Star y Greiseimer, 1989: 389).
[7] El concepto Boundary Object ha tenido diferentes traducciones e interpretaciones (obje-
tos de frontera, objeto límite, etc.). Hemos decido dejarlo en su idioma para no perder su
riqueza conceptual. Más información se puede encontrar en Trompette y Vinck (2009).
82 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
Esta noción nos permite analizar la interacción de actores (humanos y no
humanos) que provienen de mundos sociales diversos y que han logrado
coincidir en intereses particulares, para el logro de tareas y demandas cientí-
ficas relacionadas con el análisis y gestión de la información y conocimientos.
Estos objetos emergen en espacio de trabajo donde es necesario procesar
y gestionar grandes cantidades de información, gozan con una gran capa-
cidad de adaptación a necesidades locales, y desarrollan una fortaleza inter-
na para mantener su identidad en diferentes contextos (Star y Greiseimer,
1989: 393). Es así como los científicos deciden poner sus esfuerzos y coo-
peración en la construcción de estos objetos del conocimiento, que emer-
gen como resultado de procesos de elaboración y gestión de la información,
a través de determinados grados de cooperación entre ellos.
Estos objetos
[8]
están estructurados para el uso común, pero a la vez, se
vuelven fuertemente estructurados y específicos en los espacios de uso indi-
vidual (Star y Greiseimer, 1989: 393). Su emergencia está condicionada al
trabajo diversos actores para producir representaciones de una naturaleza o
fenómenos que están tratando de ser definidos y consensuados (Star y
Greiseimer, 1989: 408).
METODOLOGÍA
Esta investigación adopta un acercamiento paradigmático interpretativo
(Denzin y Lincoln, 2008 y 1998; Geertz, 1992; Guba y Lincoln, 1998 y
2002; Taylor y Bogdan, 2000; Wolcot, 2006; Becker, 2010). Cuando
hablamos de un paradigma científico entendemos que es:
una matriz cognoscitiva disciplinaria […] [que] busca mostrar que el pro-
ceso de producción de conocimiento científico no ocurre asépticamente en
un vacío sociocultural, sino que está cruzado y marcado por creencias y
valores derivados del marco sociocultural en que ocurre tal producción de
conocimientos, así como por procesos psicosociales de las comunidades de
investigadores (Ramos, 2005: 86-87).
[8] La noción se vincula a la de un intermediario que “hace vínculo” constantemente
entre entornos, discursos y actores; pero además “es vehículo”, ya que tiene la capacidad de
transportar información y modelos de conocimiento (análisis, interpretación, discusión,
etc.), posibilitando la coordinación –en diferentes espacios y contextos– de la actividad
científica. El análisis conduce a los autores a identificar cuatro tipos de objeto frontera (el
repertorio, el ideal tipo, la envoltura, el formato estándar).
83
REDES
, VOL. 26, Nº 50, BERNAL, JUNIO DE 2020, PP. 71-104
Dentro de este paradigma, existen diversas técnicas o herramientas meto-
dológicas, tales como la etnografía, observaciones participantes, entrevistas,
etc. Para este enfoque, la realidad es una construcción individual que se
coconstruye entre el sujeto y el medio. Denzin y Lincoln (2008) entienden
que esta es una actividad que localiza al observador en el mundo, que cons-
ta de un set de prácticas interpretativas materiales que hacen al mundo visi-
ble y que deben ser sistematizadas bajo anotaciones de terreno, entrevistas,
conversaciones, fotos, grabaciones, etc. Hammersley y Atkinson (2001)
señalan a su vez que
en una cultura gráfica es posible apoyarse en todo tipo de relatos escritos
desde “dentro”, documentos producidos especialmente para los propósitos
de la investigación y los generados para otros propósitos (Hammersley y
Atkinson, 2001: 176).
Así, los investigadores sociales no debieran tomar por “secundarios” los
documentos oficiales que pudiera presentar el contexto que se está anali-
zando. De hecho, el etnógrafo que se interna en el complejo sistema buro-
crático de la administración pública debiera seguir un examen detallado de
los lugares donde la producción y el uso de los documentos son un meca-
nismo integral de los distintos elementos (materiales o inmateriales) del
quehacer cotidiano. Estos datos o información oficial no debieran ser des-
perdiciados, de hecho: “[…] en vez de verlos como fuentes de información
(más o menos sesgada), los documentos y estadística oficiales deberían tra-
tarse como productos sociales; deben ser analizados, y no empleados como
recursos” (Hammersley y Atkinson, 2001: 177).
En esta investigación se aplicó un enfoque metodológico centrado en
las practicas de los sujetos que componen esta organización. Lo que nos
permita describir y explicar cuáles son sus actos, sus practicas, sus rutinas,
los procedimientos, los objetos y las formas en que ellos mismo describen
su rol como investigadores. Así, buscamos estudiar las relaciones que tienen
los actores con los objetos que producen, y cómo estos han llegado a defi-
nir y coproducir en un entramado relacional (Marrero, 2013). Estudiar la
producción de conocimientos que se genera en este tipo de organizaciones,
desde un punto de vista sociotécnico (Latour, 2005), entonces, significa
entender lo social como relacional. Seguir objetos en diversos contextos, no
significa en ningún caso reducir lo social a lo material, sino permitirnos
pensar lo social como algo que está más allá de los objetos. Estudiar objetos
nos permite encontrar flujos de redes de agencias (humanas o no humanas)
que pueden asociarse a instituciones y organizaciones en la sociedad.
84 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
En este caso, nuestras investigaciones contemplaron un trabajo de
observaciones participantes (Goffman, 1989) progresivo en el interior de
este centro de análisis y estudios, lo que luego nos llevó a aplicar un con-
junto de entrevistas en profundidad
[9]
a cada uno de los investigadores que
componen esta organización.
En el año 2012 accedimos presencialmente a las oficinas del Observatorio
Chileno de Drogas, organización dependiente del Servicio Nacional para
la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol en Chile,
lo que nos permitió observar empíricamente una serie de prácticas cotidia-
nas de esta organización. El equipo del Observatorio en este tiempo estaba
compuesto por un antropólogo, dos economistas, una socióloga y un psi-
cólogo. Así, el plan de investigación consistió primero en la toma de con-
tacto con la directora nacional del , con la cual se consensuaron
jornadas de trabajo y entrevistas a los miembros del Observatorio Chileno
de Drogas del . Esto derivó en un conjunto de observaciones parti-
cipantes durante jornadas y reuniones de trabajo, así como en la realización
de un conjunto de entrevistas en profundidad
[10]
a cada uno de los miem-
bros, sumado a otros informantes claves en la organización.
RESULTADOS
En este artículo intentamos extender la comprensión de la noción de pro-
ducción de conocimientos sociales en el interior del Estado, como un dispo-
sitivo performativo de la gubernamentalidad (Foucault, 2000), que permite
dar cuenta de la forma en que se produce y construye la drogadicción como
un problema social (Ramos, 2016). Para eso, hemos conducido una inves-
tigación empírica en el Observatorio Chileno de Drogas del , orga-
[9] Según Taylor y Bogdan (2000), las entrevistas están dirigidas hacia la comprensión
de las perspectivas que tienen los agentes estudiados respecto a sus vidas, experiencias o
situaciones, expresadas con sus propias palabras, buscándose no contrastar una teoría o
supuestos como explicación de un problema, sino más bien, profundizar en ideas más o
menos fundadas y hallar explicaciones convincentes o simplemente conocer cómo las
personas viven y sienten en situaciones que se relacionan con el problema a investigar
(Taylor y Bogdan, 2000: 101).
[10] La entrevista estuvo compuesta por cinco focos de interés: 1) la trayectoria profe-
sional de cada investigador; 2) el trabajo en el observatorio y su estructura organizacio-
nal; 3) los mecanismos de producción de datos y evidencias; 4) los canales y mecanismos
de difusión, y 5) la comunidad científica disciplinar que se vincula con el trabajo del
Observatorio.
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nismo estatal encargado de llevar a cabo las políticas públicas, programas y
planes para la prevención del consumo de droga y alcohol en Chile.
Los resultados son consistentes con la tesis de Ramos (2012 y 2016)
sobre la dimensión epistémica del Estado y el rol performativo que desem-
peñan las ciencias sociales en la elaboración y delimitación de problemas
sociales, específicamente a través de la producción de datos estadísticos.
Esto se confirma a partir de la emergencia de diferentes mecanismos de
producción y difusión del conocimiento por parte del Observatorio Chileno
de Drogas del , los cuales se orientan particularmente en la elabora-
ción de una publicación llamada Boletín de Drogas del senda. Esta se carac-
teriza por lo que se describe en los siguientes apartados.
Una publicación individual, con un formato flexible
Inicialmente, es necesario que cada investigador proponga constantemente
relaciones entre variables alojadas en las bases de datos y asociaciones esta-
dísticas. Aquí, el componente de convivencia cotidiana se hace presente en
esta etapa de diseño, lo cual es fundamental para el trabajo en equipo, así
como también la circulación del diálogo entre todos los investigadores y las
jefaturas directas. El trabajo individual de cada investigador se orienta así a
la elaboración de este nuevo objeto, que se construye siempre bajo la asocia-
ción de las partes como una unidad, es decir, si bien cada investigador rea-
liza un boletín de manera individual, en un comienzo este trabajo traspasa
esas fronteras, para ser promovido como el resultado de un trabajo grupal.
Como parte de estos procesos de elaboración, es común observar una
flexibilidad a la hora de establecer formatos y estructuras de estos boletines.
Así, en los cinco primeros boletines existió un formato estándar, que con-
sideraba: introducción, metodología, resultados y conclusiones, y en algu-
nos casos se agregan: descripción de la muestra, análisis descriptivo,
confiabilidad del instrumento, discusión, anexos y referencias bibliográfi-
cas. En la mayoría se destaca la referencia a los Estudios Nacionales de
Población General, así como también la presencia de análisis estadísticos
inferenciales en su mayoría.
Los investigadores deben publicar un boletín mensual, es decir, cada
investigador debe elaborar como mínimo dos boletines al año. Esto signi-
fica determinar un conjunto de variables a analizar, abrir los archivos elec-
trónicos que contienen las bases de datos de los Estudios Nacionales
(realizados en años anteriores), establecer algunas hipótesis que permitan
orientar el análisis de los datos, introducir las coordenadas en los programas
86 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
computacionales que permitan determinar la asociación o no entre las
variables seleccionadas y luego analizar la presencia o ausencia de asociación
estadística. Posteriormente, estos procedimientos deben ser llevados a un
documento escrito, de preferencia utilizando gráficos y fórmulas matemá-
ticas que permitan explicar a cabalidad el procedimiento realizado.
Una publicación oficial, que forma parte de metas institucionales
El boletín también es parte de un conjunto de metas y objetivos institucio-
nales que se deben cumplir por año. La realización de estos boletines fueron
incluidos en el Programa para el Mejoramiento a la Gestión () del -
, el cual tiene por objetivo “el cumplimiento de objetivos de gestión a un
incentivo de carácter monetario para los funcionarios”.
[11]
Este programa
está coordinado por la Dirección de Presupuesto del Ministerio de
Hacienda, y permite que cada funcionario reciba una bonificación mone-
taria a partir del cumplimiento de dichas metas establecidas anualmente.
Una publicación estructurada jerárquica y epistémicamente
El boletín debe ser elaborado a través del manejo de conocimientos especí-
ficos en estadística descriptiva e inferencial (probabilística), utilizando pro-
gramas computacionales para el análisis de datos, como Excel,  o Stata.
En este contexto, dos actores se vuelven relevantes a la hora de orientar estas
prácticas investigativas del equipo: la directora nacional (socióloga, doctora
en Salud Pública), así como la jefa de la División de Tratamiento, la cual es
médica y doctora en Epidemiología. Ambas tienen cargos de jefaturas y han
sido elegidas por la autoridad política del gobierno. Sumado a ellas, el antro-
pólogo, jefe del Observatorio (estudiante del Doctorado en Salud Pública)
y el economista (magíster en Políticas Públicas) juegan un rol fundamental
en todo el proceso de elaboración y publicación de los boletines. Todos ellos,
[11] Desde 2014, los  cubrirán un total de 194 instituciones y más de 87 mil
funcionarios, formando parte de uno de los mecanismos de incentivo de remuneraciones
de tipo institucional más importantes aplicados en la administración pública de nuestro
país. A partir de 2012, el incentivo monetario corresponde a 7,6% de las remuneraciones
si la institución alcanzó un grado de cumplimiento igual o superior al 90% de los objetivos
anuales comprometidos, y de un 3,8% si dicho cumplimiento fuera igual o superior a 75%
e inferior a 90%. Véase <www.dipres.gob.cl>.
87
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desde sus diferentes roles y funciones, destacan por ser actores que tienen
mayores conocimientos en la materia y tiempo en la organización. Tanto el
antropólogo como el economista son los que publican primero boletines.
Esta presentación de los datos proviene de la epidemiología, área preferen-
cial en la Escuela de Salud Pública en la Universidad de Chile. Y es que para
ellos los resultados se trabajan de otra manera [que en Ciencias Sociales],
se trabajan en términos epidemiológicos, aquí, para poder decir que una
persona está enferma, tiene que ser bajo un modelo teórico perfecto, diga-
mos un experimento controlado. (Fragmento de una entrevista al psicólogo
del Observatorio .)
Una vez iniciado el proceso de elaboración individual de estos boletines se
comienzan a presentar borradores a las jefaturas, para su corrección y apro-
bación; a estos actores los llamaremos “punto de paso obligado”, siguiendo
la conceptualización que realiza Callon (1995: 265). Los actores que juegan
este rol son primero el antropólogo, el jefe del Observatorio, luego la jefa
de la División y, por último, la directora nacional. Estos comienzan a reali-
zar correcciones, observaciones y modificaciones a los escritos presentados.
Es importante recalcar el carácter individualizado de este proceso ya que
a diferencia de la primera etapa el equipo ha tenido que reorientar su
trabajo de una manera grupal a una individual, lo cual permite personalizar
las revisiones. Aquí, la información se transfiere internamente entre estos
actores responsables, para su corrección. La propuesta se envía por correo
electrónico institucional a la jefatura responsable de corregir dicho docu-
mento, el cual ha de ser leído, corregido y nuevamente enviado por correo
electrónico al responsable para realizar los ajustes correspondientes. Con
ello, las correcciones de las propuestas se individualizan en los investigado-
res que producen estos primeros esbozos, lo que permite definir al respon-
sable de corregir los errores cometidos o los análisis que hay que enmarcar.
Este proceso de evaluación interna resulta clave en la elaboración de los
boletines, ya que estas recomendaciones deben ser –necesariamente asu-
midas como “ajustes necesarios” por parte de los productores. De esta for-
ma, el responsable del análisis propuesto debe seguir lo estipulado en las
observaciones realizadas, de lo contrario se arriesga caer en un conjunto de
refutaciones y enmarcamientos jerárquicos a su análisis y su conducta como
investigador de esta organización.
Cuando yo escribí el primer boletín y fue enviado a la jefa, la jefa lo des-
truyó en el sentido de que nadie iba a entenderlo, uno está acostumbrado
88 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
a palabras técnicas, y para uno no es de difícil lectura, pero ella me decía:
“Esto no lo puede leer una persona en su casa, no va a entender ni una
palabra, hay que decirlo en simple”, y ahí tuve que hacer toda la redac-
ción de nuevo, los resultados eran los mismos pero tenía que hablar en
otras palabras. Tuve que traducirlo, eso me costó harto, porque yo lo
entiendo, porque estoy tan acostumbrada a estas palabras que no me doy
cuenta. (Fragmento de una entrevista a la socióloga del Observatorio
.)
En este contexto, los procesos de traducción (Callon, 1995) a los que está
asociado la elaboración de un boletín comienzan a multiplicarse. Primero,
a partir de los análisis individuales que cada investigador realiza a partir de
su trabajo en las bases de datos, luego, a partir de las discusiones y debates
entre los integrantes del equipo del Observatorio, y finalmente, en los pro-
cesos de corrección y ajustes por realizar. La producción de boletines está
marcada por una estructuración disciplinar que se aplica por los actores con
mayor rango y poder jerárquico en la institución, siguiendo dos focos de
interés, por un lado desde la salud pública (una aproximación epidemioló-
gica) y, por otro lado, desde la estadística econométrica. Uno de los econo-
mistas comenta esta tensión:
Yo trabajo con bases de datos, lo que yo puedo hacer es encontrar asocia-
ciones, entonces yo observo que hay una relación entre la prevalencia de
consumo de tabaco y consumo simultáneo con alcohol. Yo aquí no estoy
diciendo que el consumo de alcohol está asociado con el consumo de taba-
co; sino que lo que yo observo es que hay una asociación entre estos dos y
que entonces hay ciertos factores comunes a la hora de comparar estos dos,
a través de la hipótesis que presento en un comienzo, y lo que yo extraigo
entonces de los datos son asociaciones. Bajo esa lógica, yo no puedo hacer
relaciones causales. (Fragmento de una entrevista al economista del
Observatorio .)
Estas tensiones disciplinares entre enfoques de la salud pública (análisis
epidemiológicos) y la estadística econométrica (análisis probabilísticos) se
presentan constantemente a la hora de coordinar el trabajo cotidiano del
equipo del Observatorio. En algunos casos, la elaboración de los boletines
queda más vinculada a un enfoque que otro, dependiendo de la profesión
del investigador y su capacidad de argumentar sus análisis frente a los acto-
res que juegan un rol de punto de paso obligado. Esto se ve expresado en la
diversidad de temas que abarcan estos boletines, como lo muestra la tabla 1.
89
REDES
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Tabla 1. Temas de los boletines
Nombre Resumen
Boletín 1: El mercado de la
marihuana
El presente boletín aborda estas dificultades para el mercado de la
marihuana, teniendo como objetivos obtener una medida que sirva
como parámetro de referencia para las cantidades de esta droga. Para
ello se utilizan los datos sobre consumo mensual de marihuana
reportados por los Estudios Nacionales de Drogas en Población
General (enpg) para los años 2004, 2006, 2008 y 2010, y los datos de
decomisos de marihuana reportados en los Informes Nacionales de
Procedimientos por Infracción a la Ley de Drogas N° 20.000 de la
División de Seguridad Pública (dsp).
Boletín 2: Octavo estudio
nacional en población escolar
de Chile. Resultados escala
Cannabis Abuse Screening Test
(cast)
El presente boletín analiza los resultados del cast con la escala de
respuestas Likert de 5 puntos en cada una de las preguntas (rango 6 y
30). El objetivo es dar a conocer los resultados del análisis de la
composición de la escala cast empleando como fuente de información
de la base de datos correspondiente al Octavo Estudio Nacional en
Población Escolar 2009.
Boletín 3: Análisis de
resultados. Alcohol Use
Disorders Identification Test
(audit)
En el siguiente boletín se presentarán los resultados de la escala audit
que se aplicó en el Noveno Estudio Nacional de Drogas en Población
General de Chile, comparando los puntos de corte de la versión
original del instrumento elaborado por la oms con los obtenidos en la
validación chilena (enpg, 2010).
Boletín 4: Caracterización de
los niveles de consumo de
alcohol en Chile
En este boletín se explora la influencia de variables como sexo,
escolaridad, edad e ingreso en la probabilidad de presentar un
determinado nivel de consumo. Este análisis se llevó a cabo utilizando
la base de datos del Noveno Estudio Nacional de Drogas en Población
General del año 2010, mediante un modelo de regresión multinomial.
Boletín 5: Victimización y
alcohol. Asociación entre
frecuencia mensual y consumo
de alcohol con reporte de
eventos violentos
En este boletín se desarrollan las asociaciones entre el consumo
intenso, la frecuencia mensual de consumo de alcohol y la
probabilidad de ser víctima de algún episodio de violencia relacionado
con el consumo de alcohol u otras drogas. El análisis consideró a los
participantes de la Octava y Novena Encuesta Nacional de Drogas en
población General. Los participantes incluidos en este boletín tienen
entre 12 y 64 años y se incluyó a todos aquellos que contestaron las
preguntas de interés (cuestionario audit).
Boletín 6: Factores de riesgo y
consumo de marihuana en la
población escolar
En este boletín se estimó la probabilidad de presentar consumo de
marihuana durante los últimos treinta días utilizando el Octavo Estudio
Nacional de Drogas en Población Escolar de Chile del año 2009.
Boletín 7: Edad de inicio en el
consumo de alcohol y tabaco:
Cohortes 1934-1994
El objetivo de este boletín fue estimar la edad de inicio en el consumo
de alcohol y tabaco según año de nacimiento, para lo cual se
utilizaron los nueve estudios nacionales de drogas en población
general de Chile realizados entre 1994 y 2010.
90 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
Nombre Resumen
Boletín 8: Precio y gasto de
droga ilícita en Chile
El objetivo del presente boletín es entregar información relativa al
precio que se paga por las principales drogas ilícitas consumidas en
Chile y al gasto mensual que se realiza en este ítem, según nivel
socioeconómico. Se utilizó información obtenida a partir de los
Estudios Nacionales de Drogas en Población General entre los años
2004 y 2010, en población prevalente, año y mes de consumo de
sustancia, según la variable analizada.
Boletín 9: Caracterización de la
población femenina atendida
en el programa de tratamiento
específico de mujeres
El presente boletín tiene como objetivo describir el perfil de las
usuarias del tratamiento específico de mujeres perteneciente al
Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de
Drogas y Alcohol (senda), que se atienden en centros públicos y
privados del país. Se utilizarán datos extraídos de los registros del
sistema informático, Sistema de Información y Gestión de Tratamiento
(sistrat) del año 2011.
Boletín 10: Estudio piloto en
población escolar: ¿la
estructura del cuestionario
importa?
El presente boletín tiene por objetivo analizar cómo la estructura de
un cuestionario aplicado en población escolar –para medir consumo
de drogas– puede afectar la cantidad de respuestas y la concordancia
entre estas, a partir de un estudio piloto realizado de manera previa al
desarrollo del Noveno Estudio Nacional de Drogas en Población
Escolar de Chile (senda, 2011), con el objetivo de generar evidencia
que ayudara a decidir qué formato funcionaba de mejor manera entre
los alumnos.
Boletín 11: Orquestas juveniles
como factor protector
El presente boletín tiene como objetivo conocer si la participación en
las orquestas juveniles constituye un factor protector del consumo del
alcohol y otras drogas. Para ello, se utilizan datos proporcionados por
un instrumento de autodiagnóstico de factores de riesgo y protectores
aplicado a una muestra de participantes de las orquestas juveniles y
datos del Octavo Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar de
Chile.
Boletín 12: Marihuana como
puerta de ingreso a otras
drogas
El presente boletín busca evaluar la hipótesis de la marihuana como
puerta de entrada al consumo de otras drogas con mayor efecto
adictivo (cocaína o pasta base) en estudiantes de 13 a 18 años. Para
ello, se utilizaron datos del Octavo Estudio Nacional de Drogas en
Población Escolar de Chile, realizado en el año 2009.
Una publicación orientada por diferentes retóricas científicas
El boletín también es un objeto que está atravesado, producido e integrado
por discursos que, desde diferentes instancias locales y globales, se buscan
profundizar en los diferentes Estados. Uno de ellos ha sido el discurso de
las políticas públicas basadas en evidencias.
91
REDES
, VOL. 26, Nº 50, BERNAL, JUNIO DE 2020, PP. 71-104
Lo que se quería hacer era generar un órgano competente para que pue-
da generar conocimiento bajo la lógica de explotar las bases de datos y otro
las evaluaciones de impacto, que son temas muy de moda cuando asume
este nuevo gobierno. Este nuevo gobierno crítica a las administraciones
anteriores ya que anteriormente no se evaluaba nada, entonces nació el con-
cepto de que todo programa que se haga tiene que estar basado en eviden-
cias, con una evaluación incorporada. Entonces, dentro de estos objetivos,
que eran generar conocimiento, la jefa de División Programática nos
comentaba que sería bueno que empezáramos a generar conocimiento cien-
tífico a través de artículos. (Fragmento de una entrevista al economista del
Observatorio .)
Una publicación elaborada por datos cuantitativos
recolectados anteriormente
Los boletines son publicaciones que poseen análisis de datos estadísticos,
datos e información que ya han sido elaborados metodológicamente en
años anteriores, proceso que forma parte de la implementación del Programa
Bienal de Estudios de Población General y está enfocado a la extracción de
datos de: 1) estudios nacionales (Informes correspondientes a estudios
sobre consumo de drogas en población general y población escolar); 2)
estudios en poblaciones específicas (investigaciones sobre consumo de dro-
gas y factores asociados en determinados sectores de personas) y 3) otras
estadísticas de consumo de drogas en la región (datos de interés respecto
del fenómeno de las drogas, recopilados por  y otras instituciones
especializadas).
Una publicación que refleja una práctica investigativa
de los científicos sociales
El boletín es el producto primordial de la coordinación entre los investiga-
dores sociales del Observatorio, los cuales van poco a poco negociando y
estableciendo alianzas internas que posibilitan la elaboración de este nuevo
objeto (producto de su trabajo cotidiano). En este contexto, elaborar un
boletín no solo es un logro individual y organizacional, es también un logro
en los procesos de coordinación entre todos los actores humanos (investi-
gadores, jefes de División, encargado de Comunicaciones, directora nacio-
nal, etc.) y no-humanos involucrados (computadores, archivos electrónicos,
92 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
programas computacionales, datos estadísticos, manuales, otros estudios,
oficios, etc.). El hecho de que un boletín sea aprobado y luego publicado
determina el logro de la coherencia de estos procesos de producción de
conocimiento científico-social, lo que permite definir si es que el proceso
continúa (o no) funcionando con éxito.
Uno de los economistas del equipo señala en una de las entrevistas:
[…] lo que se quería hacer era generar un órgano competente para que
pueda generar conocimiento bajo la lógica de que uno explota las bases de
datos y otro se mete con las evaluaciones de impacto, que son temas muy
de moda cuando asume este nuevo gobierno [...] La crítica que se hacía a
la administraciones anteriores era que no evaluaban nada, entonces nació
el concepto de que todo programa que se haga tiene que estar basado en
evidencias, con una evaluación incorporada. (Fragmento de una entrevista
a economista del Observatorio .)
De esta manera, el equipo de profesionales del observatorio busca orientar
su trabajo para construir estas publicaciones; aquí se debaten estudios en la
materia, buscando establecer puntos de reflexión común entre los miem-
bros del Observatorio. Se revisan constantemente las bases de datos elec-
trónicas (Estudios Nacionales de Consumo de Drogas y Alcohol) y los
resultados y análisis realizados en los informes de resumen que cada Estudio
Nacional contemplaba.
Una publicación que busca ser difundida
a un público no experto en la materia
Frente a las exigencias institucionales por publicar mensualmente boletines,
se va consolidando una determinada uniformidad de los procesos de elabo-
ración, donde conviven estas tensiones disciplinares que estructuran los
procesos de elaboración del boletín. Una vez que un boletín ha logrado ser
corregido por parte de estos actores y nuevamente sometido a procesos de
revisión (no existe un criterio preestablecido para las revisiones y correccio-
nes, esto se define de manera contingente), logra ser aprobado por parte de
la autoridad correspondiente, en este caso, la directora nacional determina-
rá en última instancia si es que la propuesta presentada (luego de haber sido
corregida y modificada) logra ser considerada como un boletín. Un nuevo
proceso emerge en la elaboración de este artefacto, el cual no depende nece-
sariamente de los profesionales del Observatorio, ni de la jefa de División
93
REDES
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o incluso de la directora nacional. El boletín debe “lucir atractivo” en su
diseño, es decir, su tipografía, su portada, sus colores deben ser representa-
tivos de la institución, sus gráficos deben estar estandarizados. La elabora-
ción de este boletín, como un objeto que actualiza y resignifica una serie de
datos estadísticos de mediciones estatales de drogas, involucra una inter-
vención gráfica y estética fundamental para plasmar el mensaje por entregar
institucionalmente. Como un dispositivo completamente nuevo, original
e innovador.
Una vez finalizada su elaboración conceptual y metodológica, el boletín
se le envía por correo electrónico al encargado de Comunicaciones del -
, sus conocimientos le servirán al boletín para no parecer un informe
más. Este actor que se suma al proceso de elaboración del boletín modifica
este artefacto a través de programas computacionales de diseño gráfico
como InDesign o Photoshop, logrando concretar un largo proceso de cons-
trucción de un boletín. Pero esta nueva edición no es tan clara, ya que se
menciona que incluso este actor puede llegar a modificar la redacción de
textos que no sean “entendibles” para el público general. Luego de esta nue-
va intervención, el proceso de elaboración interna del boletín finaliza; la
próxima instancia del boletín será su publicación en la página web del -
 (en formato : Portable Document Format), y el envío a través de lista
de correos masivos a los correos que estén suscritos al sistema de Newsletter
del . Estas serán sus primeras vías de salida al mundo exterior.
Se supone que la idea inicial de los boletines sea para que gente común y
corriente pueda leerlos y entenderlos. De ahí que muchas veces escribimos
de una manera y tenemos que bajarlo, bajarlo y dejarlo muy básico. Ahora,
si eventualmente yo voy a hablar de un cambio en la razón de prevalencia,
ya por el solo hecho de que se está hablando de esta herramienta tienes que
manejar algo del tema […]. Uno trata de buscar la forma más fácil para
presentarlo, pero si yo lo planteo como puntos de la razón de prevalencia
no se entiende. Uno tiene que tratar de dejarlo más fácil. (Fragmento de
una entrevista a antropólogo del Observatorio .)
Una publicación que busca validación en una comunidad científica
El boletín es una publicación difundida en espacios disciplinares y estatales,
específicamente con determinados grupos de interés por el fenómeno de la
drogadicción. Es lo que la directora del Servicio ha llamado Comité
Científico del Observatorio, al cual lo integran desde expertos académicos
94 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
de diferentes universidades del país hasta representantes de las policías, del
Poder Legislativo, de fundaciones y organizaciones no gubernamentales,
entre otros.
[12]
Aquí el boletín deja de ser un conjunto de conocimientos en
elaboración y es presentado por sus productores, los científicos del
Observatorio, como un documento oficial, un objeto del conocimiento espe-
cializado y objetivo, que busca ser comentado, criticado, pero sobre todo,
validado. Se busca un muy específico posicionamiento de los conocimientos
producidos, que se arriesgan –en cierto sentido– a ser falseados, pero también
legitimados y declarados como regímenes de verdad. Esta ciencia elaborada
por los investigadores del Observatorio está en movimiento, en búsqueda de
legitimidad en un campo científico heterogéneo; pero también en espacios
políticos, que permiten posicionar el conocimiento producido.
Una publicación transnacional
El boletín, además, desarrolla una capacidad de vinculación con contextos
globales y transnacionales. Una de las dimensiones emergentes que apare-
cieron en todos los entrevistados fueron las conexiones internacionales. El
Observatorio es parte de una red de observatorios en América Latina, el
Caribe, Norteamérica y la Unión Europea. Gran parte de las instancias para
poder discutir los resultados de los boletines que cada observatorio está rea-
lizando se dan en este tipo de instancias, a través de seminarios, conferen-
cias y capacitaciones que son organizados por Naciones Unidas (), la
Organización de Estados Americanos () o la Unión Europea ().
Los investigadores del Observatorio destacan la importancia que tiene
la participación activa en estas instancias transnacionales, las cuales tienen
diferentes suborganizaciones especializadas en el estudio de la drogadicción
como problema social en América Latina, tales como la Comisión
Interamericana para el Control del Abuso de Droga (), el Programa
de Cooperación entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea en
Políticas sobre Drogas (), o la Oficina de las Naciones Unidas con-
tra la Droga y el Delito (), entre otras.
[12] Diversas fueron las reuniones que sostuvo este comité científico asesor del , en
el cual participaban activamente el director de la Escuela de Salud Pública de la Universi-
dad de Chile, el director del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, el director
de la Fundación Paz Ciudadana, el director de la Fundación Paréntesis, el director del
Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica (), representantes de
Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones, entre otros.
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Todas ellas son vistas –por parte de los investigadores que producen el
boletín– como un espacio global que les permite reactivar, profundizar,
compartir y discutir los resultados de los boletines. Para ellos, estas son las
audiencias efectivas, debido a que se maneja un lenguaje técnico necesario
a la hora de explicar y entender el conocimiento ahí producido. Este posi-
cionamiento estuvo en la base de toda una articulación diplomática de cier-
tos actores chilenos que han tomado protagonismos en estas organizaciones,
tales como Francisco Cumsille y Juan Carlos Araneda, autoridades de la
 y , respectivamente. Esto sumado a la participación de aca-
démicos como el jefe del Observatorio o la jefa de la División de Tratamiento
del , que han tenido muy activa participación en estas instancias,
algunos incluso antes que entraran a la propia .
Chile es parte del Observatorio Sub Regional de Drogas, que es el conjunto
de Observatorios que integran la región, por países. Su finalidad es el moni-
toreo del consumo de drogas, en ese marco subregional se discute la batería
de instrumentos, por ejemplo ahí está muy metido el tema del . Ese
subregional está a cargo de la , que es la Comisión Internacional para
el Control del Abuso de Drogas, que depende de la . Este es el princi-
pal contexto que tienen los observatorios para poder discutir en torno a
temas más específicos y son instancias donde surgen discusiones con res-
pecto a las políticas públicas y a planes de control, prevención y tratamien-
to. Porque en el fondo de todo esto hay muchos estudios de carácter
comparativo usando por ejemplo datos de población escolar. Entonces
tenemos harto feedback con los otros observatorios. (Fragmento de una
entrevista a antropólogo del Observatorio .)
Es clave entender cómo se posiciona aquí el boletín. En instancias interna-
cionales como estas el conocimiento producido ya ha sido depurado por
diversos actores, comunidades o instituciones y no se cuestiona su validez
o relevancia. Los criterios de publicación, las normas editoriales, las formas
de presentación de resultados, el lenguaje utilizado y una serie de elemen-
tos se presentan como verdad objetiva y legitimada a nivel local.
En el seminario al que fuimos había países que no hacen investigaciones
tan periódicas como nosotros en Chile, entonces se le daba énfasis a eso,
que se mostraban gráficos y Brasil tenía hasta un año solamente evidencia,
que no hay información actual entonces sobre cómo comparar, cómo saber,
es importante; y el profesor decía ahí que mantengan la información actua-
lizada, que en el fondo convenzan a sus autoridades de que es necesario, se
96 NICOLÁS SANHUEZA RODRÍGUEZ
daba harto énfasis en eso, entonces claro, al mirar pal lado tu decías mira,
somos el único país que no tiene la información actualizada, o sea, tenemos
que ponernos al día, yo creo que eso tiene que servir. (Fragmento de una
entrevista a psicólogo del Observatorio .)
Con ello, creemos que estas características permiten conceptualizar al bole-
tín como un Boundary Object (Star y Greiseimer, 1986), es decir, como el
resultado de la cooperación entre actores (humanos y no humanos) que
buscan delimitar un fenómeno de estudio, que, a su vez, represente la diver-
sidad disciplinar y puntos de vista que lo han producido. Este boletín es un
objeto que tiene la capacidad de conectar con otros actores, contextos y
campos. En términos generales, el boletín es un objeto que puede ser con-
creto y abstracto a la vez, puede además incorporar en sus análisis grandes
cantidades de información y enfoques, así como puede ser un mecanismo
para posicionar nuevas temáticas en la conceptualización y estudio de la
drogadicción desde el Estado.
El conjunto de posibilidades de producción y difusión que tiene el bole-
tín, entendido como un Boundary Object, le permiten ensamblarse y gene-
ran agenciamientos sociotécnicos (Latour, 2005) en al menos tres instancias
que se pueden diferenciar en tres formas de objetos: 1) Objeto en Elaboración:
caracterizado por la individualización de la producción, horizontalización
inicial de las relaciones de producción, deliberación de los procesos de pro-
ducción inicial, flexibilidad en la producción, jerarquización epistémica en
los procesos de revisión y una estandarización de los métodos, técnicas,
datos y enfoques utilizados; 2) Objeto Disciplinar: es una publicación oficial
de un organismo estatal, se busca generar una alta difusión a grupos de inte-
rés específicos y se presenta una fuerte influencia en el despliegue de este
objeto por parte de una comunidad científica especializada, la cual sirve
como fuente de legitimación del conocimiento que contiene y moviliza el
boletín; 3) Objeto Global: el boletín también se ensambla como un objeto
global, el cual es un conocimiento científico objetivo y oficial del Estado
chileno en materia de drogadicción, cuenta con instancias específicas don-
de es difundido y comunicado, y ha sido producido por pautas sistemáticas
y rigurosas en la aplicación de las técnicas y uso de información.
En estos tres ensamblajes el boletín es primero elaborado, luego legiti-
mado y por último difundido como un objeto eficiente y objetivo. Esto es
lo que constituye a este objeto como un mecanismo performativo, el cual
es por un lado resultado de un conjunto de asociaciones entre actores
(humanos y no humanos), pero además tiene la capacidad de influir en la
realidad, de describirla y estructurarla. Estas son sus principales caracterís-
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ticas a la hora de ser analizado en su dimensión relacional, que lo constitu-
yen como el principal resultado del trabajo coordinado de un equipo
multidisciplinar en el interior Estado chileno.
CONCLUSIONES
En este artículo hemos intentado extender la noción de producción de
conocimientos científicos de problemas sociales en la esfera pública en
Chile. Este dispositivo de poder gubernamental (Ramos, 2012 y 2016) es
lo suficientemente diferenciado en términos teóricos (Foucault, 2005 y
2006) y metodológicos (Hammersley y Atkinson, 2001). Los procesos de
producción de conocimiento del fenómeno de la drogadicción, entendido
como un problema social, han sido estructurados por el Estado a través de
diferentes mecanismos y dispositivos epistémicos (Foucault, 2005 y 2006)
en una estrecha alianza con las ciencias sociales, con sus conocimientos y
métodos de investigación de cohorte positivista, lo que hemos denominado
como un nuevo poder gubernamental del Estado. Estos mecanismos tienen
una capacidad performativa (Ramos, 2016) sobre la realidad, es decir, des-
criben y construyen la realidad a partir de este tipo de fenómenos.
Con este análisis, hemos podido descifrar el rol preponderante del
Estado y su vinculación con las ciencias sociales, vinculadas a la construc-
ción de problemáticas sociales, cuestión que ha ocurrido en Chile hace
aproximadamente treinta años. Así, diversos organismos públicos, organi-
zaciones no gubernamentales y el mundo académico de las universidades
contribuyen día a día a la elaboración y resignificación de datos, informa-
ción y conocimiento en el , estudiando las prácticas científicas enfo-
cadas a elaborar publicaciones, que como hemos podido evidenciar
convergen con la emergencia del boletín como un Boundary Object, el cual
posee una diferenciación funcional según los espacios y actores con los que
interactúa. Este objeto puede ser flexible como a la vez robusto, soportar
estructuras jerarquizadas, orientarse epistemológicamente y estandarizar
análisis, métodos y datos, movilizar conocimientos y validarse disciplinar-
mente. Así, el boletín orienta la producción de conocimientos científicos
sociales que comienzan a articular un régimen de verdad sobre el consumo
de droga en la esfera pública en Chile.
En esta línea, el boletín es también un dispositivo performativo del
poder gubernamental que, a través de diversas estrategias científicas, busca
delimitar, posicionar y legitimar formas gubernamentales de conceptualizar
el fenómeno de la drogadicción en Chile. En este caso, el boletín como
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objeto vuelve totalmente objetiva la compleja, multidimensional y hetero-
génea realidad de la drogadicción, que ahora se aloja como hecho científico
en el Estado. Se constituye, así, como un artefacto eficiente de la guberna-
mentalidad (Ramos, 2012 y 2016).
La preponderancia de las publicaciones científicas en la esfera pública,
como el boletín, así como también de las organizaciones que lo producen
(observatorios, centros de estudios, laboratorios de datos, departamentos
de evaluación, etc.) son un modelo que ha tenido un considerable auge en
el interior del Estado chileno desde comienzos de siglo  y se han con-
vertido, en muchos casos, en las garantías de la gestión pública eficiente
del Estado.
Creemos que este tipo de análisis presenta una oportunidad para el estu-
dio empírico y el ejercicio autorreflexivo que las ciencias sociales no deben
abandonar, lo cual puede contribuir a futuro con nuevas pesquisas de las
formas de construcción de órdenes sociales emergentes y sus mecanismos,
objetos y conocimientos involucrados en la estandarización de personas y
realidades. Nuestra inmersión en este mundo desconocido e invisibilizado
en los informes, documentos oficiales y evidencias nos llevó a describir
nuestras observaciones de un objeto en particular, el cual resultó ser donde
comenzaban muchas de las acciones y actividades cotidianas de los investi-
gadores del Observatorio, pero a su vez, donde comenzaban a definirse ini-
cialmente los parámetros epistémicos de la drogadicción como un problema
social en la esfera pública en Chile.
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Artículo recibido el 16 de marzo de 2018.
Aprobado para su publicación el 7 de abril de 2020.